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¡EL EUNUCO ETÍOPE!Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito “Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él” (Los Hechos 8:31; p. 1116 Scofield). |
Este hombre era un eunuco de Etiopía, en África. La palabra original “eunuco” implica claramente la incapacidad y la mutilación que implica la castración. Este eunuco había llegado a ser el oficial principal de Candace, la reina de Etiopía. Los Judíos no permitían que los hombres fueran hechos eunucos, pero era común en el mundo Gentil ponerlos a cargo de harenes, y también colocarlos en los puestos más importantes de la corte de un monarca. La tradición da el nombre de este hombre como Indich, y dice que fue el primer predicador del evangelio en África, y que, de su predicación, surgió el Cristianismo Etíope que permanece hasta el día de hoy en ese país.
Hay varias cosas sobre el eunuco que son muy importantes y que están llenas de lecciones para ti esta noche. Yo mencionaré tres características de este hombre que lo llevaron a convertirse en una figura importante del Cristianismo en el principio.
I. Primero, él era muy serio acerca de las cosas de Dios.
Mira el verso 27.
“Entonces él [Felipe] se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,” (Los Hechos 8:27; p. 1116).
Este versículo muestra con qué seriedad el hombre buscaba el conocimiento de Dios y la salvación. Él tomó muchas molestias para convertirse al Judaísmo, con la esperanza de que esto le ayudara a encontrar a Dios. Eso significaba que él se circuncidaba, según la ley Judía. También significaba que él “se mantenía kosher,” comiendo sólo los alimentos prescritos por los Judíos, preparados de la manera que ellos exigían – ¡nada fácil! También fue su búsqueda de Dios lo que lo llevó a hacer un largo y arduo viaje, a través del desierto del Sinaí, para hacer una peregrinación a Jerusalén, para poder adorar en el Templo Judío.
Todo esto demuestra que el hombre tenía un fuerte deseo de conocer a Dios más plenamente. No era un “bromista” en cuanto a la religión. Significaba todo para él. No sólo pasó el por todas las pruebas que yo he mencionado, sino que también el hizo otras dos cosas bastante difíciles. (1) El aprendió Hebreo, para poder participar en el culto del Templo; (2) Esto también demuestra que él tuvo que abandonado la religión falsa que prevalecía en Etiopía en ese tiempo. Esto probablemente también le costó mucho. Sus padres, amigos y la gente de la corte donde trabajaba, lo habrían despreciado y le habrían causado problemas por hacer algo que les parecía extraño y extraño – convertirse de su religión ancestral a la religión de un pueblo extranjero, los Judíos. Pero estos obstáculos, impedimentos y problemas no fueron suficientes para detener a este hombre celoso en su búsqueda de Dios y la salvación.
¿Puedo yo preguntarle si tú tiene algo parecido a ese tipo de celo por conocer a Dios? Mucho me temo que, si tú no lo tiene, tú no eres un buen candidato para el verdadero Cristianismo. Los “bromistas” que se hacen el tonto con la idea de convertirse en Cristianos nunca encuentran la salvación. Yo me atrevo a decir que tú no encontrarás la salvación en Cristo a menos que tú tenga algo del celo y la fortaleza que mostró este hombre. Jesús dijo,
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24; p. 1053).
El eunuco se esforzó con todas sus fuerzas por entrar por la puerta estrecha. Él trabajó duro para lograrlo. Incluso él tuvo que aprender Hebreo para poder participar en el culto del Templo. Él se esforzó con todo su corazón y mente por encontrar a Dios. No es de extrañar que un poco tiempo después fue convirtiera a Cristo y llegara a ser predicador del evangelio.
Hay varias personas aquí esta noche que deberían seguir su ejemplo de celo. Si tú no buscas al Señor Jesús con todo tú corazón, no lo encontraréis. Jesús dijo,
“Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13; p. 771).
Si yo fuera tú y yo no fuera convertido, seguiría el ejemplo del eunuco y me prepararía para escuchar la predicación del evangelio en cada servicio. Yo dejaría de ver televisión y de jugar videojuegos si no fuera convertido. Yo creo que tú deberías pasar las tardes leyendo la Biblia y orando por tu alma, en lugar de perder el tiempo con la televisión y los videojuegos. Tú deberías volver a leer a Baxter, hacer todas tus lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento y pasar una buena parte de tu tiempo solo en oración, preparando tu alma antes de ir a las reuniones.
Tú no puedes entrar a la reunión sin estar preparado ni preocupado y esperar que suceda algo con respecto a tu conversión. Prepárate ahora, como se preparó el eunuco orando y leyendo la Biblia con fervor.
II. Segundo, él era un serio estudiante de la Biblia.
Él había aprendido la lengua Hebrea para poder adorar en el Templo. Él tuvo que haber pasado horas estudiando los rollos de los escritos proféticos, meditando sobre las Escrituras y orando para recibir iluminación.
Y esto fue una buena preparación para él. La Biblia da esta oración de David,
“Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18; p. 628).
El eunuco debió haber orado así mientras leía la Biblia. Es posible que el haya orado esas mismas palabras de Salmo 119:18.
“Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18).
La palabra “ley” aquí es un sinónimo de la Biblia.
Si tú no oras a Dios para que te ayude y pasas mucho tiempo leyendo las Escrituras mientras oras, no creo que serás conviertas. No creo que puedas pasar tus horas de vigilia con la mente fija en el mundo y esperar estar espiritualmente listo para la salvación en Cristo cuando llegues a la iglesia.
Tú tendrás que seguir el ejemplo del eunuco y dedicar tu tiempo libre a leer los sermones que te dan, ponerte al día con la lectura de la Biblia y orar por la salvación de tu alma. Si no lo haces, no estarás preparado y será un servicio más. Tú saldrás tan perdido como cuando entraste.
Ahora, yo estoy razonando contigo. ¿Tú alguna vez has planeado ser convertidito? Si es así, entonces ahora es el momento de encerrarte en casa todas las noches y leer sermones, libros de Baxter, lecturas de la Biblia, y orar mucho para que Dios te despierte y te dé un deseo por Cristo. Tú tienes que comenzar a hacer eso todas las noches si tú tienes algún deseo de ser convertido. No mires televisión ni juegues videojuegos. Tú tienes que minimizar el tiempo que pasas con electrónicos. Eso va alejará tu mente y tu corazón de estar preparado. Esto, por supuesto, no se aplica a los que ya están convertidos, aunque espero que pasen más tiempo en oración por las conversiones.
III. Tercero, él hizo lo que el predicador le dijo que hiciera.
Felipe corrió junto al carro del eunuco mientras leía el libro del profeta Isaías. Felipe le preguntó, “¿entiendes lo que lees?” (Los Hechos 8:30). El eunuco respondió en Los Hechos 8:31. Leamos ese versículo en voz alta.
¿“Él [el eunuco] dijo: Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Los Hechos 8:31).
Ésta fue una declaración muy sabia.
El gran predicador Puritano Richard Baxter dijo,
Si tú crees que puedes leer la Biblia y ser salvo sin ir a la iglesia a escuchar al predicador, ¿no es un orgullo horrible en ti – pensar que tú puedes entender la Palabra de Dios tan bien sin un predicador como con uno? Cuando Felipe le preguntó si entendía lo que leía, el eunuco sabio le dijo “¿Él dijo: Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Los Hechos 8:30-31), y aun tú así crees que tú puedes leer la Biblia y ser salvo sin un predicador! Si tú crees que no necesitas escuchar al predicador, tú debes pensar que tú `eres más inteligente que Dios, quien envió al predicador para guiarte. (Richard Baxter, en A Puritan Speaks to Our Dying Nation, [Un Puritano Habla a Nuestra Nación Moribunda], editado por R. L. Hymers, Jr., Hearthstone, 2002, p. 94).
Algunos de ustedes, que provienen de entornos nevo-evangélicos, tienen una opinión opuesta a la del gran predicador, Richard Baxter, y su opinión es diferente de la del eunuco, que dijo,
“¿Cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Los Hechos 8:31).
En lugar de proclamarse salvo por tus propios medios, tú deberías buscar al Dr. Cagan o a mí y dejar que lo guiemos hacia una comprensión y experiencia claras de la conversión. Ese es el camino Bíblico, y yo espero que sea lo suficientemente sabio como para seguir el ejemplo del eunuco.