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EL SUDOR ENSANGRENTADO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del día del Señor, 18 de Febrero del 2018

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).


Este mensaje está basado en dos grandes sermones de C. H. Spurgeon, “La Agonía en el Huerto” (Octubre 18, 1874) y “Getsemaní” (Febrero 8, 1863). Te daré una sinopsis de estas dos obras maestras de homilías por el Príncipe de los Predicadores. Nada aquí es original. Yo he simplificado estos sermones para los hombres modernos que tienen una mente menos literaria. Estos pensamientos han sido sacados de los sermones del gran predicador, y yo te los presento con la esperanza de que la descripción de Spurgeon de Jesús en el Huerto de Getsemaní capte tu alma y cambie tu destino eterno.

Jesús comió la cena de Pascua y celebró la Santa Cena del Señor con Sus Discípulos, Jesús salió con ellos al Huerto de Getsemaní. ¿Por qué escogió Él a Getsemaní para empezar su agonía? ¿Habrá sido porque el pecado de Adán nos arruinó en un huerto, el huerto de Edén; por lo cual el segundo Adán deseó restaurarnos en otro huerto, el huerto de Getsemaní?

Jesús había ido frecuentemente a Getsemaní a orar. Era un lugar donde antes Él había ido muchas veces. Jesús quiso que viéramos que nuestro pecado cambió todo alrededor de Él a dolor. El lugar que Él más disfrutaba fue el lugar donde fue llamado a sufrir más.

O Él pudo haber escogido a Getsemaní porque le recordaba de otros momentos pasados en oración. Era el lugar donde Dios a menudo le había contestado a menudo. Tal vez Él sentía que necesitaba recordar las respuestas de Dios a Sus oraciones para que le ayudaran ahora, mientras Él entraba en agonía.

Probablemente la razón principal que Él fue a Getsemaní a orar fue porque era su hábito ir ahí, y todos lo sabían. Juan nos dice, “Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos” (Juan 18:2). Jesús deliberadamente fue al lugar donde Él sabía que lo arrestarían. Cuando le llegó la hora de ser traicionado, Él fue “Como cordero al matadero” (Isaías 53:7). Él no se escondió de los soldados del Sumo sacerdote. No hubo necesidad de cazarlo como a un ladrón, o de buscarlo con espías. Jesús fue voluntariamente al lugar donde el traidor lo podía encontrar fácilmente y Sus enemigos podrían arrestarlo.

Y ahora entramos en el Huerto de Getsemaní. ¡Qué oscura y terrible es ésta noche! Seguramente podemos decir con Jacob, “¡Cuán terrible es este lugar!” (Génesis 28:17). Meditando en Getsemaní, pensaremos en la agonía de Jesús, y trataré de contestar tres preguntar acerca de Su sufrimiento en el Huerto.

I. Primero, ¿cuál fue la causa del dolor y agonía de Jesús en Getsemaní?

Las Escrituras nos dicen que Jesús era “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:3), pero Él no tenía una personalidad depresiva. Él tenía tanta paz por dentro que Él podía decir, “Mi paz os doy” (Juan 14:27). No creo estar equivocado cuando digo que Jesús era un hombre feliz con mucha paz.

Pero en Getsemaní todo ha cambiado. Su paz se ha ido. Su gozo se ha convertido en un dolor agitado. Bajando la colina que lleva a Jerusalén, al otro lado del torrente de Cedrón, hacia Getsemaní, el Salvador oraba y hablaba alegremente (Juan 15:17).

“Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, [Kēdron] donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos” (Juan 18:1).

Durante toda Su vida Jesús raramente había dicho una palabra acerca de sentirse deprimido o triste. Pero ahora, al entrar al Huerto, todo ha cambiado. Él clama, “Si es posible, pase de mí esta copa” (Mateo 26:39). En toda su vida, Jesús raramente había expresado tristeza o depresión, pero aquí Él suspira, suda sangre, y dice, “Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Mateo 26:38). ¿Qué pasa con usted, Señor Jesús, para que esté sumamente turbado?

Está claro que esta tristeza y turbación no fueron provocadas por dolor en Su cuerpo. Jesús nunca antes se había quejado de ningún problema físico. Él se entristeció cuando su amigo Lázaro murió. Indudablemente Él había sentido tristeza cuando Sus enemigos decían que era bebedor de vino, y cuando lo acusaban de echar afuera demonios por el poder de Satanás. Pero Él fue valiente en todo y pasó valientemente por todo eso. Lo había dejado atrás. Debe haber sido algo más punzante que el dolor, más cortante que el reproche, más terrible que la aflicción, que ahora en éste momento dominaba al Salvador, y lo hacía “entristecerse y a angustiarse en gran manera” (Mateo 26:37).

¿Crees tú que era el temor a la muerte, y el terror de la crucifixión? Muchos mártires han muerto valientemente por su fe. Sería deshonra a Jesús pensar que Él tenía menos valor que ellos. ¡No se debe pensar que nuestro Maestro es inferior a Sus propios mártires que lo siguieron hasta la muerte! También, la Biblia dice, “el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio...” (Hebreos 12:2). Nadie podía desafiar el dolor de la muerte más que Jesús. Esto no podía haber sido la razón por Su agonía en el Huerto.

Tampoco creo que la agonía en el Getsemaní fue causada por un ataque inusual de Satanás. Al principio de Su ministerio, Jesús atravesó un conflicto severo con el Diablo cuando estuvo en el desierto. Aún así no leemos que Jesús “estuvo en agonía” en el desierto. En la tentación en el desierto no hubo nada similar a las gotas de sangre en Getsemaní. Cuando el Señor de los ángeles estuvo de pie cara a cara con Satanás, Él no expresó grandes clamores y lágrimas, cayendo a tierra y suplicando al Padre. Comparado a esto, el conflicto de Jesús con Satanás fue fácil. Pero ésta agonía en Getsemaní le hirió Su misma alma y casi lo mató.

¿Entonces, qué causó Su agonía? Es aquí cuando Dios lo sujetó a padecimiento por nosotros. Ahora era cuando Jesús tenía que tomar cierta copa de la mano del Padre. Él la temía. Por lo mismo debes estar seguro de que era peor que dolor físico, ya que del dolor Él no se acobardó. Era peor que tener personas enojadas con Él – de eso Él no se hizo a un lado. Era más temible que la tentación Satánica – eso Él lo tenía que vencer. Era algo inconcebiblemente terrible, asombrosamente terrible – que vino de Dios el Padre sobre Él.

Esto quita toda duda concerniente a lo que fue lo que causó Su agonía:

“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

Él ahora lleva la maldición que debió caer sobre los pecadores. Él estuvo y sufrió en el lugar de los pecadores. Este es el secreto de esas agonías que no me es posible explicar por completo. Ninguna mente humana puede comprender completamente este sufrimiento.

A Dios, y solamente Dios,
Son conocidos Sus dolores completamente.
   (Traducción de “Thine Unknown Sufferings” por Joseph Hart, 1712-1768).

El Cordero de Dios lleva los pecados de la humanidad en Su cuerpo, y el peso de nuestros pecados están sobre Su alma.

“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (I Pedro 2:24).

Creo que todos nuestros pecados fueron puestos “en su cuerpo” en Getsemaní, y que Él llevó nuestros pecados a la Cruz el día siguiente.

Ahí en el Huerto Jesús se dio cuenta por completo lo que sería llevar la carga del pecado. Él se convirtió en el macho cabrío, llevando los pecados de Israel sobre Su cabeza, para ser llevado y ser hecho una ofrenda por el pecado, para ser llevado fuera del campamento y ser consumido por el fuego de la ira de Dios. ¿Ahora ves por qué Jesús se atemorizó de esto? Era algo muy alarmante para Jesús estar ante Dios en la posición de nosotros los pecadores – como lo dijo Lutero, ser visto por Dios como si Él fuera todos los pecadores del mundo. Él ahora se vuelve el centro de toda venganza y la ira de Dios. Él lleva sobre sí Mismo el juicio que debió haber caído en el hombre pecador. Ha de haber sido terrible para Jesús estar en esta posición.

Luego, también, la penalidad del pecado empezó a caer sobre Él en el Huerto. Primero, el pecado mismo cayó sobre Él, y después la pena por el pecado. Ese no fue un sufrimiento pequeño que pagó la justicia de Dios por los pecados de los hombres. Nunca temo exagerar lo que nuestro Salvador soportó. Todo el Infierno había sido vertido dentro de aquella copa que El bebió.

El ay que rompió sobre el espíritu de nuestro Salvador, el océano inimaginable de angustia inexplicable que se arrojó sobre el alma del Salvador en Su muerte de sacrificio, es tan inconcebible que no debo de ir muy lejos, o alguien me acusará de tratar de explicar lo inexplicable. Pero esto diré, el mero salpicar del abismo tempestuoso del pecado humano, que cayó sobre Jesús, lo bautizó con un sudor ensangrentado. Ser tratado como pecador, ser castigado como pecador, aunque Él nunca había pecado – ésto fue lo que causó la agonía de la cual habla nuestro texto.

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

Ahora llegamos a la próxima pregunta.

II. Segundo, ¿cuál fue el significado del sudor Ensangrentado de Jesús?

Ellicott nos dice que la realidad del sudor ensangrentado es “la perspectiva generalmente recibida” (Traducido de Charles John Ellicott, Commentary On The Whole Bible, tomo VI, p. 351). Él hace notar que “El verdadero término ‘sudor ensangrentado’ [era] notado como un síntoma de cansancio extremo en Aristóteles” (ibíd.). Desde Agustín hasta el día de hoy la mayoría de comentaristas han mantenido que la palabra “como” significa que era realmente sangre literal. Nosotros creemos que verdaderamente Jesús sudó sangre. Aunque esto no es común, ha sido visto en otras personas en varios períodos en la historia. En los libros antiguos de medicina de Galen, y algunos más recientes, hay registros de personas que han sudado sangre después de una debilidad de larga duración.

Pero el caso de Jesús derramando sudor ensangrentado es único. Él no solamente sudó sangre, sino que fue en grandes gotas o “coágulos,” gotas grandes, pesadas. Esto no ha sido visto en ningún caso. Poca sangre ha aparecido en el sudor de personas enfermas, pero nunca grandes gotas. Después se nos dice que estos grandes coágulos de sangre no se filtraron en Su ropa, sino que “caían en la tierra.” Aquí Jesús está solo en la historia médica. Él tiene buena salud, un hombre de como treinta y tres años de edad. Pero la presión mental que subía por el peso del pecado, lo tirante de Su salud, forzó su cuerpo a una emoción antinatural que le abrió Sus poros y grandes gotas de sangre salían y caían a la tierra. Esto muestra cuán grande era el peso del pecado sobre Él. Aplastando al Salvador hasta que El sangró de la piel.

Esto establece la naturaleza voluntaria del sufrimiento de Jesús, ya que sin un cuchillo la sangre brotó libremente. Médicos nos dicen que cuando la mayoría de hombres sufren un gran susto, la sangre sube rápidamente al corazón. Las mejillas se les empalidecen; viene un desmayo, la sangre se ha ido hacia adentro. Pero mira a nuestro Salvador en Su agonía. Él se olvida de Sí mismo tanto que Su Sangre, en vez de ir hacia adentro para nutrirlo, va hacia afuera para caer a la tierra. El derramamiento de Su Sangre en la tierra muestra la plenitud de la salvación que se te ofrece gratuitamente. Así como la Sangre se derramaba por Su piel, tú puedes ser lavado de tus pecados gratuitamente cuando confías en Jesús.

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

El sudor ensangrentado vino como resultado del dolor de Su alma. El dolor en el corazón es el peor de los dolores. La tristeza y la depresión son los dolores más oscuros. Aquellos que han conocido la depresión profunda te podrán decir que esto es verdad. En Mateo leemos que Él estaba “entristecido y angustiado en gran manera” (Mateo 26:37). “Angustiado en gran manera” – esa expresión tiene mucho significado. Describe una mente que está completamente ocupada por la angustia, excluyendo todo otro pensamiento. Su posición como aquel que lleva los pecados por nosotros lo alejó de todo otro pensamiento. Él fue llevado de allá para acá en un océano de preocupación mental. “Nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4). “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Isaías 53:11). Su corazón le falló. El se llenó de horror y desmayo. Él estaba, “angustiado en gran manera”. El estudiado Thomas Goodwin dijo, “La palabra muestra una deficiencia, una falla, un hundimiento de espíritu, tal como le sucede al hombre al estar enfermo y decayendo”. La enfermedad de Epaphroditus que lo trajo cerca a la muerte, fue llamada por la misma palabra. Así, vemos que el alma de Jesús estaba enferma y desmayando. Su sudor fue producido por cansancio. El sudor frío les viene a los hombres moribundos por la debilidad de sus cuerpos. Pero el sudor ensangrentado de Jesús vino de la muerte interna de Su alma, bajo el peso de nuestros pecados. Él estaba en un horrible desmayo del alma, y sufrió una muerte interna, acompañada por el llanto de sangre de Su cuerpo entero. Él estaba “angustiado en gran manera.”

El evangelio de Marcos nos dice que Él estaba “entristecido y angustiado” (Marcos 14:33). La palabra Griega significa que Su angustia produjo un horror extremo, el cual las personas tienen cuando se les para el pelo y les tiembla la piel. El entregar de la Ley hizo que Moisés temblara con miedo; así se llenó de horror nuestro Señor al ver el pecado que fue puesto sobre Él.

Primero el Salvador estaba entristecido, después deprimido y angustiado, y al final “asombrosamente espantado.” Él se llenó de angustia temblorosa. Cuando llegó el momento de llevar nuestros pecados, Él estaba grandemente aterrado al pararse en el lugar de los pecadores enfrente de Dios. Él estaba atónito que Dios lo haya visto como el representante del pecador. Él estaba atónito en pensar que iba a ser abandonado por Dios. Le estremeció Su naturaleza santa, tierna, amorosa, y Él estaba “asombrado y espantado” y “angustiado en gran manera”.

Después se nos dice aun que él dijo, “Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Mateo 26:38). La palabra Griega “perilupos” significa rodeado por el sufrimiento. En un sufrimiento ordinario usualmente hay un escape, un suspiro de esperanza. Generalmente podemos recordarles a aquellos que tienen problemas que su caso podría estar peor. Pero en el caso de Jesús, nada peor podría imaginarse, porque el podía decir con David: “Me encontraron las angustias del Seol” (Salmo 116:3). Todas las grandes olas y mareas de Dios cayeron sobre Él. Sobre Él, debajo de Él, alrededor de Él, afuera de Él, dentro de Él, todo, todo era angustia y no había escape de Su pena y dolor. Ninguna angustia era más grande que la de Jesús, y Él dijo, “Mi alma está muy triste, hasta la muerte,” rodeada de tristeza, “hasta la muerte” – ¡a la orilla misma de la muerte!

Él no murió en el Huerto de Getsemaní, pero Él sufrió tanto como si hubiese muerto. Su dolor y angustia fueron hasta el borde de la muerte – y entonces pausaron.

No me sorprende que tal presión interior hiciera que nuestro Señor sudara como grandes gotas de sangre. He hecho esto lo más claro posible humanamente hablando.

‘Dios, y solo Dios,
Conoce completamente Su dolor.

“Estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

III. Tercero, ¿Por qué tuvo Jesús que pasar por todo esto?

Estoy seguro de que muchas personas se preguntan por qué Jesús tuvo que sufrir tal agonía y sudó tales gotas de sangre. Ellos pueden decir, “Yo sé que Él pasó todo eso pero no entiendo por qué tuvo que pasarlo”. Te daré cinco razones por qué Jesús tuvo que pasar por esta experiencia en el Huerto de Getsemaní.

1.  Primero para mostrarnos Su verdadera humanidad. No pienses en Él como Dios solamente, aunque Él es divino pero siéntelo cercano a ti, hueso de tu hueso, carne de tu carne. ¡Él puede simpatizar contigo completamente! Él ha sido agobiado con tus cargas y entristecido con todo tu dolor. Jamás te pasa algo a ti que Jesús no entienda. Es por eso que Él es capaz de cargarte durante tus tentaciones. Toma a Jesús como tu amigo. Él te consolará y estará contigo durante los problemas de la vida.

2.  Segundo, Su experiencia en el Huerto muestra la maldad del pecado. Tú eres pecador, lo cual Jesús nunca fue. Oh pecador, tu pecado es algo horrible ya que causó tal dolor en Jesús. La imputación de nuestro pecado causó Su sudor ensangrentado.

3.  Tercero, el tiempo de prueba en el Huerto muestra Su amor hacia nosotros. Él llevó el horror de ser contado pecador en nuestro lugar. Le debemos todo a Él por haber sufrido en vez de nosotros, para pagar el castigo por nuestro pecado. Debemos amarlo mucho por habernos amado tan grandemente.

4.  Cuarto, mira a Jesús en el Huerto y aprende la grandeza de Su expiación. Que negro soy, que sucio a la vista de Dios. Siento que merezco solamente ser arrojado al Infierno. Me asombro que Dios no me haya enviado ahí desde hace mucho tiempo. Pero yo voy al Getsemaní, y yo veo bajo esos árboles de olivos, y veo a mi Salvador. Sí, lo veo revolcarse en el suelo en tormento y lo escucho quejarse. Veo la tierra alrededor de Él y la veo roja por Su Sangre, mientras Su rostro está untado de sudor ensangrentado. Le digo a Él, “¿Salvador qué te pasa?” Escucho Su respuesta, “Estoy sufriendo por tu pecado.” Y me doy cuenta de que Dios puede perdonar mis pecados a través de Su sacrificio por mí. Ven a Jesús y cree en Él. Tus pecados serán perdonados por Su Sangre.

5.  Quinto, piensa en el terror del castigo que vendrá a los que rechazan Su Sangre expiatoria. Piensa que si le rechazas, algún día tendrás que estar enfrente de un Dios santo y ser juzgado por tus pecados. Te diré, con dolor en mi corazón mientras te lo digo, qué te pasará si rechazas al Salvador, Jesucristo. No en el Huerto, pero en una cama, serás sorprendido y vencido por la muerte. Morirás y tu alma será llevada para ser juzgada y enviada al Infierno. Deja que Getsemaní te advierta. Deja que Sus quejidos y lágrimas y Su sudor ensangrentado te muevan para arrepentirte del pecado y creas en Jesús. Ven a Él. Confía en Él. Él ha resucitado de los muertos y está vivo, sentado a la diestra de Dios en el Cielo. Ven a Él ahora y se perdonado, antes de que sea demasiado tarde. Amén.


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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Thine Unknown Sufferings” (por Joseph Hart, 1712-1768).


EL BOSQUEJO DE

EL SUDOR ENSANGRENTADO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

(Juan 18:2; Isaías 53:7; Génesis 28:17)

I.    Primero, ¿cuál fue la causa del dolor y la agonía de Jesús en
Getsemaní? Isaías 53:3; Juan 14:27; 18:1;
Mateo 26:39, 38, 37; Hebreos 12:2; Isaías 53:6;
I Pedro 2:24; Lucas 22:44.

II.   Segundo, ¿cuál fue el significado del sudor Ensangrentado
de Jesús? Lucas 22:44; Mateo 26:37; Isaías 53:4, 11;
Marcos 14:33; Mateo 26:38; Salmo 116:3; Lucas 22:44.

III.  Tercero, ¿por qué tuvo Jesús que atravesar todo esto? I Pedro 2:21;
II Timoteo 3:12, 2:3; Hechos 14:22.