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Cuando le escribas a Dr. Hymers, siempre dile en qué país vives o él no te podrá contestar. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net.
¡LA SANGRE DE JESUS EN LA NAVIDAD!por el Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13; pág. 1208 Scofield). |
Esta noche en Navidad, estoy hablando con un público gentil. Es cierto que hay un par de judíos aquí, pero la mayoría de ustedes son gentiles. El Apóstol Pablo, que escribió estas palabras, era judío. Pero Dios lo llamó para predicar a los gentiles. Y eso es lo que Pablo está haciendo en este pasaje de la Escritura.
Hay una frase en la que quiero que pienses. Está en el versículo 12. El Apóstol dice que estos gentiles eran perdidos, “sin esperanza, y sin Dios en el mundo”. Mi tema para estos pocos minutos es este – Si Jesús no hubiera nacido en Belén en esa primera Navidad, entonces estas palabras te describirían, si no estás “en Cristo Jesús”. ¿Te describe esto esta noche? “sin esperanza, y sin Dios en el mundo”.
Era aproximadamente esta época del año. Había fracasado miserablemente. Allí estaba, en las sombrías calles de Los Ángeles, caminando en la oscuridad. Yo ya había sido licenciado como predicador bautista. Ya había estado asistiendo a una escuela Bíblica. Pero estaba fallando, y lo sabía. Yo era un completo fracaso, “sin esperanza, y sin Dios en el mundo”. Le hablé a los demás de Dios, pero Dios no era una persona real en mi vida. Solo en la oscuridad, supe en mi alma que no tenía esperanza, y [estaba] sin Dios en el mundo.
Había estado leyendo una novela de Ernest Hemingway. Siempre me gustó su estilo de escribir, aunque era una alma perdida como yo. Tomó un arma y se disparó en la cabeza unos meses más tarde. La oscura soledad en su corazón nunca fue satisfecha. Al leer su novela en mi habitación casi vomite de dolor. Yo también fui descrito como “sin esperanza, y sin Dios en el mundo”. Fue horrible más allá de la descripción para un joven de 19 años como yo sentir tanta desesperación.
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Probé el cristianismo, pero no parecía funcionar. Los vecinos me llevaron a una iglesia bautista. Pero no funcionó para mí. Los otros jóvenes de esa iglesia parecían muy felices. Se acercaba a la Navidad, y sus padres cristianos tenían un árbol de Navidad para ellos en casa. Mis padres estaban separados. No tenía casa. No tenía árbol de Navidad, ni regalos esperándome, porque vivía en la casa de mi tío, y él era un alcohólico furioso que no me quería en su casa. Así que caminé por las calles del centro de Los Ángeles, “sin esperanza, y sin Dios en el mundo”.
Si volviera a la casa de mi madre, sabía que estarían borrachos, y gritando. Las peleas de borrachos, los gritos y chillones, la soledad y el miedo de mi infancia dejaron una marca permanente en mi mente. Podría estar en una multitud de gente feliz, disfrutando de su compañía. Cuando de repente mi estado de ánimo cambia, yo soy sumergido en la angustia existencial y el dolor de la soledad y la depresión profunda. Más tarde me dijeron que tenía un caso leve de trastorno bipolar. El Dr. Christopher Cagan dijo una vez: “El Dr. Hymers no creció en una familia normal. Si lo hubiera hecho habría sido más extrovertido y social. Pero todo el dolor y el rechazo de su infancia lo convirtieron en un introvertido. En su interior es una persona sensible, muy consciente de su propia debilidad y fracaso”.
Mi padre no ayudó a las cosas. Siempre me gritaba: “Eres un fracaso. Nunca serás más que un fracaso. Eres un fracaso perezoso”.
Pasé un buen rato actuando en muchas obras de teatro cuando era adolescente. Pero después de que las obras terminaron, yo estaba solo y rompido adentro. Por eso siempre caminaba de noche. Si seguía caminando, podría sostenerme. Caminar en la noche me impidió desmoronarme. Caminar en la noche me impidió suicidarme. Pero el dolor y los cambios de humor me ayudaron en un sentido. Sabía dentro de mí lo que la mayoría de los jóvenes de la iglesia no sabían: sabía que no tenía esperanza, y estaba sin Dios en el mundo.
En mi caminada esa noche, miré hacia arriba y vi una iglesia. El letrero decía: “La Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles”. Fui a esa iglesia el domingo. Desearía poder decirte que me ayudó. Pero no fue así. ¡Era otro sólo más “iglesianismo”, y eso no me ayudó en absoluto!
Pero todavía iba al Colegio Bíblico. Yo esforcé ser cristiano muy fuertemente pero no era suficiente. Faltaba algo. Quería ser misionero, pero faltaba algo y lo sabía. ¿Qué me falto? ¡Me falto Jesucristo!
Entonces una mañana en la Universidad Biola comencé a asistir a una serie de servicios de capilla. El orador fue el Dr. Charles J. Woodbridge. Era un buen orador, pero todo me sonaba más “iglesiasianismo”. ¡Y entonces sucedió!
Antes de que el Dr. Woodbridge hablara cada mañana cantamos un himno, escrito por Charles Wesley. ¡Las últimas palabras del estribillo cambiaron mi vida para siempre! Estas son algunas de las palabras de ese gran himno.
¿Cómo fue que yo obtuve
¿Un interés en la Sangre del Salvador?
Murió él por mí, ¿qué le causé su dolor?
¿Por mí, quien hasta la muerte lo persiguió?
¡Grandioso amor! ¿Cómo es que fue,
Que Tú, mi Dios, ¿murieras por mí?
¡Grandioso amor! ¿Cómo es que fue,
Que Tú, mi Dios, ¿murieras por mí?
“Es todo misterio! ¡El inmortal muere!
¿Quién puede explorar su extraño diseño?
En vano el primogénito ángel intenta
¡Para sonar las profundidades del amor divino!
¡Es misericordia todo! Deja que la tierra adore,
Que las mentes de los ángeles no pregunten más.
¡Grandioso amor! ¿Cómo es que fue,
Que Tú, mi Dios, ¿murieras por mí?
Dejó el trono de su Padre arriba,
Tan libre, tan infinita su gracia;
Vació a sí mismo de todo menos amor,
Y sangró por la indefensa raza de Adán;
Es todo misericordia, inmenso y libre,
Porque, Dios mío, me descubrió.
¡Grandioso amor! ¿Cómo es que fue,
Que Tú, mi Dios, ¿murieras por mí?
(Traducción literal de “And Can It Be That I Should Gain?
[¿Cómo fue que yo obtuve?] por Charles Wesley, 1707-1788).
Me despertaron esas palabras del estribillo.
¡Grandioso amor! ¿Cómo es que fue,
Que Tú, mi Dios, ¿murieras por mí?
¡Jesús era Dios! ¡Dios encarnecido! ¡Y Dios en carne humana murió por mí en la Cruz! Copie algunas de las palabras y las cantaba todas las tardes. Jesús había sangrado en la Cruz para limpiar a un pecador como yo de todo pecado. La Biblia dice: “y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7; pág. 1277-1278).
Oye a nuestro texto otra vez. “Sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13; pág. 1208).
Así que ese es el mensaje de la Navidad. Todo los demás días de fiesta es lo que yo llamo “iglesianismo”. La bebida, las fiestas, los villancicos, casi todo no tenía sentido para un pecador como yo. ¿Por qué no te hablan de Jesús, Dios en carne humana, ¿que “vino al mundo para salvar a los pecadores”?
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13).
Si te hubiera dicho lo de siempre sobre la primera Navidad, ya estarías dormido, como yo hacía. No puedo convencerme a darte campanas de trineo, árboles de Navidad y fiestas. Fui salvo por la sangre de Jesús que derramó en la Cruz. ¡Para mí, eso es lo único que vale la pena predicar en Navidad!
Por favor, de pie y canta la última canción en el cancionero. Está pegado atrás del cancionero. Se llama “I Am Coming, Lord” [“Vengo Ya, Señor”].
Te escucho, oh, Jesús,
Llamándome a mí;
Para que limpio pueda ser,
Hoy en Tu sangre así.
Vengo ya Jesús, vengo hacia ti,
Lávame en tu sangre que
Fluyó, Jesús, por mí.
Yo vil y débil soy,
Tú fuerza me darás;
Completamente puro y,
Sin manchas me harás.
Vengo ya Jesús, vengo hacia ti,
Lávame en tu sangre que
Fluyó, Jesús, por mí.
Me llama hoy Jesús,
A fe, amor y paz;
A gozo, esperanza y luz,
Y eterna vida más.
Vengo ya Jesús, vengo hacia ti,
Lávame en tu sangre que
Fluyó, Jesús, por mí.
(Traducción libre de “I Am Coming, Lord” de Lewis Hartsough,
1828-1919; alterado por el Dr. Hymers).
Puede sentarse.
Mi dulce esposa está aquí esta noche, con dos de sus primas de Guatemala. Yo cerrare este sermón de Navidad contándoles la historia de mi esposa.
Tuvimos una boda en nuestra iglesia. Alguien la invitó a venir. Siempre di un breve sermón antes de realizar la boda. Hablé en Juan 3:16 esa noche. Por favor, acudan a Juan 3:16 en su Biblia. Está en la página 1074 de la Biblia de referencia de Scofield.
“Porque de tal manera Dios amó al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito [Jesús], para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Mi querida esposa, Ileana, confió en Jesús esa noche y en verdad se convirtió. Ella no tenía esperanza hasta que confió en Jesús y fue salva por la sangre que derramó por ella en la Cruz.
Mi dulce esposa siempre había tenido una creencia mental en Jesús, como católica. Pero esa noche confió en Jesús. Eso es diferente. Hemos estado casados por más de 37 años. Es la mejor esposa del pastor en todo el mundo. Cuando firma su nombre, ella pone a Juan 3:16 después de su firma. Ese es su verso de vida. En los últimos 37 años ha pasado por mucho dolor y sufrimiento como esposa de un predicador bautista. Pero nunca falló a Dios. ¡Ni una sola vez! ¿Cómo pudo fallarle, porque Su Hijo Jesús la limpió de todo pecado, y le dio una esperanza viva, porque confió en el querido Salvador en esa boda hace mucho tiempo! Que también tú lo hagas. ¡Jesús te salvará! ¡Jesús te salvará ahora! Amén.
Por favor, de pie y canten el himno número 11, “Noche de paz”.
¡Noche de paz! ¡Noche de amor! Todos duermen alrededor,
¿Entre sus astros que esparcen su luz, van anunciando al niñito Jesús,
Brilla la estrella de paz, brilla la estrella de paz.
¡Noche de paz! ¡Noche de amor! Oye humilde el pastor,
¿Coros celestes que aclaman salud, gracias y glorias en gran plenitud,
Por nuestro buen Redentor, por nuestro buen Redentor.
¡Noche de paz! ¡Noche de amor! Ved que bello resplandor,
¿Luce en el rostro del niño Jesús, en el pesebre del mundo la luz,
Astros de Eterno Fulgor, Astros de Eterno Fulgor.
¡Noche de paz! ¡Noche de amor! Todos duermen con la luz,
¿Sólo velan en la oscuridad, Los pastores que en campo están,
Y la estrella de paz, Y la estrella de paz.
¿ (Traducción libre de “Silent Night! Holy Night!”
¿ ¿por Joseph Mohr, 1792-1848)
¡Que Dios te bendiga! ¡Y Feliz Navidad!