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EL ELEMENTO QUE FALTA EN EL EVANGELISMO –
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La cena de la pascua había terminado. Pero Jesús hizo una pausa antes de instituir la Santa Cena. Él tomó una toalla, lleno una vasija de agua y comenzó a lavarle los pies a los Discípulos. Él los lavó y los secó, incluyendo a Judas, quien había de traicionarlo. Luego Él dijo:
“Porque ejemplo os he dado, para que como os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15; p. 1090).
¿Qué quiso decir? Era un acto simbólico que como un retrato demostraba el significado de nuestro texto:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con los otros” (Juan 13:34-35).
Cristo dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros.” ¿Cual era la novedad de Su mandamiento? El Antiguo Testamento, en Levítico 19:18 dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” ¿Entonces, cómo es este un nuevo mandamiento? El mandamiento antiguo dijo que ames a tu prójimo “como a ti mismo.” El nuevo mandamiento es: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado.” Spurgeon dijo: “Aquel [el antiguo mandamiento] es el amor de la benevolencia [o amabilidad], pero este [nuevo mandamiento] es un amor de afinidad [la conexión] y de una relación cercana” (traducción literal de C. H. Spurgeon, “Christ’s New Commandment,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, numero 2,936, tomo 51, p. 242). Además, el “nuevo” mandamiento de Cristo no se refiere a ser amable con otros en general, sino “Que os améis unos a otros.” Se refiere a los Cristianos amándose unos a otros en la iglesia local.
A fin de cuentas, ¿no eran estos 12 discípulos el mero corazón de la iglesia del Nuevo Testamento? ¡Por supuesto que sí! Entonces el “nuevo” mandamiento de Cristo le dice a los Cristianos en la iglesia local que “se amen unos a otros, como yo os he amado.” Los hermanos y hermanas en la iglesia local Cristo les dice que se amen unos a otros de la misma manera en que Él amaba a los Discípulos. Su amor por ellos no era una emoción pasajera. Era verdadero. Él se compartía a sí mismo con ellos. Él cuidaba de ellos. Él aun lavó los pies de ellos. Él entregó Su vida por ellos. Y Él dice que debemos “amarnos unos a otros, como yo os he amado.”
Nosotros oramos y trabajamos para que nuestra iglesia local obedezca el nuevo mandamiento de Cristo. Tratamos con todo nuestro corazón compartirnos unos con otros, cuidarnos unos a otros, servirnos unos a otros.
Una persona joven viene a la iglesia y es salva. Debemos abrazarla como hermana. Debe ser atesorada y cuidada, y amada profundamente.
Antes de que fuimos casados [Jack Ngann y su esposa], cuando aun eramos estudiantes de universidad, el Dr. y Sra. Hymers me recibieron en su hogar. El Sr. y Sra. Sanders recibieron a mi esposa en su hogar. Esto fue un hecho de amor y bondad, que es precioso para nosotros hasta hoy.
Todas estas expresiones de amor Cristiano hacen mucho en llenar el nuevo mandamiento de Cristo: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado.”
Pero estas expresiones de amor Cristiano en la iglesia local tienen un efecto muy profundo en los perdidos. He aquí tres de los efectos del amor en la iglesia local sobre los incrédulos, sobre gente inconversa que está entre nosotros por el evangelismo.
I. Primero, el amor Cristiano en la iglesia local es una señal al mundo
incrédulo de que somos discípulos de Cristo.
Mira el verso 35 del texto.
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con los otros” (Juan 13:35; p. 1091).
Este amor que tenemos unos por otros es la señal más grande que el mundo verá de que somos los discípulos y seguidores de Cristo Jesús.
Podemos predicar sermones doctrinales, sermones perfectamente ortodoxos y perfectamente sanos, y evangelisticamente fuertes, pero si los perdidos que vienen a nuestros servicios no ven un derramamiento profundo de amor Cristiano en nuestra iglesia, no verán en nosotros que no es común, no pensarán que hay algo importante está sucediendo aquí. Pero cuando vengan a los servicios y al compañerismo y vean que nos amamos unos a otros – entonces estarán impresionados para decir: “Este es el pueblo de Dios. Esta es la gente que conoce a Jesús y lo siguen.”
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con los otros” (Juan 13:35).
Spurgeon dijo: “Déjame darte un ejemplo de esto. En el principio de la Cristiandad, se desató una terrible ‘peste’ en Alexandria. Era muy peligroso estar cerca de la persona afectada con la peste, y tocar a la persona casi seguramente significaba la muerte segura. Cuando se desató [la peste], los paganos en Alexandria echaron de sus casas a cada persona que mostraba la más mínima seña de la enfermedad, y los dejaban morir de hambre, y ni siquiera enterraban sus cadáveres por miedo de contagiarse. Pero cuando los Cristianos estaban enfermos [de la peste], se visitaban unos a otros, y ningún Cristiano moría [a solas]. Tenían celo de visitarse [y cuidar] unos de otros, pese a saber que ellos probablemente también serían contagiados [con la enfermedad]; y entre los cadáveres en las afueras de Alexandria no se halló ni siquiera un cadáver de algún Cristiano [sin ser enterrado]...y los paganos decían, ‘¿Qué quiere decir esto?’ y la respuesta se esparcía por Egipto, ‘Esta es la religión de Jesús de Nazarét, porque estos Cristianos se aman unos a otros.’ Ningún sermón será [escuchado más] por el mundo que la verdadera manifestación del amor de Cristo, y cuando Dios le restaure a su iglesia el amor sincero y genuino...entonces el mundo estará más impresionado por el evangelio de lo que está hoy” (ibid., pp. 249-250).
Que sea la meta de nuestra iglesia amarnos tanto que:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con los otros” (Juan 13:35).
El gran teólogo Alemán John Peter Lange, señaló que a principios de la Cristiandad, “Los paganos [a menudo] exclamaban sorprendidos: ‘Estos Cristianos se aman unos a otros, y qué listos están a morir unos por los otros.’” Y Luciano [un escritor pagano] dijo mofando, “el que les da la ley [Cristo] los ha persuadido de que son todos [hermanos y hermanas]” (traducción literal al Español, de Lange’s Commentary on the Holy Scriptures, John, p. 427).
Aún hoy, en el Tercer Mundo, en la China, en el Sudeste de Asia, en India, en África, y en Latino América, vemos este amor que los Cristianos tienen unos por los otros muchas veces – de maneras muy notables – a menudo en circunstancias muy difíciles. Esto debe de avergonzar a la mayoría de los Cristianos en el mundo Occidental. Que Dios ayude a nuestra iglesia a ser como los Cristianos tempranos y como los Cristianos del Tercer Mundo. Recordemos las palabras de Cristo:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).
¡Una señal poderosa para el mundo incrédulo de que somos seguidores de Jesucristo es que los Cristianos nos amemos unos a otros en la iglesia local!
II. Segundo, el amor y la unidad Cristiana en la iglesia local es una gran
muestra al mundo incrédulo de que nuestra fe es verdadera.
Por favor voltea a Juan 17:21.
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21; p. 1095).
Esto nos lleva un paso más adelante. En Juan 13:35 Jesús dijo que el mundo sabría que somos discípulos de Cristo si tenemos “amor unos con los otros.” Pero aquí en Juan 17:21, Cristo va más allá. Él va más allá de impresionar al mundo con nuestro amor de unos con otros. Al irse del aposento alto hacia Getsemaní, Él oró al Padre: “Que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).
Este verso es aplicado erróneamente hoy en día por muchos en el “movimiento ecuménico.” Es ridículo aplicarle esto al ecumenicismo, y que quiere decir que se junten todas denominaciones, muchas de ellas llenas de herejías y de miembros incrédulos. ¡Cristo no está diciendo semejante cosa! Él dice, “Que también ellos sean uno.” ¿Por quién oraba? ¡Por el núcleo de aquella primera iglesia! Cuando una iglesia local tiene unidad, y esta llena de amor, entonces el mundo “[creerá] que tú me enviaste.”
Pero Cristo fue aun más allá en el verso 23.
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:23; p. 1095).
En Juan 13:35 Jesús dijo que el mundo conocerá que somos Sus seguidores “si tuviereis amor unos con los otros.” En Juan 17:21, Él dijo que nuestra unidad y amor persuadiría al mundo de que Dios ha enviado a Él a morir por sus pecados y resucitar de los muertos para darles vida. La unida y el amor de los Cristianos en la iglesia local persuadiría a los incrédulos de estas doctrinas.
Pero la doctrina sola no salva. Así que de nuevo, en Juan 17:23, Cristo regresa a la unidad y al amor en la iglesia local, esta vez como un medio para que el mundo perdido conozca el evangelio por sí mismo. Escucha con cuidado otra vez:
“Para que [los Cristianos] sean perfectos [completos] en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos...” (Juan 17:23).
Nosotros podemos predicar hasta que se nos ponga morada la cara. Podemos testificar hasta que se nos gasten las suelas de los zapatos. Pero si los perdidos no ven el amor Cristiano y la unidad cuando vienen a nuestra iglesia local, no “conocerán” que el evangelio es verdad. Ellos no conocerán que Cristo “los ha amado a ellos.”
Si, por otro lado, una persona perdida viene a nuestra iglesia y ve nuestra unidad y amor unos con otros, ellos “[conocerán] que tú me enviaste, y que los has amado a ellos...” (Juan 17:23).
Yo generalmente no aprecio lo que escribe John R. W. Stott. Pero me impresionó lo que él escribió la semana pasada, lo cual yo creo que es profundamente y Bíblicamente cierto. Stott dijo:
El mismo Dios invisible que una vez se hizo visible en Jesús, ahora se hace visible en el Cristiano [iglesia], si nos amamos unos a otros. Y toda proclamación verbal del evangelio tiene poco valor a menos que sea hecha por [una iglesia llena de amor]. Yo creo que el evangelismo es especialmente por medio de la iglesia local, por medio de [su] comunidad, en vez del individuo [a solas]. Que la iglesia debe ser una sociedad suplente, una seña visible del reino (traducción literal de Dr. John R. W. Stott, Christianity Today, Octubre 2006, paginas 97-98).
La gente perdida, dijo Stott, no puede ver a Dios. Ellos se preguntan si hay un Dios. Pero cuando los Cristianos en “la iglesia local” [su palabra] se aman tan intensamente que se hacen “una sociedad suplente,” los perdidos querrán ser parte de esa sociedad – y tendrán un sentido del amor y la realidad de Dios en y por medio de la iglesia local. Él es Anglicano – pero seguramente suena como un Bautista de antaño sobre este tema – ¡y yo creo que está exactamente correcto!
Y es por eso que debemos traer a la gente perdida al calor y compañerismo de nuestra iglesia a oír el evangelio y experimentar el amor de Cristo en y por medio del compañerismo de esa iglesia local. Esa es la razón por la que nosotros siempre diríamos: “¿Por qué estar solo? ¡Ven a casa – a la iglesia! ¿Por qué estar perdido? ¡Ven a casa – a Jesucristo, el Hijo de Dios!”
Hagamos, entonces, todo lo posible por amarnos unos a otros, ser uno unos con otros – a orar y ayudarnos unos a otros. Entonces, cuando alguien sea traído a nuestra iglesia, diga: “¡Estos son los seguidores de Cristo! ¡Dios tiene que haber enviado a Jesús o esta gente no sería tan amorosa!” y, después de oírme predicar, y de estar en nuestra iglesia llena de amor, ellos al menos dirán “Yo sé que Dios envió a Jesús. Yo sé que Jesús me ama.” ¡Es así de simple!
III. Tercero, sin embargo la ausencia del amor Cristiano en una iglesia
local no detendrá a los elegidos de venir a Cristo.
Voltea a Juan 13:27. Mira lo que dice sobre Judas.
“Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto” (Juan 13:27; p. 1091).
Baja a Juan 13:30.
“Cuando él [Judas], pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche” (Juan 13:30; p. 1091).
Esta es la división de iglesia original. Sucedió inmediatamente después de que Cristo lavó sus pues y les dio la Santa Cena del Señor. ¿Detuvo al resto de los Discípulos de amarse unos a otros? Sí, por un tiempo corto, no mucho. Ellos rápidamente se dieron cuenta de que Judas simplemente era un incrédulo malo en medio de ellos. Después de que se fue, ellos regresaron a amarse unos a otros, y a traer gente perdida al calor y al compañerismo amoroso de aquella iglesia local.
Ahora, termino este sermón con una advertencia para ustedes, jóvenes que estan en la iglesia. Ustedes han visto a gente como Judas que causó problemas. Los has visto dejar la iglesia. Los has visto traicionar a Cristo. ¡No dejes que eso te detenga de ser Cristiano amoroso! ¡Por cada traicionero como Judas, hay muchos otros que son Cristianos fieles en la iglesia local, y la iglesia continúa en compañerismo amoroso sin Judas! Ven y ayudamos a hacer de esta iglesia lo que el Dr. Stott llamó: “Una sociedad suplente,” una iglesia llena de amor en una sociedad que se muere, un atalaya sobra la colina en una civilización que se está desintegrando! ¡Que Dios te ayude en hacerlo! Amén.