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¡EL CIEGO FUI YO!por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado” (Proverbios 29:18). |
Dr. W. A. Criswell dijo, “La palabra Hebrea traducida profecía [vision] habla de la revelación de la voluntad de Dios a través de sus mensajeros” (Criswell Study Bible, nota sobre Proverbios 29:18). La palabra Hebrea traducida “desenfrena” [perece], de acuerdo a Dr. Criswell, tiene la idea de “deshacerse de restricción” (ibíd.).
Las visiones en la Biblia fueron una de las maneras que Dios usó para guiar a Su pueblo. La palabra traducida “profecía” [visión] es una forma de “chazon,” que significa “vidente.” Las visiones por usual vinieron en forma de sueños, pero a veces vinieron cuando los profetas estaban en un estado parcial de dormir, en meditación (ver a Criswell sobre Daniel 4:5).
Yo dejé la iglesia Caucásica (la Primera Iglesia Bautista de Huntington Park, California) cuando Dios me dijo que me hiciera misionero. Sin saber adónde me llevaría esto, me uní a la Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles, donde aprendí el trabajo de estudiante de colegio mientras trabajaba de día cuarenta horas a la semana en un trabajo secular. Al terminar la universidad, circunstancias providenciales me guiaron a estudiar en un seminario liberal Sureño Bautista, ya que no tenía suficiente dinero para ir a uno más conservador.
También, la providencia me previno de ir al campo misionero extranjero, enviado ya sea de la Convención Sureña Bautista, o de mi iglesia, la Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles. Mientras en esta condición yo tuve una “visión” completa. Tarde una noche yo me desperté por una voz citando Efesios 1:6, “aceptos en el amado.” Dios parecía que me decía, “Nadie más te acepta, pero tú eres aceptado en Cristo.”
Con lágrimas corriendo por mis mejillas, tropezándome salí de mi cuarto de dormitorio a la colina al lado del seminario. Yo no puse esta experiencia en escrito hasta el año pasado, cuando lo escribí en mi autobiografía. Yo sabía que algunos de mis enemigos usarían esta historia para tildarme de ser un fanático, así que hablé de eso a veces, pero nunca lo escribí hasta ahora. Aquí está lo que yo escribí en mi autobiografía, Against All Fears. Para leer el fondo completo de este evento, por favor lee el capítulo 4 de mi autobiografía (pg. 70-84, en Inglés solamente). Aquí está lo que escribí allí:
Yo me sentí así ahora, lejos del hogar, en el seminario liberal, “errante y extranjero en la tierra” (Génesis 4:14). Era la medianoche. Yo había estado despierto por días, pero empecé a dormirme por unos minutos. Me desperté de sobresalto. Una voz interior dijo, “aceptos en el amado.” “¿Qué?” Yo dije en voz alta. Limpiando el sueño de mis ojos, yo abrí una concordancia y busqué la palabra “aceptado.” Allí estaba, en Efesios 1:6, “nos hizo aceptos en le amado.” Aunque nadie me aceptaba, Jesús sí lo hacía.
”El dormitorio estaba silencio. Ni un sonido. Yo salí a la noche. Mientras me pare en una colina al lado del seminario yo podía ver las luces de San Francisco en la distancia a través del agua de la bahía. El viento azotaba del océano y me congelaba hasta los huesos. Azotando, azotando, azotando-el viento soplaba por mi cabello y atravesaba mi ropa, casi como si hubiera estado parado en esa colina desnudo en el frío. Y en el viento Dios me dijo a mí, “Tú nunca te olvidarás de esta noche. Ahora tú predicarás solo para complacerme. Muchos años después pensarás de esta noche, y te acordarás que te dije que tu obra principal solo empezará cuando seas anciano. Ahora hablarás solo para mí. Ahora aprenderás a no temer. Yo estaré contigo. Tú eres aceptado en el amado.”
No fue una voz audible. Pero las palabras fueron claras dentro de mí. Solo alguien que ha tenido una experiencia similar comprenderá. Mi amigo Moishe Rosen lo llamó una “voz que no fue exactamente una voz” (ibíd., p. 264). La Biblia lo llama “un silbo apacible y delicado” (I Reyes 19:12). ¿Fue ese mi llamado a predicar? Al principio parecía más como una profecía que una llamada. La única “llamada” yo pensé que tuve fue saber que si yo no hablaba, no iba a ser dicho; y era desesperadamente necesario que se dijera-y otros tenían temor de decirlo, así que si yo no lo decía, nadie lo haría, o al menos no lo harían muy bien.
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (Jeremias 20:9).
Ahora sé que ese fue mi llamado a predicar. Antes de eso yo era un voluntario. ¡Ahora yo era un predicador llamado por Dios! Yo creo que cada predicador sin temor tiene que pasar por una crisis como esta antes que Dios pueda confiarle a hablar la verdad. No hubieron luces intermitentes, ni truenos, ni emoción-solo esto, “que si yo no hablaba, no iba a ser dicho; y era desesperadamente necesario que se dijera-y otros tenían temor de decirlo, así que si yo no lo decía, nadie lo haría, o al menos no lo harían muy bien.” Yo fui compungido a predicar. Ya no había otra alternativa. Me regresé a la cama con esos pensamientos estampados en mi mente para siempre. Dr. A. W. Tozer dijo,
“Él contradecirá, denunciará y protestará en el nombre de Dios y ganará el odio y oposición de un gran sector del mundo Cristiano…pero él no temerá nada quien respira con aliento mortal” (“The Gift of Prophetic Insight” por Dr. A. W. Tozer).
Talvez es por eso que Dr. Bob Jones III dijo que soy “como un profeta del Antiguo Testamento en manera y espíritu…” Pero debe recordarse que los profetas por usual lloraban, como lo hizo Dr. Tozer y Dr. John R. Rice.
Por favor comprende que yo no me considero ser un profeta. Yo soy solo un predicador Bautista, a quien Dios le habló y dijo, “Muchos años después pensarás de esta noche, y te acordarás que te dije que tu obra principal solo empezará cuando seas anciano…Ahora aprenderás a no temer. Yo estaré contigo. Tú eres aceptado en el amado.”
No hubieron luces intermitentes, ni truenos, ni emoción-solo esto, “que si yo no hablaba, no iba a ser dicho; y era desesperadamente necesario que se dijera-y otros tenían temor de decirlo, así que si yo no lo decía, nadie lo haría, o al menos no lo harían muy bien.” Me regresé a la cama con esos pensamientos estampados en mi mente para siempre.
Yo no me considero un pentecostés o Carismático. Yo no tengo mensajes diarios de Dios. La cosa principal que yo recuerdo de ese encuentro con Dios es esto – “Te acordarás que te dije que tu obra principal solo empezará cuando seas anciano.” Me he sentido como Amós cuando él dijo, “No soy profeta, ni soy hijo de profeta…Y Jehová me tomó… y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo…” (Amós 7:14-15).
Yo no tenia idea de qué hacer después. Dios me había dicho que yo no empezaría mi “obra principal [hasta que yo fuera] anciano.” Así que yo he tropezado por los siguientes cuarenta y trés años sin un claro entendimiento de qué hacer después.
Así que yo tomé le plan básico que había aprendido con la “Gente Jesús” del norte, cerca de San Francisco, y traté de comenzar muchas “casas de iglesia” en el área de Los Ángeles. Estas “casas de iglesia” por fin fracasaron. Esto continuó por más de cuarenta años hasta ahora.
Yo cumpliré 78 años en unas semanas. Ahora, finalmente, mientras me acerco a los 80, Dios me ha dado una nueva visión – en vez de crear más “casas de iglesia” yo soy llamado a crear una fuerte iglesia Bautista en Los Ángeles, fuerte lo suficiente para apoyar un ministerio internacional a pastores indígenos en el mundo en desarrollo. Estos hombres ya están en el campo misionero. Ellos ya conocen las lenguas de su pueblo. Pero ellos no han tenido entrenamiento de seminario. Ellos no saben cómo hacer evangelismo efectivo. Ellos no saben cómo preparar sermons evangelísticos. Lo que ellos han aprendido de los Americanos es una forma descuidada de carismatismo. Por casi veinte años yo consigo que mis sermones sean traducidos en sus lenguajes. Los sermones ahora salen en más de cuarenta lenguas, a 211 naciones. Los correos electrónicos que recibo cada día de estos pastores nacionales muestran que ellos están hambrientos por sermones y estudios Bíblicos sólidos
Pero este trabajo cuesta mucho. Nosotros tenemos que pagar a los traductores para que hagan este trabajo para nosotros. Esto ahora cuesta más de siete mil dólares al mes. Yo he tratado de reclutar a otros evangélicos para que nos ayuden. Pero ellos no han respondido bien.
Ahora, al fin, yo veo que nosotros tenemos que hacer este trabajo, y pagar por este trabajo, ¡nosotros mismos! ¡Eso requiere una nueva visión! Esta nueva visión me llegó a mí cuando yo prediqué un sermón sobre Marcos 8:22-26. Al principio el hombre ciego vio a la gente no claramente, “como árboles que andan.” Jesús entonces puso Sus manos sobre los ojos del hombre otra vez, “y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.” Al principio, yo le prediqué esto en un sermón evangelístico a los perdidos. ¡¡¡Al final yo vi que el hombre ciego fui yo mismo!!! ¡Dios no revelaría Su plan mediante otra epifanía, sino gradualmente, con el tiempo!
Queridos hermanos y hermanas, por favor perdónenme por ser lento para aprender. El plan de la “casa de iglesia” no trabajó. Pero yo no les preparé bien para esta nueva visión. Por favor perdónenme, y por favor quédense conmigo en esta nueva visión.
La “nueva” vision es una extension de la “vieja” vision. Pero en vez de crear “casas de iglesia” – en vez creamos, por la gracia de Dios, una fuerte iglesia Bautista aquí en Los Ángeles, fuerte lo suficiente para que pueda decir de nosotros el Señor Jesucristo,
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder…Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14, 16).
¡Eso es lo que necesitamos! ¡¡¡Una iglesia local fuerte en Los Ángeles. Para enviar ayudas a predicadores nacionales fieles en las junglas, en tierras Musulmanas, en China, y África, e India – a la orilla misma del Infierno!!! ¡Envíales la luz para que ellos prediquen en nuestro lugar, y trabajen como soldados para hacer a los misioneros más fuertes para nuestro Dios y para Su Cristo!
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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por Sr. Jack Ngann:
“Open My Eyes, That I May See” (por Clara H. Scott, 1841-1897).