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ORACIÓN DESPUÉS DE QUE DIOS RESPONDEpor el Dr. Christopher L. Cagan Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). |
La biblia nos dice que oremos antes que Dios responda. Nos dice que oremos hasta que Dios responda. La biblia nos enseña a orar hasta que llegue la respuesta. ¡Entonces Jesús nos dice que le demos gracias después de que responde nuestras oraciones! Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, habló de un hombre que le pedía tres panes a su amigo. Siguió rogando hasta que su amigo le dio lo que pidió. Jesús dijo: “sin embargo por su importunidad [su persistencia, pidiendo una y otra vez] se levantará y le dará todo lo que necesite” (Lucas 11:8).
Esta noche quiero hablar de otro aspecto de la oración. Hablaré de orar después de que Dios te haya respondido. Nuestro texto dice:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
Esto es orar después de que Dios responda. ¿Cómo sabemos que es después de la respuesta y no antes? Porque el versículo dice: “con acción de gracias”. ¿Por qué hay que dar gracias a Dios? Agradeces a Dios por su bondad al responder a tu oración en el pasado. Esta acción de gracias es parte de la siguiente oración. El versículo dice: “sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. “Acción de gracias” mira las respuestas y bendiciones de Dios en el pasado. Pero el versículo dice “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Esto mira hacia el futuro. ¿Cómo sigues a la próxima oración? Con ruego, la mendicidad y la humildad y la energía, a menudo con el ayuno, tal como ustedes oraron antes, ¡cuando Dios les dio la respuesta! Esta noche quiero sacar dos puntos sobre orar después de que Dios responda.
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I. Primero, el pecado de la falta de oración con ingratitud y soberbia.
Esto sucede una y otra vez después de que Dios envía una bendición. Mucha gente está llena de ingratitud y orgullo. No dan gracias a Dios. Eso se llama “ingratitud”. No son humildes. Se olvidan de Dios. ¡En su lugar, se llevan el crédito por sí mismos! Se llama “soberbia”.
Dios advirtió Israel acerca de la ingratitud y el orgullo. Moisés les dijo que no olvidaran a Dios después de conquistar la tierra. Dijo:
“Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Deuteronomio 8:11-14).
Entonces Dios les advirtió acerca de tomar crédito por la bendición. Primero, Él dijo:
“y [si] digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”
(Deuteronomio 8:17).
Entonces Dios dio la advertencia:
“Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis” (Deuteronomio 8:19).
Eso es exactamente lo que pasó. Dios les dio la tierra prometida, pero lo olvidaron. Olvidaron que fue Dios quien les dio la tierra. Adoraban a dioses falsos. Se volvieron contra Dios, y Dios se volvió contra ellos. Dios los juzgó y los envió al exilio en Babilonia. La biblia dice:
“Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes” (I Pedro 5:5).
En la época de Josué el pueblo entró en la tierra de Israel. Derrotaron a un ejército tras otro. Conquistaron una ciudad tras otra. Había un grupo de paganos llamado jibeonitas. Vieron lo que Israel había hecho. No querían ser destruidos. Así que hicieron un truco. Fingieron que no vivían allí. Dijeron que habían venido de muy lejos, así que no eran parte de las naciones que Dios había mandado ser ejecutados. Se vistieron ropa vieja y llevaban zapatos viejos. Se llevaron pan seco y mohoso. Dijeron que venían de un país lejano. ¿Qué hizo el pueblo judío? La biblia dice:
“Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová. Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza” (Josué 9:14, 15).
Ellos “no consultaron a Jehová”. Nadie oró. No hay constancia de que ni siquiera Josué oró. Y así cayeron en el truco. Hicieron un tratado con los jibeonitas y los dejaron vivir. Fueron engañados porque no oraron. Confiaban en sus propias mentes. No hay constancia de que el mismo Josué oró. Era un profeta. Dios lo usó para traer a la gente a la tierra. Pero Josué fue engañado. Esto demuestra que incluso los buenos cristianos pueden ser engañados si se olvidan de orar.
¿Qué tiene que ver eso con nosotros? La falta de oración nos ha hecho daño una y otra vez. Dios nos bendice. Lo damos por hecho y pensamos que la bendición vendrá por sí misma. Olvidamos orar. A veces teníamos una avalancha de visitantes. A veces pensaba: “Ahora estamos en los buenos tiempos. El problema está resuelto. Ahora la máquina funcionará por sí misma”. Pero no fue así.
Hace unos años tenía un “toque de avivamiento”. Una y otra vez la gente pensó: “Dios está aquí ahora. Ahora tenemos un avivamiento. Ahora seguirá. No necesitamos orar como lo hicimos. Todo lo que tenemos que hacer es venir a la reunión y ver qué pasa”. Pero la próxima noche Dios no estaba presente. No pasó nada. Olvidamos orar después de que Dios respondió.
¡Esto es una advertencia para ti ahora! Dios nos ha dado el edificio en el Valle de San Gabriel. ¡Oramos por él, y Dios nos lo dio! ¡Gracias a Dios! Pero ten cuidado de no pensar, “Esa parte está hecha. El resto es fácil. El resto sucederá. No tenemos que orar como lo hicimos antes. Claro, oraremos, pero no oraremos con toda la fuerza, de la manera en que oramos antes. “¡Si piensas de esa manera, él resto NO sucederá y no podremos mudarnos! Todo será en vano. ¡Recuerde, tenemos que vender este edificio para obtener el dinero para comprar el nuevo! ¡Tenemos que orar tanto como siempre! Si dices, “¡Estamos comprando el nuevo edificio ahora! ¡Eso es genial!” y olvidas de orar, u orar un poco, entonces la bendición de Dios puede desaparecer. De hecho, Dios puede oponerse a nosotros si lo olvidamos. La biblia dice:
“Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes” (I Pedro 5:5).
¡Aléjate de la falta de oración y ora! Y esto me trae al siguiente punto.
II. Segundo, la virtud del ruego con gratitud y humildad.
¿Qué es lo correcto? La biblia dice:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
Una vez más, la biblia dice:
“Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes” (I Pedro 5:5).
¿Quieres la gracia de Dios? Entonces vuélvete a la oración con la misma actitud de humildad y ruego, incluso con el ayuno, como lo hiciste antes. Pide la siguiente solicitud tal como lo pidió antes. Recuerda, si te vuelves confiado, y no oras tan duro o al tanto, ¡no obtendrás el mismo resultado!
¿Es esto lo correcto? ¡Sí! Muchos hombres piadosos de la biblia oraron con humildad y ruego, después de que Dios les contesto.
Un día Jerusalén estaba rodeada por un enorme ejército de Asiria. Su general le dijo al pueblo que se rindiera. Ese ejército había conquistado muchos otros países. Entonces el general se burló del Dios de Israel. Dijo que Dios no podía salvar la ciudad, porque no era mejor que los dioses falsos de otras naciones.
El rey en Jerusalén fue llamado Ezequías. La biblia dice:
“Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová”
(II Reyes 19:1).
Ezequías se humilló. Se arrancó la ropa y se cubrió de cilicio. Fue al templo a orar. Dios respondió a su oración. Dios destruyó el ejército enemigo y salvó la ciudad.
Ahora escucha atentamente. Cuando esto sucedió, Ezequías tenía 38 años. Había sido rey por 13 años. ¿Fue la primera vez que fue al templo? ¿Fue la primera vez que oró? ¿Fue esta oración algo que hizo una vez en su vida, antes nunca y nunca vez más? ¡No, no! Ezequías era un hombre justo, un hombre convertido. La biblia dice: “Hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (II Reyes 18:3). Ezequías había orado muchas veces antes. Dios le había respondido muchas veces. Su oración en el templo no fue la primera. Esta fue una oración de “regreso”. ¡Regresó al cilicio y a la oración después de que Dios le había contestado en el pasado! Esto era simplemente la forma en que oraba. La oración seria era normal para Ezequías. Era la práctica de su vida.
Cien años después Israel fue llevado cautivo a Babilonia por su pecado. Estuvieron allí durante setenta años, como dijo la biblia. Un niño llamado Daniel fue llevado cautivo con ellos. Dios estaba con él. Se convirtió en un hombre importante en el gobierno. Un día, el rey de Babilonia prohibió a la gente orar a cualquier Dios, sólo al rey mismo. Daniel confió en el verdadero Dios y oró de todos modos, con ruego. No le importaba que la gente lo oyera. La biblia dice:
“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios” (Daniel 6:10, 11).
Daniel oró con acción de gracias y ruego “como lo solía hacer”. Así era como siempre oraba. Tomó Dios en serio. Tomó la oración en serio. Daniel oró ese día a riesgo de su vida. Él supo que podría morir por su oración. Daniel fue arrestado y arrojado a un foso de leones. Pero Dios le salvó la vida.
Después de que Dios le salvó la vida, ¿se olvidó Daniel de orar de nuevo? Oro de una manera mecánica, sólo diciendo palabras, ¿pero no realmente esperando una respuesta? No, la oración seria era parte de la vida de Daniel. Sirvió a Dios en Babilonia hasta que terminaron los setenta años. Entonces Daniel escribió:
“Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”
(Daniel 9:3).
¿Oro Daniel de esta manera sólo una vez en su vida, nunca y después? Claro que no. La oración seria era normal para él. Era parte de su vida.
¡Daniel era un anciano cuando oró esto! Fue capturado cuando era niño, y pasó 70 años en el exilio. Tenía más de 80 años cuando oró esto. Por supuesto que había orado muchas veces durante 70 años, y Dios le había respondido.
Daniel no volvió a la falta de oración. Daniel regresó a la humildad, la oración y el ruego, el ayuno, y el cilicio, y las cenizas! ¡Así oraba cuando necesitaba algo!
Daniel es una imagen del cristiano maduro y adulto. Un cristiano adulto agradece a Dios por su respuesta, y luego continúa en la oración, el ruego y el ayuno. La oración seria es parte de su vida.
¿Qué hay de ti? ¿Te acordarás de orar? ¿Volverás a la oración y al ayuno? Sí, dale gracias a Dios por su respuesta, y entonces regresa a la oración y el ayuno. Todavía queda mucho por hacer: vender este edificio, mudarse al nuevo y luego construir la nueva iglesia. Hay un largo camino por recorrer. Como Dios le dijo a Josué, “queda aún mucha tierra por poseer” (Josué 13:1).
Una vez más, “por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Haz de la verdadera oración una parte de tu vida. Ora como lo hiciste antes. Regresen a Dios con oración y ayuno. Sólo entonces Dios se quedará con nosotros y responderá a nuestras oraciones. ¡Regresen en oración y oren más que nunca! Amén.
Pero algunos de ustedes necesitan confiar en Jesús. Sólo Jesús puede salvarte del juicio. Sólo Jesús puede limpiarte de todo pecado con su sangre, derramado en la cruz. Si quieres hablar con nosotros acerca de confiar en Jesús, venga y párese aquí en el frente mientras cantemos el número 5, “Así como soy”.
Tal como soy, sin ruego que, Tu sangre derramada fue,
Y que Tú estás llamándome, ¡De Dios Cordero a Ti yo voy!
Tal como soy, sin ruego que, Tu sangre derramada fue,
Y que Tú estás llamándome, De Dios cordero a Ti yo voy.
Tal como soy, no espero ya Ninguna mancha a borrar,
Tu sangre sola limpiara, De Dios cordero a Ti yo voy.
(Traducción libre de “Just As I Am”
por Charlotte Elliott, 1789-1871, alterada por el Pastor).
EL BOSQUEJO DE ORACIÓN DESPUÉS DE QUE DIOS RESPONDE por el Dr. Christopher L. Cagan“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). (Lucas 11:8) I. Primero, el pecado de la falta de oración con ingratitud y orgullo, II. Segundo, la virtud del ruego con gratitud y humildad, |