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DOS HOMBRES – DOS OFRENDAS(SERMÓN #36 DEL LIBRO DE GENESIS) por Dr. R. L. Hymers, Jr.
Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emerito “Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” (Genesis 4:4-5; p. 9 Scofield). |
Ambos Caín y Abel nacieron y fueron criados en el mismo ambiente, y con la misma heredad. Ambos nacieron en un mundo caído, fuera del Huerto de Edén. Tenían la misma herencia, y varios comentaristas clásicos hasta piensan que eran gemelos. Esto lo basan en que Adán conoció a Eva solamente una vez antes de que estos jovenes nacieran. Ambos tuvieron la misma naturaleza caída que su padre Adán. Ambos nacieron en estado de pecado, y eran “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3).
Pero nuestro texto nos dice que “Jehová miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya.” La palabra Hebrea “agrado” signafica “mirar con favor” (traducción de Strong, numero 8159). El Dr. Keil dijo, “La razón por la diferencia en el recibimiento de las dos ofrendas era el estado de mente hacia Dios con que las dos dichas ofrendas fueron traídas…No, de hecho en que Abel trajo una ofrenda sangrienta y Caín una sin sangre” (traducción literal de C. F. Keil, Ph.D., Commentary on the Old Testament, William B. Eerdmans Publishing Company, reimpreso en 1973, tomo I, p. 110). Esto es cierto en parte. El “estado de mente” de ellos de verdad era diferente. Pero hay más en ello, porque Dios no solamente “miró con agrado a Abel,” sino también “a su ofrenda.” Y Dios no solamente “no miró con agrado a Caín” sino que tampoco “miró con agrado” y “a la ofrenda suya.” Entonces debemos decir que Abel fue visto con “agrado” por ambas razones (Abel y su ofrenda), y Caín no fue mirado con agrado por ambas razones (Caín y su ofrenda). Abel y su ofrenda fueron mirados con agrado por Dios. Caín y su ofrenda no fueron mirados con agrado por Dios. Yo creo que debemos distinguir con cuidado el hecho de que hubo algo aceptable en ambos Abel y su ofrenda, y algo inaceptable en Caín y la ofrenda suya. No veo cómo podemos lidear completamente con Genesis 4:4-5 sin hacer esa distinción. Entonces, veamos a estos dos hombres (Caín y Abel) y a sus ofrendas.
I. Primero, Jehová miró con agrado a Abel y a su ofrenda.
La mayoría de los comentaristas han notado que Dios “miró con agrado” (o “le tuvo respeto”) primero a Abel y luego a su ofrenda.
“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Genesis 4:4; p. 9).
¿Qué había en Abel que Dios lo miró con agrado? No podía haber sido algo en su propio carácter porque era un pecador caído tal como su hermano. La respuesta se halla grabada en Hebreos 11:4,
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín” (Hebreos 11:4; p. 1257).
Dios vio la fe de Abel. Es por eso que Dios lo miró con agrado. Esa es la doctrina fundacional de nuestra creencia Protestante y Bautista – la salvación por fe sola.
“Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4:3; p. 1152).
Ese verso no dice que Abraham creyó “cosas sobre” Dios. Dice que “Creyó Abraham a Dios.” W. E. Vine dijo, “El objeto de la fe de Abraham no era la promesa de Dios…su fe descansaba en Dios Mismo” (traducción literal de W. E. Vine, An Expository Dictionary of New Testament Words, Fleming H. Revell Company, edición de 1966, tomo II, p. 71).
Siempre me ha gustado lo que escribía el Dr. M. R. DeHaan. Él hacía las cosas claras y simples. El Dr. DeHaan dijo, “Caín no era ateo. Él creía en Dios tanto como Abel. Pero aunque Caín creía en un Dios, no creyó a Dios” (traducción literal de M. R. DeHaan, The Days of Noah, Zondervan Publishing House, reimpreso en 1971, p. 22). Cuando vemos las conversiones famosas de la historia, vemos que todos creyeron en Dios antes de ser convertidos. Eso fue cierto del Apóstol Pablo, de Agustín, de Lutero, de Bunyan, de Whitefield, de Wesley, de Spurgeon – todos ellos. Todos creían en la existencia de Dios antes de tener la fe que salva – antes de que su fe reposara en Dios en Cristo. Como lo dice un viejo himno,
Mi fe ha hallado un lugar de reposo,
No en credo ni en artefacto;
Yo confío en El que para siempre vive,
Sus llagas rogarán por mí.
(traducción literal de “No Other Plea”
por Eliza E. Hewitt, 1851-1920).
Esa fue la principal sobre Abel. No solamente creía en la existencia de Dios. Él no descansaba en algun “artefacto” ni en “credo.” Él confiaba y reposaba en “El que para siempre vive” Mismo. Tal como fue con Abraham, que “creyó a Dios, y le fue contado por justicia,” también fue con Abel. Él fue aceptado en base a Su fe, que reposaba en Dios Mismo.
“Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda”
(Genesis 4:4; p. 9).
Dios miró favorablemente a Abel, que confió en Él por fe. Pero la Biblia luego dice, “Y a su ofrenda.” Dios también miró favorablemente la ofrenda de Abel. Eso también es muy importante. Abel ofreció algunas de sus mejores ovejas. Dios miró favorablemente al sacrificio de aquellas ovejas. ¿Por qué? Porque la ofrenda de Abel reflejaba hacia atrás al sacrificio que ocurrió cuando Dios le hizo las túnicas de piel para los padres de Abel (Genesis 3:21). Así, el sacrificio de Abel miraba hacia eso. También, el sacrificio de Abel miraba hacia adelante – hacia el sacrificio de Cristo en la Cruz, hacia
“el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”
(Juan 1:29; p. 1072).
Así, el sacrificio de sangre de Abel miraba hacia atrás a las túnicas de piel, y hacia delante a Cristo sobre la Cruz.
“Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda”
(Genesis 4:4).
¡Salvo por la sangre del Crucificado!
Rescatado del pecado y una nueva obra comenzada,
Canta alabanza al Padre y alabanza al Hijo,
¡Salvo por la sangre del Crucificado!
(Traducción literal de “Saved by the Blood of the Crucified One”
por S. J. Henderson, 1902).
II. Segundo, Jehová no miró con agrado a Caín y a su ofrenda.
Por favor lea Genesis 4:5 terminando con la palabra “suya,” en voz alta.
“Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya”
(Genesis 4:5; p. 9).
Primero, se nos dice que Dios no miró con agrado (o con favor) a Caín. ¿Qué tenía de malo Caín? Yo creo que Hebreos 11:4 lo pone en claro.
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín” (Hebreos 11:4; p. 1257).
Caín creía en la existencia de Dios, pero no tenía fe en Dios. Nosotros sabemos que él creía en la existencia de Dios porque Genesis 4:3 dice que él “trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.” También sabemos que Caín tuvo una larga conversación con Dios en los versos que siguen. Así queda claro que Caín creía en Dios, pero él no confiaba en Él por fe.
Entonces, segundo, Dios no miró con agrado la ofrenda de Caín. Eso es claro y plano en el verso cinco,
“Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya”
(Genesis 4:5; p. 9).
Dios no miró con agrado a la ofrenda de Caín “del fruto de la tierra.” ¿Por qué no? Debe ser obvio para cualquiera que ha leído la Biblia que Dios no le tuvo agrado a la ofrenda de Caín porque no era un sacrificio de sangre. El Dr. DeHaan dijo,
Recuerda, Caín no era ateo…Caín era evidentemente serio, sincero y muy religioso antes del asesinato de su hermano... Hay motivo de creer que la ofrenda que Caín trajo era muy bella. Consistía del “fruto de la tierra” (Genesis 4:3). Representaba mucho amor y sudor y trabajo producir estos frutos. Ahora haz el contraste de ello con la ofrenda de Abel. Era un cordero...sangriento, una ofrenda cruda – un cordero sangriento, repugnante y desagradable. La ofrenda bella de Caín, y bonita que era, no servía de nada y fue rechazada por Dios porque él ignoró la sangre. La religión de él era la de incredulidad [en la Sangre] (traducción literal de DeHaan, ibid., p. 23).
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín” (Hebreos 11:4).
¡Por la fe! ¿Fe en qué? Fe en el Cristo venidero, que “murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3).
“Y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22; p. 1255).
¡Era tan cierto en el día de Caín y Abel como lo es hoy! ¡Nada ha cambiado!
“Y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
¿Por qué rehusó Caín traer un sacrificio de sangre? ¡Porque él no creía que era necesario! ¿Qué puede estar más claro en los versos que hemos leído del cuarto capitulo de Genesis? ¡Caín pensaba que él no necesitaba un sacrificio de sangre! ¡Pero estaba equivocado!
Si esperas ser salvo, tienes que venir a Dios mediante el sacrificio de Sangre de Su Hijo, el Señor Jesucristo. Tú tienes que ser quebrantado y humillado, y darte cuenta de que lo que has estado trayendole a Dios es tus propias obras humanas, que estás tratando de complacer a Dios por lo que tú haces. En vez, tienes que confiar en Cristo, el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo,” manifestado en la tierra a su tiempo, “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Apocalipsis 13:8; Hechos 2:23).
Cristo estaba retratado en el sacrificio sangriento que Abel trajo. Las obras humanas de justicia propia estaban retratadas en el sacrificio sin sangre de Caín.
Oh, esta tarde te ruego, no te vayas “en el camino de Caín” (Judas 11). No trates de ser salvo por aprender cosas acerca de Dios en Cristo. No trates de ser salvo por hacer cosas religiosas. Sí, tú sí debes venir a la iglesia. Sí, tú sí debes leer la Biblia y orar. Pero ninguna de esas actividades religiosas te pueden salvar.
Tú tienes que humillarte. Tú tienes que ver que eres un pecador perdido. Tú tienes que dejar tus propias buenas obras y tus planes de hacer alguna buena cosa para Dios. Todo eso es basura ante los ojos de Dios. Tú tienes que ser humillado. Tú tienes que ser traído a Jesús. Tú tienes que descansar en Él por fe. Tú tienes que ser capacitado para tener fe en Él
“que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”
(Apocalipsis 1:5; p. 1287).
Tú tienes que ser capacitado para cantar con sinceridad verdadera,
¡Vengo ya Jesús! ¡Vengo hacia Ti!
Lávame en la sangre que
Fluyó, Jesús por mi.
(Traducción libre de “I Am Coming, Lord,”
por Lewis Hartsough, 1828-1919).
Oh, como oro que seas convencido de tu pecado, y luego confíes en Jesús. Él te ama. Confía en Él. Él no te rechazará. Él te vestirá en Su justicia y limpiará tu pecado con Su Sangre. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). ¡Oh, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”! Que Dios te bendiga por causa de Jesús. Amen.