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MIRARAN A MI,
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No cabe duda en mi mente que los comentarios del Dr. John F. Walvoord sobre estos versos son ciertos, que estos versos se refieren proféticamente al gran avivamiento en Israel “en la segundo Advenimiento de Cristo” (traducción de John F. Walvoord, Th.D., Roy B. Zuck, Th.D,. editors; The Bible Knowledge Commentary, Victor Books, edición de 1985, p. 1567; nota sobre Zacarías 12:10; 13:1). Y sin embargo me parece evidente que estos versos tambien describen lo que le sucede a todo aquel que es convertido.
Yo sé que algunos de ustedes quieren ser hechos más adoloridos, más contritos, con más pesar por tu pecado. Pero Spurgeon dijo: “El hombre que se duele por no dolerse lo suficiente es a menudo el que se duele más…Yo sospecho que la dureza [de corazón] se va cuando [la persona] se duele por ello” (traducción de C. H. Spurgeon, “How Hearts are Softened,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpresión de 1974, tomo XXXIII, pagina 516).
Nos beneficiará apegarnos bien a las palabras de nuestro texto:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”
(Zacarías 12:10).
Veamos dos grandes verdades en este texto.
I. Primero, el Espíritu de Dios causa que los hombres se duelan por su pecado.
El hombre en su estado caído no puede renovar su propio corazón. El poder que hace que nos dolamos por nuestro pecado no viene de nosotros mismos. En nuestro texto oímos a Dios decir:
“Derramaré sobre [ellos]…espíritu de gracia” (Zacarías 12:10).
Cuando Dios trata con una persona El comienza a suavizar su corazón endurecido. Job dijo:
“Dios ha enervado mi corazón, Y me ha turbado el Omnipotente” (Job 23:16; p. 545).
Hasta que Dios obre, tu corazón estará muerto e insensible. Pero aun ahora hay algunos de ustedes que desean tener sus corazones suavizados. Aun ahora hay algunos de ustedes que desean ser atribulados por sus pecados. Esto me hace pensar que Dios comienza a derramar sobre ti “el espíritu de gracia”. Tu deseo de ser suavizado y convicto muestra que Dios ya está obrando en tu corazón.
Pero el trabajo del Espíritu Santo es un trabajo secreto. No puedes decir si Él está trabajando en ti por tus sentidos físicos. Puedes sentirte más frío y duro que nunca, y estar a punto de ser convertido – sin saberlo. Puede que sepas que Dios está haciendo algo inusual en tu vida, pero como está sucediendo puede que todavía sea un secreto para ti. No te sorprendas si Dios está lidiando contigo ahorita, aunque no lo sepas:
“Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende” (Job 33:14; p. 552).
El Espíritu de Dios puede estar suavizando tu corazón y convictandolo sin tú saber que El está produciendo esos sentimientos. Puedes estar escuchando el Evangelio y buscar entenderlo como nunca antes lo has hecho – y sin entender que Dios está atrayéndote con “cuerdas de amor” (Oseas 11:4). Puede que no te des cuenta que Dios te está atrayendo a Su Hijo – que “con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3).
Algunas veces una persona que ha estado en la iglesia por años empieza a tener un sentimiento de pecado y un nuevo interés el en Evangelio. Se pregunta si sus sentimientos son correctos, o si son suficientemente fuertes, o si esto solo conducirá a una falsa conversión. Pero aún así los sentimientos no se aplacan. Talvez se atreva a pensar que Dios lo está atrayendo. Pero otro sentimiento dice: “Esto es una alucinación. Esto no es diferente a lo que te sucedió antes.” ¿Puede ser que este segundo sentimiento venga de Dios? ¿O podría ser la vieja Serpiente, haciendo todo lo posible para que tropieces a la puerta de la conversión?
Otra persona, que es nueva en la iglesia, puede pensar: “¿Por qué me siento así? ¿Hay algo malo conmigo? ¿Por qué siento estas extrañas emociones cuando escucho la predicación?” ¿Podría esto ser posiblemente “la pequeña voz” de Dios? (I Reyes 19:12). ¿Podría ser que Dios está empezando a derramar sobre ti “el espíritu de gracia y suplicaciones” (Zacarías 12:10)?
Es una gran cosa cuando el Espíritu de Dios viene a ti como “el espíritu de gracia” – para que seas sensible a tu pecado, y tengas la necesidad de buscar a Su Hijo. Spurgeon dijo: “Estamos tan sin gracia que no vamos a aceptar la gracia hasta que Dios nos de ‘gracia por gracia’ – gracia para aceptar gracia” – amor para aceptar el amor de Dios en Cristo Jesús (Spurgeon, ibid., p. 520).
Observa que el texto también dice: “yo derramaré sobre [ellos] el espíritu de gracia y de oración” (Zacarias 12:10). La palabra Hebrea traducida “súplicas” significa “ferviente oración” (Strong’s Concordance #8469). Spurgeon dijo: “Esta es la creación de deseos y anhelos que se expresan en la oración...Las palabras pueden ser quebrantadas y confusas; ¿pero qué son las palabras? Suspiros, lágrimas, peso en el pecho, y miras hacia arriba y hacia abajo – estas son oraciones verdaderas... ¿Estás gimiendo, llorando, suspirando – ‘Señor, salva, o me muero, dame Cristo o moriré’? Entonces, confío que hayas venido bajo el sagrado derramamiento del texto – ‘Yo derramaré sobre [ellos] el espíritu de gracia y oración” (Spurgeon, ibid., p. 521).
Ven a Jesús como eres, confesando la dureza de tu corazón. Ponte en las manos de Cristo, que puede quitar tu dureza y quitar tu culpa. Spurgeon dijo: “El puede hacer vivir a los huesos muertos, y él solo, puede hacer al corazón endurecido dolerse de su pecado” (Spurgeon, ibid.).
II. Segundo, el Espiritu de Dios vuelve los corazones de los hombres hacia el Cristo crucificado.
El texto dice:
“Y derramaré sobre [ellos] espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él” (Zacarías 12:10).
El Dr. Gill dijo: “el cambio de la primera persona a la tercera…no es para nada inusual en la escritura” (traducción de John Gill, D.D., An Exposition of the Old Testament, The Baptist Standard Bearer, 1989 reimpresion, tomo 6, p. 740; nota sobre Zacarias 12:10). El Apóstol Juan dijo que el texto fue cumplido cuando uno de los soldados Romanos vino al cuerpo muerto de Jesús en la Cruz y:
“…le abrió el costado con una lanza…Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura…Mirarán al que traspasaron” (Juan 19:34, 36, 37; p. 1098).
“Y derramaré sobre [ellos] espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él” (Zacarías 12:10).
Spurgeon dijo:
El verdadero dolor por el pecado no viene sin el Espiritu de Dios; pero aun el Espiritu de Dios mismo no obra a menos sino por llevarnos a mirar a Jesús crucificado. Es un comentario notable que un viejo [ministro], que los ojos están hechos para dos cosas, primero, para mirar con ellos, y luego, para llorar con ellos. El ojo que mira al Jesús lanceado es el mismo ojo que llora por él. O alma, cuando vengas a mirar donde todos los ojos miran, a aquel que fue lanceado, entonces tu ojo comienza a llorar por aquello por lo que todo ojo debe llorar, ¡por el pecado que [crucificó] al Salvador! No hay arrepentimiento que salve excepto dentro de la vista de la cruz… la esencia de el arrepentimiento evangélico es que mira a aquel que fue lanceado por el pecado de su pecado. El dolor por el pecado sin fe en Cristo…mata pero nunca bendice (Spurgeon, ibid., pp. 521-522).
De nuevo Spurgeon dijo:
Esto es lo que invierte la herida por lanza de nuestro Señor con tal intensidad de pecado, fue herir a Dios…Te ruego que te asombres y te avergüences de que él fuera herido. ¡Esta no fue una muerte común! ¡Este asesinato no fue un crimen ordinario. O, hombre, ¡aquel que fue herido con la lanza era tu Dios! ¡En la cruz mira a tu Hacedor, tu benefactor, tu mejor Amigo!
Allí sangró mi Salvador?
Y mi rey sí murió?
¿Su sagrada cabeza entregó
Por un vil ser como yo?
(Traduccion de “Alas! And Did My Saviour Bleed?”
por Isaac Watts, D.D., 1674-1748).
(Spurgeon, ibid., pp. 523-524).
“Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él” (Zacarías 12:10).
Estoy tratando de mantenerte pensando sobre el sufrimiento que Cristo pasó – para salvarte de la pena del pecado y de la ira del juicio divino. ¿Te ha aburrido oír del sufrimiento que El pasó para salvarte? Espero que no. Espero que no te canses de oír del dolor que El paso en el Huerto de Getsemani, sudando “como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). Espero que no estes harto de oír sobre el abandono de Sus Discípulos, la traicion de Judas, el azote que abrió grandes heridas en Su espalda, la cruel corona de espinas que trituraron Su frente, la vergüenza y el esputo, la burla, y el dolor que El pasó cuando sus manos y pies fueron clavados a la Cruz.
El fue hecho maldición por ti, sufriendo agonia terrible en tu lugar, para pagar por tus pecados, cuando “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24). Amigos, los sufrimientos de Jesús deben derretir nuestros corazones. Siento dolor en que puedo decirte de Sus sufrimientos sin romper en llanto. Condeno mi propia frigidez y dureza en poder decirte de Su sufrimiento sin más dolor en mi corazón. ¡Piensa! ¿Hubo algun otro dolor como el dolor que El padeció por nosotros? ¡Cuando el Espíritu de Dios traiga el pensamiento del amor de Cristo que moría en la Cruz a tu mente, seguramente derretirá tu corazón, y causará que te rindas a El! La dureza del corazón muere cuando vemos a Jesús muriendo en tal dolor y penar por nosotros.
“Y mirarán a mí, a quien traspasaron” (Zacarías 12:10). ¿Quién fue el que traspasó las manos, y pies y el costado del Salvador? Fuimos tú y yo. ¡Somos nosotros quienes lo traspasamos! ¡Nuestros pecados causaron que El fuera traspasado! Pilato, el gobernador Romano que tuvo su caso, dijo:
“Yo no hallo en él ningún delito” (Juan 18:38; p. 1097).
El “se quitará la vida al Mesías, mas no por sí” (Daniel 9:26). ¡Nuestros pecados crucificaron al Salvador! Spurgeon dijo: “El sufrió porque no había otro modo de vindicar la justicia de Dios, ni otra manera de permitirnos escapar. La espada que [de otro modo] nos hubiera tocado [traspasó] al Señor [Hijo]” (Spurgeon, ibid., p. 525).
¿Por el [pecado] que hice yo
En la cruz el sufrió?
¡Piedad y gracia sin medida!
¡E inmensurable amor!
(Traducción de “Alas! And Did My Saviour Bleed?”
por Isaac Watts, D.D., 1674-1748).
“Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él” (Zacarías 12:10).
He dado una versión condensada del sermón de Spurgeon, “Cómo son Suavizados los Corazones”. Lo acorté y traté de simplificarlo para la mente moderna. ¡Oh, cómo añoro poder predicártelo con la misma pasión y piedad que el “Principe de los Predicadores”! Oyelo cuando dice:
Yo diría, mira al que traspasaron hasta que tu propio corazón sea traspasado. Un viejo ministro dijo: “Mira a la cruz hasta que todo lo que está en la Cruz esté en tu corazón”. Además dice: Mira a Jesús hasta que él te mire a ti. Vista fija [el Salvador que sufre en la Cruz] hasta que él parezca volver su rostro y verte a ti, como lo hizo con Pedro. Ve a Jesús hasta que te veas a ti mismo doliendote por tu pecado (traducción de Spurgeon, ibid., pp. 525-526).
“Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él” (Zacarías 12:10).
Y una ultima vez, Spurgeon dijo:
Lo veo colgado del madero, y lo examino [y lo estudio] de su cabeza coronada de espinas, hasta sus benditos pies, hechos por los clavos torrentes de carmesí. He llorado tras la cruz por las [heridas] terrible azote que él padeció; y avanzando al frente vi sus manos traspasadas, y colgando a su costado [herido]. Luego siento como si muriera yo por un dolor apacible y dolor de gozo. Oh, entonces cómo lo amo y lo adoro! ¡Ah, yo! ¡Ah, yo! ¿Quién entre los hijos de los hombres te podría contar de manera correcta sobre sus agonías desconocidas, su angustia aguda, su distracción y quebrantamiento de corazón? [Cuando estoy] a solas puedo esconder mi rostro e inclinar la cabeza; pero aquí [en este pulpito] ¿qué puedo hacer? ¿Oh, Señor, qué puede hacer tu siervo? (Spurgeon, ibid., p. 528).
Solo puedo orar que Dios derrame sobre ti el “espiritu de gracia y de oración” para que mires “a mí, a quien traspasaron...y...afligiéndose por él” (Zacarías 12:10). Oh, ¡Cómo oro que mires a Jesús, que vengas a El, que seas atraido a El por los lazos de amor, que seas lavado, limpiado de tu pecado por la Sangre que El derramó para salvarte! ¡Amen!