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LA SEMILLA ENTRE ESPINAS(SERMÓN NÚMERO 4 SOBRE LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR) Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito “Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron” (Mateo 13:7; p. 974 Scofield). |
Dos comentaristas del siglo vigésimo que yo admiro interpretaron mal la expresión “la semilla entre espinos” en la parábola del sembrador. Por respeto a la buena obra de estos hombres, yo no voy a dar sus nombres. Pero los citaré para mostrar cómo la interpretación de esta parte de la parábola salió mal en el siglo vigésimo. El primero dijo, “La semilla que cayó entre espinos representa a los que oyen la palabra y la reciben. Esas personas son evidentemente salvas, pero sus vidas no producen buen fruto para el Maestro.” El otro comentarista dijo, “Los intereses que absorben el tiempo…en cualquier cosa que no sea el reino de Dios impedirán que el creyente produzca fruto alguno a la perfección.” Ambos buenos hombres se equivocan cuando llaman “salvos” y “creyentes” a los representados por la “semilla entre espinos.” ¡La verdad es que la semilla que cae entre espinos representa a los incrédulos que no son salvos!
Los comentaristas antiguos, como Matthew Poole, Matthew Henry, John Gill, John Trapp, John Peter Lange y Jamieson, Fausset y Brown, dijeron que el terreno espinoso representa a las personas que nunca fueron convertido verdaderamente. Por ejemplo, John Trapp dijo, “Sus corazones [permanecieron] apegados a [las cosas] terrenales, y resultaron también infructuosos…[ellos] no alcanzaron el cielo” (John Trapp, A Commentary on the Old and New Testaments, [Un Comentario Sobre El Antiguo y El Nuevo Testamento] Tanski Publications, reimpresión de 1997, volumen V, págs. 176-177).
Los antiguos comentaristas decían que los oyentes del terreno espinoso no eran salvos. El Dr. McGee siguió a estos antiguos comentaristas cuando dijo, “Estos tres tipos de terreno no representan tres tipos de creyentes – ¡no son creyentes en absoluto! Han oído la palabra y sólo han profesado recibirla” (J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, [A Través De La Biblia] Thomas Nelson Publishers, 1983, volumen IV, pág. 73).
Los antiguos comentaristas, a los que siguió el Dr. McGee, no fueron influenciados en su interpretación de esta parte de la parábola por el “decisionismo.” El surgimiento del decisionismo, que comenzó con C. G. Finney (1792-1875), trajo una avalancha de personas no convertidas a las iglesias. Los nuevos comentaristas tergiversaron hacen torcimiento a esta parábola para que incluyera como “salvados” a miles de personas no convertidas, traídas por los métodos de los decisionistas. Yo creo que esa es la razón por la que la falsa visión de las personas de terreno espinoso como “Cristianos” llegó a estos comentarios modernos. Fue el resultado de la visión superficial y llana del decisionismo sobre la conversión.
Ahora, veamos a la gente del suelo espinoso en la parábola.
“Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron” (Mateo 13:7).
Nosotros notamos dos cosas.
I. Primero, el significado de esta parte de la parábola.
Las palabras son muy sencillas. Algunas de las semillas del Evangelio cayeron entre espinos. Los espinos se explican en el versículo veintidós.
“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22; p. 975).
Las cizañas espinosas son los afanes de este mundo, los afanes de esta vida y el engaño de las riquezas, que ahogan la palabra del Evangelio, haciéndola infructuosa.
La persona descrita aquí no es un oyente superficial. La palabra permanece en su mente. Incluso él pasa por algunas dificultades iniciales por causa del Evangelio. Me parece que las dos primeras, la semilla junto al camino y la semilla en pedregales, representan a personas que se apartan con bastante rapidez. Pero las personas de “terreno espinoso” permanecen en la iglesia local durante algún tiempo, por lo que parece que se han convertido. Sin embargo, ellos no pasan la prueba del tiempo. Cuando las preocupaciones y los afanes de la vida llegan, como le sucede a todo cristiano, la fe de estas personas de “terreno espinoso” se ahoga.
La palabra “ahogan” es muy interesante. En Mateo 13:7 y 22, y en Lucas 8:7 y 14, la palabra Griega significa “estar asfixiado por ahogamiento o por la maleza” (Strong). En Marcos 4:7, la palabra Griega es diferente. Significa estar “completamente asfixiado por el apiñamiento o aplastamiento.” W. E. Vine dice que la palabra en Marcos “da la idea de asfixiarse junto con el aplastamiento.”
Así, las preocupaciones y los problemas de la vida “ahogan la palabra,” sofocan la palabra, como si fueran hierbas malas gigantes que sofocaran la tierna semilla del Evangelio, hasta que la palabra queda “totalmente sofocada por el apiñamiento o aplastamiento.” En otras palabras, las cosas del mundo desplazan o aplastan al Evangelio, de modo que, al final, no queda lugar para la iglesia, la oración o la lectura de la Biblia. Las cosas del Espíritu quedan “desplazadas,” sofocadas, estranguladas, ahogadas por las cosas del mundo.
II. Segundo, la razón por la que el Evangelio es ahogado.
Mateo nos da dos razones en el versículo veintidós.
“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22).
Allí tienes dos de las malas hierbas espinosas,
1. Las preocupaciones del mundo, las preocupaciones de esta vida.
2. El engaño de las riquezas.
Marcos añade, “y las codicias de otras cosas” (Marcos 4:19). Entonces,
3. La lujuria de otras cosas, los deseos de otras cosas.
Lucas añade, “y los placeres de la vida” (Lucas 8:14). Entonces,
4. Los placeres de esta vida.
Ahí los tienen, claros y llanos. Las preocupaciones de esta vida sofocan la Palabra. El engaño de las riquezas sofoca la Palabra. El deseo de otras cosas sofoca la Palabra. Los placeres de esta vida sofocan la Palabra. Como dice Lucas,
“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida…” (Lucas 8:14; p. 1042).
Los comentarios del Dr. John MacArthur sobre este tipo de oyentes son útiles. Lo que él dice sobre la gente del terreno espinoso es mayormente correcto, aunque no estoy de acuerdo con su conclusión – la Salvación por Señorío o su visión de la Sangre de Cristo. Sin embargo, su descripción del terreno espinoso está bien hecha. Él dice,
La tierra llena de malas yerbas representa un corazón ocupado con asuntos del mundanos. Esta [Mateo 13:22] es una descripción perfecta de un hombre mundano – alguien que vive para las cosas de este mundo. Él está consumido por las preocupaciones de esta era. El principal objetivo es una carrera, una casa, un auto, un pasatiempo, un guardarropa. Para él [estas cosas] son todo. ¿Alguna vez has tú conocido a personas así? Por un tiempo, ellos se ven como el resto del campo. Ellos vienen a la iglesia, se identifican con el pueblo de Dios…Pero ellos…no están comprometidos y siempre están preocupados por los placeres del mundo, el dinero, la carrera, la fama, la fortuna o los deseos de la carne…abrumados por las espinas de la mundanalidad, y eventualmente el corazón de ellos lleno de maleza no mostrará evidencia de que alguna vez se sembró una buena semilla. ¿Qué sucede cuando la semilla que una vez parecía tan prometedora se ahoga? ¿Acaso esa persona perdió su salvación? No, él nunca la tuvo…La persona con el corazón lleno de maleza nunca fue salva. Los corazones inmaduros [no se desprenden] del mundo (John F. MacArthur, Jr., The Gospel According to Jesus [El Evangelio Según Jesús], Zondervan Publishing House, 1988, pág. 124).
Esa es la razón por la que el 88% de los jóvenes criados en iglesias evangélicas en los Estados Unidos terminan por abandonarlas, como dijo el encuestador George Barna, “para nunca volver.” Jóvenes como esos crecen en la iglesia sin ser convertidos. Ellos van a la iglesia mientras sus padres Cristianos los mantengan económicamente, pero cuando empiezan a ganar su propio dinero, se van. Yo odio decirlo, pero parece que solo iban a la iglesia porque les pagaban por venir. Cuando dejaron de pagarles, se alejaron.
“[Ellos] yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14).
Otros vienen a la iglesia del mundo, pero luego regresan al mundo. Ellos, también, son ahogados con “los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14). Nosotros vemos eso muchas veces. Llegan con buena apariencia, pero después de unos años se casan y tienen hijos, y las preocupaciones, los problemas y las tentaciones de la vida los ahogan, y “no dan fruto.”
Ese es el propósito de la verdadera conversión – dar fruto. Por favor voltea en tu Biblia a Juan 15. Aquí está el comentario del propio Cristo sobre dar fruto. Mire el versículo dos.
“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, [Dios] lo quitará” (Juan 15:2; p. 1092).
Ahora bajemos al versículo cinco.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:5-6; p. 1093).
Toda persona verdaderamente convertida da fruto en su vida. Toda persona que no da fruto, Dios El Padre, “lo quitará” (Juan 15:2). Ellos “los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:6). El Dr. Gill dijo que esto habla de “ser arrojados a las llamas eternas del fuego del infierno por ángeles en el último día, como será el caso de todo árbol infructuoso, de paja y cizaña” (John Gill, D.D., An Exposition of the Old and New Testaments, [Una Exposición del Antiguo y Nuevo Testamento] The Baptist Standard Bearer, reimpresión de 1989, volumen 8, pág. 67).
Por eso os instamos con tanta fuerza que tú experimentes una verdadera conversión ahora, mientras todavía hay tiempo. Cristo dijo,
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta” (Lucas 13:24; p. 1053).
Esfuérzate por entrar en Cristo. Apártate del mundo y ven a Cristo. Sé limpio del pecado por Su Sangre. Nace de nuevo por Su resurrección de entre los muertos. ¡Ven a Cristo mientras todavía hay tiempo!
Hay una línea que se traza al rechazar al Señor,
Donde se pierde el llamado del Espíritu de Él,
Y tú te apresuras con la multitud loca por el placer,
¿Has tú contado, has tú contado el costo?
¿Has tú contado el costo, si tu alma se perdiera,
¿Aunque tú ganaras el mundo entero para ti?
Incluso ahora puede ser que la línea tú has cruzado,
¿Has tú contado, has tú contado el costo?
(“Have You Counted the Cost?” [“¿Has Contado El Costo?”]
por A. J. Hodge, 1923).