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LAS ORACIONES QUE DIOS CONTESTApor Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (Santiago 5:17). |
Es interesante que el Antiguo Testamento no mencione a Elías haciendo estas oraciones. Sólo se nos dice que el profeta sabía que Dios iba a responder las oraciones, las cuales no son mencionadas (I Reyes 17:1). Me parece que las oraciones de Elías fueron dadas por revelación especial a Santiago. Pero el Antiguo Testamento sólo nos da lo que le dijo el profeta al rey Acab. El Dr. McGee señaló que los profetas hablaban a los hombres, pero los sacerdotes hablaban a Dios. Elías era un profeta, por lo que la Biblia sólo nos da lo que le dijo Elías a Acab. Lo que Elías le dijo a Dios se ocultó hasta que Dios se lo reveló a Santiago. Elías habló con Acab y le dijo:
“Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (I Reyes 17:1).
No sabríamos mucho acerca de las oraciones de Elías para la sequía y la lluvia si Santiago 5:17 no se hubiera dado a Santiago por inspiración de Dios (II Timoteo 3:16).
El texto nos dice que Elías oró “fervientemente” para la sequía y la lluvia. La palabra Griega que se traduce como “fervientemente” significa “pidió con oración”. Thomas Manton (1620-1677) dijo que muestra “acuerdo entre la lengua y el corazón; el corazón oró y [la] lengua oró” (traducción de Commentary on James, The Banner of Truth Trust, 1998 reprint). Creo que es mucho más que orar en alta voz. Creo que Manton está correcto que muestra un acuerdo del corazón con las palabras de la oración. Esto significa que el corazón desea fervientemente lo que se dice en sus oraciones.
A través de los años he visto muchas respuestas notables a oración. Pero no todo lo que pido tiene respuesta rápidamente. Las grandes respuestas a oración por lo general han tenido lugar cuando primero se produjo una fuerte carga para aquello por lo que estaba orando. Era algo de lo que no podía dejar de pensar. Los Cristianos antiguos lo llamaban una “carga”, algo que pesa sobre ti, algo que te preocupa profundamente, que te preocupa tan profundamente que sigue volviendo a ti. Y oras por ello hasta que llega la respuesta.
Jesús dio dos parábolas para mostrar la importancia de continuar orando por las cosas que nos abruman hasta que llegue la respuesta. La primera es llamada “Parábola del Amigo Inoportuno”. Inoportuno significa “persistente” o incluso “problemático”. Se da en Lucas 11:5-13. Está en la página 1048 en la Biblia Anotada de Scofield. Por favor pónganse de pie y léanlo en voz alta.
“Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:5-13).
Se pueden sentar.
Toda la parábola nos enseña a seguir pidiendo y seguir orando hasta que recibamos lo que pedimos. Versos nueve y diez dicen:
“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11:9-10).
“Pedid”, “buscad”, “llamad” están en el tiempo presente en el texto Griego. Podría traducirse como “seguir pidiendo, seguir buscando, seguir llamando”. Ahora mira el verso 13:
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
Así que aquí oración persistente será contestada por Dios dando el Espíritu Santo a nuestros “amigos” que están en necesidad. El Dr. John R. Rice tenía razón cuando dijo que esto se aplica a los Cristianos pidiendo el poder del Espíritu Santo para ganar almas (traducción de Prayer: Asking and Receiving, pp. 212, 213).
Pero, la misma enseñanza también es dada en Mateo 7:7-11. Está en la página 964 en la Biblia Anotada de Scofield. Léanlo en voz alta:
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:7-11).
Nota que el versículo 11 tiene diferentes palabras. En Lucas 11 Jesús dijo: “¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Pero en Mateo 7:11 Jesús dijo: “¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se lo pidan?”
El profeta Elías oró para que no lloviera, y no llovió durante tres años y medio. Esa era la carga que Dios puso en su corazón. Y, cuando oró, Dios respondió al detener la lluvia. A veces Dios responde rápidamente. En otras ocasiones Dios no responde al principio.
Recuerdo muy bien la noche que Dios respondió mi oración rápidamente. Yo tenía doce años de edad. Me enviaron a vivir con una tía y un tío que vivía en la parte de arriba de Topanga Canyon. Fui un par de meses a la escuela allí – una de las veintidós escuelas a donde me enviaron antes de graduarme de la escuela secundaria. Es por eso que fracasé en la universidad la primera vez que fui. Cuando eres movido alrededor de veintidós veces, no aprendes mucho. Aprendí a leer. Aprendí a escribir en letra de carta. Aprendí a sumar y restar. Eso fue todo. Pero allí estaba yo, en la parte superior de Topanga Canyon, viviendo con una tía que estaba borracha todo el tiempo. Una noche mi primo y su amigo estaban bebiendo. De hecho, estaban bastante borrachos. Ellos dijeron: “Ven, Robert. Entra en el carro y vamos a dar una vuelta”. No quería ir, pero yo sólo tenía doce años, y esos muchachos grandes me agarraron y me pusieron en la parte de atrás del carro. Era el Ford 1940 cupé de mi tío. Sólo tenía el asiento de enfrente. Me metieron en el espacio estrecho detrás del asiento delantero. Y nos fuimos mientras ellos bebían cerveza y whisky. El “pequeño paseo” se convirtió en un salvaje, paseo en un camino a la playa lleno de curvas. Si alguna vez has estado en ese camino tendrás una idea de cómo fue. El camino tiene muchas curvas como una serpiente. Estaban borrachos y mi primo iba cerca de sesenta millas por hora bajando la montaña. El límite de velocidad era, creo, como 25 millas por hora y ellos iban a 65 o 70. Nunca lo olvidaré mientras viva. Todavía tengo una pesadilla sobre eso de vez en cuando. Bajé la cabeza e hice la única oración que sabía en ese momento. Oré el Padre Nuestro todo el camino por la montaña – con un fuerte énfasis en las palabras, “Líbranos del mal”. Al pie de la montaña me bajé del carro y me quedé allí en la oscuridad temblando. Sé que fue Dios quien nos salvó. Había habido muchos accidentes mortales en ese camino. Yo había visto carros que se salieron de la carretera y se incendiaron al fondo. Dios me salvó en respuesta a la oración. Lo sabía entonces, y lo sé ahora, ¡sesenta y tres años después! Muchas veces Dios contesta oraciones cortas como lo hizo esa noche.
Pero otras veces tenemos que esperar, a veces durante un largo período, antes de que llegue la respuesta. A la edad de diecisiete años decidí no ser un actor y en vez entrar en el ministerio. No hubo emoción involucrada, ni sentimiento de ninguna clase. Ni siquiera recuerdo haber oído acerca de ser “llamado” a predicar. Tal vez alguien lo dijo, pero nunca lo oí. En aquel entonces ellos siempre hablaban de “rendirse” a predicar. Pastores hablaban de ir a través de una gran lucha y finalmente “rendirse” a ser pastor. Bueno, yo no pasé a través de una lucha para nada. ¡Sólo pensé que la actuación era estúpida y sin valor, y me rendí a predicar, lo que eso significara! Me sometí a la voluntad de Dios. Eso es lo que me llevó a la iglesia China, para convertirme en un misionero. Había leído la vida de James Hudson Taylor, el gran pionero misionero a China. Y yo sabía que él era un gran modelo para yo seguir.
Así que fui a la iglesia China y me lancé a toda clase de servicio que estaba disponible. Hasta llegué a ser el jardinero y conserje de la iglesia, limpiando el piso, arreglando las sillas, cualquier cosa que pudiera hacer para servir a Dios. Durante ese tiempo me compré una copia de extractos del Diario de John Wesley, publicado por Moody Press. Lo leí casi como si fuera la Biblia. No me di cuenta en ese momento, pero daba una imagen gráfica de lo que ocurrió en el Primer Gran Despertamiento. El Diario de Wesley me hizo interesarme en el tema de avivamiento. Yo era demasiado joven e inexperto para saber qué raro era el avivamiento en la década de 1960. Yo era ingenuo, de mente lo suficientemente simple para pensar que podía orar por avivamiento y que iba a suceder. Así oré que un avivamiento viniera a la iglesia China. Oré por ello diariamente. Oré por ello en voz alta en todas las reuniones de oración. Cuando me pedían que diera gracias en las comidas en la iglesia toda mi oración era para que Dios enviara avivamiento. Era lo principal por lo que yo oré a través de la década de 1960. Realmente no estaba muy sorprendido cuando el avivamiento llegó, que empezó de repente en un campamento de verano a finales de 1960. Sabía que iba a venir porque, con la fe de un niño, había orado por ello. Unos pocos años antes de morir el Dr. Murphy Lum me recordó esas oraciones. El dijo: “Bob, siempre estabas orando por un avivamiento, aun cuando nadie más lo hacía”. Luego dijo: “Bob, creo que el avivamiento llegó porque tú te mantuviste orando por ello”. Pero cuando él dijo eso yo ya casi me había olvidado de ello.
El avivamiento en la iglesia China se convirtió en una carga en mi corazón. Creo que Dios puso esa carga en mí. No podía dejar de pensar en ello. Y oré por ello hasta que Dios me respondió. Los Cristianos antiguos llamaban eso “orar sin cesar”. Es oración inoportuna, persistente – ¡hasta que Dios responde y recibes lo que pediste! Jesús dijo:
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le [continúan pidiéndole]?” (Mateo 7:11).
De nuevo, Jesús dijo:
“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11:9-10).
“Pedid”, “buscad” y “llamad” están en el tiempo presente en el Griego. Eso significa, “continua pidiendo, continua buscando, continua llamando”. El Dijo Dr. John R. Rice, dijo: “Un hijo de Dios tiene derecho a... persistentemente, insistentemente declarar las promesas de Dios y negarse a tomar una negativa, hasta que lo que se necesita...se recibe de Dios. Oh, que la gente de Dios sea animada a orar, orar, orar – que sean animados a ¡ORAR SIN CESAR!
“Continúa orando
Hasta que recibas respuesta,
Continúa orando
Hasta que recibas respuesta,
Las grandes promesas de Dios
Son siempre verdaderas,
Continúa orando
Hasta que recibas respuesta”.
(Traducción de John R. Rice, D.D., Prayer: Asking and Receiving, Sword of the Lord Publishers, 1970, pp. 213, 214).
El Dr. R. A. Torrey, en su gran libro, Como Orar [How to Pray], dijo lo mismo. El Dr. Torrey said:
Dios no siempre nos da cosas en nuestro primer esfuerzo. Él quiere entrenarnos y hacernos fuertes por lo que nos hace trabajar duro para conseguir las mejores cosas...Él no siempre nos da lo que pedimos en oración como respuesta a la primera oración. Él quiere entrenarnos y hacernos personas fuertes de oración al hacernos orar duro por las mejores cosas. Él nos hace orar sin cesar.
Me alegro de que esto es así. No existe una formación más bendita en oración que lo que viene a través de ser obligado a pedir una y otra vez, durante largos períodos de tiempo, antes de obtener lo que buscamos de Dios. Muchas personas lo llaman sumisión a la voluntad de Dios cuando Dios no les concede sus peticiones en la primera o segunda vez que piden. Ellos dicen: “Bueno, tal vez no es la voluntad de Dios”.
Por regla general, esto no es sumisión, sino pereza espiritual...Cuando un hombre o una mujer fuerte de acción comienza con la idea de lograr una cosa y no la logra la primera o la segunda o la centésima vez, él o ella sigue martillando hasta que se logra. El hombre fuerte de oración continua en oración hasta que ora sin cesar y obtiene lo que busca...Cuando nosotros comenzamos a orar por una cosa, nunca debemos dejar de orar por ella hasta que la recibamos (traducción de R. A. Torrey, D.D., How to Pray, Whitaker House, 1983, pp. 50, 51).
Pero esto tiene otra parte. Tus oraciones no serán contestadas si tu corazón no está bien con Dios. Llevé a mi familia a unas vacaciones en Cancún, México a principios de Enero. Un día, mientras ellos fueron a ver las ruinas Mayas, me quedé solo. Leí un libro acerca del avivamiento en la Isla de Lewis de 1949 a 1952. Oré y escribí un sermón. Cuando regresamos anuncié que íbamos a tener reuniones evangelísticas cada noche. Como ustedes saben, Dios estaba en ello. Comenzó con Dr. Cagan guiando su madre de 89 años a Jesús. Eso fue un verdadero milagro porque ella había sido una atea endurecida durante muchos años. Entonces la suegra del Dr. Cagan esperamos fue convertida – a la edad de 86 años. Sabemos por las estadísticas que las conversiones casi no ocurren a personas mayores de setenta años. Aquí, en unos pocos días, dos mujeres con más de ochenta años fueron salvas. ¡Notable! Luego, uno por uno, 11 jóvenes esperamos fueron salvos. Un par de días después, esperamos hubo otra conversión. Catorce personas fueron salvas en unos pocos días.
Pero luego leí Romanos 12:1 y 2 y la apliqué a los que fueron salvos en la iglesia años antes.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1, 2).
Cuando has estado predicando el tiempo que lo he hecho yo aprendes a sentir la respuesta de la congregación. Lo que sentí no era bueno. Vi a los jóvenes apretar sus mandíbulas y mirar hacia el suelo. Sentí una profunda resistencia y desafío de Jesús, como que si nunca se someterían a Él. Sentí un golpe frío a través de mi corazón. Sentí casi como que si ellos tuvieran que ser convertidos de nuevo. Ese es el caso cuando la gente deja que las cosas de este mundo tomen el lugar de Jesús en sus corazones. El corazón se vuelve casi tan duro como lo era antes de la conversión inicial. El corazón debe ser quebrantado de nuevo y rendido a Jesús.
La rebelión reina en los corazones de aquellos que se niegan a ceder en repetidas ocasiones a Jesús. Él dijo que tomes tu cruz “cada día, y sígueme”. Debe haber un rendimiento “cada día” a Jesús, o nuestros corazones crecerán fríos y obstinados. Es erróneo pensar: “Soy salvo ahora. Ya no necesito rendir mi vida a Jesús”. Qué diferente es eso de lo que el Apóstol Pablo dijo: “Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo...a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Sólo entonces así “comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1, 2). Para conocer la voluntad de Dios debes ofrecerte como un sacrificio vivo a Él, y no estar conforme al mundo.
El corazón que no se rinde como un “sacrificio vivo” a Jesús será un corazón dividido. La Biblia dice: “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:7). Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Jesús te está llamando a negarte a ti mismo. Él te llama a que lo sigas. ¡Oh, cuántas veces en la vida he perdido la alegría de mi salvación porque no estaba dispuesto a negarme a mí mismo y seguirlo! Pero, oh, como el gozo del Señor ha vuelto, vez tras vez, ¡cuando me presenté como un sacrificio vivo a Jesús! Estoy orando esta noche que hagas eso también. La canción que el Sr. Griffith cantó me ha gustado casi toda mi vida. Cuando era un adolescente solitario y confundido, lágrimas brotaban de mis ojos cada vez que cantaba esas palabras,
Oh, cuan deudor a Tu gracia
¡Diario estoy forzado a ser!
Que Tu bondad como lazo,
Mi errante ser ate a Ti
Propenso a alejarme siento,
A dejar mi amado Dios;
Mi corazón, toma y sella;
Para el cielo séllalo.
(Traducción libre de “Come, Thou Fount” por Robert Robinson, 1735-1790).
¿Hay algunos aquí esta noche que saben que deben negarse a sí mismos de nuevo – y tomar tu cruz y seguir a Jesús de nuevo? ¿Hay algunos de ustedes que deben “rendir sus cuerpos” como “sacrificio vivo” al Señor? Si Dios te está hablando así, en un momento, voy a pedirte dejes tu asiento y te pongas de rodillas aquí en el frente del auditorio. Ven y dedica tu vida de nuevo, como un sacrificio vivo a Jesús, que murió en la Cruz para salvarte. Ven aquí rinde tu corazón y vida a Jesús de nuevo. Ven a confiésale a Él cualquier rebelión o pecado en tu corazón y vida. Ven y pídele a Jesús que te perdone, y renueva tu obediencia a Él. Mientras nos ponemos de pie juntos, ven y se arrodíllate aquí, y ora. Mientras que el Sr. Griffith canta ese himno en voz baja, ven.
Fuente de las bendiciones,
Ven Tu gracias hazme cantar;
Ríos de misericordia,
Piden alabanza a alzar.
Enséñame un nuevo canto,
Que en el cielo cántenlo;
Loor al monte – De él me dijo –
Monte de amor redentor.
Aquí alzo mi Ebenezer,
Por Tu ayuda aquí estoy;
Por Tu buen placer espero,
llegar seguro al hogar,
Me busco Jesús, yo extraño,
Lejos del redil de Dios;
Del peligro a rescatarme,
Él Su sangre interpuso.
Oh, cuan deudor a Tu gracia
¡Diario estoy forzado a ser!
Que Tu bondad como lazo,
Mi errante ser ate a Ti
Propenso a alejarme siento,
A dejar mi amado Dios;
Mi corazón, toma y sella;
Para el cielo séllalo.
A Dr. Hymers le gustaría saber de ti si este sermón te bendijo. CUANDO LE ESCRIBAS A DR. HYMERS DEBES DECIRLE DE QUE PAÍS LE ESTÁS ESCRIBIENDO O ÉL NO PODRÁ CONTESTAR TU CORREO. Si estos sermones te bendicen por favor envía un correo electrónico a Dr. Hymers y díselo pero siempre incluye de qué país estás escribiendo. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net (oprime aquí). Puedes escribirle a Dr. Hymers en cualquier idioma, pero escribe en Inglés si es posible. Si deseas escribirle a Dr. Hymers por correo postal, su dirección es P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Puedes llamarle por teléfono al (818) 352-0452.
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Santiago 4:1-10.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Come, Thou Fount” (por Robert Robinson, 1735-1790).