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CINCO SERMONES USADOS EN LA CONVERSIÓN
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Probablemente los sermones más importantes que he predicado fueron dados en Junio de 2009. Dios usó estos cinco sermones en la conversión del joven que oíste predicar esta mañana. Fueron los cinco sermones que John Cagan oyó justo antes de ser convertido. Ya que estoy convencido de que John será un gran predicador, los cinco sermones usados en su conversión probablemente son los más importantes que jamás predicaré. Predicar para conversiones es raro hoy. Pero la predicación es el método que Dios ha dado como el medio principal de convertir a los pecadores. La Biblia dice: “¿cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14). Los siguientes cinco sermones fueron escuchados por John Cagan justo antes de ser salvo. Voy a leer su testimonio entero al final de este mensaje. Pero primero te daré una sinopsis de los cinco sermones que John oyó justo antes de su conversión. Los puntos que daré esta noche son los títulos de esos cinco sermones.
I. Primero, “Aliento para aquellos que no Están Lejos de la Salvación” (predicado la mañana del Domingo 7 de Junio, 2009).
El texto de ese sermón era: “No estás lejos del reino de Dios” (Marcos 12:34). El espíritu Santo definitivamente estaba operando en el corazón de este joven, porque solo el Espíritu de Dios puede quebrantar la oposición de un hombre, y su rechazo de Jesús. La persona inconversa está en rebelión contra Dios y en enemistad contra Jesús. Yo hablé de otro joven que me preguntó: “¿Por qué tuvo Jesús que morir en la Cruz?” Ese joven me oyó decir que “Jesús murió en la Cruz para pagar la pena por nuestro pecado”. Él me había oído decir eso año tras año por años, pero su mente ciega nunca lo había recibido. Tienes que pensar profundamente en esas palabras: “Jesús murió en la Cruz para pagar la pena por nuestro pecado”. ¿Qué te detiene de venir a Jesús? ¿Tienes miedo de lo que digan los demás? Olvida lo que digan. Las palabras de ellos no importarán cuando estés en el Infierno. Vuélvete de tu pecado y ven a Jesús. No hay otra manera de escapar del Infierno.
II. Segundo, “El Calvinismo Moderno y la Conversión Verdadera” (predicado Domingo en la noche, 7 de Junio, 2009).
El texto de ese sermón era: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (II Corintios 5:17). Yo no prediqué contra las doctrinas del Calvinismo. En vez dije que la creencia en la doctrina no te salvará. Incluso la creencia en la doctrina verdadera no te salvará. Dije que descansar en la doctrina verdadera nunca te salvará. Debes ser convencido de tu pecado. Debes confesar tu pecado. Tienes que venir a Jesús Mismo o irás al Infierno. Cuando estés harto de tu pecado – entonces, y sólo entonces – verás tu necesidad de Jesús para salvarte a tí. Si no deseas que Jesús cambie tu corazón malo, nunca serás convertido. ¿No te da vergüenza el pecado de tu corazón? ¿No te molesta? Tiene que ser así si tienes la esperanza de alguna vez ser convertido. Sólo cuando estés harto de tu corazón pecaminoso será importante para tí la limpieza por la Sangre de Jesús. Spurgeon dijo: “Tiene que haber un cambio verdadero de corazón, uno que después afecte la vida entera”. Las conversiones verdaderas ocurren cuando un pecador perdido se siente convencido por sus pecados y los odia.
En ese sermón yo cité un párrafo del sermón de Spurgeon, ¿Es necesaria la Conversión? Spurgeon dijo:
En todas las conversiones verdaderas hay cuatro puntos de acuerdo esencial: tiene que haber confesión completamente penitente del pecado, y un mirar a Jesús para el perdón de ello, y tiene que haber un cambio verdadero de corazón, uno que después afecte la vida entera, y donde no se hallen estos puntos esenciales no hay una conversión genuina (traducción de C. H. Spurgeon, “Is Conversion Necessary?”, Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, 1971, vol. xx, p. 398).
III. Tercero, “Solamente con Oración y Ayuno” (predicado el Domingo en la mañana, 14 de Junio, 2009).
El texto es: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (Marcos 9:29). Dije que las palabras “y ayuno” se había quitado porque dos manuscritos, copiados por Gnósticos herejes, sacaron esas dos palabras, debilitando así a las iglesias que usan las Biblias modernas. Pero la gran mayoría de manuscritos antiguos sí tienen las palabras “oración y ayudo” en ellos. En China dichas palabras están en sus Biblias. Esa es una de las razones por las que tienen avivamiento continuo, mientras que en el Occidente, con sus traducciones modernas casi nunca experimentan avivamiento clásico verdadero. Pero debemos tener tiempos de oración y ayuno para que muchos jóvenes en nuestras iglesias sean convertidos. Debemos ayunar y orar para que ellos sientan su pecado, se arrepientan, y tengan un verdadero encuentro con el Salvador crucificado y resucitado, y sean limpiados por Su Sangre preciosa. El sermón terminó con un verso del himno “Más Blanco que la Nieve”. Dice: “Señor Jesús, ves que paciente espero, Ven ahora, y crea dentro de mí un nuevo corazón”. Pero mientras los Cristianos en nuestra iglesia estaban ayunando y orando, John Cagan resentía la idea de ayunar. ¡Lo enojaba – aunque pronto sería convertido mientras sus padres oraban y ayunaban por su salvación!
IV. Cuarto, “La Conciencia y la Conversión” (predicado el Domingo en la noche, 14 de Junio, 2009).
El texto era: “Dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Romanos 2:15). La conciencia es la potestad que pasa juicios morales sobre nosotros mismos, acusando o defendiendo nuestras acciones, pensamientos y planes, diciéndonos lo que hemos hecho mal, y que merecemos sufrir por ellos. Adán pecó y su conciencia fue contaminada, así que hizo varias excusas para su pecado. La prueba de que esta ruina de sus conciencias pasó al resto de la raza humana es el hecho de que su primer hijo, Caín, asesinó a su hermano pero no sintió convicción, y excusó su pecado. Entre más peca la persona más profana y arruinada se vuelve su conciencia. La gente cauteriza su conciencia pecando más y más: “por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia” (I Timoteo 4:2). Les dije a los jóvenes en nuestra iglesia que ellos cauterizan su conciencia por mentirle a sus madres, hacer trampa en la escuela, robar cosas, cauterizando la conciencia vez tras vez con pecados aun más grandes – los cuales no voy a mencionar aquí en la iglesia. Tú sabes cuales son. Sabes que es casi imposible que te sientas culpable ahora – porque has pecado repetidamente, riéndote de Dios mientras pecabas repetidamente y así arruinaste tu conciencia. ¿Qué puedo hacer para ayudarte? Eres tú quien ha cauterizado tu conciencia hasta no reconocerla. Solo te puedo tener lastima – como a una criatura arruinada sin futuro ni esperanza. Solo te puedo tener lastima. No te puedo ayudar, estás condenado ahora mismo. Jesús dijo: “el que no cree ya ha sido condenado” (Juan 3:18). Seguro irás al Infierno, como si ya estuviera allí. Y nada que yo diga o haga te puede ayudar. Solo Dios te puede convencer de tu pecado. Si te da algo de convicción de pecado antes, no hay garantía que te volverá a convencer otra vez. A menudo los que han experimentado convicción de pecado nunca vuelven a ser visitados por el Espíritu de Dios. Después de toda la burla y necedades que has hecho, no mereces ni un momento de convicción. Si pierdes tu convicción de pecado, Dios tal vez nunca te la dé otra vez. ¡Ven ante Dios como un pordiosero! ¡Ven doblegado por humildad, sabiendo que el Dios Todopoderoso no te debe nada. En tu corazón le has escupido en su rostro todos estos años. ¡Piensa! Has escupido al rostro de Jesús con tu actitud misma. Ahora Jesús no te debe nada. Solo te debe ira, castigo y las llamas del Infierno. Ahora puedes estar pensando: “Es cierto – Dios no me debe nada sino solo las llamas del Infierno. No merezco nada más”. Entonces, si sientes eso te urjo que vengas a Jesús como la mujer que vino a Jesús y besó Sus pies. Como el gusano miserable que eres. Ven llorando y clamando a Él, como lo hizo John Bunyan, como lo hizo Whitefield – llorando y clamando por misericordia. Tal vez Él tendrá misericordia de tí. Pero solo “tal vez” – porque el tiempo para que tú seas salvo quizá ya pasó. A lo mejor ya pecaste más allá del día de gracia para siempre. Ven llorando a Jesús – y tal vez te dé otra oportunidad – aunque en tu caso no es para nada seguro que Él lo haga. Ven aquí a este lugar ante el pulpito. Arrodíllate y clama por misericordia. Jesús tal vez te oiga y te dé otra oportunidad para de ser limpiado por Su Sangre Santa. Solo Su Sangre puede: “limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo” (Hebreos 9:14).
V. Quinto, “El Valle de Huesos Secos” (yo prediqué éste la mañana que John Cagan fue convertido, 21 de Junio, 2009).
El texto era: “Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis” (Ezequiel 37:3-5). No creo que John fue convertido por este sermón. No creo que lo estaba escuchando. Creo que fueron los primeros cuatro sermones los que fueron usados para convertirlo. En el testimonio de John verás cuado lo lea – que él no me respetaba. De hecho, John me odiaba. Hasta cuando predicaba este sermón John dijo: él “trataba desesperadamente de rechazarlo, de no escuchar…contaba los segundos para que terminara el sermón, pero el pastor seguía predicando”. Es por eso que nunca menciona nada de lo que dije esa mañana en su testimonio. Ni una sola palabra. John dijo: “hasta cuando se daba la invitación yo resistía”. Y dijo: “el pastor me aconsejó, y me dijo que viniera a Jesús, pero no lo hacía”.
Eso es importante. Es importante porque es la manera que algunos se sienten ahora mismo. No me respetas. No te caigo bien. No quieres escucharme.
Pero algo más le pasó a John esa mañana. Creo que yo podría haber leído paginas de la guía telefónica y él hubiera sido convertido. ¿Por qué digo eso? Porque los cuatro sermones anteriores habían penetrado su corazón endurecido, particularmente mi sermón sobre la conciencia. Ves, Dios Mismo usó ese sermón y los otros tres para hacerlo pensar en su pecado. Y se dio cuenta de que su batalla realmente no era contra mí. Se dio cuenta de que realmente él batallaba contra Dios. Ahora escucha su testimonio y verás que yo tuve poco qué ver con la conversión de John. Fue Dios quien hizo que los primeros cuatro sermones lo llevaran bajo la convicción de pecado. Dios fue quien usó mis palabras débiles para traer a este joven de quince años bajo la convicción de pecado. Fue Dios quien “forzosamente [lo trajo] a Jesús”. No fui yo para nada. “¿Cómo oirán sin haber quien les predique?” Es cierto. Pero es Dios que usa los sermones del predicador para convertir a los pecadores. Como dijo el profeta Jonás: “La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9). Ahora piensa en eso mientras leo el testimonio entero de la conversión de John Samuel Cagan.
MI TESTIMONIO
Junio 21, 2009
por John Samuel Cagan
Puedo recordar el momento de mi conversión tan vívidamente e íntimamente que las palabras parecen tan pequeñas en comparación con la gran diferencia que Jesús hizo. Antes de mi conversión yo estaba lleno de ira y odio. Tomé orgullo de mis pecados y me gustaba mucho causarles dolor a las personas, y yo me asociaba con los que odiaban a Dios; para mí el pecado no era un “error” que lamentar. Yo me puse intencionalmente en este camino. Dios comenzó a trabajar en mí de una manera que nunca podría haber previsto y mi mundo empezó a desmoronarse rápidamente a mi alrededor. En esas semanas antes de mi conversión me sentía morir: yo no dormía, no podía sonreír, no pude encontrar ninguna forma de paz. Nuestra iglesia estaba teniendo reuniones evangelísticas y yo puedo recordar claramente burlándome de ellas ya que no tenía ningún respeto por mi pastor y mi padre.
El Espíritu Santo comenzó a darme convicción por mi pecado en ese momento, pero con toda mi voluntad rechacé todos los pensamientos que tenía acerca de Dios y la conversión. Me negaba a pensar en ello, sin embargo no podía dejar de sentirme atormentado. En la mañana del Domingo 21 de Junio del 2009, yo estaba agotado completamente. Estaba tan cansado de todo. Empecé a odiarme a mí mismo, a odiar mi pecado y como me hacía sentir.
Mientras Dr. Hymers predicaba, mi orgullo estaba tratando desesperadamente de rechazarlo, no escucharlo, pero mientras él predicaba literalmente yo podía sentir todo mi pecado en mi alma. Estaba contando los segundos hasta que el sermón terminara, pero el pastor seguía predicando, y mis pecados se hicieron cada vez peor. Ya no podía dar coces contra el aguijón, ¡tenía que ser salvo! Aun cuando se dio la invitación me resistí, pero ya no podía soportarlo más. Yo sabía que era el peor pecador posible y que Dios era justo para condenarme al Infierno. Estaba tan cansado de luchar, estaba tan cansado de todo lo que era. El pastor me aconsejó, y me dijo que viniera a Jesús, pero yo no quería. A pesar de que todo mi pecado me condenaba todavía yo no quería a Jesús. Estos momentos fueron los peores de todos, me sentía como si yo no podía ser salvo y tendría que ir al Infierno. Yo estaba “tratando” de ser salvo, estaba “tratando” de confiar en Jesús y no pude, yo no pude ir por mí mismo a Jesús, no pude decidir hacerme Cristiano, y me hizo sentir muy desesperado. Podía sentir mi pecado que me empuja hacia el Infierno, sin embargo, yo podía sentir mi necedad deteniendo mis lágrimas. Estaba atrapado en este conflicto..
De repente, las palabras de un sermón predicado años atrás entraron en mi mente: “¡Ríndete a Jesús! ¡Ríndete a Jesús!” El pensamiento que tenía que rendirme a Jesús me angustiaba tanto que por lo que pareció una eternidad me rehusaba. Jesús había dado Su vida por mí. El verdadero Jesús fue crucificado por mí cuando yo era Su enemigo y no me rendía a Él. Este pensamiento me quebró; tuve que dejar ir todo. Simplemente no podía aferrarme a mí mismo por más tiempo, ¡tenía que tener a Jesús! En ese momento me entregué a Él y vine a Jesús por fe. En ese momento parecía como si tuviera que dejarme morir, ¡y entonces Jesús me dio vida! No hubo ninguna acción o voluntad de mi mente, sino con el corazón, simplemente reposé en Jesús, ¡Él me salvó! ¡Lavó mi pecado en Su Sangre! En ese instante, dejé de resistir a Jesús. Era muy claro que todo lo que tenía que hacer era confiar en Él; puedo reconocer el instante exacto en que dejé de ser yo y era solo Jesús. ¡Tuve que rendirme! En ese momento no hubo ninguna sensación física o una luz cegadora, no necesitaba un sentimiento, ¡tenía a Jesús! Sin embargo al confiar en Jesús sentí como si mi pecado fue levantado de mi alma. ¡Me volví de mi pecado, y miré solo a Jesús! Jesús me salvó.
¡Cómo Jesús debió haberme amado al perdonar al peor pecador que había crecido en una buena iglesia y aun así se volvió contra Él! Las palabras no pueden describir mi conversión ni expresar mi amor por Jesús. Jesús dio Su vida por mí y por eso le doy mi todo a Él. Jesús dio Su vida por mi y por ello le doy mi todo a Él. Jesús sacrificó Su trono por una Cruz por mí aun cuando yo escupí Su iglesia y me burlé de Su salvación; ¿cómo podré proclamar suficientemente Su amor y misericordia? Jesús quitó mi odio e ira y me dio amor en su lugar. Me dio algo más que un nuevo comienzo – Me dio una nueva vida. Es solamente por fe que sé que Jesús ha borrado todos mis pecados, y me pregunto, cómo saberlo con mi falta de pruebas concretas, pero siempre me recuerdo a mí mismo que “la fe es la certeza de lo que no se ve” y encuentro paz sabiendo que después de pensar cuidadosamente, mi fe descansa en Jesús. Jesús es mi única respuesta.
Estoy muy agradecido por la gracia que Dios me dio, por todas las oportunidades que me dio, y por atraerme con tanta fuerza a Su hijo porque yo nunca habría llegado a Jesús por mí mismo. Estas son sólo palabras, pero mi fe descansa en Jesús, porque Él me ha cambiado. Él siempre ha estado allí, mi Libertador, mi Descanso y mi Salvador. Mi amor por Él parece tan pequeño en comparación con lo mucho que Él me amó. Nunca podré vivir el suficiente tiempo o con suficiente sinceridad, no puedo hacer demasiado para Jesús. ¡Servir a Jesús es mi alegría! Él me dio vida y paz después de que todo lo que había conocido era odio. Jesús es mi ambición y dirección. No confío en mí mismo, pero puse mi esperanza en Él solo, porque Él nunca me ha fallado. Jesús vino a mí, y por esto yo no lo dejaré..
Tú eres un pecador perdido igual que lo era John Cagan. Solo te puedo decir lo que le dije a John al final del sermón cuando él fue salvo: “Eres un pecador. Estás perdido. Nadie te puede salvar solo Jesús. Por eso es que Él murió en la Cruz para pagar por tu pecado – y lavarlo con Su Sangre. ¡Mientras cantamos, sal de tu asiento y ven acá! ‘¡Estoy perdido! ¡Oh, Jesús, lava mis pecados con la Sangre que Tú derramaste en la Cruz!’ Ven acá mientras cantamos la primera estrofa de ‘En la Cruz’”. Esta fue la canción de invitación que cantamos cuando John Cagan fue salvo. La mayoría de ustedes la conoce. Cántala. Y mientras se canta, ven aquí al altar y confía en Jesús.
Cerca de la Cruz Jesús, tenme allí fuente
Fluye gratis a sanar, del Monte Calvario.
En la cruz, en la cruz, Siempre sea mi gloria;
Hasta que el río al cruzar Mi alma descanse.
(“Near the Cross” por Fanny J. Crosby, 1820-1915).
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(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Sr. Aaron Yancy Antes del Sermón: Romanos 10:14.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Near the Cross” (por Fanny J. Crosby, 1820-1915).
EL BOSQUEJO DE CINCO SERMONES USADOS EN LA CONVERSIÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. “¿Cómo oirán sin haber quien les predique?” I. Primero, “Aliento para aquellos que no Están Lejos de la Salvación” II. Segundo, “El Calvinismo Moderno y la Conversión Verdadera” III. Tercero, “Solamente con Oración y Ayuno” (predicado el Domingo IV. Cuarto, “La Conciencia y la Conversión” (predicado el Domingo en V. Quinto, “El Valle de Huesos Secos” (yo prediqué éste la mañana que |