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LA ENTRADA TRIUNFAL

(SERMON #2 SOBRE LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL MINISTERIO TERRESTRE DE CRISTO)

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 24 de Marzo, 2024

“El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna” (Juan 12:12-15; p. 1088 Scofield).


El viernes Cristo y sus discípulos llegaron a Betania, a casa de Simón el leproso. Juan 12:1-11 dice lo que sucedió ese día. Marta preparó una gran cena para Jesús y los discípulos. Su hermana María ungió a Jesús con una libra de ungüento muy costoso. Este perfume era muy valioso y probablemente se había conservado en la familia de María durante generaciones, como el oro o las propiedades inmobiliarias. Cuando puso el ungüento en la cabeza y los pies de Jesús fue una gran demostración de amor y respeto. Esto me recuerda de un dicho de C. T. Studd (1860-1931). Studd fue un gran misionero pionero, primero en China durante 21 años y luego en África durante 19 años. Fue C. T. Studd quien dijo,


Sólo una vida,

Pronto pasará;

Sólo lo que se hace por Cristo
Durará.

Judas protestó diciendo que era un desperdicio de dinero, que el dinero debería haberse dado a los pobres.

“Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” (Juan 12:6; p. 1088).

Judas estaba robando dinero de la bolsa que llevaba como tesorero de los Discípulos. Jesús le dijo a Judas,

“Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto” (Juan 12:7).

Cristo sabía que sería crucificado el viernes siguiente. Sabía que María lo estaba ungiendo para su sepultura. Ahora lea Juan 12:9-11.

“Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús” (Juan 12:9-11).

Todo esto sucedió seis días antes de la fiesta Judía de la Pascua. Los hechos que sucedieron ese viernes fueron estos: Jesús vino a Betania y participó de la gran cena que María había preparado. Ese mismo viernes hubo un intenso interés en Jerusalén sobre si Jesús vendría allí para la Pascua la próxima semana. El Dr. B. H. Carroll dijo,

La resurrección de Lázaro había causado una profunda impresión. Esto conmovió a la gente; agitó a los enemigos de Jesús, y hubo una creciente curiosidad en la ciudad acerca de su venida. [En] aquel tiempo enteró el pueblo que ya estaba a dos millas de Jerusalén, en Betania, allí el viernes, y así muchos de ellos salen esa tarde a Betania, a solo dos millas de camino, con doble propósito a la vista: Primero, ver a Jesús; y, segundo, mirar el rostro de un hombre [Lázaro] que había sido resucitado de entre los muertos [por Jesús] después de haber estado muerto cuatro días. Cuando los fariseos vieron aquella gran multitud que salía de Jerusalén [para ir a ver a Lázaro], decidieron entre sí matar a Lázaro y a Jesús. Tenían miedo de que [la resurrección de Lázaro alejara a las multitudes de ellos hacia Jesús].
El sábado, que era el sábado Judío, [Jesús] permaneció tranquilamente en Betania. Ahora nos damos cuenta de lo que ocurrió el domingo. Esta es la primera vez que se hizo el domingo como primer día de la semana. El [domingo] Jesús es proclamado Rey; el [domingo, una semana después] Jesús resucita de entre los muertos; el [domingo] hace Su aparición después de resucitar de entre los muertos; el [domingo] derrama el Espíritu Santo sobre Su iglesia [el día de Pentecostés]. A partir de ahora el domingo será protagonista. [Este primer domingo, cuando entra a Jerusalén montado en un asno, como “el Rey de Israel,” Juan 12:13] es lo que se llama Domingo de Ramos…el [Domingo de Ramos] fue proclamado Rey; el [Domingo de Pascua, una semana después] resucitó de entre los muertos (B. H. Carroll, D.D., The Four Gospels, [Los Cuatro Evangelios] Baker Book House, reimpresión de 1976, parte II, págs. 222-223).

El término “Domingo de Ramos” se utiliza para describir este día en muchas iglesias Protestantes. El término viene de nuestro texto,

“El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12:12-13).

La gente,

extendieron sus mantos en el camino como señal de su sujeción a Cristo (2 Reyes 9:13). Otros extendían ramas de palma delante de Él en señal de alegría…El pueblo gritaba “Hosanna: Bendito el Rey de Israel que viene en el nombre de Jehová” (Salmo 118:25-26). Según Lucas 19:39-40, hubo tal tumulto que algunos de los fariseos de la multitud le dijeron a Jesús que reprendiera a sus discípulos por crear tal disturbio. Pero Jesús les respondió, “si éstos callaran, las piedras clamarían” (Lucas 19:40). Jesús entró abiertamente en Jerusalén como el Mesías, el Hijo de Dios. ¡Era imposible que hubiera estado en silencio durante un acontecimiento tan grande!
Según Juan 12:16, los discípulos de Jesús al principio no comprendieron el significado de que Él entrara en Jerusalén montado…en un asno. Sólo después de que Jesús resucitó de entre los muertos, comprendieron que de esta manera se había cumplido la profecía de Zacarías…Él había venido, “salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,” Zacarías 9:9 (The Applied New Testament Commentary, [El Comentario Aplicado del Nuevo Testamento] Kingsway Publications, 1996, page 274).

Cuando Jesús llegó al templo de Jerusalén, entró,

“Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce” (Marcos 11:11; p. 1020).

Y ese versículo nos dice que regresó a Betania, ya sea a la casa de Simón el leproso o a la casa de María, Marta y Lázaro. Betania estaba a dos millas de Jerusalén. “Durante esta última semana en Jerusalén, Jesús regresaba cada tarde y pasaba allí la noche” (The Applied New Testament Commentary, [El Comentario Aplicado del Nuevo Testamento] ibid.).

Ahora quiero comentar sobre la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén en ese domingo, que ahora se llama “Domingo de Ramos.” Y yo tengo dos comentarios principales:

1. Primero, ¿por qué Jesús entró en Jerusalén montado en un burrito? Yo creo que hay dos razones: (1) Una, para cumplir la profecía del Antiguo Testamento de Zacarías 9:9, a la que se hace referencia en Juan 12:14-15. Cuatrocientos ochenta y siete años antes del nacimiento de Cristo, Zacarías dio esta profecía acerca de la venida del Mesías,

“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zachariah 9:9).

(1) Segundo, entrar a Jerusalén montado en este asno joven no era una señal de humildad. Era una señal de que Él era su Rey, como había dicho Zacarías. El Dr. McGee dijo que “La mula era el animal sobre el que montaban los reyes…Él vino para ofrecerse como el Mesías de Israel, y como tal montó un burrito hacia Jerusalén. Ese es el animal que montan los reyes” (J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, [A Través de la Biblia], Thomas Nelson Publishers, 1983, volume II, p. 248). El rey David montó en un animal así, al igual que su hijo, el rey Salomón (ver 1 Reyes 1:33). Al entrar en Jerusalén montado en un asno al comienzo de la fiesta de la Pascua, Jesús se estaba ofreciendo a ellos como su Rey. Había allí una gran multitud de personas en Jerusalén. Se ha estimado que “la población habitual de Jerusalén de 50,000 habitantes aumentó a 250,000 debido a todos los peregrinos Judíos que venían a celebrar (The Applied New Testament Commentary, [El Comentario Aplicado del Nuevo Testamento] Kingsway Publications, 1997, p. 289). Un gran número de esta gente se agolpaba a los lados del camino mientras Jesús entraba en Jerusalén montado en ese pollino. Ellos gritaban, “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mateo 21:9). Pero está bastante claro que no entendieron verdaderamente quién era Él, porque leemos,

“Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea” (Mateo 21:10-11; p. 988).

¡Un Musulmán podría haber dicho eso! “¡Este es Jesús el profeta de Nazaret!” Eso es también lo que el mundo piensa de Él hoy. Él es sólo un profeta para ellos. Pero eso no es verdad. Él es Dios el Hijo, el Salvador de la humanidad y el Rey de Israel. Él murió en la Cruz para pagar por tus pecados y resucitó de entre los muertos para darte vida. Y es Él quien dijo,

“Nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6; p. 1096).

2. En segundo lugar, ¿fue ésta realmente una “entrada triunfal” a Jerusalén en ese primer Domingo de Ramos? El Dr. McGee dice que no, “Debe recordarse que la llamada entrada triunfal terminó en la cruz” (J. Vernon McGee, Th.D., ibid., volumen IV, p. 335). Pero, aunque yo valoro mucho los comentarios del Dr. McGee, yo no creo que esa afirmación esta toda correcta. La “entrada triunfal” no terminó en la Cruz. ¡Terminó una semana después, el domingo siguiente, cuando Jesucristo resucitó físicamente de entre los muertos!

“Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15; p. 1221).

Siete días después, cuando Jesús resucitó corporalmente de entre los muertos, Él ¡triunfó sobre el pecado, Satanás, la muerte y el infierno! Entonces, en ese sentido, ¡fue una entrada triunfal a Jerusalén!

Pero ese no es el final de la historia. Él está vivo hoy en el Cielo, a la diestra de Dios. ¡Tú puedes venir a Él y Él lavará tus pecados con Su Sangre! ¡Pero ni siquiera eso es el final de la historia! Él va a entrar nuevamente en Jerusalén. ¡Él regresa del cielo a través de las nubes! Y esta vez será recibido como debería haber sido entonces, como

“REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”
(Apocalipsis 19:16; p. 1305).

Él viene otra vez, Él viene otra vez,
El mismo Jesús que, rechazado fue,
Él viene otra vez, Él viene otra vez,
Con poder y gloria, ¡Él viene otra vez!
(“He Is Coming Again” [“¡Él Viene Otra Vez!”]
por Mabel Johnston Camp, 1871-1937).