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PEDRO BAJO CONVICCIÓNUn sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62). |
La noche antes que Jesús fuese crucificado Él llevó a Sus Discípulos a un “gran aposento alto” (Lucas 22:12) donde comieron la cena de la Pascua juntos. Al final de la cena Jesús tomó el pan y una copa e instituyó la Cena del Señor. Jesús entonces les dijo “uno de vosotros me va a entregar” (Mateo 26:21). Entonces Judas “luego salió; y era ya de noche” (Juan 13:30). Pocos minutos después los Discípulos de nuevo discutieron sobre “quién de ellos sería el mayor” (cf. Lucas 9:46). El Dr. McGee dijo: “¿Puedes imaginar eso? A la sombra de la cruz estos hombres estaban peleando por una posición” (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., A través de la Biblia, Thomas Nelson Publishers, 1983, volumen IV, p. 345; nota sobre Lucas 22:24).
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Ellos todavía no entendían que Jesús iba a la Cruz, aunque Él les había dicho cinco veces en el Evangelio de Mateo (16:21; 17:12; 17:22-23; 20:18-19; 20:28). ¡En otras palabras, ellos no creían en el Evangelio! Estoy de acuerdo con el Dr. McGee que los Discípulos no fueron renacidos (regenerados) hasta que ellos encontraron al Jesús resucitado la noche de la Pascua (nota sobre Juan 20:21). (Oprime aquí para ver mis sermones – “El Miedo de los Discípulos”, “Esta Palabra les era Encubierta” y “La Conversión de Pedro”).
Los Discípulos estaban discutiendo sobre quien “sería el mayor”. Entonces Jesús le habló a Simón Pedro:
“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez [convertido], confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces” (Lucas 22:31-34).
Jesús dijo, “Una vez [convertido], confirma a tus hermanos”. ¡Pero Pedro no pensaba que necesitaba ser convertido! ¡Creo que es un error creer que Jesús no estaba hablando sobre la conversión de Pedro! Él no fue convertido hasta que Jesús se le apareció a él y los otros Discípulos, y sopló el Espíritu Santo en ellos la noche que se levantó de entre los muertos (cf. Juan 20:22). Tocante a este evento el Dr. McGee dijo que esto fue cuando “estos hombres fueron regenerados” (A Través de la Biblia, tomo IV, nota sobre Juan 20:22). Creo que tenemos que leer esto con “nuevos ojos” en esta época de “decisionismo”.
Pedro estuvo muy confiado cuando dijo: “Yo estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte”. Estaba seguro de sí mismo, pero negó a Jesús tres veces esa noche. Jesús sabía que Pedro no podía mantenerse firme por Cristo en su estado inconverso. Jesús le dijo: “Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces”. La lección es la siguiente: ¡tú no vas a poder pararte en contra de Satanás sino hasta que seas regenerado y convertido!
Entonces Jesús llevó a los Discípulos del aposento alto a la profunda oscuridad del Huerto de Getsemaní, donde, “estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). Cuando Jesús volvió de su oración solitaria, encontró a los Discípulos dormidos. Mientras estaba hablando con ellos, los guardias del templo, encabezados por Judas el traidor, llegaron al Huerto y detuvieron a Jesús. Se llevaron a Jesús hasta la casa del sumo sacerdote, “Y Pedro le seguía de lejos” (Lucas 22:54). Había un fuego encendido enfrente de la residencia del sumo sacerdote. Pedro se sentó junto al fuego con un grupo de personas. Entonces una joven dijo: “También éste estaba con [Jesús]” (Lucas 22:56). Pedro negó a Cristo diciendo: “Mujer, no lo conozco” (Lucas 22:57). Un poco más tarde, otra persona vio a Pedro y le dijo: “Tú también eres de ellos” – eres uno de los discípulos de Jesús – “Y dijo Pedro: Hombre, no lo soy” (Lucas 22:58). Una hora después, otro hombre dijo: “Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo” (Lucas 22:59). Y Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices” (Lucas 22:60). “Entonces él [Pedro] comenzó a maldecir, y a jurar, diciendo: No conozco al hombre” (Mateo 26:74).
“Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:60-62).
Aquí está el texto: “Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente”. Pedro estaba bajo convicción. Tres lecciones se pueden aprender de esto: primero, la profundidad de la convicción de Pedro, segundo, la causa de su convicción, y tercero, la cura para su convicción.
I. Primero, la profundidad de la convicción de Pedro.
La culpabilidad de Pedro era innegable. No había excusa para Pedro. No había forma de explicarse. No había manera de suavizar su culpabilidad. Él había negado a Cristo tres veces. Jesús fue arrestado y llevado ante el sumo sacerdote. En la multitud, Pedro dijo: “No lo conozco”, “No sé lo que dices”, “No lo soy”. (Véanse Lucas 22:57, 58, 60; Mateo 26:74). No podría haber “explicación”. Era tan claro como claro puede ser. El cuervo del gallo lo trajo todo de vuelta a Pedro. Entonces Jesús lo miró. La culpa de su pecado lo golpeó hasta el hueso. Pedro no hizo excusas. Era un hombre quebrado. Estaba perdido. Estaba arruinado. Estaba deshecho. Estaba al final de sí mismo. Él estaba “acabado”. ¿Te sientes así? Eres un pecador tal como fue Pedro. Mira tu corazón egoísta y pecaminosa. Tu pecado es lo suficientemente malvado y letal para condenar tu alma para siempre. ¿Te sientes perdido, arruinado, deshecho, acabado? ¿O simplemente te sientes en tu silla?
Pedro no se lamentó por sí mismo como tantos hoy. Él no era como Caín, que se quejó: “Grande es mi castigo para ser soportado” (Génesis 4:13). Él no era como muchos niños, que lloran para conseguir que alguien venga y decir, “no, no, no es tan malo”. Eso fue tan malo. Pedro no esperaba consuelo. No recibió ninguno. No merecía nada. La convicción de Pedro era como la del ladrón en la Cruz, quien dijo: “justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos” (Lucas 23:41). Como ese ladrón, Pedro se merecía todo lo que recibió.
La convicción de Pedro no era sólo pensamientos y palabras. Era profundo y completo. Hoy en día la mayoría de las personas tienen una convicción mental ligera si tienen alguna. Dicen: “claro, soy un pecador. He hecho cosas que están mal”. Lo dicen por el deber, pero no sienten nada. No los golpea al corazón. No hace que se rompan y lloren. Y no conduce a la salvación. Pero Pedro “saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62). Él sollozó profundamente y lloró con lágrimas amargas. Era un hombre quebrado. Él era un pecador culpable hasta el final. No había manera de hacerlo más fácil para él. Era simplemente malvado. Aun el llanto no quitaría su pecado, pero lloró de todos modos, porque su culpa era tan profunda. El “lloró amargamente”, no esperando sentirse mejor o recibir algo de alivio, pero sólo porque él fue un pecador culpable.
Mira tu propio pecado. ¿No has quebrantado la ley de Dios? ¿No hay maldad en tu corazón? ¿No has sido egoísta? ¿No has descuidado tu salvación? ¿No has enviado a Jesús por “otro día” una y otra vez?
¿Entonces, sientes, al menos en cierta medida, la convicción que Pedro sintió? ¿O es sólo una cuestión de pensamientos y palabras? ¿Ofreces una excusa o una explicación para hacerla más blanda, incluso en parte? ¿Sientes lástima de ti mismo? ¿Esperas comodidad? Me temo que tu “convicción” es lo que acabo de decir. Si tu “convicción” es cualquiera de esas cosas, no es lo que Pedro tenía. ¡Y no te dirigirá a la salvación!
II. Segundo, la causa de la convicción de Pedro.
Aquí vemos a Pedro bajo la convicción de pecado. El Dr. A. T. Robertson dijo: “Él se echó a llorar. ‘Amargamente’ es una expresión común para las lágrimas en todos los idiomas y en todos los corazones” (traducción de A. T. Robertson, Litt. D., Word Pictures in the New Testament, Broadman Press, 1930, volumen II, p. 276; nota sobre Lucas 22:62).
El Dr. R. C. H. Lenski dijo: “Mateo y Lucas [describen] el arrepentimiento de [Pedro] con dos palabras [eklause pikrōs], el verbo denota fuerte llanto en voz alta: ‘él lloró amargamente’. El adverbio se refiere, no al llanto físico, sino a la amargura y al arrepentimiento que está detrás de él. Arrepentimiento incluye la realización de que hemos pecado y dolor consecuente genuino por nuestro pecado” (traducción de R. C. H. Lenski, Ph.D., The Interpretation of St. Luke’s Gospel, Augsburg Publishing House, edición de 1961, p. 1091; nota sobre Lucas 22:62).
“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).
Esta es tristeza que es según Dios,
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” (II Corintios 7:10).
¿De dónde Pedro consiguió esta convicción? Fue dado a Pedro por el Espíritu de Dios. Como Jesús dijo:
“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado” (Juan 16:8).
Hablando de la convicción de pecado en general, Iain H. Murray dijo:
El Espíritu Santo viene para convencer de pecado. Es absolutamente necesario que el hombre sea convencido del pecado. . . El [Espíritu Santo] viene a propósito para convencer de pecado, para que los hombres sientan que son culpables, culpables en gran medida – tan culpables que son perdidos, arruinados y deshechos. Él viene a hacer que el pecado sea visto como pecado, y para dejarnos ver las terribles consecuencias [del pecado]. Él viene a herir para que ningún bálsamo humano pueda curar; a matar para que ningún poder terrenal pueda hacernos vivir. . . Hay un trabajo del Espíritu Santo que te debilita, que debemos experimentar, o nunca sabremos de su poder vivificador y su restauración. Este debilitamiento es una experiencia necesaria, y ahora se tiene que insistir mucho en ella. Hoy tenemos muchos que son levantados y que nunca fueron derribados; muchos que están llenos que nunca fueron vaciados; muchos exaltados que nunca fueron humillados; yo más fervientemente te recuerdo que el Espíritu Santo debe convencerte [a ti] de pecado, o [tú] no podrás ser salvo. Este trabajo [de convicción] es muy necesario, porque sin él no hay hombres para recibir el Evangelio de la Gracia de Dios. . . Hay una necesidad urgente hoy para la recuperación de la verdad acerca de la conversión. Una amplia controversia sobre este tema sería un viento saludable para soplar un millar de cosas menos importantes. Un temor renovado de Dios pondría fin a mucho pensamiento mundano. . . (traducción de Iain H. Murray, The Old Evangelicalism, The Banner of Truth Trust, edición de 2005, pp. 66-67).
Haga clic aquí para leer el sermón de Dr. Hymers, “La Obra Secante Del Espíritu”.
“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).
Yo creo que fue aquí cuando Pedro vino bajo la antigua evangélica convicción de pecado. Sí, sé que antes Pedro había dicho a Jesús: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8). Pero una cosa es pensar que eres pecador, ¡y es una cosa totalmente diferente sentir el terrible peso de tu pecado ante el rostro de un Dios santo! Estoy convencido de que Pedro no tuvo convicción completa sino hasta este momento.
“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).
No toda persona llora lágrimas físicas cuando es convertida. Sin embargo, Lutero, y Bunyan, y Whitefield y Wesley, y muchos miles de personas en tiempos de avivamiento han llorado físicamente lágrimas de amargura. Y creo que una de las grandes cosas que hay en el evangelismo de hoy es la falta de cualquier lágrima, y la falta de “tristeza que es según Dios [que] produce arrepentimiento para salvación” (II Corintios 7:10).
“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).
Alguien dijo: “yo sé que soy un pecador”. ¡Ah, “saber” eso es una cosa! ¿Pero sientes tu pecado? ¿Te pesa y te “debilita”, como dijo Iain Murray? ¿Estás convicto de tu pecado en tu corazón? ¿Estás trabajado y cargado bajo el peso de la convicción de pecado? ¿Puedes por lo menos sentir tristeza en tu corazón, como Pedro, cuando piensas en tu pecado? ¿Has llorado lágrimas amargas como lo hizo Pedro?
“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).
La causa de la condena de Pedro fue el Espíritu de Dios.
III. Tercero, la cura para la convicción de Pedro.
Pedro permaneció en un estado de convicción por tres días. Él tenía miedo, no creía y padeció gran agitación de alma el Viernes, el Sábado y casi todo el Domingo (por cálculo Romano). El Domingo de Pascua:
“Pedro. . . corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido” (Lucas 24:12).
Pedro todavía estaba “preguntándose”; todavía no entendía o creía el Evangelio completamente.
Creo que fue cuando el Cristo resucitado le apareció a los once Discípulos y dijo, “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22), que Pedro fue finalmente renacido y convertido. El Dr. McGee dio este comentario sobre Juan 20:22:
Yo en lo personal creo que en el momento en que nuestro Señor sopló en ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”, que estos hombres fueron regenerados [renacidos]. Antes de eso, no había morado en ellos es Espíritu de Dios (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., ibid., p. 498; nota sobre Juan 20:22).
Igual que el Dr. McGee, yo creo que Pedro nació de nuevo el Domingo de Pascua por la tarde cuando Jesús le apareció a él y a los otros. Fue entonces que Jesús Mismo curó la convicción de pecado de Pedro.
¿Sientes el peso de tu pecado? ¿La convicción del pecado te ha abrumado y agobiado? ¿Deseas que tu pecado sea limpiado por la preciosa Sangre de Cristo?
La segunda estrofa de la canción de Dr. John R. Rice: “Jesús, Sólo Jesús” ¡podría haber sido escrita por Pedro!
En vano estaba obrando, Ningún alivio hallando,
Más Dios siguió llamando, Que yo a Jesús viniera,
Mis culpas perdonadas, Y desencadenadas,
Mi corazón lo he dado, Sólo a Jesús, a Él sólo.
(Traducción libre de “Jesus, Only Jesus” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
Si te sientes triste y convicto de tu corazón pecaminoso, y tu naturaleza pecaminosa, la única cura es Jesús. Como dijo el Dr. Rice, “deja [tus] pecados sobre Jesús”. Si desea hablar conmigo acerca de confiar en Jesús, por favor, siéntese en las primeras dos filas. Amén.
CUANDO LE ESCRIBAS A DR. HYMERS DEBES DECIRLE DE QUE PAÍS LE ESTÁS ESCRIBIENDO O ÉL NO PODRÁ CONTESTAR TU CORREO. Si estos sermones te bendicen por favor envía un correo electrónico a Dr. Hymers y díselo pero siempre incluye de qué país estás escribiendo. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net (oprime aquí). Puedes escribirle a Dr. Hymers en cualquier idioma, pero escribe en Inglés si es posible. Si deseas escribirle a Dr. Hymers por correo postal, su dirección es P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Puedes llamarle por teléfono al (818) 352-0452.
(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Jack Ngann:
“Jesus, Only Jesus” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
EL BOSQUEJO DE PEDRO BAJO CONVICCIÓN Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62). (Lucas 22:12; Mateo 26:21; Juan 13:30; Lucas 9:46; I. Primero, la profundidad de la convicción de Pedro, II. Segundo, la causa de la convicción de Pedro, II Corintios 7:10; III. Tercero, la cura para la convicción de Pedro, Lucas 24:12, 34; |