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CON O SIN SANGREpor el Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Sin derramamiento de sangre no se hace remisión (Hebreos 9:22). |
La mayoría de los conversos de Spurgeon no fueron instantáneos, sino que comenzaron con unas semanas o incluso meses de dolorosa convicción y dolor antes de confiar en Jesús solo y encontrar alegría y seguridad. Aquí hay dos testimonios de jovencitas que fueron convertidas bajo la predicación de Spurgeon.
Mary Edwards,
Su corazón permaneció duro hasta que escuchó al Sr. Spurgeon predicar. Ella tuvo mucho miedo del juicio por su pecado. Siguió viniendo a la iglesia, pero permaneció en la desesperación durante varios meses. Luego escuchó al Sr. Spurgeon predicar sobre el amor de Jesús. Ella confió en Jesús y en Su sangre expiatoria, y se regocijó. Ella confió en Jesús solo, y fue salva. Ella todavía está mirando a Jesús solo.
Mary Jones,
Ella vino a escuchar al Sr. Spurgeon predicar por curiosidad. Ella salió la iglesia con miedo. Ella dijo: “Ojalá nunca hubiera ido a escucharlo predicar. Decidí no volver nunca más. Pero me sentía miserable si me alejaba. Me sentía miserable si venía a escucharlo predicar, y si me alejaba me sentía miserable. Finalmente confié en Jesús y en Él encontré paz y consuelo. No encontré a Jesús hasta que renuncié a buscar la paz en cualquier otra cosa que no fuera Jesús. Intenté todo lo demás primero. Pero nada más me dio paz hasta que encontré a Jesús y su Sangre que todo lo salva”.
Antes de venir a predicar, el Sr. Griffith vendrá a cantar un himno que se usó en la iglesia de Spurgeon para ayudar a muchos jóvenes a confiar en Jesús.
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
El gran Spurgeon es frecuentemente llamado “el Príncipe de los Predicadores”. De hecho, no ha habido mayor predicador del Evangelio que él. Su tema a lo largo de su ministerio fue siempre la salvación de los pecadores mediante el sacrificio de Jesús en la Cruz. Y ese tema siempre fue subrayado por su predicación sobre la Sangre del Salvador, derramada en la Cruz para la remisión del pecado. Por lo tanto, Spurgeon a menudo predicó y citó nuestro texto.
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
Pero la palabra “remisión” es desconocida para la mayoría de las personas modernas. Debemos ver la palabra Griega de la cual se traduce “remisión” para comprender mejor su significado. La Concordancia Strong nos dice que la palabra Griega es “aphěsis”. Significa “libertad”, “perdón”, “liberación”. Nuestro texto puede aclararse al agregar esas palabras,
“Sin derramamiento de sangre no se hace libertad, perdón, liberación”.
No es de extrañar que Spurgeon haya citado los versículos de Sangre tan a menudo. En un famoso sermón Spurgeon dijo esto:
“Hay algunos predicadores que no predican acerca de la sangre de Jesucristo, y tengo una cosa que decirte sobre ellos: ¡Nunca vayas a escucharlos! ¡Nunca los escuches! Un ministerio que no tiene sangre no tiene vida, y un ministerio muerto no es bueno para nadie”.
La importancia de la Sangre queda clara en nuestro texto,
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
I. Primero, considera lo que te sucederá sin el derramamiento de la Sangre de Jesús.
Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús, no hay libertad de tu pecado. Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús, no hay perdón por tu pecado. Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús, no hay liberación de tu pecado. Lo único que te espera en la muerte es el fuego del Infierno.
El Infierno fue predicado en el gran avivamiento de Cambuslang en Escocia. “Los predicadores en Cambuslang creían en un Infierno literal, con todos sus tormentos. Eran demasiado serios como para no advertir a sus oyentes del Infierno. Ellos fueron entendidos por muchos. Un hombre de veintiún años dijo, ‘pensé ver el Infierno a cierta distancia de mí, como un pozo donde las almas perdidas estaban ardiendo y los demonios iban entre ellos’. Un muchacho de quince años, antes de desmayarse, dijo: ‘Vi las llamas del Infierno acercándose a mí’. Una joven apenas podía respirar por el olor a azufre, ‘el olor del lago de fuego y azufre en el abismo”’. (El Avivamiento de Cambuslang, The Banner of Truth, 1971, página 154).
Sin embargo, no baso mi creencia en el Infierno en estas experiencias humanas. Yo creo en el Infierno porque Dios lo enseñó en la Biblia. Jesús tenía más que decir sobre el Infierno que cualquier otra persona en las Escrituras. Él dijo a los incrédulos de su tiempo: “¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mateo 23:33). Jesús advirtió a los incrédulos que irían al “Infierno, al fuego que no puede ser apagado” (Marcos 9:43). Jesús habló de un hombre rico en el infierno que clamó: “Estoy atormentado en esta llama” (Lucas 16:24). Spurgeon dijo:
¡Qué pena sería pasar una hora en el infierno! ¡Oh, cómo desearías entonces que hubieras buscado al Salvador! Pero, por desgracia, no hay tal cosa como una hora en el infierno. Una vez perdido, ¡estás perdido para siempre!
De nuevo Spurgeon dijo:
Estás colgando sobre la boca del infierno en un solo hilo: y ese hilo se está rompiendo. Solo una respiración entrecortada, solo una interrupción de tu corazón por un momento, y estarás en un mundo eterno, sin Dios, sin esperanza, sin perdón. Oh, ¿puedes enfrentarlo?
Una vez que estás en el Infierno te darás cuenta, demasiado tarde, que
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
¡Eso te sucederá a menos que tu pecado sea limpiado por la sangre derramada de Jesucristo!
Entonces también, están tus pecados que te enfrentarán y te condenarán en el Juicio. Tú pensaste que tu pecado era secreto. Tú te olvidaste de que
“Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta...” (Eclesiastés 12:14).
Puede haber alguien aquí esta noche que piense que pueden ocultar su pecado, que nadie lo sabrá. Se olvidaron de que
“Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos...” (Proverbios 15:3).
Y muchas personas están envenenadas por el pecado que siguen recordando. En realidad, se enferman físicamente por su pecado secreto. Como David, sienten que “mi pecado está siempre delante de mí” (Salmo 51:3). Creo que muchos casos de enfermedades cardíacas, y otras enfermedades, provienen del tormento del pecado no confesado y no perdonado. El gran erudito Puritano John Owen dijo: “Por fe recibimos la virtud purificadora y las influencias de la sangre de Jesús”. Pero tú nunca encontrarás la paz verdadera, porque
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
Y luego están los pecados del corazón. Puedes pensar que nadie ve los pecados de tu corazón. Pero estás equivocado. La Biblia dice:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso…Yo Jehová…que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino” (Jeremías 17:9, 10).
Nadie más puede conocer los pecados de tu corazón, pero Dios escudriña tu corazón, y Dios juzgará los pecados que están escondidos allí, porque
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
No hay libertad de tu pecado. No hay liberación de tu pecado. No hay perdón de tu pecado. Nunca libre de él. Nunca liberado de él. Nunca perdonado de él. ¡Qué situación tan horrible en la que te encuentras!
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22).
Pero gracias a Dios hay más en la Biblia.
II. Segundo, considera lo que te sucederá si tienes la Sangre derramada de Jesús.
La Sangre de Jesús invierte el orden de nuestro texto. ¡Con la Sangre de Jesús tus pecados son perdonados para siempre! Con la Sangre de Jesús hay perdón de tu pecado. Con la Sangre de Jesús hay liberación de tu pecado. Con la Sangre de Jesús hay libertad de tu pecado. Con la Sangre de Jesús hay clemencia para tu pecado. ¡Con la Sangre de Jesús, lo que te espera es la gloria del Cielo! Se nos da un vistazo del Cielo en el Libro de Apocalipsis con Cristianos cantando a Jesús allí,
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9).
¡Nosotros que somos redimidos por la Sangre de Jesús cantaremos acerca de Su Sangre salvadora por toda la eternidad! Como Fanny Crosby lo puso en su maravilloso himno,
Jesús me compró con Su Sangre,
Con gozo al cielo yo voy;
Librado por gracia infinita,
Ya sé que Su hijo yo soy.
Jesús, libró, Su Sangre a mí me compró;
Jesús, libró, ¡Su hijo por siempre yo soy!
(Traducción libre de “Redeemed” por Fanny J. Crosby, 1820-1915).
¡Canta el coro conmigo!
Jesús, libró, Su Sangre a mí me compró;
Jesús, libró, ¡Su hijo por siempre yo soy!
La Sangre que nos redime no es una Sangre ordinaria. En Hechos 20:28 aprendemos cuán grande es la Sangre de Jesús. Te estoy dando la nueva traducción internacional para mayor claridad:
“Para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre” (Hechos 20:28).
Claramente aquí vemos que somos comprados por la “Sangre de Dios”. Jesús es Dios encarnado, “Dios verdadero de Dios verdadero” – Dios en carne humana. Por lo tanto, es perfectamente correcto llamar la Sangre, la “Sangre de Dios”. Es por eso que el gran Spurgeon dijo:
“Un evangelio sin sangre...es un evangelio de demonios”.
“El sangriento sacrificio del Calvario es la única esperanza de los pecadores”.
¡Tengan cuidado los predicadores modernos que dicen que la “Sangre” es solo otra palabra para la muerte de Jesús – ¡cuidado! ¡Un evangelio sin sangre es un evangelio de demonios! Una vez más, el gran Spurgeon dijo esto:
“Puede haber algunos pecados de los que no podemos hablar, pero no hay pecados que la sangre de Jesús no pueda limpiar”.
Charles Wesley lo dijo bien:
Rompe cadenas del pecar,
Al preso librará;
Su sangre limpia al ser más vil,
Gloria a Dios, soy limpio ya.
(Traducción libre de “O For a Thousand Tongues to Sing”
por Charles Wesley, 1707-1788 a la melodía de “O Set Ye Open Unto Me”).
¡Cántala!
Rompe cadenas del pecar,
Al preso librará;
Su sangre limpia al ser más vil,
Gloria a Dios, soy limpio ya.
“¡Jesús me compró con Su Sangre!” ¡Cántalo!
Jesús me compró con Su Sangre,
Con gozo al cielo yo voy;
Librado por gracia infinita,
Ya sé que Su hijo yo soy.
Jesús, libró, Su Sangre a mí me compró;
Jesús, libró, ¡Su hijo por siempre yo soy!
“¡Hay poder, gran milagro y poder!” ¡Cántala!
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre de Él;
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre del Señor.
(Traduccion libre de “There is Power in the Blood”
por Lewis E. Jones, 1865-1936).
¡Cántala de nuevo!
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre de Él;
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre del Señor.
Cuando estaba en el seminario al norte de San Francisco, asistí a muchos estudios Bíblicos con los Hippies. Fue en el Movimiento de Jesús a principios de los años setenta. Muchos de esos jóvenes consumieron drogas que alteraban la mente como el LSD. Algunos de ellos fueron poseídos de demonios por ese pecado. Eran salvajes – como el demonio Gadareno. Yo recuerdo a algunos hermanos tratando de expulsar demonios de una joven Hippie. Ordenaron a los demonios que salieran, pero no pasó nada. Entonces un hermano comenzó a cantar:
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre de Él;
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre del Señor.
La chica gritó a todo pulmón. Él lo cantó de nuevo,
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre de Él;
Hay poder, gran milagro y poder,
En la Sangre del Señor.
Ella gritó de nuevo y luego los demonios salieron de su boca, tal como lo hicieron cuando Jesús estaba en la tierra. ¡Después de un tiempo, esa chica estaba libre! Ella se sentó en el piso y bebió un vaso de agua. La conocí por largo tiempo después de eso. Ella se convirtió en una buena y sólida Cristiana. Le conté a mi pastor el Dr. Lin al respecto en la iglesia Bautista China. Dr. Lin dijo: “Sí, Bob. ¡Si un predicador Bautista en China no sabe cómo expulsar demonios por el poder de la Sangre de Jesús, nadie vendrá a escucharlo predicar!” ¡Yo sabía con seguridad que había visto una exhibición dramática del maravilloso poder de trabajo de la Sangre de Jesús! ¡Estoy seguro de que Spurgeon mismo habría estado satisfecho! ¡La Sangre de Jesús es más poderosa que el LSD, la heroína o cualquier otra droga usada por Satanás para destruir a nuestros jóvenes! ¡La Sangre de Jesús puede limpiar cualquier pecado de tu corazón o vida!
Yo estaba viendo una copia de “El Locutor de la Gracia Gratuita” [“The Free Grace Broadcaster”]. Es un periódico Reformado con muchos sermones de predicadores del pasado – hombres como John Gill, J. C. Ryle, Octavius Winslow y Spurgeon. La copia que estaba viendo contiene sermones de esos hombres sobre el poder de la Sangre de Jesús en la expiación, en la propiciación, en la redención. Uno de esos grandes predicadores Calvinistas dijo esto:
Existe un elemento esencial de preciosidad en la sangre de Jesús. Fluía desde las arterias intactas, sin contaminación por el virus del pecado...un santo Salvador que ofrece una expiación sin pecado por el hombre impío y pecador. He ahí el valor de Su sangre.
Míralo, amado, en esta luz: y tu corazón brillará con amorosa adoración y alabanza, mientras te arrodillas ante Jesús y [ten tu conciencia limpiada por] esa sangre, que perdona, cubre y cancela toda tu culpa.
Y ahora apliquemos esta remisión, este perdón de pecados, a aquellos que aún no han sido convertidos. Un Musulmán nunca tienen sus pecados perdonados. Él no lo dice, porque el Corán nunca le dice cómo hacer que lo perdonen. Conoce a un hombre que está tratando de salvarse siendo lo suficientemente bueno. Él dice: “Espero que mis pecados sean perdonados”. Conoce a un ateo o un agnóstico. Ellos nunca saben que sus pecados están perdonados.
¿Tengo un hombre, una mujer o una persona perdida aquí esta noche? ¡Persona perdida! ¿Sientes que estás perdido? Estoy tan contento si lo haces. Porque hay remisión, el perdón de los pecados – por el derramamiento de Sangre de Jesucristo. ¡Oh pecador, mira! ¿Ves a Jesús en el Huerto de Getsemaní sudando gotas de Sangre por ti? ¿Ves a Jesús colgando en la Cruz? Él fue clavado allí por ti. Oh, si pudiera ser clavado esta noche en una cruz por ti, sé lo que harías: caerías al suelo besarías mis pies, y llorarías y gritarías que morí por ti. Pero, pecador perdido, Jesús murió por ti – ¡por ti! Y ya que Él sangró por ti, no puedes estar perdido si vienes a Él y confías en Él. ¿Eres, entonces, un pecador? ¿Estás convencido del pecado porque no crees plenamente en Jesús? Tengo autoridad para predicarte. ¡Confía en Jesús y no puedes estar perdido! Confía en Jesús Mismo, no que Él murió por ti. Pero confía en Jesucristo Mismo.
¿Dices que no eres un pecador? ¿Dices que no tienes pecados que necesiten ser perdonados? Entonces no tengo a Jesús para predicarte. Él no vino para salvar gente buena; Él vino a salvar al pecador. ¿Eres pecador? ¿Sientes tu pecado? ¿Estás perdido? ¿Lo sabes? ¿Eres pecaminoso? ¿Lo admitirías? ¡Pecador! Si Jesús estuviera aquí esta noche, Él extendería Sus ensangrentadas manos hacia ti, y diría: “Pecador, morí por ti. ¿Confiarás en mi?” Él no está aquí en persona, pero me ha enviado para decirte esto. ¿Lo creerás? “¡Oh!” Pero tú dices: “¡Soy un pecador malo!” “¡Oh!” Dice Jesús, “es por eso que morí por ti, porque eres un pecador”. “Pero”, dices, “hice cosas y pensé cosas de las que estoy avergonzado”. Jesús dice: “Todo está perdonado, todo lavado por la Sangre que corrió de mis manos, pies y costado. Solo confía en mí; eso es todo lo que pido”. Confía en Jesucristo Mismo.
Pero alguien dice: “No quiero un Salvador”. Entonces no tengo nada que decirte excepto esto – “¡La ira por venir! ¡La ira por venir!” ¡El juicio viene por ti!
¿Pero sientes que eres culpable? ¿Odias tus pecados y estás dispuesto a apartarte de ellos y volverte a Jesús? Entonces puedo decirte que Jesús murió por ti. ¡Cree en Jesús! ¡Confía en Él! Confía en Jesucristo Mismo.
Un joven le escribió una carta a Spurgeon cuando Spurgeon iba a predicar a cierta ciudad. Él dijo: “Señor, cuando venga, por favor, predique un sermón que se ajuste a mi caso. He oído que debemos pensar que somos las personas más perversas de la tierra, o no podemos ser salvos. Intento pensar que soy malo, pero no puedo. Quiero ser salvo, pero no sé cómo arrepentirme lo suficiente”. Spurgeon dijo, “Si puedo verlo cuando vaya a predicar, le diré, Dios no requiere que pienses de ti mismo como la persona más malvada en la tierra, porque obviamente hay personas más perversas que tú. Hay algunas personas que no son tan pecaminosas como otras.
Lo que Dios requiere es esto: que una persona diga: ‘Sé más sobre mí que las demás personas. No sé mucho sobre ellos. Pero lo que veo sobre mí mismo, especialmente sobre mi corazón, no creo que muchas personas puedan ser peores que yo. Pueden hacer cosas peores que yo, pero he escuchado más sermones, más advertencias y, por lo tanto, soy más culpable que ellos’. Quiero que vengas a Jesús Mismo y digas: ‘Señor, he pecado’. Tu negocio es venir y decir, ‘Señor Jesús, tenga piedad de mí, pecador’. Eso es todo. ¿Te sientes perdido? Entonces otra vez digo, ‘Ven a Jesús Mismo. Él lavará tus pecados en Su preciosa Sangre’”.
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión
(Hebreos 9:22).
Para terminar este sermón, diré que no hay un pecador perdido en este lugar, que sabe que está perdido, que no pueda tener todos sus pecados perdonados y “regocijarse con la esperanza y la gloria de Dios”. Aunque eres tan negro como el Infierno en el pecado, puedes ser tan blanco como el Cielo esta noche. En el momento en que un pecador cree en Jesús, él es salvo por la Sangre de Jesús. Permite que este verso se haga realidad en tu corazón y en tu vida:
Tal como soy, sin ruego que,
Tu sangre derramada fue,
Y que Tú estás llamándome,
¡De Dios Cordero a Ti yo voy!
(Traducción libre de “Just As I Am”
por Charlotte Elliott, 1789-1871).
Ven aquí a las primeras dos filas. Confiesa tus pecados a Dios. Entonces confía en Jesús, ven a Jesús, sé lavado de tus pecados por la preciosa Sangre de Jesús.
CUANDO LE ESCRIBAS A DR. HYMERS DEBES DECIRLE DE QUE PAÍS LE ESTÁS ESCRIBIENDO O ÉL NO PODRÁ CONTESTAR TU CORREO. Si estos sermones te bendicen por favor envía un correo electrónico a Dr. Hymers y díselo pero siempre incluye de qué país estás escribiendo. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net (oprime aquí). Puedes escribirle a Dr. Hymers en cualquier idioma, pero escribe en Inglés si es posible. Si deseas escribirle a Dr. Hymers por correo postal, su dirección es P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Puedes llamarle por teléfono al (818) 352-0452.
(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“There Is a Fountain” (por William Cowper, 1731-1800;
a la melodía de “Amazing Grace”).
EL BOSQUEJO DE CON O SIN SANGRE por el Dr. R. L. Hymers, Jr. “Sin derramamiento de sangre no se hace remisión (Hebreos 9:22). I. Primero, considera lo que te sucederá sin el derramamiento de la II. Segundo, considera lo que te sucederá si tienes la Sangre derramada de |