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EL EJÉRCITO DE GEDEÓNUn sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar” (Jueces 7:7). |
La historia de Gedeón y su ejército me emociona cada vez que la leo. Ese es uno de los beneficios de no haber sido criado en un hogar Cristiano. Los niños que crecen en familias Cristianas suelen escuchar estas historias de la Biblia de la manera equivocada. Por lo general se enseñan como cuentos infantiles, como “Mamá Ganso” o “Hans Christian Andersen”. Pero no fueron escritas para los niños. Estas historias fueron dadas en la Biblia como un recordatorio de que hay un Diablo, que hay gente mala en el mundo, que nos encontramos en un conflicto real, ¡en una lucha a vida o muerte entre las fuerzas del mal y las fuerzas de Dios! Esa es la forma en que estas historias deben ser enseñadas – ¡y creo que es un pecado enseñarlas de otra manera! Como yo no vengo de un hogar Cristiano, leí la historia de Gedeón de la manera que debe ser leída – ¡como una lucha a vida o muerte entre el bien y el mal!
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Los Madianitas personificaron todo lo que es oscuro y pecaminoso, y horrible en el mundo. Ellos se movieron por todo el país como una tribu nómada de invasores. Ponían sus tiendas mientras se movían. Eran un pueblo terriblemente salvaje – ¡como un gran ejército de los Ángeles del Infierno, o terroristas Musulmanes enloquecidos! Los Madianitas robaron y violaron y asesinaron entrando a la tierra de Israel. Por su gran número abrumaron al pueblo de Dios. La Biblia dice:
“Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados” (Jueces 6:1-2).
¡Sí, has oído bien! El pueblo de Israel estaba tan aterrorizado por estos Madianitas, que huyeron de sus hogares y vivían en cuevas y cavernas en los montes. El pueblo de Israel pecó y Dios los juzgó mandándoles estos terroristas para matarlos y esclavizarlos. Y los hijos de Israel clamaron a Dios para que los liberara.
Y había un hombre Hebreo llamado Gedeón. Estaba escondido en un lugar donde sacudía el trigo, para que los Madianitas no lo vieran. Un ángel del Señor se le apareció y le dijo: “El Señor es contigo...y salvarás a Israel de la mano de los Madianitas”. Pero Gedeón no creyó al ángel. Limpió el sudor de su frente y dijo: “¿Cómo puedo salvar a Israel? Mi familia es pobre, y yo el menor de ellos”. Dios respondió: “Yo estaré contigo, y derrotaré a los Madianitas”.
Así Gedeón reunió un ejército para luchar contra los Madianitas. Pero Jehová le dijo: “Tienes demasiados hombres”. Si te entrego a los Madianitas, ¡los hombres de Israel van a pensar que ellos mismos se salvaron!” Entonces Dios dijo: “Decid a los que tienen miedo y se estremezcan que se vayan a su casa”. Veintidós mil hombres se fueron. Sólo diez mil hombres quedaron con Gedeón. Tenía treinta y dos mil hombres, pero ahora sólo tenía diez mil. Entonces Dios le dijo a Gedeón que aún había demasiados.
Entonces Dios le dijo que llevara su ejército hacia un rio. Y Dios le dijo que los soldados que tomaran el agua con la mano y la lamieran, como un perro utiliza su lengua, debían ser elegidos, mientras que los que cayeron de rodillas para beber debían ser rechazados. Sólo trescientos hombres (de los diez mil) pasaron esa prueba. La primera prueba fue la prueba de valor. La segunda prueba fue la prueba de estar alerta. Todos estaban muy sedientos. Pero los que metieron la cabeza en el agua fueron rechazados. Y los que lamieron el agua podían mirar a su alrededor y seguir estando alerta. ¡Sólo trescientos hombres estaban alertas y vigilantes lo suficiente para ser elegidos en el ejército de Gedeón!
¡Qué ejército tan extraño era este! Los Madianitas habían tomado todas sus armas y espadas, por lo que los hombres de Gedeón no tenían armas de guerra. Todo lo que les dieron fue una trompeta, un cántaro vacío y una lámpara. ¡Eso fue todo! Trescientos hombres, armados sólo con trompetas, cántaros y lámparas, iban a superar el enorme ejército de Madián, con miles y miles de hombres. Parecía imposible – ¡pero con Dios todo es posible!
Gedeón dividió sus trescientos hombres en tres grupos. Se le dio a cada uno un cántaro, una lámpara y una trompeta. Las lámparas fueron puestas en el interior de los cántaros para que no se viera la luz. Eso lo llevaban en una mano, y las trompetas en la otra mano.
Gedeón puso sus trescientos hombres, en tres grupos diferentes de cien cada uno, alrededor del campamento de los Madianitas. Era muy tarde esa noche. La mayoría de los Madianitas estaban durmiendo en el campamento. Sólo había unos pocos guardias en servicio, y se quedaban dormidos por ratos.
¡De repente Gedeón tocó su trompeta! Todos los otros hombres tocaron las trompetas. Luego rompieron los cántaros en el suelo haciendo gran ruido en cada lado. Y los hombres de Gedeón gritaron: “¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!” Cuando los hombres de Gedeón gritaron, el Señor hizo que los Madianitas se voltearan uno contra el otro con sus espadas. Allí en la oscuridad de la noche, los Madianitas se amotinaron uno contra el otro. ¡Luego huyeron en terror!
Todos los hombres de Israel se levantaron y fueron tras los Madianitas. Se llevaron a dos de los príncipes Madianitas y les cortaron la cabeza, y trajeron a Gedeón las cabezas. Y Gedeón dijo: “Dios ha entregado en vuestras manos a los príncipes de Madián”. ¡Esto dio a Gedeón y los hijos de Israel una gran victoria! Podemos aprender varias lecciones de esto.
I. Primero, vemos la doctrina del remanente.
La doctrina del remanente se encuentra en toda la Biblia. El “remanente” es siempre un pequeño grupo de personas que Dios usa en un mundo oscuro y pecaminoso. En el libro del profeta Isaías leemos:
“Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra” (Isaías 1:9).
La Septuaginta Griega traduce “remanente” en ese verso como “esperma” – un esperma o semilla. “Si Jehová no nos hubiese dejado una semilla”, sólo un pequeño grupo de fieles seguidores de Dios – ¡hubiésemos sido totalmente destruidos, al igual que Sodoma y Gomorra!
También vemos la doctrina de la banda de fieles, el remanente audaz de Dios, en el libro de Romanos:
“Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo” (Romanos 9:27).
El Dr. W. A. Criswell dijo:
Aunque la tierra puede ser juzgada y destruida, aunque la nación pueda ser perdida en la desesperación, aun así, Dios tiene un remanente fiel. Ellos son limpiados y renovados, y se convierten en el fundamento de una nueva sociedad, una nueva cultura, un nuevo gobierno y reino. Esta es la doctrina del remanente (traducción de W. A. Criswell, Ph.D., Isaiah: An Exposition, Zondervan Publishing House, 1977, pp. 33, 34).
El método de Dios a través de las edades es que Su obra se llevará a cabo a través de una pequeña minoría, un remanente de un pueblo fiel.
En Mateo 24:22 leemos: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los elegidos aquellos días serán acortados.” Será el remanente de los elegidos que detiene la destrucción de toda la raza humana.
Hemos visto la doctrina del remanente cuando Gedeón y su pequeño grupo de sólo 300 hombres, de los miles que fueron rechazados, salvaron a Israel de los Madianitas.
En los días del Gran Diluvio, sólo Noé y su familia quedaron a salvo como remanente de Dios. Abraham fue el único remanente de Dios en un tiempo de idolatría universal. En el tiempo de Elías, sólo 7,000 hombres en todo el mundo fueron el remanente de Dios. Cuando los Judíos fueron llevados cautivos a Babilonia, un pequeño remanente regresó a edificar Jerusalén. En Hechos 1:15 un pequeño remanente de sólo 120 discípulos trajo el mensaje de salvación al mundo oscurecido por el pecado.
Y así ha sido a lo largo de la historia. Martin Lutero y algunos de sus seguidores fueron usados por Dios para llevar la luz de la Reforma a la Edad Media de superstición y de opresión. En la hora más oscura de la historia espiritual de Inglaterra, Dios levantó a Whitefield, a Wesley y a un pequeño remanente despreciado de Metodistas para cambiar el curso de la historia y salvar el mundo de habla Inglés. Cuando los híper-calvinistas trataron de detener las misiones en todo el mundo, ¡Dios levantó a nuestro ancestro Bautista William Carey, y un pequeño remanente de sus seguidores, a propagar el Evangelio por todo el mundo pagano!
Y así ha sido en nuestra propia iglesia. ¡Dios conservó un remanente para proclamar el Evangelio aquí en el sur de California y enviar los sermones en 42 idiomas a 221 países del mundo! ¡Un remanente de solo 60 personas salvó nuestra iglesia!
El remanente nunca es una gran masa de personas. Siempre es una pequeña minoría de personas fieles. Tenemos más que suficientes personas aquí esta noche. ¡Tomemos el corazón! Tenemos el remanente aquí. ¡Eres ese remanente! ¡Avancemos hacia una nueva iglesia y un nuevo futuro!
II. Segundo, vemos quienes no son calificados para ser parte del remanente.
El texto dice:
“Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar” (Jueces 7:7).
“Y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar”. Los que no estaban calificados para ser parte del remanente Gedeón los “dejó ir” por orden de Dios. ¿Quiénes eran ellos?
He visto a gente temerosa y cobarde tropezar cuando son llamadas a ser un buen cristiano, o un cristiano en absoluto. Tienen miedo de tener que sacrificar algo. Temen que la iglesia no sea la misma que hace mucho tiempo. Tienen miedo del futuro. Y así se detienen. No pueden ser parte del remanente.
La Parábola de la Gran Cena muestra cómo el miedo impide que la gente se convierta en verdaderos Cristianos. Allí dice: “Y todos a una comenzaron a excusarse” (Lucas 14:18).
El primero fue un hombre que había comprado un pedazo de tierra y dijo que tenía que ir a verla. Es evidente que ya la había visto. ¡Nadie compra un pedazo de tierra sin haberla visto! Lo que en verdad quería era tiempo libre para sí mismo. Ese es el tipo de persona que tiene miedo de que tenga que pasar mucho tiempo en la iglesia. Él quiere todo su tiempo para sí mismo.
El segundo hombre dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses” (Lucas 14:19). Tenía miedo de que si se convertía en un verdadero Cristiano interferiría con su carrera como agricultor. Tal vez le costaría dinero. Ese tipo de persona no puede ser parte del remanente.
El tercer hombre dijo: “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir” (Lucas 14:20). Ese es el tipo de persona que quiere pasar mucho tiempo con su familia y amigos en lugar de ser un buen cristiano. Él es egoísta. Compañerismo es lo más importante en su vida. Él quiere estar con sus amigos en lugar de servir a Jesús. Él toma sus decisiones basadas en lo que hacen sus amigos. Ese tipo de persona no puede ser parte del remanente. De hecho, ese tipo de persona no puede ser salvo, por tal Jesús dijo:
“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 10:37-39).
Es interesante leer “La ley de la guerra”, dada en el capítulo veinte de Deuteronomio. Es el versículo 8, y dice:
“Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán: ¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo” (Deuteronomio 20:8).
Esto también aplica a una iglesia. Personas cobardes, inconversas, egoístas entran a la iglesia. La Biblia dice: “porque algunos hombres han entrado encubiertamente” (Judas 4). Hacen que los demás se asusten y sean egoístas. Hacen que otras personas se desmayen de corazón. Esto causa divisiones en la iglesia. Esas personas no pueden ser parte del remanente.
III. Tercero, vemos quienes son calificados para ser parte del remanente.
El pastor de Dr. Hymers durante muchos años en la iglesia china fue el Dr. Timothy Lin. Él solía decir: “Menos es mejor que más”. ¡Quería decir que es mejor tener menos gente, que están totalmente consagrados a Jesús, que tener más personas que tienen miedo a ser verdaderos discípulos! El Dr. Lin dijo: “¿Cómo podemos esperar la presencia de Dios en una iglesia que está llena de no creyentes?” (traducción de Timothy Lin, Ph.D., The Secret of Church Growth, FCBC, 1992, p. 41).
“Menos es mejor que más”. Ese fue el método de Dios con Gedeón – y ese siempre ha sido el método de Dios. A lo largo de la historia Dios ha obrado siempre Su voluntad a través de un remanente, un pequeño grupo de personas que están totalmente dedicados a Su causa.
La gente del remanente no tiene temor ni miedo. Eres ese remanente. No tienes miedo de probar algo nuevo para hacer que la iglesia viva y crezca. No temes que la iglesia sea diferente de lo que era en el pasado. No huyas para tener un horario fácil. Otros lo hacen, ¡pero tú no! No corres hacia un pastor que no reprende el pecado, y convierte “en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Judas 4). Tu meta más alta es Jesús, no el compañerismo humano. ¡Sigues firmemente en los brazos de Jesús! Tú eres el remanente. ¡Alabado sea el Señor!
Pero hay una más cualidad necesaria para aquellos que quieren ser parte del remanente de Dios. Los que no tienen esta cualidad también son descalificados de ser parte del remanente. Escucha el texto una vez más,
“Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar” (Jueces 7:7).
“Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré”.
Dios primero hizo que Gedeón redujera su ejército enviando 22,000 de ellos, que eran temerosos, a sus casas, dejando sólo 10,000 para hacer frente a los 135,000 Madianitas (cf. Jueces 8:10). Entonces Dios le dijo a Gedeón que despidiera a todo el que “dobló sus rodillas para beber agua” (Jueces 7:6). Sólo trescientos de ellos tomaron el agua en sus manos y la lamieron. Estos hombres bebieron de sus manos, en lugar de poner la cabeza en el agua. Los trescientos tomaron el agua en sus manos para poder estar en estado de alerta, capaz de mirar alrededor por algún peligro inminente. El Dr. Henry M. Morris dijo que la elección de los 300 “fue basada en el estado de alerta, al igual que el primera fue basada en el valor” (traducción de Henry M. Morris, Ph.D., The Defender’s Study Bible, World Publishing, 1995, p. 293; nota sobre Jueces 7:7).
El Dr. J. Vernon McGee dijo:
Dios le dijo a Gedeón que aún tenía demasiados hombres. ¿Cómo fueron separados? Llegaron a un arroyo y [la mayoría] de los hombres se agacharon para beber. Había [trescientos] otros que lamieron el agua [de sus manos] y estaban listos para ir. Estaban ansiosos por llegar al enemigo y hacer el trabajo. Ellos querían liberar y salvar a la nación. Así que ellos fueron los que fueron a la batalla, y los otros fueron enviados a casa (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1981, vol. I, p. 583; nota sobre Deuteronomio 20:8).
Para ser parte del remanente de Dios debes tener estas dos cualidades – (1) debes ser lo suficientemente valiente como para seguir a Jesús como Su discípulo; (2) debes estar alerta a los peligros a tu alrededor, ¡y firme en tu deseo de ver el nombre de Jesús glorificado en la iglesia militante!
Debes estar alerta. La Biblia dice:
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8).
También debes estar firme en tu deseo de ver a Jesús glorificado. La Biblia dice:
“Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor” (I Corintios 15:58).
“Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar” (Jueces 7:7).
¡Alabado sea Dios, eres así! Estás alerta a la importancia de la oración. Rezas aquí todos los miércoles y sábados por la noche. Oras en privado todos los días. Estás alerta a la necesidad de ayunar y ayunas todos los viernes para satisfacer las necesidades de nuestra iglesia. Tú estás alerto a la necesidad de una iglesia en armonía, no de división: una iglesia donde la gente tiene “una misma mente” como lo enseña la Biblia (Hechos 2: 1; I Corintios 1:10). Eres como los hombres de Gideon. Eres fuerte y fuerte. ¡Tú eres el remanente! Y heredarás el futuro. ¡Por la gracia de Dios, construirás una nueva iglesia y un nuevo futuro!
Algunos de ustedes aquí esta noche no han confiado en Jesús. Eres culpable de pecado, especialmente el pecado de tu corazón. Tu pecado te separa de Dios. Jesús puede salvarte de la pena del pecado. Él murió en la cruz para pagar por tu pecado. Él derramó Su Sangre para lavar tu pecado. Se levantó de entre los muertos para darte vida. ¡Él te salvará! Pero debes confiar en él. Si desea hablarnos acerca de ser salvos por Jesús, por favor, siéntese en las primeras dos filas. Amén.
EL BOSQUEJO DE EL EJÉRCITO DE GEDÉON Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar” (Jueces 7:7). (Jueces 6:1-2) I. Primero, vemos la doctrina del remanente, Isaías 1:9; II. Segundo, vemos quienes no son calificados para ser parte del III. Tercero, vemos quienes son calificados para ser parte del |