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LA PASIÓN DE CRISTO Y
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El apóstol Pablo había sido formado en la escuela rabínica del gran Gamaliel. Pero cuando predicaba sobre la cruz de Cristo, no dependía de lo que había aprendido en la escuela. Él predicó el evangelio. “no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (I Corintios 1:17).
Pablo también estaba muy familiarizado con la filosofía y la oratoria de los Griegos. Pero cuando predicaba no dependía de la elegancia retórica ni de la profundidad filosófica. Él simplemente dijo: “nosotros predicamos a Cristo crucificado” (I Corintios 1:23).
En nuestros días hay poca predicación sobre la expiación. Si es que se menciona el tema, sólo se le dedica una o dos oraciones. Son raros los sermones completos sobre la cruz. Esta generación ha estado tan hambrienta de predicar sobre la crucifixión de Cristo, que la gente se maravilla ante ello. Creo que esa es una de las razones por las que “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson atrajo a tantas multitudes. Millones de personas hicieron cola para ver esta película que mostraba con total claridad y convicción lo que la mayoría de ellos nunca había oído. Se quedaron boquiabiertos y asombrados al ver al Salvador sufriente, azotado y sangrante, coronado de espinas, aplastado y crucificado en esta película. La curiosidad los atrajo y se quedaron atónitos, asombrados, maravillados ante el Salvador empapado en sangre, colgado en la cruz.
Pero ninguna representación de la Pasión, por intensa que sea, puede jamás reemplazar la predicación del evangelio, porque es “la predicación de la cruz” la que lleva a un alma perdida a abrazar al Hijo de Dios, como el pago por sus pecados, su sustituto y su Salvador.
Meditemos un momento esta mañana sobre la gran obra que Cristo realizó en la cruz. Las almas humanas están muriendo sin esperanza por falta de predicación clara sobre este tema. Hay gente aquí hoy que no tiene una comprensión clara de esto. Escuchad, pues, atentamente y aprended el mensaje de salvación. ¡Entonces ven a Cristo para ser limpiado en Su preciosa Sangre!
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (I Corintios 1:18).
I. Primero, las perversiones de la Cruz.
En muchos púlpitos apenas se menciona la Cruz de Cristo. En otros, está mal representado. Los Católicos a menudo mencionan la cruz, pero la representan de forma tergiversada. Falsifican lo que Cristo hizo en la cruz diciendo que su sacrificio debe repetirse en la Misa. Dicen que Cristo es ofrecido de nuevo cada vez que se realiza una misa. Esto falsifica el sacrificio de Cristo. Cuando Jesús murió en la cruz, gritó,
“Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:30; p. 1098).
¿Tenía razón Cristo cuando dijo “Consumado es?” Los Católicos dicen, “No. Hay que repetirlo una y otra vez en la Misa.” De esta manera van en contra de la clara enseñanza de la Biblia,
“Por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:12; p. 1254).
Cristo entró al cielo una vez. ¡Cristo “obtuvo” (tiempo pasado) la redención eterna para nosotros! ¡No son necesarias repeticiones!
El apóstol Pedro lo dejó perfectamente claro cuando dijo,
“Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (I Pedro 3:18; p. 1270).
Cristo padeció “una sola vez.” ¡Esta terminado! ¡No se necesitan repeticiones!
“Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Hebreos 10:12; p. 1256).
Los Socinianos (o Unitarios) dicen que Cristo murió como un simple mártir. Dicen que la muerte de Cristo sólo sirve de ejemplo. Nos dicen que la crucifixión fue dada para enseñarnos a ser mejores personas, siguiendo el ejemplo de Cristo. Éste, para ellos, es el único significado de la Cruz. Pero rechazan la Biblia cuando dice,
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13; p. 1201).
Numerosos Protestantes, e incluso muchos Bautistas, han adoptado la “Teoría de la Influencia Moral,” que en realidad no se diferencia mucho de la visión abiertamente sociniana. Consideran que Cristo murió sólo para despertar nuestras emociones y conducirnos al arrepentimiento (cf. Henry C. Thiessen, Lectures in Systematic Theology, [Lecciones de Teología Sistemática] Eerdmans, 1949, pág. 317). Pero el Doctor Thiessen tenía razón cuando dijo, “No debemos reducir la expiación a una obra de teatro sobre la Pasión, en la que el actor…simplemente está trabajando sobre las emociones de su audiencia” (ibid.). Bajo esta “Teoría de la Influencia Moral” no existe ningún pensamiento de que la muerte de Cristo propiciara la ira de Dios. Pero esta visión también se corrige en Gálatas 3:13,
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición…colgado en un madero)” (Gálatas 3:13).
¿Y quién fue el que lo “hizo” una “maldición” por nosotros en la cruz?
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado…(Isaías 53:10; p. 733).
“¡Horrible doctrina!” Algunos dicen. Sí, y también lo es la doctrina del infierno, pero está en la Biblia. Si extraemos de la Biblia toda enseñanza que nos parezca “horrible” a nuestras emociones, no nos quedará más que unas cuantas lecciones éticas.
“Cristo murió por nuestros pecados” (I Corintios 15:3; p. 1183).
Ésta es una doctrina horrible – pero es verdadera.
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”
(I Corintios 1:18).
Luego está “la teoría gubernamental,” elaborada por Hugo Grotius y proclamada por Charles Finney. Sostiene que “en la propiciación no se piensa en aplacar a un Dios vengativo, sino en hacer lo correcto según Su santa ley y así hacer posible que Él muestre misericordia con justicia.”
Dr. Thiessen responde que esta teoría “no explica la intensidad de los sufrimientos de Cristo…y, como las teorías precedentes, niega el aspecto fundamental de la expiación, es decir, el de hacer una satisfacción a la santidad de Dios” (ibid., p. 318).
“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”
(Isaías 53:6; p. 732).
“Haya puesto su vida en expiación por el pecado”
(Isaías 53:10; p. 733).
Luego están aquellos que sostienen la “teología de la fe.” Rechazan completamente la expiación en la cruz. Dicen que Cristo pagó por nuestros pecados ardiendo en el infierno durante tres días. Uno de ellos, Frederick K. C. Price, dijo,
¿Tú crees que el castigo por nuestro pecado fue morir en una cruz? Si ese fuera el caso, los dos ladrones podrían haber pagado su precio. No, el castigo fue ir al infierno mismo y cumplir condena allí…Satanás y todos los demonios del infierno…lo arrastraron hasta el mismo abismo del infierno para cumplir nuestra sentencia (Frederick K. C. Price, citado en Christianity in Crisis, [El Cristianismo en Crisis] Harvest House, 1993, p. 163).
¿Los dos ladrones pagan mi precio? ¿No sabe la diferencia entre el Hijo de Dios y un criminal culpable? ¿El castigo era ir al infierno? ¡No hay un versículo en la Biblia que enseñe tal cosa!
El folleto de Joyce Meyer, From the Cross to the Throne, [De la Cruz Al Trono,] ofrece la misma teoría falsa.
Jesús dijo, “Consumado es.” Y se refería al Antiguo Pacto. El trabajo que tenía que hacer apenas estaba comenzando. Él realmente hizo el trabajo los tres días y noches que estuvo en el infierno. Ahí es donde se hizo el trabajo. Fue declarado culpable en la cruz, pero pagó el precio en el infierno (citado en Christian News, [Noticias Cristianas] 24 de noviembre de 2003, pág. 13).
Pero la Biblia nunca dice que Jesús “pagó el precio en el infierno.” La Biblia dice,
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24; p. 1270).
La Biblia dice,
“Haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”
(Colosenses 1:20; p. 1220).
El apóstol Pablo dijo que fue enviado
“a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”
(I Corinthians 1:17-18).
“Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (I Corintios 1:23; p. 1170),
¡no pagando por los pecados en el infierno – sino en la cruz!
Todas estas malas representaciones de la crucifixión se basan, más o menos, en la idea de que los pecadores deben ser conmocionados para cambiar sus propias vidas al pensar en el horrible sufrimiento de Cristo. Pero estas teorías no hablan de la expiación vicaria de Cristo como portador de nuestros pecados, ni de la propiciación de la ira de Dios, que Él realizó en la cruz. No debemos ser “sorprendidos” y hacer un “cambio de vida,” sino ver cuán terribles son nuestros pecados, que Él murió para pagar por ellos, y que sólo Él puede redimirnos de ellos.
Yo he hablado demasiado del primer punto, pero hoy en día hay tantos errores respecto a la crucifixión que me siento justificado en hacerlo. Éstas son las perversiones de la Cruz.
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (I Corintios 1:18).
II. Segundo, la predicación de la cruz.
Cuando la Biblia habla de la Cruz, está hablando de la Cruz en la que murió Jesús. “La predicación de la cruz” es una predicación centrada en la crucifixión de Jesucristo. Esto queda claro en el versículo veintitrés de 1 Corintios, capítulo uno, donde el Apóstol dijo,
“Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (I Corintios 1:23).
En el capítulo siguiente, en el versículo dos, el Apóstol dijo,
“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2; p. 1170).
La predicación de la crucifixión de Cristo en la cruz es central para el Cristianismo Bíblico por dos razones principales. Primero, porque nuestros pecados fueron pagados por la muerte de Cristo en la cruz.
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”
(I Corintios 15:3; p. 1183).
Por favor, pasemos a Romanos 5:8-9 y leamos estos dos versículos en voz alta.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9; p. 1153).
La primera razón principal por la que Jesús murió en la cruz fue para pagar la pena por nuestros pecados.
La segunda razón principal por la que Jesús murió en la cruz fue para propiciar la ira de Dios contra el pecado. La muerte de Cristo en la cruz satisface la justicia de Dios. Dios no puede perdonar a un pecador hasta que se satisfagan las demandas de la justicia. Si tú cometes una infracción de tránsito, tú tendrás que pagar la multa. Tú pecas y tú tienes que pagar por eso en el infierno. ¡Pero Jesús paga la multa por ti en la cruz! ¡Se hizo justicia!
“Verá [Dios] el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11; p. 733).
La muerte de Cristo en la Cruz también satisface la Ley de Dios, pues escrito está,
“Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gálatas 3:10; p. 1201).
Así pues, todo pecador está bajo la maldición de la ley. Pero Cristo murió en la cruz para satisfacer las exigencias de la ley.
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13; p. 1201).
El gran Spurgeon dijo,
Debemos tener muy en claro, sobre todo, la gran doctrina salvadora de almas de la expiación; debemos predicar un verdadero sacrificio sustitutivo, y proclamar el perdón como resultado. Las opiniones confusas sobre la sangre expiatoria son perjudiciales hasta el último grado…Debemos predicar la sustitución de manera directa e inequívoca, porque si hay alguna doctrina que se pueda enseñar claramente en las Escrituras, es esta – “El castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados.” “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.” Esta verdad debe reposar en la conciencia mostrando cómo Dios puede ser justo y el que justifica al que cree (C. H. Spurgeon, “On Conversion As Our Aim,” [Sobre la Conversión Como Nuestro Objetivo] Lectures to My Students, [Enseñanzas Mis Alumnos] Pilgrim, reimpresión de 1990, volumen II, pág. 183).
Porque nada bueno tengo para reclamar tu gracia –
Yo lavaré mis vestidos en la sangre del Cordero del Calvario.
Jesús lo pagó todo; Todo se lo debo a Él;
El pecado había dejado una mancha carmesí, Él la lavó y la dejó blanca como la nieve.
(“Jesus Paid It All,” [Jesús lo Pagó Todo,] por Elvina M. Hall, 1820-1889).
¿Tú quieres ser salvo por la obra sustitutiva de Cristo en la cruz? Entonces no te queda nada por hacer excepto creer en Él con fe sencilla. Venid a Él. Cree en él. Él te salvará. ¡Él te salvará ahora!