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EL HIJO PARA SACRIFICIO
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La Biblia dice que Adán, el primer hombre, era la “figura” de Jesús. La palabra Griega traducida “figura” es tupos. Obtenemos la palabra en Español tipo de ella. Adán era un tipo de Jesús.
¿Qué es un tipo? ¿Qué significa? Un tipo es una persona o cosa en el Antiguo Testamento que ilustra o representa un cumplimiento mayor en el Nuevo Testamento, llamado el anti-tipo. Adán era el tipo. Jesús es el anti-tipo.
Siempre hay una conexión entre el tipo y el anti-tipo. Hay una conexión entre Adán y Jesús. Cuando Adán pecó él trajo la muerte a toda la raza humana – a ti y a mí. La Biblia dice, “como el pecado entró en el mundo por un hombre [Adán], y por el pecado la muerte” (Romanos 5:12). Pero Jesucristo vino a pagar por el pecado y darle vida a la raza humana – a ti y a mí. Lo que hizo Adán, Jesús vino a deshacer. La Biblia dice: “Porque así como por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [Jesús], los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19). Por Su muerte en la Cruz y el derramamiento de Su Sangre, Jesús limpia el pecado de todos los que confían en Él.
Hay muchos tipos de Jesús en la Biblia. Esta noche voy a mostrar sólo dos de ellos. Estos dos tipos son muy especiales, porque nos muestran el sacrificio que Jesús hizo por tu pecado.
I. El primer tipo – Isaac, el hijo ofrecido para sacrificio.
Isaac era el hijo de Abraham. Alrededor de dos mil años antes de Jesús, Dios llamó a Abraham. Él prometió a Abraham que tendría un hijo a pesar de que su esposa Sara era demasiado vieja. Isaac nació cuando Sara tenía noventa años de edad. ¡Qué regalo de Dios! Isaac creció y se convirtió en un joven.
Entonces Dios probó la fe de Abraham. ¿Abraham realmente confiaba en Él? La Biblia dice: “Aconteció…que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí” (Génesis 22:1). La prueba fue muy dura. Dios le dijo:
“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:2).
Debe haber parecido imposible. El hijo que Dios prometió y había dado por un milagro – el amado hijo de Abraham – ¿ahora Dios le dijo a Abraham que lo matara? ¿Por qué Dios quería eso? ¿Él no era razonable? ¿Era cruel? Sacudió a Abraham en lo más profundo de su alma. Pero Abraham confiaba en Dios. La Biblia dice: “Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. (Génesis 22:3).
Abraham obedeció a Dios a pesar de que él no entendía. Él obedeció a Dios aun cuando era muy doloroso. Él subió la montaña dispuesto a sacrificar a su hijo. “Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos” (Génesis 22:5-6). Él estaba solo con su hijo.
Entonces Isaac hizo una pregunta que profundizó la agonía de su padre. “Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (Génesis 22:7). Aun entonces Abraham respondió con fe. Él dijo: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos (Génesis 22:8). Subieron a la cima de la montaña. “Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo” (Génesis 22:9-10).
¡Abraham estaba a punto de matar a su hijo! ¡Él lo habría hecho! Pero en el último momento Dios llamó desde el Cielo,
“No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).
¡Isaac fue liberado! Y Dios le dijo a Abraham que matara un carnero (un animal) como un sacrificio en lugar de Isaac. La prueba había terminado. ¡La fe de Abraham era verdadera! “Por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12). Él estaba dispuesto a dar a su hijo.
Esto no fue solo una prueba de la fe de Abraham. Lo que le sucedió a Isaac fue un tipo, una imagen, del mayor sacrificio de Jesús. Isaac era el tipo. Jesús es el anti-tipo. Dios le permitió a Abraham ofrecer su hijo Isaac como un tipo, una ilustración, de lo que Él haría con Su propio Hijo, Jesús. Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, a morir en la Cruz como sacrificio por tu pecado. El versículo más conocido en la Biblia es Juan 3:16. Dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Abraham amaba a su hijo Isaac. Sin embargo, él estaba dispuesto a darlo para que muriera. Dios amó a Su Hijo, Jesucristo, con un amor infinitamente más grande. Dios el Padre dio a Su Hijo para morir – como un sacrificio para ti. Dios llamó a rescatar a Isaac. Pero Él no hizo nada para detener la muerte de Jesús. En la Cruz, Jesús exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Dios dio la espalda a Su propio Hijo, porque Él no podía mirar al Jesús que tomó tu pecado. Dios liberó a Isaac, pero no a Su propio Hijo Jesús. La Biblia dice:
“[Dios] no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32).
Isaac fue un joven ofrecido para sacrificio, pero liberado. Jesús era el Hijo divino de Dios ofrecido como sacrificio, y no fue liberado. En su Persona y en Su muerte, Jesús estuvo muy por encima de Isaac. Isaac era el tipo. Jesús es el anti-tipo. En tipo y anti-tipo, vemos quién era Jesús y lo que hizo. Él era el Hijo de Dios que murió por ti.
II. El segundo tipo – el Cordero de la Pascua, cuya sangre se interpuso entre el hombre y Dios.
El Cordero de la Pascua fue sacrificado en Egipto, más de 1,400 años antes de Jesús. El pueblo Hebreo era esclavo. Dios estaba usando a Su siervo Moisés para sacarlos de Egipto. Dios ya había enviado nueve plagas sobre los Egipcios, pero Faraón, su rey, endureció su corazón y no dejó ir al pueblo Judío.
Entonces Dios decidió enviar una décima plaga, la más terrible de todas. Él enviaría un ángel de muerte para matar a todos los primogénitos en Egipto en una noche. Entonces Faraón los dejaría ir. Dios dijo:
“Pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto…Yo Jehová.” (Éxodo 12:12).
Dios proveyó un camino para que el pueblo Hebreo escapara de este juicio. Él dijo a Moisés: “Tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia” (Éxodo 12:3). Este cordero era un tipo de Jesús. Y Dios dijo: “El animal será sin defecto” (Éxodo 12:5) – que era un tipo de Jesús sin pecado.
Cada familia debía tomar un cordero y matarlo. Dios les dijo que pusieran la sangre del cordero en la puerta de sus casas. El dijo:
“Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas” (Éxodo 12:7).
Esta sangre era una señal. Cuando vino el ángel de muerte, nadie moriría en esa casa. La Biblia dice:
“Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Éxodo 12:13).
Era sencillo. El juicio de Dios pasó las casas con sangre de cordero, pero mató a los primogénitos en las casas sin esa sangre. Sin la sangre de un cordero – muerte. Con la sangre de un cordero – vida.
La Biblia dice que el Cordero de la Pascua era un tipo de Jesús. El Apóstol Pablo escribió: “Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (I Corintios 5:7). Cuando Juan el Bautista vio a Jesús, dijo:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
De nuevo, Juan el Bautista dijo:
“He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:36).
Jesús es el Cordero de Dios. Su Sangre se interpone entre tú y Dios.
El Cordero de la Pascua era un tipo. Jesús es el anti-tipo. La sangre del Cordero de la Pascua protegió a los hogares Judíos esa noche en Egipto. La Sangre de Jesús cubrirá tu pecado para siempre, y te salvará del juicio por siempre y toda la eternidad.
Jesús es el Cordero de Dios sin pecado que derramó Su Sangre por ti. Si confías en Jesús, Su Sangre limpia tu pecado para siempre ante los ojos de Dios. Ustedes serán “justificados en su sangre” (Romanos 5:9), perdonados por Dios, porque tus pecados han sido cubiertos por la Sangre de Jesús. Escucha las palabras del gran Spurgeon, el Príncipe de Predicadores:
El mundo estaba perdido; Dios debe castigar el pecado; Él envió a Su Hijo para tomar nuestros pecados sobre Él para que pudiera cumplir la ley de Dios, y estableciera el gobierno de Dios siendo obediente a la ley, y dándose a sí mismo hasta la pena de muerte. Aquel a quien [Dios] ama más allá de todo lo demás vino a la tierra, se hizo hombre, y, como hombre, fue obediente hasta la muerte de cruz. Él es el quien es llamado... “el Cordero de Dios”, el Sacrificio por el pecado del hombre. No hay liberación del pecado sin sacrificio; sólo hay un sacrificio que puede quitar el pecado, y ése es, Jesucristo el justo...Él entregó Su vida, “el justo por los injustos”, el sin Pecado por el pecado, “para llevarnos a Dios” y reconciliarnos con el…Padre...y todo aquel que cree en Él vivirá. Cualquier hombre, en el mundo entero, que confiara en Jesús, el gran Sacrificio de Dios, será salvo, porque...”El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (traducción libre de C. H. Spurgeon, “The Lamb of God in Scripture,” preached August 25, 1889; Metropolitan Tabernacle Pulpit #2,329).
Oro que confíes en Jesús pronto. Amén.
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(FIN DEL SERMÓN)
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EL BOSQUEJO DE EL HIJO PARA SACRIFICIO por Dr. C. L. Cagan “Adán, el cual es figura [Griego tupos, tipo] del que había de venir [Jesús]” (Romanos 5:12, 19) I. El primer tipo – Isaac, el hijo ofrecido para sacrificio, Génesis 22:1, 2, 3, 5-6, Génesis 22:7, 8, 9-10, 12; Juan 3:16; Mateo 27:46; Romanos 8:32. II. El segundo tipo – el Cordero de la Pascua, cuya sangre se interpuso entre el hombre y Dios, Éxodo 12:12, 3, 5, 7, 13; I Corintios 5:7; Juan 1:29, 36; Romanos 5:9. |