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LA SANGRE INCORRUPTIBLE Y REDENTORA
DE JESUCRISTO

Un sermón escrito por el Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del día del Señor, 12 de Junio de 2022

“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (I Pedro 1:18-19; p. 1268 Scofield).


William Cowper (1731-1800) escribió estas hermosas palabras de un himno muy conocido:

Desde que por la fe vi la corriente
Tus heridas fluyen derramaron,
El amor redentor ha sido mi tema,
Y lo será hasta que yo muera.

Este era el himno favorito de C. H. Spurgeon. El gran predicador del siglo 19 dijo:

Para mí no hay nada en lo que valga la pena pensar o predicar sino este gran tema. La Sangre de Jesucristo es la vida del evangelio (C. H. Spurgeon, “The Blood of Sprinkling,” [La Sangre Rociada] 28 de febrero de 1886, Metropolitan Tabernacle Pulpit, vol. 32, p. 121, reimpreso por Dr. Bob Ross de Pilgrim Publications, P.O. Box 66, Pasadena, Texas 77501).

¿Por qué Spurgeon, el Príncipe de los Predicadores, ¿hizo una declaración tan fuerte? ¿Por qué dijo, “Para mí no hay nada sobre lo que vale la pena pensar o predicar” sino que la Sangre de Cristo? Tú puedes ver por leer cientos de sermones que predicó, en impresos en el Metropolitan Tabernacle Pulpit, [Púlpito del Tabernáculo Metropolitano], que esto era cierto. ¿Pero por qué? ¿Por qué el más grande predicador del mundo que habla inglesa haría la Sangre de Cristo su tema principal? ¡Simplemente porque no hay tema más importante en la Biblia!

La Biblia enseña que no hay salvación para la humanidad sin la Sangre de Jesucristo. Yo quiero que enfoquemos nuestro pensamiento en dos cosas con respecto a la Sangre de Cristo esta tarde. Ambos puntos son de mi texto en I Pedro 1:18-19.

1. La Sangre de Cristo es incorruptible.

2. La Sangre de Cristo es necesaria para tú redención.

I. Primero, la Sangre de Cristo es incorruptible.

En los Salmos, la Palabra de Dios dio esta profecía, la cual se cumplió en Cristo:

“Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción.” (Salmo 16:10; p. 568).

La palabra Hebrea para “corrupción” significa “destrucción” o “deterioro” (Strong's Concordance).

Este versículo del Salmo se cita en el Nuevo Testamento:

“Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción…viéndolo antes, habló (David) de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción” (Los Hechos 2:27, 31; p. 1121).

Algunos en nuestros días dicen que la Carne de Cristo resucitó, pero Su Sangre fue absorbida por la tierra alrededor de la Cruz y pereció. Pero la Biblia da otro versículo que dice que la Sangre de Cristo también se hizo incorruptible:

“Sabiendo que fuisteis rescatados…no con cosas corruptibles, como oro o plata…sino con la sangre preciosa de Cristo”
     (I Pedro 1:18-19; p. 1268).

La palabra "corruptibles” en este versículo es de “perecer” o “destruir.” El versículo muestra que la Sangre de Cristo no puede perecer ni ser destruida. Plata y oro son las menos perecederas de todas las sustancias en la tierra, pero incluso la plata y el oro perecerán cuando el mundo sea quemado en el juicio de Dios. se nos dice que “y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas” (II Pedro 3:10-11). Los mismos elementos (el Griego implica “átomos”) serán quemados. Todo lo que hay en el mundo será “deshechos” (literalmente “destruido”) por el fuego de Dios. Eso incluye plata y oro; “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas.”

Pero I Pedro 1:18-19 nos dice que no somos redimidos por algo corruptible, “con la sangre preciosa de Cristo.” ¡Este versículo nos muestra claramente que la sangre de Cristo incorruptible, imperecedera e inmaculada (Strong)!

Un artículo en la revista Frontline dice:

Cuando la Sangre de Cristo fue derramada, no se congeló y desapareció en el polvo de la tierra. No podría, porque la Palabra de Dios dice que es Sangre incorruptible. Las arenas del Monte Calvario no absorbieron la preciosa Sangre del Cordero de Dios. Dado que “incorruptible” cuando se aplica al cuerpo de Cristo se refiere a la Resurrección del cuerpo, Sangre incorruptible solo puede significar que la Sangre de Cristo fue resucitada por la misma actividad sobrenatural (Frontline magazine, [revista Frontline], marzo/abril de 2001, p. 5).

Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, Él dijo:

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39; p. 1070).

Los discípulos se asombraron al ver a Cristo resucitado. Ellos “pensaban que veían espíritu” (Lucas 24:37). Muchas personas hoy en día piensan que Jesús resucitó como Espíritu. Estos versículos corrigen la idea de un Cristo-espíritu “docético.” No, Él resucitó con un cuerpo de carne y hueso. Les dijo a los Discípulos que miraran las heridas abiertas en Sus manos y Sus pies.

“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27; p. 1100).

Cristo le dijo a Tomás que pusiera su mano en el agujero en Su costado, hecho por la lanza del soldado cuando estaba en la Cruz.

Mi punto es este: Cristo dijo que los Discípulos miraran los agujeros en Sus manos, Sus pies y Su costado. La sangre hubiera brotado de esas heridas, si hubiera quedado algo de Sangre en Su cuerpo resucitado de “carne y hueso.” Pero no quedó Sangre en Su Cuerpo. La Sangre ya había sido resucitada por el poder de Dios

Cuando María Magdalena se encontró con Jesús después de que Él resucitó de entre los muertos, Él le dijo a ella,

“No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; más ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17; p. 1099).

Sin embargo, no mucho después de eso, los discípulos “acercándose, abrazaron sus pies” (Mateo 28:9). No permitió que María lo tocara, porque aún no había ascendido a Dios, sin embargo, poco tiempo después, permitió que los discípulos lo tomaran de los pies. La nota de Scofield sobre Juan 20:17 nos da esta explicación, que me parece perfectamente Bíblica y correcta:

Jesús le habla a María como el Sumo Sacerdote que cumple el día de la expiación (Levítico 16). Habiendo cumplido el sacrificio, Él estaba en Su camino para presentar la sangre sagrada en el cielo, y que, entre el encuentro con María en el Huerto y el encuentro de Mateo 28:9, Él había ascendido y regresado, una visión en armonía con tipos (nota de Scofield sobre Juan 20:17).

El Sumo Sacerdote en el Antiguo Testamento tomaba sangre y la ponía sobre el propiciatorio en el Lugar Santísimo. Entonces, Cristo llevó Su Sangre al Cielo entre Su encuentro con María y Su encuentro con los Discípulos:

“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:11-12; p. 1254).

Fíjate que este pasaje dice que Él entró “una vez para siempre en el Lugar Santísimo.” Eso tuvo que ser en algún otro momento que, en Su ascensión, porque la Biblia dice,

“Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (Marcos 16:19; p. 1028).

Se nos dice repetidamente en el Nuevo Testamento que Él está sentado a la diestra de Dios, y este versículo nos dice que Él fue a sentarse allí inmediatamente después de hablar con los Discípulos y ascender al Cielo. Esto hace al menos plausible que Él haya ascendido previamente y puesto Su Sangre en el “Lugar Santísimo” (Hebreos 9:12) en el Cielo.

“Sabiendo que fuisteis rescatados…no con cosas corruptibles, como oro o plata…sino con la sangre preciosa de Cristo”
     (I Pedro 1:18-19; p. 1268).

La Sangre de Cristo está ahora en el propiciatorio en el Cielo. Es incorruptible. No puede perecer ni decaer.

II. Segundo, la Sangre de Cristo es necesaria para tu redención.

El texto nos dice que tú no eres redimido con cosas corruptibles, pero tú puedes ser redimido por la Sangre de Cristo. La palabra “rescatados” en I Pedro 1:18 es la traducción de una palabra Griega que significa “aflojar” o “soltar” (Strong's, Vine's), “que significa liberación” (Vine's).

A menos que tú seas “desatado” y “liberado” por la Sangre de Cristo, tú serás para siempre

1. Debajo “la maldición de la ley” (Gálatas 3:13). Tú estás maldito por la ley porque no puedes cumplirla. Tú no eres capaz de guardar perfectamente los mandamientos de la ley de Dios. Por eso la ley te maldice. Te muestra que eres culpable y no te da forma de escapar del juicio. Nada más que la Sangre de Jesús puede lavar tus pecados, para que tú puedas ser “desatado” y “liberado” de la maldición de la Ley.

2. Menos que tú “escapes” y seas “liberado” por la Sangre de Cristo, estarás para siempre bajo el dominio de Satanás. Tú “en que están cautivos a voluntad de él” (II Timoteo 2:26). Cualquier pensamiento que Satanás ponga en tu mente, tú tienes que obedecerlo ahora, en tu estado inconverso. Satanás es tu amo y tú eres su esclavo. ¡Nada puede “soltar” su control sobre ti, o “liberarte,” sino la Sangre de Jesucristo!

3. Menos que tú “escapes” y “liberado” por la Sangre de Cristo, tú estarás para siempre bajo la ira y el juicio de un Dios santo. La Biblia dice, “Dios está airado contra el impío todos los días” (Salmo 7:11). Dios está enojado contigo por tus pecados en este momento. ¡Será algo horrible para ti morir y caer en las manos de un Dios enojado! “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31). “Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29). Nada más que la Sangre de Jesucristo puede “desatarte” y “liberarte” de la terrible ira y los horribles juicios de un Dios que está furioso contigo. Sería mejor ser puesto en un pozo de serpientes venenosas, o ser arrojado a una jaula de leones hambrientos, que encontrarse cara a cara con un Dios de ira y juicio feroz, enojado, feroz y todopoderoso. ¡Qué horrible será para ti enfrentar a tu Juez enojado, el Señor Dios Todopoderoso! Nada más que la Sangre de Jesucristo puede “soltarte” y “liberarte” del terror indescriptible de encontrarse con un Dios terriblemente enojado.

“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (II Corintios 5:11; p. 1190).

¡Oh, mi amigo, tú tienes que tener la Sangre de Cristo! ¡Tú tienes que tener la Sangre de Cristo para liberarte de la maldición de la Ley, para liberarte de tú esclavitud a Satanás y para liberarte de la ira de un Dios enojado! Oh, tú tienes – tú tienes – que tener la preciosa Sangre de Jesucristo para redimirte de la maldición, de la esclavitud y de la ira. Repito, ¡Yo repito tú tienes que tener la Sangre de Cristo! Amén.