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EL TRABAJO DE DESTETAR DEL ESPÍRITUpor Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (II Corintios 4:18). |
El Apóstol Pablo pasó por grandes pruebas en su vida. Ellos lo habían golpeado casi hasta la muerte cinco veces – por predicar el Evangelio de Jesús. Él había sido apedreado. Había estado en naufragios en tres ocasiones. Casi se ahogó en el mar. Había sido asaltado. Había pasado hambre, sed y ayunos. Él había estado en prisión. Cuando lees el capítulo once de II Corintios parece casi imposible que un hombre pudiera sufrir por Jesús tanto como él.
Por supuesto no conocí al Apóstol Pablo. Pero conocí a un hombre que sufrió como Pablo. Su nombre era Richard Wurmbrand. Su libro principal se llama Torturado por Cristo. Pastor Wurmbrand pasó catorce años en prisiones comunistas por predicar el Evangelio. Casi lo mataron de hambre. Hierros calientes perforaron su cuerpo dieciocho veces. Sus pies habían sido tan gravemente golpeados que no podía ponerse de pie para predicar. Tuvo que quitarse los zapatos y sentarse en una silla cada vez que él predicó en nuestra iglesia. Había escapado de la prisión de milagro. Si nunca has leído su libro Torturado por Cristo, espero que compres una copia del mismo en nuestra librería. Es un libro corto. De hábito lo leo una vez al año. Lo he leído más que cualquier otro libro aparte de la Biblia.
¿Qué hizo a Pablo y al Pastor Wurmbrand continuar? ¿Por qué no se dieron por vencidos y se alejaron de Jesús? Pablo dio la razón porque él pudo atravesar estas pruebas y dificultades. Él dijo:
“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (II Corintios 4:18).
Este versículo nos da el secreto para una vida Cristiana exitosa. No debemos mirar las cosas que se ven. Debemos mirar a las cosas que no se ven.
I. Primero, no mires a las cosas que se ven.
¿Por qué no? Porque sólo son cosas pasajeras.
La mayoría de la gente centra toda su atención en las cosas de este mundo. Ellos están muy emocionados cuando se gradúan de la universidad. Luego se deprimen cuando no pueden encontrar un buen trabajo. Son felices cuando la gente les dice lo buenos que son. Pero ellos no están contentos cuando la gente los critica. Ellos siempre están buscando algo en este mundo para ser felices. Y nunca lo encuentran.
Acabo de terminar de leer una larga biografía de Walt Disney por Neal Gabler (Vintage Books, 2006). Disney era un hombre ambicioso. Hizo millones de dólares, pero esa no era su meta. Él era un adicto al trabajo, impulsado a crear una cosa nueva tras otra. Él hizo el primer dibujo animado con sonido. Pero él no estaba satisfecho. Él creó “Blancanieves y los Siete Enanitos” – aclamada como una obra maestra. Pero él no estaba satisfecho. Él creó “Pinocho”, “Dumbo”, “Bambi”, “La Cenicienta”, “La Isla del Tesoro”, “Alicia en el País de las Maravillas”, “Peter Pan”, “La Dama y el Vagabundo”, “La Bella Durmiente”, “Mary Poppins”, y “El Libro de la Selva”. Pero él no estaba satisfecho. Él Construyó Disneylandia y comenzó El Mundo Mágico Disney. Pero él no estaba satisfecho. Él “popularizó la conservación, la exploración del espacio, la energía atómica, la planificación urbana [y] construyó uno de los imperios más poderosos en el mundo del espectáculo” (ibid., pág. 632). El ganó varios premios de la Academia de Películas. Pero él no estaba satisfecho. El periódico Los Angeles Times dijo: “Uno se pregunta cómo un legado más grande que ese podría ser acumulado por una sola persona” (ibid.). Pero él no estaba satisfecho. Él había rechazado la religión de su padre y nunca fue a la iglesia.
Él murió el 15 de Diciembre de 1966 de cáncer del pulmón. Su enfermera en el hospital escribió a su familia “me hice cargo de Walt en sus últimos días, y sólo quiero que sepan que el pobre hombre tenía mucho miedo” (ibid., P. 631)... “[él] estaba tan aterrorizado de la muerte que no había dejado instrucciones para su [sepultura]”. Él había ganó la medalla de Honor Presidencial de Libertad, el honor más alto que nuestra nación puede dar. Pero murió sin ninguna esperanza en absoluto. La Biblia dice: “Y murió también el rico, y fue sepultado; Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos” (Lucas 16:22, 23).
El Apóstol Pablo y el Pastor Wurmbrand fueron al Cielo. Walt Disney fue “al castigo eterno” (Mateo 25:46).
“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (II Corintios 4:18).
Dios no quiere que vayas al Infierno. Él “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (II Pedro 3:9). Es por eso que Dios nos muestra a todos nosotros, una y otra vez, que las cosas de este mundo son sólo temporales. El versículo de vida del Dr. Cagan es I Juan 2:17,
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (I Juan 2:17).
Dios comenzó a mostrarme esa verdad a una edad temprana. Me dieron un patito en la Pascua. Estaba tan feliz que brincaba de alegría. Pero el patito corrió bajo mi pie, y lo maté. ¡Lloré muchos días! Mi padre se fue cuando yo tenía dos años de edad. Entonces perdimos nuestra casa. Después mi pequeña perrita llamada Conchita fue atropellada por un carro en mi presencia. La tuve entre mis brazos y le rogué que despertara – pero ella murió. Fue una experiencia terrible para un niño de ocho años. Mi abuela me sostenía en sus brazos, y yo me dormía allí, cuando tunía miedo. Después vi su pobre cuerpo marchito en un ataúd, y corrí hacia los árboles. Después encontré a la madre de mi padrastro muriendo en una silla. La puse sobre mi hombro, como un costal de grano. La dejé en el hospital y nunca la volví a ver. Todavía después fui rechazado en el seminario liberal por creer la Biblia. Estaba tan desanimado que dejé el ministerio y caminé en la oscuridad a la medianoche. Empecé una iglesia. Entonces todos mis amigos se volvieron contra mí.
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (Jeremías 20:9).
Literalmente sentí lo que el profeta Jeremías sintió – y yo supe que tenía que predicar otra vez.
Cada vida humana experimenta angustias como estas. ¿Por qué Dios permite esto? Él nos quiere alejar del mundo. Él quiere que veamos que el mundo es sólo un sueño – un sueño que pronto se desvanecerá.
Me siento en la gran casa que mi madre nos dio. Yo nunca pensé que tendría una casa así. Me siento allí solo por la noche – y pienso, “no voy a vivir aquí mucho tiempo más. Alguien más será el dueño – y yo me habré ido”. Yo agarro la mano de mi esposa cuando me voy a dormir. En algún momento, no mucho después a partir de ahora, me habré ido. Sólo voy a ser un recuerdo para ella. ¿Por qué Dios nos lleva a través de estos momentos de dolor? Él nos quiere sacar del mundo de nuestros sentidos y nuestros ídolos, y nuestras fantasías, que pronto se irán.
Y si le seguimos cuando nos guía gentilmente, veremos que este mundo es sólo un espejismo. Sentimos dentro de nosotros mismos que “las cosas que se ven son temporales,” sólo temporalmente. Nunca plenamente satisfactorias. Nunca lo que realmente quisimos.
II. Segundo, mira a las cosas que no se ven.
¿Cómo miramos? Miramos con los ojos de la fe. Vemos lo que ningún ojo humano puede ver. Vemos con nuestros corazones,
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para [darnos] iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (II Corintios 4:6).
Mira al Cordero de Dios,
Mira al Cordero de Dios.
Pues solo Él puede salvarte,
Mira al cordero de Dios.
(Traducción libre de “Look to the Lamb of God”
por Henry G. Jackson, 1838-1914).
John Huss (1369-1415) era un gran reformador antes de Lutero. Él predicaba la salvación por fe en Jesús solamente. Lo quemaron en la hoguera. Mientras ardía en llamas él dijo:
“Lo que enseñé con mis labios ahora sello con mi sangre”. Y cantando un himno “con voz fuerte y alegre”, John Huss fue quemado en la hoguera por el Maestro que amaba.
John Huss había sido muy influenciado por los escritos de Wycliffe, el reformista Inglés. Y su predicación contra la maldad en la jerarquía Romana no podía pasar desapercibida por el Papa. Huss fue excomulgado y citado a comparecer ante el Concilio de Constanza. Allí fue acusado de traición y condenado a morir como un hereje.
Una mitra de papel fue preparada para su cabeza con la inscripción, “líder de herejes”. Y John Huss dijo: “Mi Señor Jesucristo por mí llevó una corona de espinas; ¿por qué yo no debería entonces por su causa llevar esta ligera corona, ya sea siempre tan vergonzosa? En verdad lo haré, y de buena gana”.
Cuando la mitra fue colocada en su cabeza, el obispo dijo: “Ahora entregamos tu alma al diablo”.
John Huss, levantando los ojos al cielo, dijo: “entrego en Tus manos, Señor Jesucristo, mi espíritu que has redimido”.
Cuando se le puso la cadena a él en la hoguera, sonrió y dijo: “Mi Señor Jesucristo fue atado con una cadena más dura por mí, y ¿por qué entonces me avergonzaré de ésta oxidada?” Y así en julio 6, 1415, murió, valiente y gozoso hasta el final.
Pero su mensaje no se perdió. De los seguidores de Huss surgió un grupo que se llamó Unitas Fratrum, la Unidad de los Hermanos. A través de mucha persecución, una semilla escondida fue preservada; éstos seguidores de Huss llevaban a cabo sus servicios en secreto y oraban por el avivamiento de su iglesia. Tales oraciones fueron escuchadas, cuando el día 13 de Agosto de 1727, el Espíritu de Dios cayó sobre la congregación de los Cristianos Moravos en Herrnhut. Y los Moravos tomaron el Evangelio que John Huss predicó a los confines de la tierra – el primer gran movimiento misionero Protestante. (traducción de John Greenfield, When the Spirit Came, Strategic Press, n.d., p. 6).
Si tú nunca has sido convertido, te insto a hacer lo que hizo John Huss. Dedica tu corazón y alma al Señor Jesucristo. No lo puedes ver con tus ojos, pero puedes confiar en Él con tu corazón. ¡Él te limpiará de todo pecado con Su Sangre preciosa!
“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (II Corintios 4:18).
Confía en Jesús ahora y verás que eso es cierto. El lavará todos tus pecados con Su Sangre, y serás convertido, salvo por todo el tiempo y toda la eternidad. Amén. Dr. Chan, por favor guíenos en oración.
Si este sermón te bendijo a Dr. Hymers le gustaría saber ti. CUANDO LE ESCRIBES A DR. HYMERS DEBES DECIRLE DE QUE PAÍS LE ESTÁS ESCRIBIENDO O ÉL NO PODRÁ CONTESTAR TU CORREO. Si este sermón te bendijo por favor envía un correo electrónico a Dr. Hymers y díselo. Por favor también dile de que país estás escribiendo. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net (Haz click aquí). Puedes escribirle a Dr. Hymers en cualquier idioma, pero escribe en Inglés si es posible.
(FIN DEL SERMÓN)
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Estos manuscritos de sermones no tienen derechos de autor. Pueden ser usados sin la
autorización de Dr. Hymers. Sin embargo, todos los mensajes de video de Dr.
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Juan 20:24-29.
El Solo Cantado por el Sr. Mr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“May Jesus Christ Be Praised” (traducida del Alemán
por Edward Caswall, 1814-1878).
EL BOSQUEJO DE EL TRABAJO DE DESTETAR DEL ESPÍRITU por Dr. R. L. Hymers, Jr. “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (II Corintios 4:18). I. Primero, no mires a las cosas que se ven, Lucas 16:22-23;
II. Segundo, mira a las cosas que no se ven, II Corintios 4:6, 18. |