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¡UNA ADVERTENCIA DE AÑO NUEVO – Y UNA PROMESA!por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12). |
Durante su ministerio temprano en Londres, C. H. Spurgeon al final de cada año recibía un sobre con un papel adentro. En dicho papel había un verso de la Escritura que usaría como el texto de su sermón de Año Nuevo. Estos textos eran escogidos para Spurgeon, el joven, exitoso predicador Bautista, por un ministro anciano en la Iglesia de Inglaterra. Este anciano ministro Anglicano pastoreaba una iglesia de una pequeña villa, pero Spurgeon lo admiraba mucho, y por varios años seguidos el gran predicador Bautista dio su sermón de Año Nuevo del verso que el venerable ministro de otra denominación había escogido en oración para él, en el Año Nuevo. Él no decía el nombre del ministro, pero Spurgeon siempre mencionaba que este anciano sacerdote Anglicano había seleccionado el texto del cual predicaría ese Año Nuevo.
El 3 de Enero de 1864, Spurgeon predicó una vez más sobre un verso que le fue dado por aquel anciano ministro. El texto dado para el Año Nuevo en 1864 fue:
“Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
Les estoy dando una versión editada, simplificada del sermón de Spurgeon. En el primer punto incluiré dos terribles ejemplos de negar a Cristo, dados por Spurgeon mismo, de su sermón, “Sufriendo y Reinando Con Jesús” (traducción literal de C. H. Spurgeon, “Suffering and Reigning with Jesús,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, impresión de 1991, tomo X, paginas 1-12). Yo he expandido un poco el punto dos para destacar varios ejemplos de Cristianos que han sufrido por su fe en tiempos modernos.
“Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
I. Primero, negando a Jesús, y su pena.
Escucha mientras leo el texto en voz alta, II Timoteo 2:12.
“Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
Un terrible “si” sin embargo un “si” que se puede aplicar a algunos de ustedes. Señor, “¿Seré yo?” podrá decir, sentado aquí esta tarde, tal como Judas en la Última Cena, cuando el que traicionaría a Cristo hizo esa pregunta. Y si como Pedro dices: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” – tú quizá serás el más presto a hacerlo.
Algunos niegan a Cristo amargamente. Como incrédulos lo pueden mofar abiertamente. Otros lo niegan al unirse a iglesias falsas, a religiones que niegan Su deidad completa de Dios-hombre, y otras que lo niegan al decir que Él es un espíritu, no un hombre resucitado de carne y hueso, ascendido a la diestra de Dios.
Otros lo niegan por quedarse callados. Cuando están con los incrédulos tienen temor de dar gracias a Dios por la comida antes de comer, por temor de que no les agrade a sus familiares y amistades incrédulas. Algunos van aún más lejos, y reniegan del todo del Cristo que anteriormente profesaban confiar.
¿Describe esto a algunos de ustedes? Si es así, no te enojes conmigo, sino que escucha la palabra del Señor. Sabe esto – que no perecerás, aun si has negado a Cristo, si vienes ahora al Salvador y eres verdaderamente convertido, corazón y alma. Pero si continúas negando a Cristo, ese terrible verso vendrá a perseguirte,
“Él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
Spurgeon contó de la muerte de Francis Spira. Respetado como reformador, Spira sabía la verdad. Pero cuando la Iglesia Católica lo amenazó con la muerte él se echó atrás. Por temor él abandonó sus creencias Protestantes. Poco tiempo después se llenó de desesperación, y padeció un Infierno mental y espiritual en la tierra. ¡Sus chillidos eran tan horribles que su descripción no debe ser escrita! Su condenación fue una advertencia a la era en que él vivió.
El predecesor de Spurgeon, un antiguo pastor de su iglesia, llamado Benjamin Keach, contó de un predicador que hablaba claramente sobre sus creencias Puritanas, pero después, durante una persecución Católica, él negó su fe. Las escenas de su lecho de muerte fueron horribles. Él dijo que aunque buscaba a Dios, el Señor estaba contra él. Él fue entregado a una terrible desesperación. A veces maldecía. Otras veces oraba. Pero murió sin esperanza. Si negamos a Cristo, nosotros mismos podremos ser entregados a tal terrible destino.
Es mejor que perdamos cualquier cosa que perder a Cristo. Es mejor que perdamos cualquier otra cosa que perder nuestras almas. Seamos como aquellos jóvenes en Irán, en Pakistán, en Indonesia, en India, en China, en Vietnam y en Colombia quienes, por su sufrimiento, son capacitados para decir con el Apóstol Pablo,
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8).
¡Que ese sea nuestro lema! ¡Que esa sea nuestra meta! ¡Que sea eso por lo que nos esforcemos el año que viene! Porque,
“Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12).
Un día algunos de ustedes estarán de pie ante el Gran Trono Blanco. Cristo os dirá: “No os conozco.” Fuiste tentado por amigos a quedarte como estabas, en una condición inconversa. Negaste a Cristo por temor de lo que te costaría, o lo que sufrirías. Implorarás al Señor a que te deje entrar al Cielo en ese día. Pero el Señor te dirá,
“Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23).
“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46).
Si esperas evitar el terrible calabozo del Infierno, que quema con fuego y azufre, te ruego que clames a Jesús, “Señor, sálvame. ¡Señor, acógeme, guárdame, guárdame, guárdame! Ayúdame a sufrir contigo, pero no dejes que te niegue, para que no me niegues en aquel día terrible del juicio”. Que ese sea el clamor de tu corazón a Jesús esta mañana. Ven a Él y se lavado, limpiado por Su preciosa Sangre, derramada en la Cruz para limpiarte de pecado. ¡Que vengas a Cristo y seas salvo por Él, convertido, eternamente seguro en Su gracia salvadora!
II. Segundo, sufriendo con Jesús, y su recompensa.
El sufrimiento es el estado común de toda la gente. No es posible escaparse de ello. Llegamos al mundo sufriendo al nacer, y nos vamos del mundo sufriendo al morir. Como lo puso Job,
“El hombre nacido de mujer, Corto de días, y hastiado de sin sabores” (Job 14:1).
Nadie se puede escapar de los dolores y pruebas de la vida. De nuevo, leemos en el libro de Job,
“Como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción” (Job 5:7).
Ya que el sufrimiento es el destino común de toda la gente, en un mundo arruinado por el pecado, no significa necesariamente que serás recompensado por ello. Talvez pases por gran dolor en esta vida, pero eso no te salvará de la ira venidera. Talvez pases gran sufrimiento y aun estés perdido, porque:
“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Así que ninguna cantidad de sufrimiento en la tierra podrá ayudar a la persona inconversa a entrar al Cielo.
El sufrimiento no es algo que solamente los Cristianos experimentan. Tampoco quiere decir que el sufrimiento traiga recompensa. El texto muestra claramente que debemos sufrir con Él para reinar con Él. El sufrimiento que resulta en reinar con Jesús, tiene que ser sufrimiento con el Señor Jesucristo.
No debes pensar que estás sufriendo con Cristo si no estás “en” Cristo. Si no has venido a Cristo, tus sufrimientos en la tierra son solamente una muestra del sufrimiento eterno que experimentarás en el Infierno. Solamente cuando un hombre está “en” el Salvador por la conversión puede decir que su sufrimiento es en compañerismo con Cristo. ¿Estás en Cristo por una fe viviente en Él? ¿Estás confiando en Cristo solamente? Si no, cualquier problema o miseria que pases en la tierra, no tienes esperanza de reinar con Jesús en Su reino.
De nuevo, no debemos pensar que estamos sufriendo con Cristo si nos vienen problemas como resultado del pecado. Cuando Miriam habló mal de Moisés, y la lepra cubrió su cuerpo, ella no estaba sufriendo por Dios. Cuando Usías entró ilegalmente al templo, y se hizo leproso por el resto de su vida, no pudo decir que estaba sufriendo por causa de la justicia. Si deliberadamente pones tu mano en el fuego, y se quema, es la naturaleza del fuego quemarte. ¡Pero no seas necio jactándote de ser mártir! Si haces lo malo y sufres por ello, ¿qué recompensa tendrás? La veracidad y la honestidad deben detenernos de decir que estamos sufriendo por ser Cristianos, cuando en realidad sufrimos como resultado del pecado.
Debemos tener el espíritu de Cristo en nosotros o nuestro sufrimiento no es aceptable. Debemos seguir el ejemplo de Cristo y sufrir el reproche por la causa de Cristo. Solamente entonces hemos verdaderamente sufrido con Cristo.
Ahora pensemos en algunas de las maneras en que los buenos Cristianos sufren con Jesús hoy. Están aquellos que sufren financieramente, por amor y obediencia a Cristo. Hay personas en nuestra iglesia que sufren la pérdida de miles de dólares cada año porque aman a Cristo demasiado para trabajar en el Día del Señor. Hemos conocidos Cristianos que han perdido sus empleos simplemente porque sus patrones tuvieron prejuicios contra ellos ¡por ser buenos Cristianos! ¡Hemos conocido estudiantes en la escuela secundaria y en la universidad cuyas calificaciones fueron reducidas por maestros que los despreciaban por su fe en Cristo! ¡Ese es el sufrimiento mencionado en nuestro texto!
“Si sufrimos, también reinaremos con él…” (II Timoteo 2:12).
Mas a menudo, este sufrimiento toma la forma de desdén, desprecio y burla. Algunos ven que otras personas en sus empleos los desprecian, murmuran diciendo que son idiotas, necios engañados, porque creen en el Hijo de Dios. Hay un aguijón doloroso en particular, que causa sufrimiento a buenos Cristianos jóvenes, cuando amigos en la escuela los evitan, y hablan mal tras sus espaldas, diciendo que son “raros” porque se paran por Jesucristo. Aun en la casa, los verdaderos Cristianos no pueden escaparse de las palabras de padres no Cristianos que son Budistas, o miembros de otras religiones no Cristianas. Sus propios hermanos y hermanas los pueden llamar necios porque aman al Salvador. Esto también es el sufrimiento mencionado en nuestro texto,
“Si sufrimos, también reinaremos con él…” (II Timoteo 2:12).
En tiempos como estos, tan llenos de prejuicio y odio hacia Jesús y Sus verdaderos seguidores, es cosa sabia recordar las palabras del Salvador,
“Los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (Mateo 10:36-38).
¿Por qué los incrédulos odian tanto a los Cristianos? Jesús dio la respuesta cuando dijo,
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19).
En estos días falsos y malvados de “decisionismo,” en muchas maneras parecido a la “Edad de las Tinieblas” de la Cristiandad, muchos pastores fieles deben padecer amargos ataques por ser fieles a la Biblia, y a nuestra herencia Bautista, ¡por rehusar bautizar a aquellos que no tienen un claro testimonio de lo que Cristo ha hecho para salvarlos! Este también es el sufrimiento mencionado en nuestro texto,
“Si sufrimos, también reinaremos con él…” (II Timoteo 2:12).
Uno no puede dejar de pensar en nuestro texto al leer la revista La Voz de los Mártires [The Voice of the Martyrs], la cual leo cada vez que la recibo en el correo. En la edición de Diciembre de 2006, habla de un predicador Iraní sentenciado a prisión en Teherán por predicar el evangelio (ibid., p. 3).
También habla de una mujer en Pakistán que se casó con un hombre que era Cristiano nominal. Él después se convirtió al Islam porque los Musulmanes pueden tomar dos esposas. Cuando su primera esposa, una mujer Cristiana, rehusó convertirse al Islam, este Musulmán la apaleó con garrotes, “aplastando sus manos bajo postes de cama.” Luego cuando ella quiso asistir a la iglesia, la apaleó y la encerró en un cuarto. En ese cuarto ella oraba, “Jesús, tú padeciste gran dolor por nosotros. Mi dolor no es nada. Dame valor. Jamás te dejaré” (ibid., página 4).
La misma revista habla de una chica Cristiana de 15 años en Indonesia que fue macheteada en la cara y en la nuca. Ella quedó desfigurada para el resto de su vida porque creía en Cristo (ibid., p. 6). La Voz de los Mártires dijo,
Los niños [en Indonesia] saben que los estudiantes Cristianos son presas de extremistas Islámicos, pero ellos no se esconden en temor. [Ellos] testifican por Cristo dentro y fuera de la prisión (ibid., p. 7).
En India, un pastor fue casi asesinado cuando militantes Hindúes lo atacaron cuando predicaba sobre la resurrección de Cristo el Domingo de Pascua. Una fotografía en la revista muestra su cuerpo destazado vendado (ibid., p. 8).
En China, la revista La Voz de los Mártires [The Voice of the Martyrs] habla del Hermano Liu, que ha sido arrestado por predicar el evangelio tantas veces que ya perdió la cuenta. Él dijo, “El Señor nos dijo que es una cuesta dura seguir Su senda. Es una senda donde uno tiene que tomar su cruz para seguirlo.” Durante una paliza, sus orejas fueron golpeadas con un palo eléctrico. Sus lesiones le causaron dolor y sufrimiento por seis meses. Él dijo, “Yo experimenté muchas de estas cosas también, pero...la más preciosa que he aprendido es que el Señor sufrió más que nosotros. Mi familia no se ha ido en medio de nuestro sufrimiento. En vez, estamos más valientes en seguir al Señor. Ahora mis hijos están en el ministerio...siguiéndole hasta el fin” (ibid., p. 11).
De Vietnam, la revista muestra fotografías de tres Cristianos, dos hombres y una mujer, sus rostros literalmente reducidos a pulpa por evangelizar en la provincia Than Hoa. Fueron golpeados en la cara por testificar por Cristo. Una campaña brutal en contra de los Cristianos empezó a incrementarse. Esta fue la segunda vez que estos tres Cristianos fueron golpeados por los Comunistas ese año. ¡Pero nada los detiene! ¡Al fortalecerse regresan a las calles, haciendo evangelismo! (ibid., p. 13). Tristemente, aun en los Estados Unidos, aquellos que testifican por Cristo hoy a veces son perseguidos.
En Colombia, la revista La Voz de los Mártires [The Voice of the Martyrs] dice de una joven de quince años. Su padre le dijo que fuese como la mujer de Proverbios 31. Luego él se fue a trabajar. Él era pastor de una iglesia, así que los guerrilleros Comunistas lo llevaron a un puente y lo mataron por su fe en Cristo. Pronto después, los Comunistas regresaron a la villa de esa jovencita. Entonces todas las iglesias allí fueron cerradas. Quince Cristianos se escondían en una casa para leer la Biblia y orar juntos, entre ellos esta joven de 15 años, Jacquelynne. Ella dijo, “Si ves situaciones difíciles, debes seguir adelante y no dejar a Dios por ningún motivo” (ibid., p. 14). Para leer más historias de Cristianos que sufren alrededor del mundo, ve en tu computadora a www.persecution.com. Gente como esta es de la que nuestro texto habla,
“Si sufrimos, también reinaremos con él…” (II Timoteo 2:12).
Estas personas reinarán con Cristo en Su Reino.
Si tú has sufrido por ser fiel a Cristo, recuerda el sufrimiento y la fidelidad de Cristianos en otras tierras. Y recuerda que la Biblia le dice a ellos, y a ti,
“Si sufrimos, también reinaremos con él…” (II Timoteo 2:12).
Amén.
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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado por el Sr. Jack Ngann Antes del Sermón:
“Jesus, I My Cross Have Taken” (por Henry M. Lyte, 1793-1847).
EL BOSQUEJO DE ¡UNA ADVERTENCIA DE AÑO NUEVO – Y UNA PROMESA! por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (II Timoteo 2:12). I. Primero, negando a Jesús, y su pena, II Timoteo 2:12b; II. Segundo, sufriendo con Jesús, y su recompensa, II Timoteo 2:12a; |