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EVANGELISMO Y ELECCIÓNUna lección por el Dr. C. L. Cagan “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” |
En nuestro primer texto, Jesús nos dijo que prediquemos el Evangelio a toda criatura – a todas las personas. En nuestro segundo texto, Él dijo que solo unos pocos confiarán en Jesús. Esos pocos son los “escogidos” – los escogidos – son aquellos a quienes Dios ha elegido, elegidos para la salvación. Está escrito que C. H. Spurgeon, el Príncipe de Predicadores, dijo:
Si Dios hubiera puesto una raya amarilla en las espaldas de los elegidos, iría por las calles levantando las camisas para descubrir quién tenía la raya amarilla arriba y abajo de su espalda. Entonces le daría a esa persona el evangelio. Pero Dios no hizo eso. Él me dijo que predicara el evangelio a cada criatura y que cualquiera que quiera vendrá.
Pero Dios no puso una raya amarilla en las espaldas de aquellos que son elegidos. No podemos ver quién es elegido y quién no lo es. No sabemos quién es elegido y quién no. Entonces, invitamos a todos a venir a la iglesia y escuchar el Evangelio, sabiendo que solo los elegidos vendrán a la iglesia y luego serán convertidos.
No, no sabemos quién es elegido. Pero la Biblia nos dice que la elección es verdadera. Escucha lo que sucedió cuando el Apóstol Pablo predicó en Antioquía de Pisidia:
“Los gentiles, oyendo esto [el evangelio], se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados [destinados, elegidos, escogidos] para vida eternal” (Hechos 13:48).
Los que fueron elegidos confiaron en Jesús. Los que no fueron elegidos no confiaron en Jesús. Alguien puede decir, “No entiendo la elección. No parece justo para mi mente moderna”. Pero Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8, 9). Los pensamientos de Dios son más altos que nuestros pensamientos. Yo acepto lo que Dios dice en la Biblia lo entienda o no completamente, ¡y tú también deberías!
¿Debería la elección desanimarnos de hacer evangelismo? ¡No! ¡Nos debería de alentar y consolar! Sí, la mayoría de la gente no recibirá el mensaje. Pero los elegidos seguramente, sin lugar a dudas, vendrán a la iglesia y serán convertidos. Vivirán vidas Cristianas verdaderas hasta que mueran. Puedes contar con eso.
La elección nos dicen que solo unos pocos serán salvos. “Muchos son llamados, y pocos escogidos”. No vamos al evangelismo esperando que todos sean salvos. No esperamos ganar a todos en Los Ángeles para Jesús. Solo unos pocos vendrán y serán salvos. Pero podemos estar absolutamente seguros de que los elegidos sí vendrán y serán salvos. ¡No pueden perderse! Aunque pasan por oposición, pruebas y sacrificio, sí vendrán. Sí serán salvos. No pueden perderse. Son “[escogidos…en [Jesús] antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). Antes de que el mundo fuera creado, Dios los escogió para ser salvos. No pueden perderse. Puedes contar con eso.
¿Por qué algunas personas son convertidas y otras no – a pesar de que escuchan el Evangelio durante años y les hablamos individualmente después de cada sermón? Los no elegidos no pueden ser salvos. No lo hacen y no lo harán. Pero todos los elegidos son salvos. Algunos son salvos la primera vez que vienen a la iglesia, como el Dr. Chan, la Sra. Hymers, el Sr. Griffith, la Sra. Cagan y otros. Otros confían en Jesús después de más tiempo. Pero todos ellos son salvos.
La elección se aplica a nivel individual. Una persona es elegida y otra no. Pero la elección también se aplica a nivel nacional. En el Antiguo Testamento, Dios le dijo a la nación de Israel: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” (Amos 3:2). Solo el pueblo Judío fue elegido por Dios. Ninguna de las naciones gentiles fue elegida por Dios. Todos en las naciones gentiles, con su pecado perverso y religiones idólatras, fueron al Infierno. Dentro de la nación de Israel, había un “remanente” – los elegidos, los escogidos. El profeta Isaías dijo: “Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra” (Isaías 1:9). Alguien puede decir: “No entiendo esto. No parece justo para mi mente moderna”. Pero los caminos de Dios son más altos que nuestros caminos, y mis pensamientos más que nuestros pensamientos. Dios dice que la elección se aplica a nivel nacional – nos guste o no.
Eso es cierto en nuestro tiempo. En la China comunista, a pesar de la gran persecución – prisión y muerte – millones de personas vienen a Jesús cada año. Eso no sucedió hace quinientos años. Pero ahora Dios atrae a millones de Chinos a Jesús todos los años. ¡Qué maravilla de su gracia!
En el Medio Oriente, Dios atrae a cientos, tal vez algunos miles, de Árabes a Jesús, aunque les cueste la vida. Por más de mil años ninguno de ellos confió en Jesús. Todos ellos se aferraron al Islam. Pero ahora Dios ha atraído a algunos de ellos hacia Jesús. No decenas de millones, como en China, sino cientos o miles.
El número de elegidos es diferente de una nación – de un grupo – a otro. En China es muchos millones. Entre los Árabes es cientos o algunos miles. En el pasado, ninguno de los Árabes fue elegido. Ahora casi todos ellos no son elegidos, pero unos pocos lo son.
Debemos ser conscientes de la elección al hacer evangelismo. Estamos tratando de construir una iglesia aquí en el centro cívico de Los Ángeles, una de las ciudades más perversas del mundo. Millones de personas viven aquí sin una iglesia de buen tamaño para visitar. Solo unos pocos de ellos son elegidos. No sabemos quién es elegido y quién no. Pero si queremos construir una iglesia aquí, debemos enfocar nuestro trabajo y nuestra atención en las personas y grupos que con mayor probabilidad serán elegidos. Si pasamos treinta años intentando atraer a los Árabes, podríamos ganar solo un puñado de ellos. Eso sería bueno – pero no habría una iglesia aquí. Pero Dios ha usado nuestro trabajo con los Chinos para traer algunos de ellos a Jesús. Dios está trabajando entre ellos. Dios ha elegido a algunos de ellos para la salvación. Dios ha traído algunos de ellos a Jesús.
Debemos recordar esto cuando hacemos evangelismo. La Biblia dice: “El que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30). Esto podría traducirse del Hebreo como “el que es sabio gana almas”. Un Cristiano que no gana almas no es sabio. Si quieres ganar almas, sé lo suficientemente sabio como para recordar la doctrina de la elección.
Hacemos nuestro evangelismo de manera diferente a otras iglesias. Dr. Hymers desarrolló nuestro método después de años de prueba y experiencia. Salimos a invitar gente a la iglesia el Jueves por la noche, el Sábado por la noche y el Domingo por la tarde. Vamos a evangelismo personal por nuestra cuenta a campus universitarios, centros comerciales y otros lugares. Obtenemos sus nombres y números telefónicos. Los diáconos y los obreros Cristianos hacen arreglos para que ellos vengan a la iglesia. En la iglesia, escuchan el Evangelio. Algunos de ellos confían en Jesús. Ese es nuestro método de evangelismo. ¡Funciona!
La mayoría de las iglesias tienen solo un grupo étnico. Pero tenemos muchos grupos diferentes aquí. Tenemos una clase Asiática y una clase Hispana. Los Asiáticos invitan a Chinos y otras personas Orientales. Los Hispanos obtienen nombres de Hispanos. Y así es con otros grupos.
Pero debes ser sabio cuando salgas al evangelismo. Si quieres ganar almas, pon tu trabajo en aquellos en quienes Dios está trabajando. ¡Ponte de acuerdo con Dios en tu evangelismo! Dios está trayendo gente China a Jesús. Debes traer muchos de ellos a la iglesia.
Algunas personas y grupos están tan arruinados por su naturaleza depravada y su cultura depravada que no pueden venir a la iglesia todas las semanas. Si visitan la iglesia, no se quedan mucho tiempo. Les gusta tener amigos en la iglesia, pero no se quedan. Son como las personas de las que Jesús dijo:
“Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan” (Lucas 8:12, 13).
Muestran que no eran elegidos. No pases hora tras hora, día tras día, con ellos. En nuestra iglesia hablamos de la “bolsa de sorpresas”. La “bolsa de sorpresas” significa personas que están demasiado confundidas y desordenadas para permanecer en la iglesia. Ellos pueden hablar contigo. Ellos pueden dar sus nombres. Incluso pueden venir a la iglesia algunas veces. Pero no tienen autocontrol y no se quedan. Muestran que no están entre los elegidos. No pierdas tu tiempo.
Alrededor del noventa por ciento de todas las conversiones ocurren antes de los treinta años. Estudio tras estudio ha demostrado eso. La Biblia muestra eso. Todos los Apóstoles eran hombres jóvenes. El más viejo de ellos tenía quizás treinta años, no más de treinta y cinco años. El apóstol Pablo era joven. Cuando Esteban fue apedreado, “pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo” (Hechos 7:58). Saulo de Tarso fue convertido poco después de eso, y se convirtió en el Apóstol Pablo. La Biblia dice: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud” (Eclesiastés 12:1).
Pocas personas son convertidas cuando son ancianas. La madre de Dr. Hymers tenía 80 años cuando ella confió en Jesús. Pero el noventa por ciento de las conversiones ocurren antes de los treinta años. Hay razones psicológicas para esto. Durante el tiempo de los 16 a 25 años es cuando la mayoría de las personas deciden lo que van a hacer y creer. Antes de eso, generalmente son controlados por sus padres. Cuando pasan de los 30 por lo general ya decidieron y están ocupados con las preocupaciones de la vida. Pero también hay un lado divino en esto. Dios ha elegido que la mayoría de las conversiones ocurren mientras las personas son jóvenes. Eso sucede – porque Dios lo ha elegido. Sé lo suficientemente sabio como para estar de acuerdo con Dios. Busca personas entre las edades de 16 y 25 años, y pasa la mayor parte de tu tiempo con ellos.
Muchas personas de origen Católico han venido a Jesús. Saben que deberían ser buenos – y saben que no son buenos. La mayoría de ellos tiene un sentido de culpa. Es por eso que algunos de ellos vienen a Jesús. Algunos han sido salvos de fondos no religiosos. Yo lo fui. Yo no creía en Dios. No fui a la iglesia ni una vez hasta que cumplí 21 años. Yo sabía que no era Cristiano. Un día confié en Jesús y fui convertido. Las personas de orígenes Budistas saben que no son Cristianos. Sin embargo, algunos de ellos han confiado en Jesús y han sido convertidos.
Es mucho más difícil traer a las personas a la conversión que están inmersas en el nuevo evangelicalismo. Ellos piensan que ya son salvos. Ellos piensan que saben sobre la Biblia. Ellos piensan que saben sobre confiar en Jesús. A ellos les digo lo que Jesús dijo a los Fariseos: “Porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece” (Juan 9:41). Ellos piensan que saben sobre la salvación. Ellos piensan que ya son salvos. Entonces ellos no vienen como pecadores indefensos para ser lavados en la Sangre de Jesús. Al hacer esto, muestran que no son elegidos.
Dios practica la elección. Él envió a Sus ángeles para sacar a tres personas de Sodoma: Lot y sus dos hijas. Miles de personas quedaron en Sodoma porque no fueron elegidas. Perecieron en el juicio de esa ciudad. La esposa de Lot salió de la ciudad, pero pereció en ese juicio. Ella no fue elegida. Esto muestra lo que hace la elección. Saca a aquellos que Dios ha elegido. Deja a aquellos a quienes Dios no ha elegido. ¿Dios estaba equivocado? ¡No! Dios es soberano, y Él soberanamente elige a quién quiere salvar.
¡Mi amigo, se lo suficientemente sabio como para estar de acuerdo con Dios en tu evangelismo! Escoge a los que Dios pudo haber elegido. Dedica tu tiempo y esfuerzo en aquellos que tienen más probabilidades de ser elegidos. Que Dios te bendiga mientras lo haces. Amén.
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(FIN DEL SERMÓN)
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