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CRISTO – EL OBJETO DE LA FE SALVADORAUn sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito “Las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (II Timoteo 3:15; p. 1238 Scofield). |
El encuestador George Barna realizó una encuesta nacional. Cuando se les pidió que respondieran a esta afirmación, “No se puede saber nada con certeza excepto las cosas que experimentas en tu propia vida,” el 60 por ciento de los adultos estuvo de acuerdo y el 71 por ciento de los menores de 26 años también. Barna llamó a esto “una visión egocéntrica y experiencial de la vida” (Barna Report, [Informe Barna], 1992-1993, p. 36).
Esa encuesta se realizó hace doce años [en 2005]. Según mi experiencia como asesor, me parece que esta opinión es incluso más frecuente hoy en día. La persona promedio con la que hablo piensa, “No se puede saber nada con certeza excepto las cosas que experimentas en tu propia vida.” Esta es la esencia misma del posmodernismo y está en oposición directa al Cristianismo Bíblico.
“No se puede saber nada con certeza excepto las cosas que experimentas en tu propia vida.” ¡Esa es la antítesis del Cristianismo! ¡Es la mentira de Satanás! ¡Te ha segado a la verdad de Dios! ¡Te ha impedido la salvación! ¡Fuera con eso! ¿Por qué yo digo eso?
I. Primero, la Biblia apunta a Cristo, no a la experiencia.
Mire nuevamente nuestro texto. Lea el versículo completo.
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (II Timoteo 3:15).
Timoteo había leído la Biblia desde niño. El apóstol Pablo le dijo que las Sagradas Escrituras dan a la persona la sabiduría que conduce a la salvación “por la fe que es en Cristo Jesús.”
Entonces, ¿a dónde te dirigirte la Biblia? No te dirigiré hacia tu interior, ni hacia una experiencia interior, sino hacia la “fe que es en Cristo Jesús.” La Biblia te dirigiré hacia Cristo, no hacia una “experiencia en tu propia vida.”
Hoy en día, muchas personas hacen del estudio de la Biblia un fin en sí mismo. Y yo temo que una buena parte de la predicación también hace eso. “Estamos aprendiendo la Biblia,” los oyes decir. Y usted puede preguntar, “Bueno, ¿por qué la están estudiando?” Puede haber un círculo vicioso, pero a menudo oirá que, en realidad, la estaban estudiando simplemente por el hecho de aprenderla. Es solo un ejercicio intelectual.
En mi opinión, casi toda la predicación debe ser evangelística. A Spurgeon fue criticado por eso. Algunas personas dijeron que predicaba demasiado el evangelio. He leído a Spurgeon hora tras hora y no estoy de acuerdo con ellos. Cuanto más viejo me hago, más creo que tenía razón. Nuestra predicación debe centrarse en Cristo y en la evangelización.
La gente moderna degrada el hogar. Se esterilizan, abortan a sus bebés y se deshacen de los hijos que producen lo más rápido posible. Pero un hogar Cristiano es un lugar donde los niños son bienvenidos, deseados y apreciados. Y así es como debe ser una iglesia – un lugar que esté constantemente vivo con nuevos conversos, personas perdidas que llegan, personas en diversas etapas, personas que se convencen, pasan por la conversión, crecen en Cristo. Y en una iglesia fecunda y viva, el evangelio debe predicarse constantemente. Yo creo que es por eso que el apóstol Pablo le dijo a la iglesia de Corinto,
“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2; p. 1170).
Puede que sea valioso examinar el propósito de una iglesia, pero una iglesia nunca debe estar impulsada por un propósito. Sino empujado por el evangelio. Debe estar impulsada por el mensaje de Jesús, empapado en sudor sangriento a medianoche – Jesús, azotado hasta que Su piel se cubra de sangre – Jesús, clavado de pies y manos en una cruz – Jesús, resucitado en carne y hueso de entre los muertos – Jesús ascendió físicamente a la diestra de Dios en el cielo. ¡Jesucristo debe ser nuestro propósito! ¡Jesucristo debe ser nuestro mensaje!
La esencia misma de la Biblia es evangelizadora en su corazón y en su entraña.
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (II Timoteo 3:15).
Versículo tras versículo, por parábola, por tipo, por historia, por epístola, la Biblia señala a Cristo, no a la experiencia humana. El propósito de la Biblia no es hacer que tengas un sentimiento o una experiencia. El propósito de la Biblia es hacer que dejes de mirarte a ti mismo y mires a Cristo.
“No se puede saber nada con certeza excepto las cosas que experimentas en tu propia vida,” dice el mundo moderno. Pero el mundo moderno se equivoca en muchas cosas y, sobre todo, se equivoca en esto. Tú puedes tomar una droga y tener una experiencia que no es real en absoluto. Tú puedes meditar y entrar en trance y tener una experiencia que no es real en absoluto. Tú puedes caer al suelo y lanzarte a un frenesí y tener una experiencia que está lejos de la realidad. El diablo puede darte muchas experiencias. Pero
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (II Timoteo 3:15).
La Biblia apunta a Jesucristo, no a tus propias experiencias.
II. Segundo, Cristo se dirige a Sí mismo, no a la experiencia.
Jesús dijo,
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28; p. 971).
Jesús dijo,
“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37; p. 1079).
El objeto de la fe salvadora es Jesucristo. Cuando vienes a Jesús eres salvo. Venir a Él es otra forma de decir “creer en Él.” Jesús dijo,
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36; p. 1079).
Pero esto no está validado por tus propios sentimientos o experiencias.
Friedrich Schleiermacher (1768-1834) introdujo la idea de que la conversión es una cuestión de sentimiento, intuición y experiencia. Para él, la fe salvadora no se orientaba hacia un Cristo objetivo revelado por la Biblia, sino hacia una intuición y un sentimiento subjetivos acerca de Cristo. Las ideas de Schleiermacher surgieron de la ruptura del Romanticismo con el Racionalismo.
Pero nuestro texto no nos dice que basemos nuestra fe en nuestros propios sentimientos, intuición o experiencia. En cambio, dice,
“…las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (II Timoteo 3:15).
La Biblia nos dirige a Cristo. Él no es el Cristo de nuestros sentimientos. ¡Ése es el Cristo de Schleiermacher! Él es el Cristo de la Biblia. El único Cristo verdadero es el Cristo de las Sagradas Escrituras. Y es este Cristo, el Cristo de las Escrituras, quien dice,
“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
Cristo nos dirige a Él mismo. Tú no debes mirarte a ti mismo para ver si tus sentimientos, tu intuición o tus experiencias son correctas. Tú no debes mirarte a ti mismo. Tú debes apartar la mirada de ti mismo – y mirar a Cristo.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”
(Hebreos 12:2; p. 1259).
“Ah, no,” dice el posmodernista, “nada puede saberse con certeza excepto las cosas que yo experimento en mi propia vida.” Ahí lo tienen, claro y sencillo. Ese hombre se niega a mirar fuera de sí mismo. Ese hombre se niega a dejar que las Sagradas Escrituras le indiquen al Cristo viviente. Ese hombre no se aventurará a acercarse a Cristo sin sentir, sin experimentar.
“Pero, pero,” dices, “¡yo debo tener el sentimiento correcto!” Yo te estoy diciendo que estás equivocado. ¡No necesitas un sentimiento! ¡Tú necesitas a Cristo!
En el Evangelio de Mateo hay un relato que muestra lo que quiero decir. Los discípulos estaban en el mar de Galilea. Era de noche. Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. Pedro dijo,
“Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él” (Mateo 14:28-31; p. 979).
El propósito de ese relato no es hablarnos de caminar sobre el agua. El propósito es decirnos qué es la fe. El versículo 31 lo deja claro. Jesús dijo, “¡Hombre de poca fe…!” Él no dijo que Pedro no tenía fe, sino que tenía poca fe. Tenía suficiente fe para salir de la barca y caminar un poco hacia Jesús, pero luego vio el fuerte viento y tuvo miedo. Gritó, “¡Señor, sálvame!” Y Jesús “extendió la mano y lo agarró.”
Esa es una ilustración de la fe salvadora. Jesús te dice que vayas a Él. Tú empiezas a hacerlo, pero te invaden pensamientos de temor. Piensas, “¡No lo haré bien! ¡Fracasaré! ¡No estoy seguro! ¡Señor, sálvame!” “Y Jesús extendió la mano y lo agarró.” Y así es cuando cualquier pecador viene a Jesús. Nadie lo dijo mejor que Joseph Hart,
Aventúrate en Él, aventúrate por completo;
Que ninguna otra confianza se interponga;
Nadie sino Jesús, nadie sino Jesús,
Puede hacer el bien a los pecadores indefensos.
(“Come, Ye Sinners” [“Ven, Pecadores”]
por Joseph Hart, 1712-1768).
Spurgeon dijo,
Pon tu alma en Su cuidado…Atrévete a abandonar todas las demás esperanzas: aventúrate en Jesús; Yo digo “atrévete” aunque no hay nada realmente arriesgado en ello, porque Él es abundantemente capaz de salvar. Entrégate simplemente a Jesús…créele y confía en Él, y tú nunca serás avergonzado…Ya sea que tú sientas o tú no sientas, entrégate a Él, para que Él te salve a ti, y solo Él (C. H. Spurgeon, Around the Wicket Gate, [Alrededor de la Puerta de Entrada] Christian Focus Publications, reimpresión de 1989, págs. 26, 38).
Una joven se acercó a Spurgeon en su oficina y le dijo que no era salva. Él la instó a que viniera a Jesús. Ella le dijo, “Oh, señor, ore por mí.” Él le dijo, “No haré nada de eso. ¿Qué puedo pedirle al Señor que haga por alguien que no confía en Él? No veo nada por lo que orar. Si le crees, serás salvo. Si no le crees, no puedo pedirle que invente una nueva manera de satisfacer tu incredulidad.” Entonces ella dijo, “Trataré de creer,” pero le dije que no quería que lo intentara…La insté a tener una fe plena en el Señor una vez crucificado pero ahora ascendido…Ella dijo, “Oh, señor, he estado mirando mis sentimientos, ¡y este ha sido mi error!” (ibid., p. 32). Ella vino a Jesús y fue salva. No hay otra manera.
Aventúrate en Él, aventúrate por completo;
Que ninguna otra confianza se interponga;
Nadie sino Jesús, nadie sino Jesús,
Puede hacer el bien a los pecadores indefensos.