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LA JUGADA MAESTRA

por Dr. C. L. Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 6 de Marzo, 2016

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (I Juan 4:10).


Fui a la universidad UCLA, lejos de mis padres, por lo que estaba solo. Allí me esforcé más y más – pero yo estaba solo. Yo quería ser un intelectual, y tomé un montón de clases – pero yo estaba solo. Yo quería hacer dinero, y trabajé muchas horas – pero yo estaba solo. Trabajé durante el verano, las vacaciones de Semana Santa, incluso en días festivos como el Año Nuevo y la Navidad – pero yo estaba solo. Trabajaba toda la noche, incluso en el invierno cuando estaba lloviendo y no había nadie allí. Encendía el radio y me mantenía caliente con la calefacción. Estaba haciendo dinero. Me estaba convirtiendo en un éxito. Pero yo estaba solo.

Un día sucedió algo que no tenía sentido para mí. Me invitaron a la cena de Acción de Gracias en la casa de una familia Cristiana. Fui allí, pero pensé, “Yo no pertenezco aquí. No soy parte de esta familia. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué? ¿Por qué?”

No tenía sentido. No había hecho nada por ellos. Ellos no estaban relacionados conmigo. Deberían haberme dejado solo. Ahí es donde yo pertenecía. Era ilógico. No vi que me estaban mostrando amor Cristiano, cuando yo estaba perdido y solitario y no tenía ningún lugar a donde ir. Ellos me amaron cuando yo no los amé.

Más tarde le di un nombre a lo que hicieron. Lo llamé “la jugada maestra”. Fue una jugada ilógica, pero allí estaba. Era como un movimiento que hace un maestro de ajedrez, que a ningún jugador común se le ocurriría. Pero me llevó a pensar en la fe Cristiana, que había rechazado.

Amor me fue dado por gente que yo no había amado. “La jugada maestra” fue un buen nombre para ello. Lo que hicieron vino del amor del Maestro – de Jesucristo, y de Dios Su Padre. Ellos estaban haciendo lo que hizo su Maestro. Fue el Mismo Dios quien amó a gente que no lo amaba. Nuestro texto dice:

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (I Juan 4:10).

Dios envió a Su Hijo a morir por ti y por mí, porque Él te ama aunque tú no lo ames. Eso es ilógico, ¡pero así es! Es la “jugada maestra”. Es el movimiento del Maestro. El amor de Dios para la gente que no lo ama no es algo abstracto. No son palabras, o una teoría. Fue puesto en acción. Nuestro texto dice:

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (I Juan 4:10).

Quien quiera que seas, Jesús te ama incluso si tú no lo amas. Si tú has estado viniendo a la iglesia sin ser convertido, y palabras como la salvación no te mueven, Él te ama. Si has vivido sin ir a la iglesia y casi no piensas en Jesús, Él te ama. Si eres un incrédulo que rechaza la Biblia y a Jesús Mismo, como yo lo hice – Él te ama. Esta mañana quiero mencionar dos puntos sobre el amor de Jesús.

I. Primero, el amor de Jesús por Sus amigos.

Jesús tenía muchos amigos. La Biblia dice: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo” (Proverbios 18:24). Jesús era un hombre amigable. Era muy amigo de Lázaro y sus hermanas María y Marta. El Evangelio de Juan dice: “Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Juan 11:5). Cuando Lázaro murió, “Jesús lloró” (Juan 11:35). La gente dijo: “Mirad cómo le amaba” (Juan 11:36). Entonces Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos. Pero Él amaba a Lázaro mucho antes de eso.

Los amigos más cercanos de Jesús eran Sus Discípulos, que estuvieron con Él en el ministerio y compañía durante tres años. La noche antes de ser crucificado, Jesús comió la cena de Pascua con ellos. La llamamos la Última Cena. El Apóstol Juan fue uno de los Discípulos allí. Él escribió sobre el amor que Jesús tenía por ellos,

“Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1).

Juan dijo una y otra vez que Jesús lo amaba. Juan es llamado “el discípulo amado”. En el Evangelio que escribió, Juan dijo del amor de Jesús por él. En la Última Cena:

“Uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús” (Juan 13:23).

Este Discípulo era Juan. Más tarde en su Evangelio Juan escribió de sí mismo como “al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús” (Juan 20:2). Una vez más, escribió, “aquel discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 21:7). Al final de su Evangelio, Juan se identificó a sí mismo como ese discípulo. Él escribió: “Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas” (Juan 21:24). En Español moderno significa, “Soy ese discípulo”. “Era yo”. “Jesús me amó”.

En la Última Cena, Jesús les dijo a Sus Discípulos que amaran a otros como Él los amó. Él dijo:

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado” (Juan 13:34).

De nuevo, Jesús les dijo a ellos:

“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor” (Juan 15:9).

De nuevo, Él dijo:

“Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12).

Entonces Jesús les dijo lo que significa mostrar amor. Él dijo:

“Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Cuando yo era un niño en el área de San Francisco leí un artículo en la Crónica, el periódico de allí. Un hombre en la calle fue casi atropellado por un carro. Pero su amigo salió corriendo a la calle y lo apartó. El amigo fue golpeado por el carro y murió, en lugar del primer hombre. El hombre que fue rescatado pagó para imprimir un verso de la Biblia en la Crónica todos los días durante un año. Lo vi un día tras otro. Lo leí una y otra vez, “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Ese hombre murió en el lugar de su amigo. Y Jesús puso Su vida en lugar de la tuya.

Ese verso se imprimió para recordar a un hombre que amaba a su amigo. Jesús amaba a sus amigos, incluso cuando ellos no lo amaban. Uno de Sus Discípulos fue Judas. Ese hombre tomó dinero para traicionar a Jesús. Él llevó a los soldados a donde Jesús estaba en el Huerto de Getsemaní, y lo arrestaron. Puede que tú esperes que Jesús esté enojado con el traidor. Pero en vez,

“Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?” (Mateo 26:50).

La nota de Scofield sobre este verso es muy compasiva: “No hay otro saludo más conmovedor que éste. El Señor nunca desconoció a Judas.” Él llama a Judas “amigo” cuando el hombre le había traicionado.

Otro de los Discípulos se llamaba Pedro. Podrías esperar que Jesús esté enojado con Pedro también, porque Pedro lo negó tres veces. Después de que Jesús fue arrestado, Pedro dijo tres veces que no lo conocía. Después de la tercera negación, el gallo cantó como Jesús había dicho que sucedería. Luego

“vuelto el Señor, miró a Pedro....Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:61, 62).

¡Ah, cómo Jesús miró a Pedro! No había enojo en esa mirada, pero sólo un recordatorio amoroso. C. H. Spurgeon (1834-1892), el Príncipe de los Predicadores, escribió:

Veo en esa mirada, primero, lo que me hace exclamar – ¡Que amor tan piadoso! Jesús es arrestado, acusado, acababa de ser golpeado en la cara – pero Su pensamiento está en el desleal de Pedro....Nuestro bendito Maestro está pensando en Pedro y Su corazón va hacia Su Discípulo indigno...Jesús siempre tiene un ojo para aquellos por quienes Él derramó Su sangre...Yo veo, entonces, en la mirada de nuestro Señor hacia Pedro, un amor maravillosamente piadoso...¡[Pedro] había actuado vergonzosamente y cruelmente y sin embargo los ojos del Maestro lo vieron con compasión sin límites! (Traducción de Metropolitan Tabernacle Pulpit, sermon 2,034, preached July 22, 1888).

Jesús amó a Judas aunque Judas lo había traicionado. Él amó a Pedro aunque Pedro lo había negado. Amó a gente que no lo amaba. Jesús fue un ejemplo perfecto del amor de Dios:

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros” (I Juan 4:10).

II. Segundo, el amor de Jesús por Sus enemigos.

Podemos entender cómo alguien podría amar a sus amigos. Jesús sabía eso. Él dijo:

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo” (Mateo 5:43).

Era como si Jesús hubiera dicho: “Sí, la gente puede entender eso”. Pero entonces el Maestro fue más allá. Él le dijo a Sus Discípulos que amaran a sus enemigos. Él dijo:

“Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).

De nuevo, Jesús dijo:

“Amad, pues, a vuestros enemigos…y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos” (Lucas 6:35-36).

Los Amish viven en granjas en partes del Este y el Medio Oeste de nuestro país. Tienen un estilo de vida simple. No utilizan la maquinaria y los electrónicos del mundo moderno. Muchos de ellos son verdaderos Cristianos.

Hace algunos años un hombre fue a una escuela Amish en Pennsylvania y le disparó a diez niñas. Él dijo: “Estoy enojado con Dios y necesito castigar a algunas niñas Cristianas para vengarme de Él”. Cinco de las niñas murieron de sus heridas. Pero los Amish no respondieron con ira. Leemos:

      La tarde de la balacera el abuelo Amish de una de las niñas que fue asesinada expresó perdón hacia el asesino...Ese mismo día los vecinos Amish visitaron a la familia [del asesino], para consolarlos en su tristeza y dolor...Más tarde esa semana la familia [del asesino] fue invitada al funeral de una de las niñas Amish que había sido asesinada. Y los dolientes Amish superaban en número a los no-Amish en el funeral [del asesino] (traducción de “Amish Gracia y Perdón”, http://lancasterpa.com/amish/amish-forgiveness/).
      Incluso antes de haber acabado de enterrar a sus cinco niñas asesinadas, los Amish hicieron lo impensable: Ellos establecieron fondos para la familia del hombre que alineó a sus hijas contra una pizarra, atadas de los pies y les disparó, una tras otra. (Traducción de Pittsburgh Post-Gazette, Octubre 7, 2006).

¿Puedes imaginar tal cosa? ¿Por qué harían eso? “Muchos reporteros…preguntaron, ‘¿Cómo podían perdonar un acto de violencia tan terrible, no provocado contra vidas inocentes?’... La cultura Amish sigue de cerca las enseñanzas de Jesús, que enseñó a sus seguidores a perdonarse unos a otros” (“Amish Gracia y Perdón”, ibíd.). ¡Ahí está la respuesta! ¡Amaron a su enemigo porque estaban siguiendo a Jesús!

Jesús amaba a Sus enemigos. Él fue arrestado en el Huerto de Getsemaní. Al día siguiente fue crucificado. Los soldados Romanos clavaron Sus manos y pies. Pero Jesús no estaba enojado con ellos. No gritó maldiciones, ni condenación. En cambio, Jesús oró por las personas que lo habían crucificado. La Biblia dice:

“Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, [ellos] le crucificaron…Y Jesús decía: Padre, perdónalos [a ellos], porque [ellos] no saben lo que hacen” (Lucas 23:33-34).

Jesús oró por “ellos” – las mismas personas que lo acababan de crucificar. Amó a Sus enemigos.

El pasaje de la Escritura que el Sr. Prudhomme leyó nos habla de este tipo de amor. Dice:

“Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno” (Romanos 5:7).

Te dije acerca de un hombre que murió para salvar a su amigo de ser atropellado por un carro. Tal sacrificio es increíble, pero podemos entenderlo. Pero el amor de Dios va mucho más allá de eso. El siguiente versículo dice:

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

A pesar de que quebrantamos la ley de Dios y estamos en contra de Él, Dios nos ama. Él envió a Su Hijo Jesús a morir por ti y por mí. El mismo pasaje dice:

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10).

El amor de Jesús por Sus enemigos va más allá de la razón. Merecemos juicio, no amor. Pero Jesús nos ama. Jesús murió en la Cruz para pagar por tu pecado. Él derramó Su Sangre para lavar tu pecado. Él no tenía ningún pecado propio. Él te ama y murió por ti, a pesar de que tú no lo amas. Esa es la “jugada maestra” que sobrepasa todo entendimiento. Pero ahí está. Jesús te ama.

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación [pago] por nuestros pecados” (I Juan 4:10).

Quien quiera que seas, Jesús te ama. Él te ama incluso si tú no lo has amado, incluso si casi nunca has pensado en Él, incluso si vives tu vida sin Él. El murió en la Cruz para pagar por tu pecado – porque Él te ama. Él derramó Su Sangre para lavar tu pecado – porque Él te ama. Confía en Él. Él te ama. Si estás listo para confiar en Jesús, ve al fondo del auditorio. John Samuel te llevará a un lugar tranquilo donde podamos hablar. Oro que confíes en Jesús hoy. Amén.


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(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Romanos 5:6-10.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Nobody Loves You Like Jesus Does” (autor desconocido;
cantado como la cantaba George Beverly Shea, 1909-2013).


EL BOSQUEJO DE

LA JUGADA MAESTRA

por Dr. C. L. Cagan

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (I Juan 4:10).

I.   Primero, el amor de Jesús por Sus amigos, Proverbios 18:24;
Juan 11:5, 35, 36; 13:1, 23; 20:2; 21:7, 24; 13:34; 15:9, 12, 13;
Mateo 26:50; Lucas 22:61, 62.

II.  Segundo, el amor de Jesús por Sus enemigos, Mateo 5:43, 44;
Lucas 6:35-36; 23:33-34; Romanos 5:7, 8, 10.