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LA OBRA DE EVANGELISTA

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emerito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 25 de Noviembre, 2012

“Haz obra de evangelista”
(II Timoteo 4:5; p. 1238 Scofield).


La palabra traducida “evangelista” aparece solo tres veces en el Nuevo Testamento. Se da en nuestro texto, y en Hechos 21:8 y en Efesios 4:11. La palabra Griega “denota un predicador del Evangelio” (Vine). En Efesios 4:11 los “evangelistas” se listan como hombres dotados, siguiendo a los “apóstoles” y “profetas”. Los “evangelistas” eran hombres dados por Dios a las iglesias para predicarle a los inconversos las buenas nuevas de salvación en Cristo. Timoteo era pastor, al cual el Apóstol Pablo le dijo: “haz obra de evangelista”. Eso quiere decir que un pastor debe hacer esta obra predicando el Evangelio a los inconversos que asisten a su iglesia, y también a las personas inconversas que vienen del mundo a la iglesia. Lo que el Apóstol le dijo a Timoteo, entonces, se aplica a todos los predicadores: “Haz obra de evangelista”. El Dr. John Gill (1698-1771) dijo: “Hacer la obra del tal no es leer lecturas de la moral...sino que predicar la paz, el perdón, la justicia, la vida y la salvación solo por Jesucristo, y por medio de la gracia gratis de Dios” (traducción de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, reimpresión de 1989, tomo III, p. 340; nota sobre II Timoteo 4:5).

Ahora eso debería ser simple lo suficiente. A los pastores se les dice que prediquen la salvación por Cristo solo. Y eso es lo que los predicadores han hecho por siglos. Pero, en estos últimos días, demasiados predicadores han revuelto las cosas. Como dijo Salomón: “Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7:29).

En vez de predicar sermones evangelísticos, muchos pastores dan sermones de “exposición”, con una invitación “agregada” al final. ¡Muchos de ellos ya ni siquiera saben cómo preparar un sermón evangelistico! ¡Y las “invitaciones” que ponen al final de sus “exposiciones” a menudo se dan sin mencionar el Evangelio – sin mención alguna de la muerte y resurrección de Cristo! Para mi, esto es deplorable. Necesitamos hacer lo que el Apóstol nos dijo que hiciéramos en un lenguaje muy claro – ¡“Haz obra de evangelista”!

¡Nunca debemos asumir que la gente sabe que Cristo murió por sus pecados! Nunca debemos asumir que saben que Él fue resucitado de entre los muertos para la justificación de ellos! Yo recuerdo haber hablado con una anciana China que había asistido a la iglesia por años donde se le había dado “exposiciones” Bíblicas complejas. Pero cuando le pregunté cómo es salva una persona ella no tenía un entendimiento mejor que el de algún Católico Romano! Nunca, jamás debemos asumir que nuestros oyentes son salvos, ¡o que conocen lo básico del Evangelio.

Un hombre en el Nuevo Testamento fue específicamente llamado “evangelista”. Él fue llamado “Felipe el evangelista” en Hechos 21:8. En el pasaje que {Dr. Chan} leyó antes de que yo predicara este sermón, leímos sobre una reunión evangelistica conducida por Felipe el evangelista. Muchas de las características de una reunión evangelistica se dan en este pasaje. Sin entrar en los detalles que eran peculiares a esa reunión evangelistica en particular, señalaré varias características generales que acompañan a servicios evangelisticos bendecidos por Dios.

I. Primero, cuando Felipe predicaba era tremendamente emocionante.

“Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad” (Hechos 8:5-8; p. 1115).

Yo creo que puedes sentir lo emocionante con solo leer ese pasaje. ¡Esta fue una reunión evangelistica que se volvió en avivamiento! He visto eso suceder varias veces. No hay nada más emocionante y, por falta de una mejor palabra, emocionante que estar en dicha reunión. ¡A nadie se le hubiera ocurrido mirar el reloj en tal reunión! Yo estuve presente en un servicio así en una iglesia Bautista fundamental en un estado del Sur hace varios años. La reunión continuó hasta la medianoche. Se planeaba que terminara como a las 7:30 P.M., pero continuó. ¿Adivina qué? ¡Ni una sola persona salió del auditorio! ¡Ni una! Había madres con bebes en la guardería, ¡pero se olvidaron! Todos estaban fijados en Jesucristo, después de haber oído un simple sermón del Evangelio. Setenta y cinco personas fueron convertidas en esa reunión de noche. La gente lloraba. La gente gritaba. La gente cantaba. Era muy estimulante – uno de los servicios más emocionantes que he asistido.

Pero a menudo he experimentado un menor grado de emoción en muchos servicios evangelísticos. El cantar tiene un poder especial en él. La predicación es cautivadora, y las oraciones mantienen la atención de todos. ¡Uno puede sentir que Dios hará algo que cambiará la vida en un servicio así! ¡Así fue en Samaria – y es así en un buen servicio evangelístico!

II. Segundo, Felipe predicaba a Cristo.

“Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo” (Hechos 8:5).

¡Así hacían “la obra de evangelista” en el libro de Los Hechos! ¡Ellos predicaban a Cristo! ¡Ellos predicaban a Cristo! ¡Ellos predicaban a Cristo! Así era en Samaria. Felipe el evangelista “les predicaba a Cristo”. Así fue cuando Pedro le predicaba a los Gentiles de la casa de Cornelio. Pedro dijo:

“[Nosotros] no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”
     (Hechos 10:41-43; p. 1120).

¡Pedro les predicó a Cristo! Fue también lo que pasó cuando los Cristianos de Chipre y Cirene vinieron a Antioquía y “hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor” (Hechos 11:20, 21). ¡Y fue de esa manera por todo el libro de Los Hechos también! ¡Cristo fue predicado! Pablo se dejó llevar de tal manera por el mensaje evangelistico que le dijo a los Corintios sorprendidos:

“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2; p. 1170)

El evangelismo de ellos estaba tan centrado en Cristo que se dice que Nerón el Emperador dijo: “¡Estos Cristianos adoran a un Judío muerto!” ¡Ah! ¡Pero solo estaba medio correcto! Sí, Cristo estuvo muerto, pero Pedro le habló valientemente a la airada Corte del Sanedrín:

“A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:31-32; p. 1114).

¡Esa es la predicación del Evangelio! ¡Ese es el evangelismo verdadero! ¡Eso es la obra de evangelista! ¡Cómo quisiera que todo predicador en América, y en el mundo, predicara a Cristo así hoy! ¡Cantalo!

De amor será mi historia diré del Salvador,
     De Él allá en la gloria, de Él y su amor.
De amor será mi historia pues se que cierta es;
     Me suple todo anhelo me llena cada vez.
De amor será mi historia, será mi tema en gloria,
     Diré la vieja historia del amor de Jesús.

De amor será mi historia, más bella para mi
     Que tal deseo y sueño que tenga yo aquí.
De amor será mi historia, hizo mucho por mi;
     Es por eso que vengo y te la cuento a ti.
De amor será mi historia, será mi tema en gloria,
     Diré la vieja historia del amor de Jesús.

De amor será mi historia, me agrada repetir
     Más dulce cada día, que yo la pueda decir.
De amor será mi historia para quien no pudo oír
     El mensaje que salva el venga a recibir.
De amor será mi historia, será mi tema en gloria,
     Diré la vieja historia del amor de Jesús.

De amor será mi historia, a quien ya la escuchó
     Pues esta tan atento como el que no la oyó
Y al estar en gloria, mi nuevo canto será,
     La vieja, vieja historia que siempre sonará.
De amor será mi historia, será mi tema en gloria,
     Diré la vieja historia del amor de Jesús.
(Traducción de “I Love to Tell the Story” por A. Catherine Hankey, 1834-1911).

La noche antes de ser crucificado Jesús llevó a Sus Discípulos a la oscuridad del Huerto de Getsemaní. Los Discípulos se durmieron mientras Jesús oraba. Los pecados del mundo fueron puestos sobre Él en aquel Huerto. El peso de nuestros pecados lo aplastó, y “era su sudor…como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). Mientras Él oraba un grupo de oficiales de los principales sacerdotes vino y lo arrestaron. Lo llevaron al sumo sacerdote. Ellos “le golpeaban el rostro” (Lucas 22:64). Le arrancaron porciones de Su barba y escupieron en Su rostro (Isaías 50:6). Luego lo llevaron al gobernador Romano, Poncio Pilato. Pilato lo había azotado en la espalda hasta que la sangre bajaba por sus piernas. Tejieron una corona de espinas y la forzaron en Su cabeza. La sangre corrió por Su rostro y adentro de Sus ojos. Pusieron una cruz sobre Su espalda sangrienta y lo llevaron al lugar de la crucifixión. Ellos clavaron clavos en Sus manos y pies. Ellos alzaron Su cruz. Él colgó allí mientras la multitud le gritaba y se burlaban de Él. Él oraba, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Al final clamó a gran voz, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). Él dijo “Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:30).

Ellos bajaron Su cuerpo muerto de la cruz y lo pusieron en un sepulcro nuevo. Sellaron el sepulcro y pusieron guardias Romanos allí para protegerlo de ladrones.

Temprano el Domingo en la mañana María Magdalena y otra María fueron al sepulcro y vieron al ángel del Señor sentado en la roca que había sido quitada de la puerta. El ángel “respondiendo, dijo…No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo” (Mateo 28:5-6). Aquella anoche el Cristo apareció a Sus Discípulos. Él comió con ellos, y ellos lo vieron muchas veces en los próximos cuarenta días. Lo tocaron y vieron que Él no era un espíritu, sino un cuerpo resucitado de “carne y hueso” (Lucas 24:39). Él les enseñó muchas cosas en esos cuarenta días. Al final, Él les dijo:

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”
     (Mateo 28:18-20; p. 1004).

“Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:51; p. 1070).

¡Es mi tarea decirte esa historia! ¡Ese es el Evangelio! ¡Esa es mi tarea! ¡Esa es la tarea de todo predicador! ¡¡¡“Haz obra de evangelista”!!! ¡Ah! Pero hay más!

III. Tercero, Felipe demandaba su atención.

“Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe” (Hechos 8:6; p. 1116).

¡Philip ejercía autoridad sobre esa multitud de paganos! ¡No puedes, por cualquier tramo de la imaginación, tener una visión de él dando una “exposición Bíblica” suave a ellos! ¡La charla insípida, la charlatanería que se da durante treinta minutos en la mañana del Domingo en muchas de nuestras iglesias hubiera sido despreciada y burlada en gran manera por la multitud salvaje de Samaritanos! ¡Pero no fue así como Felipe predicó! La gente “escuchaba atentamente” el sermón de Felipe porque su “predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (I Corintios 2:4).

Esa fue la manera que Felipe predicó. Esa fue la manera que Pablo predicó. Y esa fue la manera en que Pedro predicó en Pentecostés. ¡La Palabra de Dios dice Pedro “alzó la voz” en Pentecostés (Hechos 2:14)! ¡Esa es la manera que Whitefield predicó! ¡Esa es la manera que Wesley predicó! ¡Esa es la manera que Howell Harris predicó! ¡Esa es la manera que Daniel Rowland predicó! ¡Esa es la manera Christmas Evans predicó! ¡Esa es la manera que Richard Baxter predicó! ¡Y esa es la manera que debemos predicar hoy – ¡sí! Esa es la manera que debemos predicar hoy – en la era de Obama – ¡al fin del mundo! ¡Que Dios nos ayude! ¡“Haz obra de evangelista”!

IV. Cuarto, Felipe agitaba sus emociones.

¡La predicación evangelística verdadera siempre hace eso! “Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces” (Hechos 8:7). Siempre hay una respuesta emocional a la verdadera predicación evangelística – ¡y con frecuencia una respuesta demoníaca también! Tú simplemente no puedes hacer el trabajo de un evangelista sin agitar las emociones de la gente. ¡No puede pasar! El Dr. Lloyd-Jones dijo: “¿Dónde está la pasión en la predicación que siempre ha caracterizado la gran predicación en el pasado? ¿No son los predicadores modernos conmovidos y llevados como los grandes predicadores del pasado a menudo eran?...Vuelvo a decir que un hombre que puede hablar de estas cosas [sin pasión] no tiene derecho a estar en el púlpito; y no se le debe permitir entrar a uno” (traducción de D. Martyn Lloyd-Jones, M.D., Preaching and Preachers, Zondervan Publishing House, 1971, pp. 90, 97).

Fui al banquete de jubilación para el Dr. Murphy Lum hace unas semanas. Allí había mucha gente que conocí en la iglesia China. Cuando el hijo del Dr. Lum habló, él mencionó que él me oyó predicar un sermón sobre la segunda Venida de Cristo, y eso lo asustó, y fue salvo. Un hombre que estaba sentado en la misma mesa que yo me dijo que él me oyó predicar un sermón sobre el Infierno, y eso lo hizo enojar mucho conmigo. “Pero”, dijo, “de repente sentí que tenía que ser salvo”, y confió en Cristo. Esa es la forma que debe ser. “Haz obra de evangelista”.

Para hacer eso se requiere algo más que simplemente decirte acerca del Evangelio. No vas a tomar en serio el Evangelio a menos que seas movido emocionalmente – ¡enojado o asustado! Tu corazón debe ser movido, “Porque con el corazón se cree para justicia” (Romanos 10:10)

Te digo que Cristo viene a juzgar a este mundo. Los juicios ya están cayendo. Mira los huracanes monstruos. Mira las grandes inundaciones, las grandes tormentas de nieve, el Medio Oeste seco, los terroristas que podrían acabar con ciudades enteras con una bomba. ¿No lo ves? ¿Qué va a pasar contigo cuando el “grande” llegue a Los Ángeles - ¿cuando el suelo se abra y caigas al Infierno? ¿Qué va a pasar con tu alma cuando tu cuerpo esté frío y rígido en la morgue? ¡Qué será de ti si sigues así – jugando en la iglesia! ¡Jugando con tu alma! Jugando con Dios – y Dios no te dejará ir sin castigarte, ¡porque nuestro Dios es fuego consumidor!

¿Es todo un juego para ti? ¿Has rechazado el Espíritu Santo? ¿Has cometido pecados secretos que piensas que nunca van a ser detectados? ¿Está tu corazón lleno de malos pensamientos y blasfemia? Oh, te digo esta mañana, ¡es casi demasiado tarde para algunos de ustedes! Y es demasiado tarde para alguien aquí – ¡si continuas un día más sin la Sangre de Cristo que perdona! ¡No te alejes de Él! ¡No lo hagas otra vez! ¡No lo hagas otra vez! Te lo advierto – no te alejes de Él. Esta podría ser tu última oportunidad de confiar en Él antes de que caiga el juicio. Es mi deber advertirle. Es mi deber hacer el trabajo de un evangelista. Por favor de pie canta el himno.

A Jesús ignoré demasiado. A mi pecado me aferré.
     Demasiado excusé mi rechazo. Y sin Él hoy perdido estoy.
¡Es muy tarde, Oh, cuan tarde! Mas Él toca aun.
     Y hoy vuelve a llamarme el dulce Jesús.

Es muy tarde cuando no hay conciencia, cuando el corazón piedra es.
     ¡Sin el Espíritu es muy tarde! Muy tarde cuando muerto esté.
¡Es muy tarde, oh, cuan tarde! Mas Él toca aun.
     Y hoy vuelve a llamarme, el dulce Jesús.

Cada hora a Jesús rechazando. Muy tarde en un día será.
     El día de salvación es hoy. Jesús, oh, no me alejo hoy.
¡Es muy tarde, oh, cuan tarde! Mas Él toca aun.
     Y hoy vuelve a llamarme, el dulce Jesús.
(Traducción de “Too Long I Neglected” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).