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UNA HISTORIA DE DOS IGLESIAS

por el Dr. Christopher L. Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 18 de agosto 2019

“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”
(Lamentaciones 3:27; pág. 802 Scofield).


Un yugo era un collar de madera que los agricultores solían enganchar sobre un buey para poder tirar un arado. Un yugo simboliza la sujeción, haciendo que un joven obedezca a otra persona.

Cómo te crías en la juventud dice mucho acerca de cómo resultas como adulto. Los psicólogos dicen que los años de la juventud son “años de formación”. Lo que sucede entonces te da forma el resto de tu vida. Si tu es disciplinado y entrenado como un niño, te ayudará a ser un hombre o una mujer responsable. Si no eres disciplinado, es difícil crecer y vivir tu vida como deberías. Si tus padres te dejan hacer lo que quieras, no tendrás autocontrol y no harás mucho de tu vida. Pero si estás bajo el yugo de tu padre, te ayudará cuando seas mayor. “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud” (Lamentaciones 3:27; pág. 802).

Comentando nuestro texto, la Biblia de Cambridge para Escuelas y Colegios dice: “[La juventud es] el momento en que sus pasiones son más fuertes y por lo tanto la mayoría necesita la disciplina, que, si se establece...entonces, se mantendrá la fuerza a lo largo de su vida. El comentarista Albert Barnes escribió: “Al llevar un yugo en su juventud, es decir, ser llamado a sufrir a temprana edad, un hombre aprende...la lección de resistencia silenciosa, y por lo tanto le resulta más fácil ser...paciente en años posteriores”.

Es por eso de que los que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, la generación hippie nacida de 1946 a 1969, no son muy buenos. No tenían que soportar el yugo en su juventud. Sus madres les dejaron tener lo que querían. No disciplinaron a sus hijos. Así que los que nacieron en ese tiempo se volvieron locos. Tomaron drogas. Cometieron pecado sexual. No querían establecerse. Son la generación más egoísta que nuestro país ha tenido. Ahora tienen entre 50 y 73 años. Algunos de ellos están en posiciones altas. Pero siguen siendo los mismos de siempre, irresponsables e indisciplinados.

Nuestro texto dice: “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”. Hoy quiero hablar de cómo eso se aplica a nuestra iglesia. Lo haré contándoles la historia de dos iglesias.

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I. Primero, la iglesia de Corinto.

La ciudad de Corinto era una ciudad comercial. Tenía dos puertos marítimos. La ciudad se hizo muy rica. A los corintios les encantaba su dinero. La Biblia advierte sobre el amor al dinero. Dice:

“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos” (I Timoteo 6:8-12; p. 1234).

Pero los corintios amaban su dinero, que es la raíz de todo mal.

Corinto también fue una ciudad de pecado y libertinaje, como lo es hoy en las Vegas. Adoraban a Afrodita, la diosa griega del amor y el sexo. El historiador Strabo dijo:

El templo de Afrodita era tan rico que poseía más de mil esclavos del templo, prostitutas, a quienes tanto hombres como mujeres habían dedicado a la diosa. Y, por lo tanto, también a causa de estas mujeres, la ciudad estaba llena de gente y se hizo rica; por ejemplo, los capitanes de barco despilfarran libremente su dinero.

La palabra “corintianarse” significaba “tener sexo promiscuo”, y correr con chicas no salvas, etc.

Corinto estaba lleno de idolatría. Además de los dioses griegos, tenían templos para la diosa egipcia Isis y el dios iraní Mitra. Corinto era una ciudad pecaminosa. Fue así durante años antes de que Pablo predicara allí.

Pablo fue allí y fundó la iglesia en Corinto. Escribió dos cartas a esa iglesia, primero y segundo Corintios. Había una minoría de verdaderos cristianos en esa iglesia. Pero lamentablemente, esa iglesia mostró su cultura. Incluso en la iglesia, muchas personas actuaron como su cultura. Trajeron su cultura a la iglesia. Por eso el apóstol Pablo les escribió:

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (I Corintios 1:10; pág. 1169).

¿Por qué tenía que escribir eso Pablo? La respuesta está en el siguiente versículo:

“Porque he sido informado acerca de vosotros…que hay entre vosotros contiendas…que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” (I Corintios 1:11, 12; pág. 1169).

Esa iglesia estaba en un estado constante de división y argumento. Pero eso no es todo. Esta gente actuó como su cultura. Pablo tuvo que advertirles:

“Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (I Corintios 5:11; p. 1173).

Este versículo prueba que esos pecados estaban sucediendo en esa iglesia. Había “hermanos” que eran fornicadores, avaros, idolatras, maldicientes, borrachos y ladrones allí. Si no fueran, Pablo no habría tenido que decirle a la gente que se mantuviera alejado de esos “hermanos”. Una vez más, Pablo dijo:

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (I Corintios 6:9, 10; pág. 1174).

Esos versículos del capítulo 6 nos dicen que algunos de ellos pecaron de esa manera en el pasado. ¡Los versículos del capítulo 5 nos dicen que algunos todavía estaban pecando de esa manera en la iglesia! La gente trajo su cultura con ellos. Nuestro texto dice:

“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”
       Lamentaciones 3:27; pág. 802).

Pero tu juventud no era así, y por eso trajiste tu cultura y pecado a la iglesia.

Finalmente, Pablo tuvo que decirles: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” (II Corintios 13:5; pág. 1197). ¡La mayoría de ellos no eran cristianos en absoluto!

¿Los corintios mejoraron? No, su cultura pecaminosa se quedó con ellos. Treinta años después de que Pablo fuera asesinado por el emperador Nerón, un hombre llamado Clemente era el pastor de la iglesia en Roma. Escribió una carta a los corintios, casi cincuenta años después de que Pablo les escribiera. Clemente les dijo:

Todo tipo de honor y felicidad se les otorgó, y entonces... fluyó emulación y envidia, lucha y sedición, persecución y desorden, guerra y cautiverio. Así que los inútiles se levantaron contra los honrados, los que no tienen reputación contra los que eran reconocidos, los necios contra los sabios, los jóvenes contra los viejos en años. Por esta razón, la justicia y la paz están ahora lejos de ustedes, en la medida en que cada uno abandona el temor de Dios, y se ha vuelto ciego en Su Fe...ni actúa una parte convirtiéndose en cristiano, sino que camina detrás de sus propias lujurias inicuas. (Epístola de Clemente a los Corintios, capítulo 3).

Habían caído profundamente en el pecado. Pero no sólo eso, hicieron que una iglesia se quebrantara tras la otra. Se habían rebelado contra sus pastores. Esos pastores no habían hecho nada malo, pero los miembros de la iglesia de corintios los habían echado. Clemente les dijo:

Si expulsamos [pastorado] a aquellos que han cumplido sin culpa y santamente sus deberes...Es vergonzoso, amado, sí, muy vergonzoso e indigno de su profesión cristiana, que...la...iglesia de los corintios debe...participar en la sedición contra sus [pastores] (ib., capítulos 44 y 47).

Nuestro texto dice: “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud” (Lamentaciones 3:27; pág. 802). Pero no lo hicieron, y por eso tenían una iglesia terrible, edificada sobre gente terrible de una cultura terrible. Hemos tenido sin fin problemas en nuestra iglesia con ese tipo de gente. ¡Hermanos y hermanas, salgamos de Corinto e vayamos a un lugar mejor! Tratamos con los corintios durante 40 años y más. Ya es suficiente. ¡Alejémonos de los corintios y trabajemos con gente que pueda edificar una iglesia! ¡Vamos a los chinos en el Valle de San Gabriel!

II. Segundo, la iglesia en China.

El mayor avivamiento en la historia del mundo está sucediendo ahora mismo en China. Ha estado sucediendo durante unos 70 años. En lugar de ser aniquiladas por la persecución comunista, las iglesias hogareñas en China han crecido y prosperado. Hoy en día hay más de 130 millones de cristianos en China. Las iglesias en China son las mejores del mundo. A través de la prisión y la tortura, se mantienen firmes. Ganan a los demás para Jesús. ¡Nada puede detenerlos!

Hay dos razones principales por esto. Ya conoces a la primera, pero puede que no sepas la segunda.

La primera razón es la bendición de Dios mismo. El avivamiento no es una obra humana. No podemos lograrlo. El salmista escribió: “¿No volverás a darnos vida, Para que tu pueblo se regocije en ti?” (Salmos 85:6; pág. 641). El que da vida aquí es Dios. Es Dios quien reanima una iglesia. No se reanimarán a sí mismos. El profeta Habacuc sabía que sólo Dios podía enviar el avivamiento. Por eso oró: “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos” (Habacuc 3:2; pág. 957). ¡Fue Dios quien pudo avivar la obra, y sólo Dios!

El avivamiento de 70 años en China no es una obra del hombre. No sucedió debido a algunos trucos inteligentes. No tenían libro además de la Biblia. A veces no tenían Biblias, o sólo una parte de una. No tenían dinero. No tenían computadoras. Pero tenían a DIOS. Y Dios hizo infinitamente más de lo que el hombre podía hacer. ¡Dios envió el mayor avivamiento de la historia!

Pero hay una segunda razón por la que los chinos edifican buenas iglesias. Esa razón está en nuestro texto:

“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”
       (Lamentaciones 3:27; pág. 802).

Si alguien ha nacido bajo el yugo en su juventud, es el pueblo chino. Durante 2.500 años han vivido bajo la filosofía de Confucio (Kung Fu-Tse). Les enseñó a respetar la autoridad. Les enseñó a controlarse a sí mismos. Les enseñó a tratar bien a los demás, diciendo: “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti mismo”. Fue una de las personas más importantes de la historia china. Confucio les enseñó nuestro texto:

“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”
       (Lamentaciones 3:27; pág. 802).

Esas enseñanzas están profundamente en la cultura china. Está profundamente en la memoria y el ADN de la gente. No van contra sus padres. Respetan a sus maestros, incluidos sus pastores. Funcionan. Se comportan. Son el tipo de gente que puede edificar una buena iglesia.

Y hay otro “maestro” que los chinos han tenido. Durante setenta años han estado bajo el poder del comunismo. Fue muy estricto. Los comunistas hicieron que todos los obedecieran. Todos tenían que usar la misma ropa. Todo el mundo tenía que creer lo que decían los comunistas. Todos tenían que hacer lo que se les dijo. Si alguien dijera una palabra diferente, o hiciera algo diferente, esa persona fue inmediatamente encarcelada o incluso asesinada. Aprendieron a obedecer porque se vieron obligados a obedecer.

Los comunistas no eran cristianos. Eran crueles. Pero hicieron algo por el pueblo chino. Además de lo que Confucio enseñó, los comunistas convirtieron al pueblo chino en una sociedad de “confianza y obedecer”. No eran personas rebeldes. Sabían cómo obedecer. No esperaban mucho, porque no tenían mucho. Y construyeron un país que creció y creció. Hoy en día es uno de los dos países más fuertes del mundo. Pronto pasará los Estados Unidos y será el número uno, si no lo ha hecho ya. Sin saberlo, los comunistas enseñaron a la gente nuestro texto:

“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”
       (Lamentaciones 3:27; pág. 802).

El pueblo chino no es como los corintios. El pueblo chino puede edificar una buena iglesia, porque han soportado el yugo de la disciplina en su juventud. Lo han llevado durante generación tras generación, desde Confucio y subrayado por los comunistas. Y el Dios soberano y todopoderoso ha elegido bendecir al pueblo chino con el avivamiento. Y el Dios soberano y Todopoderoso ha elegido bendecir al pueblo chino con el avivamiento. ¡Deja Corinto y trae a un chino!

Alguien puede pensar, “¡Vamos a ganar ‘los chinos’!” Hay muchos miles de ellos en el Valle de San Gabriel, eso es cierto. Pero no los ganaremos miles a la vez. No los ganaremos procesando cientos de nombres sin que nadie entre en la iglesia, como hace el apóstata Chan. Cada persona es importante. Cada persona debe ser salva por su cuenta. Cada persona debe entrar en la iglesia y confiar en Jesús por sí mismo, uno a la vez.

Cuando el ladrón de la cruz confió en Jesús, Él le dijo: “te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43; pág. 1068). No le dijo eso al otro ladrón, ni a los guardias romanos. No le dijo eso a todo el mundo. Se lo dijo al único hombre que confio en Él. Ese ladrón se convirtió. Nadie más fue salvó de eso en ese momento.

No puedes ganar almas persiguiendo a todo un grupo a la vez. Hacer eso te mantendría ocupado. Te haría sentir como si hubieras hecho algo. Pero no traería a nadie a la iglesia. No le ganaría a nadie a Jesús. Toda esa actividad no llegaría a nada. Lo hemos visto. Así que no digo, “Haz que cientos de nombres chinos llamen, para que podamos tener visitas”. Yo digo, “Trae a un chino”. También puedes traer a una persona coreana o japonesa, porque las enseñanzas de Confucio también les han enseñado. Pero sobre todo traer a una persona china. Cada persona tiene un nombre. Cada persona tiene un alma. Cada persona decidirá entrar en la iglesia por sí mismo. Cada persona debe confiar en Jesús por sí mismo y por sí mismo. Trae a una persona oriental. Ve y habla con él. Háblale de Jesús. Tráelo a la iglesia y siéntate con él. Ve a visitarlo a su casa. Sé amable con él. ¡Traigan a un oriental!

Algunos de ustedes están sentados aquí hoy, pero no están realmente detrás de nuestra iglesia. Te sientas aquí, pero no has confiado en Jesús. Jesús derramó su Sangre sobre la Cruz para lavar tu pecado, pero no piensas mucho en Él. Tu pecado no significa mucho para ti. Jesús no significa mucho para ti. Pero si confías en Él, Él perdonará tu pecado y te salvará para siempre. Si desea hablar con nosotros acerca de confiar en Jesús, por favor venga y párese al frente de la habitación ahora. Por favor, párate y canta el himno número 10.

Tal como soy, sin ruego que
   Tu sangre derramada fue,
Y que Tú estás llamándome,
   ¡De Dios Cordero a Ti yo voy!

Tal como soy, no espero ya
   Ninguna mancha a borrar
Tu sangre sola limpiará,
   ¡De Dios Cordero a Ti yo voy!

Tal como soy, turbado así
   Con gran conflicto y duda en mi;
Temores dentro siento aquí,
   ¡De Dios Cordero a Ti yo voy!
(Traducción de “Just As I Am” por Charlotte Elliott, 1789-1871).


EL BOSQUEJO DE

UNA HISTORIA DE DOS IGLESIAS

por el Dr. Christopher L. Cagan

“Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”
(Lamentaciones 3:27; pág. 802 Scofield).

I.    Primero, la iglesia de Corinto,
I Corintios 1:10, 11, 12; 5:11; I Corintios 6:9, 10;
Corintios II 13:5.

II.   Segundo, la iglesia en China, Salmos 85:6;
Habacuc 3:2; I Timoteo 6:8-12; Lucas 23:43.