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LA SATISFACCIÓN Y LA JUSTIFICACIÓN –
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Este texto está tan lleno de significado que cada palabra merece nuestra atención. Por eso no me alejaré de él ni daré muchas ilustraciones. Basta en un sermón sacar las maravillosas verdades en este texto; para hacer las palabras tan simples y sencillas que cada persona en nuestra iglesia esta tarde pueda irse a su casa sabiendo el simple y profundo significado de esas palabras,
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11).
Que Dios abra tu corazón para que tu recibas la verdad en ese texto. Porque te decimos, al predicar este texto, “Inclina tu oído y ven a mí. Oye, y vivirá tu alma.”
El versículo habla de tres cosas. Primero, Cristo satisfaciendo la justicia de Dios. Segundo, el conocimiento de Cristo justificando a muchos. Tercero, la culpa que lleva Cristo, quien trae expiación completa al pecador que cree.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11).
I. Primero, el sufrimiento de Cristo satisface la justicia de Dios.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho…” (Isaías 53:11).
El Dr. Jürgen Moltmann (1926-) fue prisionero de guerra Alemán en una cárcel Británica por tres años después de la Segunda Guerra Mundial. Durante ese tiempo en la cárcel él empezó a estudiar la Biblia. De esa experiencia de prisión y lectura Bíblica, él escribió History and the Triune God: Contributions to Trinitarian Theology [La Historia y el Dios Triuno: Aportes a la Teología Trinitaria] (Crossroad, 1992). El Dr. Moltmann es un teólogo liberal y yo no apoyo a la mayoría de lo que él escribió. Sin embargo, él tiene vistas ciertas. Por ejemplo, él ve la Cruz como el evento en el que Dios declara Su solidaridad con la raza humana “abandonada por Dios.” Dios manifiesta Su amor por los pecadores en la Cruz, y el Hijo de Dios padece la separación del Padre, dejando que Dios conozca dolor y sufrimiento “de adentro hacia fuera.” Moltmann no lo captó todo correctamente, pero trajo a luz el sufrimiento de las Personas en la Trinidad en la crucifixión, y eso, creo yo, es un punto importante. A mi vista, es algo que vale la pena pensar – el sufrimiento de las Personas de la Trinidad durante la crucifixión.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho”
(Isaías 53:11).
Spurgeon dijo,
En estas palabras tenemos a Dios Padre hablando de su Hijo, y declarando que, ya que había padecido dolor de alma, le garantizaría una recompensa satisfactoria. ¡Qué maravilloso es observar co-trabajando las varias personas de la Santa Trinidad tocante a la salvación! (C. H. Spurgeon, The Metropolitan Tabernacle Pulpit, [El Púlpito del Tabernáculo Metropolitano,] Pilgrim Publications, reimpreso 1980, volumen 61, pág. 301).
“Él,” o sea, Dios el Padre; “Verá el fruto de la aflicción de su alma,” o sea, la aflicción del alma del Hijo, “y quedará satisfecho.” Como dijo Spurgeon, “En estas palabras tenemos a Dios Padre hablando de su Hijo.”
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho”
(Isaías 53:11).
“La aflicción de su alma” se refiere al dolor interno y la agonía de Cristo, que Él experimentó durante Su sufrimiento por nuestros pecados. No debemos bajarle el valor al sufrimiento físico de Cristo. Jamás debemos pensar ligeramente de que Cristo fue azotado bajo Poncio Pilato, casi hasta la muerte. Jamás debemos subestimar la importancia de que a Cristo Le escupieron y Lo coronaron con corona de espinas. Ni debemos subestimar que Sus manos y Sus pies fueron traspasados, ni del dolor y la sed que Él padeció por nosotros en la Cruz. “Aun” dijo Spurgeon, “la aflicción de su alma fue el asunto principal y es de lo que habla el texto...Jesucristo padeció tan [profundamente] que me desespero al pensar en sus sufrimientos, o de alguna manera en hablarle de ellos a ustedes” (Spurgeon, ibid., pp. 302-303). Se ha dicho que “los sufrimientos del alma de Cristo fueron el alma de sus sufrimientos” (ibid., p. 302), el corazón de Sus sufrimientos, la parte principal de Su agonía.
La palabra “aflicción” muestra angustia, sufrimiento y el dolor que Cristo experimentó en “su alma” cuando el peso del pecado humano, y el juicio de Dios el Padre, cayeron sobre Él. Esto claramente lo experimentó Cristo en el Huerto de Getsemaní, antes de ser arrestado, antes de ser azotado, antes de ser crucificado. Y también incluye el dolor y la angustia de alma que Él continuó experimentando en la Cruz. Como lo dice el Dr. Gill,
La angustia de su alma es el dolor y trabajo que él aguantó, al obrar la salvación de su pueblo; su obediencia y muerte, sus dolores y sufrimientos; particularmente aquellos de su alma, bajo un sentido de ira divina, porque la comparación es una mujer en parto [el dolor de dar a luz]; y todas las agonías y dolores de la muerte que Él atravesó (John Gill, D.D., An Exposition of the Old Testament, [Una exposición del Antiguo Testamento,] The Baptist Standard Bearer, reimpreso en 1989, tomo 5, p. 315).
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho...” (Isaías 53:11).
“Y quedará satisfecho” habla de la propiciación de la ira de Dios. Dios el Padre queda “satisfecho” o, podemos decir, propiciado,
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”
(II Corintios 5:21; p. 1173).
“Y él es la propiciación por nuestros pecados”
(I Juan 2:2; p. 1278).
“A quien Dios puso como propiciación”
(Romanos 3:25; p. 1151).
El Dr. John MacArthur, a pesar de estar equivocado tocante a La Sangre de Cristo, dijo correctamente,
La palabra [propiciación] significa “apaciguamiento” o “satisfacción.” El sacrificio de Jesús en la cruz satisfizo las exigencias de la Santidad de Dios por el castigo del pecado... así que Jesús propició o satisfizo a Dios (John MacArthur, D.D., The MacArthur Study Bible, [La Biblia de estudio MacArthur,] Word Publishing, 1997, nota de I John 2:2).
¡Me parece muy extraño que esté equivocado sobre la Sangre, pero correcto sobre la propiciación! Así, vemos la propiciación, la satisfacción de la ira de Dios contra el pecado experimentada por Jesús en Su agonía. El sufrimiento de Jesús “satisfizo” la justicia de Dios, propiciando, apaciguando, Su ira contra el pecado.
“Al que no conoció pecado, por nosotros [Dios el Padre] lo [Cristo el Hijo] hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (II Corintios 5:21; p. 1173).
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho…” (Isaías 53:11).
El sufrimiento de Cristo satisfizo la justicia de Dios, haciendo posible que nosotros seamos salvos.
II. Segundo, el conocimiento de Cristo trae justificación a muchos.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos…”
(Isaías 53:11).
El profeta Isaías aquí en Isaías 52:13 se refiere a Cristo como el “siervo” de Dios. Y aquí en nuestro texto, Cristo es llamado el “siervo justo” de Dios. Cristo es justo porque “no conoció pecado” (II Corintios 5:21). Él es el Hijo de Dios, sin pecado, el “siervo justo” de Dios el Padre.
Cristo “justificará a muchos” (v.11). Este es el corazón del Evangelio. Nosotros no nos justificamos a nosotros mismos por obedecer las leyes de Dios,
“ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él” (Romanos 3:20; p. 1150).
No podemos justificarnos ya que somos pecadores por naturaleza. Solamente podemos ser contados justos por la imputación de la justicia de Cristo a nosotros. La “imputación” es un término legal. Somos legalmente contados justos por la imputación de la justicia de Cristo a nosotros. El “siervo justo [de Dios] justificará a muchos” (Isaías 53:11) ¡al imputarle Su justicia a ellos!
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos…”
(Isaías 53:11).
John Trapp nos recordó que el Cardinal Contarenus fue matado por otro Cardinal Católico, Pighius. Porque Contarenus creía literalmente este verso, lo llamaron “Protestante” y lo mataron por su fe de que “la justificación del hombre [es] por las misericordias gratuitas de Dios y los méritos de Cristo” (John Trapp, A Commentary on the Old and New Testaments, [Un Comentario sobre el Antiguo y Nuevo Testamento,] reimpreso en 1997, tomo III, pp. 410-411, nota de Isaías 53:11). ¡Pero el Cardinal Contarenus estaba correcto! ¡Y el resto de esos cardinales estaban equivocados!
“Justificará mi siervo justo a muchos.” ¿Valía la pena morir por esas palabras? ¡Sí, valía! ¡Ese es el mero corazón de nuestra fe Protestante y Bautista! ¡No nos justificamos a nosotros mismos, como los seguidores decisionistas de Finney y los Católicos enseñan! ¡Oh, no!
“Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo” (Gálatas 2:16; p. 1201).
“De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe”
(Gálatas 3:24; p. 1202).
¡Cristo es, el “siervo justo” de Dios que justifica a muchos!
¿Pero cómo sucede eso? ¿Cómo “justifica a muchos” Cristo? ¿Los justifica por sus propias obras de dejar algunos pecados? ¡No! ¡Eso es Catolicismo y decisionismo! ¿Los justifica por decir una “oración de pecador” o por “ir al frente” al fin de un sermón? ¡No! ¡Eso es Catolicismo y decisionismo! ¿Los justifica porque han aprendido el “plan de la salvación” y han memorizado Juan 3:16, y han orado la “oración del pecador?” ¡No! ¡Eso también es Catolicismo y decisionismo!
¿Entonces, cómo puedes ser justificado? ¿Cómo tú puedes ser limpio y justo ante los ojos de Dios? ¡Esa es la pregunta eterna! ¡Esa es la pregunta de Bildad en el Libro de Job! El dijo,
“¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?” (Job 25:4; p. 546).
Y la respuesta llega resonando en las palabras de nuestro texto,
“Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos”
(Isaías 53:11).
O, como lo tradujo Spurgeon, “por el conocimiento de él mi siervo justo justificará a muchos” (C. H. Spurgeon, The Metropolitan Tabernacle Pulpit, [La Biblia de estudio MacArthur,] Pilgrim Publications, reimpreso 1980, tomo 63, p. 117). Y Spurgeon dijo,
El modo entero de obtener el resultado del sacrificio de Cristo es por conocer y creer – no por hacer…el hombre no es justificado por las obras de la ley. “Por la ley es el conocimiento del pecado.” “Gracia y paz vienen por Jesucristo,” y nos vienen por medio de creer y conocer – por conocerlo a Él...mediante Él...somos justificados (ibid.).
“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”
(Romanos 4:5; p. 1152).
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”
(Hechos 16:31; p. 1128).
“Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos”
(Isaías 53:11).
El sufrimiento de Cristo satisface la justicia de Dios. Conocer a Cristo Mismo trae justificación a muchos. Y –
III. Tercero, la carga del pecado por Cristo trae expiación
completa a los pecadores.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11).
Cristo “justificará a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” O sea, llevará sus pecados. La base entera para nuestra justificación, la fundación entera de nuestra expiación y salvación se revela es estas palabras, “llevará las iniquidades de ellos.” Isaías 53:5 dice,
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5; p. 733).
Isaías 53:6 dice,
“Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”
(Isaías 53:6).
Isaías 53:8 dice,
“Por la rebelión de mi pueblo fue herido” (Isaías 53:8).
Y I Pedro 2:24 dice,
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24; p. 1270).
Como Spurgeon tradujo nuestro texto, “...por el conocimiento de él justificará mi siervo justo a muchos.”
Allí tú tienes el primer punto del Evangelio de Cristo – claro y simple. El sufrimiento de Cristo satisfizo la justicia de Dios. Conocer a Cristo Mismo trae consigo justificación. El que Cristo lleva los pecados trae salvación completa a los pecadores que conocen a Cristo por fe. ¡Maravilloso Evangelio! ¡Maravillosa redención! ¡Jamás nada igual ha pasado antes o después, a través de la historia!
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11).
Una noche Dr. Hymers y su hijo estaban leyendo sobre el actor John Carradine en el Internet. Él había apareció en más de 300 películas, más que cualquier otro actor. Cuando él murió en Milán, Italia, su cuerpo fue puesto en un ataúd y fue llevado al hogar de uno sus hijos. El hijo bebía mucho. Abrió el ataúd y echó licor en la boca de su padre muerto.
Ahora yo te pregunto, ¿Podría el hombre muerto saborear ese licor? ¡Claro que no! Y cuando yo hablo sobre las cosas maravillosas que Cristo ha hecho para salvarnos, tú no puedes saborearlas. ¿Por qué no? Porque estás espiritualmente muerto. Como la Biblia lo pone, tú estas “muerto en delitos y pecados” (Efesios 2:5). Esa es la misma naturaleza del pecado. Estás muerto a las cosas de Cristo. No las puedes saborear. No las puedes sentir. Respecto a las cosas de Dios, estás igual de muerto que el cuerpo de John Carradine en aquel ataúd. ¡Cristo va tener que darte a ti vida o tu irás a la eternidad perdido! Tú tienes que ser hecho clamar, “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24).
Cuando un hombre o una mujer clama así, desde lo profundo de su corazón, ellos están cerca de ser salvos. ¿Has tu clamado así? ¿Has tu sentido que estás muerto a Dios, y que solo Cristo te puede salvar? ¿Estás tu convertido a Cristo? Si no, ¿miraras a Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo? ¿Miraras tu a Él, y confiaras en Él ahora?
Si del pecado libre quieres ser,
Mira al Cordero de Dios;
Él, para redimirte murió en el Calvario,
Mira al Cordero de Dios.
Mira al Cordero de Dios, Mira al Cordero de Dios,
Porque solamente Él puede salvarte,
Mira al Cordero de Dios.
(“Look to the Lamb of God,” “Mira al Cordero de Dios”
por H. G. Jackson, 1838-1914).
Amen.