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DESOBEDIENCIA AL EVANGELIO

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emerito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 9 de Junio, 2024

“Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” (Romanos 10:16; p. 1161 Scofield).


La palabra “Evangelio” significa “buenas nuevas”. Es buenas nuevas que Jesús ha resucitado físicamente de los muertos para dar la vida eterna. Pero aquí Pablo dice que no todos los que oyen el Evangelio lo han obedecido. Luego cita de Isaías 53:3, “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?” El pasaje en Isaías 53 prosigue a decir que Jesús es “Despreciado y desechado entre los hombres” (Isaías 53:3). Pablo basó su declaración “no todos obedecieron al evangelio” en la predicción de Isaías que no todos creerían el “anuncio” que oirían acerca de Jesús. E implica que no creerán la predicación del Evangelio porque Jesús es “despreciado y desechado entre los hombres”. Y entonces el Apóstol nos dice que, entre aquellos que oyeron el Evangelio predicado, “no todos obedecieron al evangelio”.

Esta es una de las más claras pruebas de la profunda depravación y rebelión de la naturaleza humana. Han pecado y no tienen paz con Dios en sus corazones. Bien pensarías que creerían inmediatamente las buenas nuevas que Cristo puede perdonar sus pecados y salvarlos. A menos que la naturaleza del hombre fuera arruinada por el pecado, no podríamos explicar por qué los pecadores no están dispuestos a obedecer el Evangelio. Sin embargo así es. Esto demuestra la depravación total del hombre. ¿Por qué otra cosa alguna persona sensata rechazaría el Evangelio del perdón gratuito por medio de Jesucristo? .¿Por qué otra razón cerraría la gente sus oídos a la predicación del Evangelio? ¿Por qué otra razón piensan tan poco de Cristo, que se niegan a obedecer el evangelio? Si estás aquí esta tarde, y has rechazado a Cristo repetidamente, ¿por qué habrías hecho esto si no fuera porque tu corazón está arruinado por el pecado original? Yo digo que no has obedecido el Evangelio porque tu corazón ha sido envenenado por el pecado que heredaste de Adán. ¡Que Dios domine tu depravación hoy!

Pero la depravación total no es el tema de mi sermón esta tarde. Yo quiero hablarle unos minutos a aquellos de ustedes que han continuado desobedeciendo el Evangelio. Hay algunos aquí esta tarde que me han oído predicar el Evangelio antes, y aun “no todos obedecieron el evangelio”. ¡Que el Espíritu de Dios haga que alguien aquí, que ha desobedecido el Evangelio, se vuelva obediente a él –y sea salvo antes de dejar la iglesia esta tarde! Para ayudarte, hablaré sobre tres puntos que vienen en nuestro texto:

“Mas no todos obedecieron al evangelio” (Romanos 10:16).

I. Primero, el Evangelio te es dado como un mandato.

“No todos obedecieron el evangelio”. Tú no puedes obedecer algo a menos que se te haya mandado. El Evangelio siempre viene como un mandato. Solamente citaré unos cuantos versos para comprobar ese punto. En el Libro de Isaías leemos estos mandatos fuertes de nuestro Dios y Su Cristo:

“Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22; p. 727).

Ese es un mandato muy claro, un mandato de mirar a Cristo:

“Mirad a mí, y sed salvos”.

Spurgeon era solo un joven de 15 cuando obedeció el mandato. ¡Él había estado bajo convicción pesada de pecado por como cinco años, pero tan pronto obedeció dicho mandato él fue salvo! A él le dijo su predicador que Jesús dijo:

“Mirad a mí, y sed salvos”.

Él obedeció el mandato del Evangelio. Él miró a Cristo por fe y él fue salvo instantáneamente. ¡Aunque él vivió por más de cuarenta años más, él siempre miró hacia atrás al momento cuando él obedeció el Evangelio y fue salvo! ¿Por qué no lo has obedecido tú?

“Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22).

“Mas no todos obedecieron al evangelio” (Romanos 10:16).

Otro mandato del Evangelio en Isaías dice, muy simplemente:

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6; p. 734).

Algunos de ustedes han estado en servicios donde el Señor ha estado muy “cercano”. Él estuvo tan claramente presente entre nosotros que algunos jóvenes, que habían estado en nuestra iglesia solamente un tiempo corto, buscaron a Jesús y lo hallaron. Pero, pese a que estuvo “cercano” lo suficiente para que ellos lo hallaran, no lo buscaste – no obedeciste ese mandato. Aunque esos jóvenes nuevos obedecieron el mandato y lo hallaron a Él, todavía se puede decir a cerca de ti: “No todos obedecieron al evangelio”

Luego en el Libro de Proverbios leemos:

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5; p. 644).

He dicho repetidamente que confíes en Cristo, y no trates de figurártelo todo.

“Fíate de Jehová…Y no te apoyes en tu propia prudencia”.

Pero algunos de ustedes continuamente rehúsan obedecer al mandato del Evangelio. Continuas tratando de “entender” cómo confiar en Jesús, en vez de simplemente obedecer el mandato.

“Fíate de Jehová…Y no te apoyes en tu propia prudencia”.

Tú, también, permaneces con aquellos que “no…obedecieron al evangelio”. Esos son solamente unos cuantos de los mandatos del Evangelio en el Antiguo Testamento. Yo podría dar muchos más.

Entonces en el Nuevo Testamento Jesús dio un mandamiento que todos ustedes ya han oído. Él dijo:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30; p. 971).

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Tú me has oído citar los mandatos de Cristo muchas veces. Él dijo: “Venid a mi”. ¡Pero tú sigues y sigues, rehusando obedecer el llamado del Evangelio!

Luego, en Lucas 13:24, tú me has oído predicar muchas veces sobre ese mandato de Cristo:

“Esforzaos a entrar por la puerta angosta” (Lucas 13:24; p. 1053).

Pero no has obedecido ese mandato. Algunos de ustedes no han leído su Biblia regularmente, no se han llevado los sermones impresos ni los han estudiado, no han orado fuertemente por su propia salvación. ¡Tú oíste el mandato de Cristo: “Esforzaos a entrar” pero no obedeciste este mandato del Evangelio!

Yo solo tengo tiempo para uno más. Tú probablemente oíste este mandato del Evangelio más que cualquier otro:

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”
     (Hechos 16:31; p. 1128).

¿Qué es complicado acerca de eso? Era un mandato tan simple que el hombre que lo oyó lo obedeció al instante y fue salvó en ese momento, allí mismo. ¡Y sin embargo, este hombre nunca había escuchado el Evangelio en toda su vida! Sin embargo, cuando Pablo y Silas le dieron esa orden del Evangelio él la obedeció al instante y fue salvo!

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”
     (Hechos 16:31).

¡Él obedeció este mandato tan pronto como lo oyó! ¿Puedo preguntarte por qué no lo has obedecido – aunque lo has oído tantas veces? ¿Cómo es que todavía podemos decir de ti: ¿“no obedecieron el evangelio”? ¿Cuánto tiempo más seguirás negándote a obedecer el Evangelio? ¿Dejarás alguna vez de negarte a obedecer al llamado del Evangelio? Si no es ahora, ¿cuándo?

II. Segundo, tú cometes un gran pecado cuando desobedeces el Evangelio.

¡Es un pecado horrible desobedecer el Evangelio porque, estás desobedeciendo el mandato de Cristo Mismo! Si rechazas mis palabras no es muy importante. Pero estás rechazando las palabras de Cristo Mismo! Él dice:

“Venid a mi” (Mateo 11:28; p. 971).

Pero tú dices: “No. No lo haré! “¿No puedes ver qué horrible pecado es? Estás desobedeciendo a Jesucristo, el Creador del mundo, y el único Salvador de la humanidad! Tú le das la espalda a Él. Tú cometes el grande y terrible pecado de rechazar la orden de Cristo Mismo! ¡Al hacer esto, cometes el mismo pecado que aquellos Judíos incrédulos hicieron en la época de Cristo! Él les dijo que vinieran a él, pero ellos “no [querían] venir a [Él] para [tener] vida” (Juan 5:40). Ellos lo perdieron todo, por haber desobedecido Su mandato del Evangelio. Fue un gran pecado desobedecerlo a Él. ¡Y no es menos pecado que le desobedezcas a El! El Apóstol Pablo dio una fuerte advertencia cuando dijo:

“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor…?” (Hebreos 2:3; p. 1248).

Jesús dijo: “Venid a mí.” Si tú te niegas a obedecerle: “¿cómo escaparás” el juicio de Dios? Jesús dice: “Venid a mi”. El Apóstol Pablo dijo:

“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12:25; p. 1260).

Esta es una pregunta tremendamente importante. ¿Cómo puedes escapar del juicio de Dios Todopoderoso, “si [tú] desechas al que amonesta desde los cielos”? Jesús dice: “Venid a mí”. Pero tú dices por tus acciones: “¡No, no vendré a ti!” ¿Cómo puedes escapar del juicio de Dios? Has cometido el pecado que condena el alma de desobediencia al mandato del Evangelio! ¿Cómo podrás escapar del juicio de fuego del Infierno si continúas? ¿Cómo podrás escapar el juicio ardiente de Dios si “desechas al que amonesta desde los cielos”?

A menos que hayan sido envenenados por la enseñanza Satánica de la psicología moderna, todo el mundo sabe que el suicidio es un pecado terrible. Sin embargo, el suicidio sólo mata el cuerpo. ¡Piensa en la horrible culpa que será tuya si cometes el suicidio de tu alma – enviándola a las llamas de la eternidad por desobedecer el Evangelio! ¡Suicido del alma! Eso es lo que haces cuando desobedeces al Evangelio, y "desechas al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12:25).

III. Tercero, ¿qué significa obediencia al Evangelio?

“No todos obedecieron al evangelio” (Romanos 10:16).

Así, pues, ¿qué significa obedecer? ¿Cómo obedeces al Evangelio? Primero, tú debes escuchar el Evangelio. Tú dices: “Sí, yo oigo lo que predicas”. Sé que escuchaste el sonido de mi voz – pero ¿oyes el contenido de lo que predico? ¿Escuchas y piensas en las palabras mismas que digo sobre el Evangelio? La Biblia dice: “La fe viene por el oír” (Romanos 10:17). Dios dice: “Oídme atentamente” (Isaías 55:2). Debe haber, en tu oír, un profundo deseo de conocer la verdad. ¡Presta mucha atención a lo que oyes cuando se predica el Evangelio!

Pero oír el Evangelio no es suficiente. Se te manda “cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). El Evangelio es este – que Cristo murió por los pecadores. Él murió como sustituto por todos aquellos que confían en Él. Cristo ha pagado por todos los pecados de aquellos que confían en Él. La obediencia al Evangelio está en dejar toda confianza propia, y todos los atentados de salvarte a ti mismo, y una simple dependencia en Jesucristo. Confía en Jesús. Eso es lo que significa obedecer el Evangelio. Ven a Jesús y confía en Él solo. El gran Spurgeon dijo:

Hay algunos aquí que dicen: “Veo lo que el Evangelio manda, y estoy dispuesto a obedecer, pero [no] tengo la fuerza requerida”. Mi estimado amigo, si tuvieras alguna fuerza, te sería un estorbo. Es tu debilidad lo que Cristo quiere, no tus fuerzas…Es para quitar tu pecado que él murió, eso es lo que él quiere que creas, así que, sin ninguna bondad, sin ninguna calificación, impío y vil como estás, te ruego que sigas estas líneas [de poesía] que repetiré, y mira si puedes en verdad decírselas a Cristo de corazón:

Culpable, débil, gusano yo,
     Me lanzo en tus brazos;
Sé tú mi fuerza y justicia,
     Mi Jesús, y mi todo.
     (Traducción de “How Sad Our State by Nature Is!”
     por Dr. Isaac Watts, 1674-1748;
     al son de “O Set Ye Open Unto Me”).

Por favor diga esas palabras conmigo, una línea a la vez.

Culpable, débil, gusano yo,
     Me lanzo en tus brazos;
Sé tú mi fuerza y justicia,
     Mi Jesús, y mi todo.

¿Dijiste eso? ¡Cuando tu corazón en verdad dice eso, y tú confías en Jesús completamente, tú eres salvo! ¡Que Dios te ayude a obedecer el Evangelio y darte a ti mismo a Cristo! Amén.