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¡QUIERO – SÉ LIMPIO!por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio” (Marcos 1:40-42). |
Yo amo leer el Evangelio de Marcos. El nombre en Hebreo era Juan. Marcos era un nombre Latín, “Marcus” en Latín. Juan Marcos era el hijo espiritual del Apóstol Pedro. Pedro lo llamaba: “Marcos, mi hijo” (I Pedro 5:13). Uno de los primeros padres de la iglesia fue Papias (70-163). Papias dijo que Marcos obtuvo su Evangelio de Pedro. Papias dijo: “Marcos, el [secretario] de Pedro, escribía todo lo que [Pedro] recordaba”. Otro padre de la iglesia, Eusebio (263-339) dijo que los primeros Cristianos “buscaban a Marcos para que les dejara por escrito la doctrina que ellos habían recibido [de Pedro]”. Justino Mártir (100-165) también dijo que Marcos tomó este Evangelio de las palabras de Pedro. Otro padre de la iglesia, Eusebio (263-339) dijo que los primeros Cristianos “rogaron a Marcos que dejara por escrito para ellos la doctrina que habían recibido [de Pedro]”.
Marcos es un Evangelio de acción porque Pedro era un hombre de acción. Este Evangelio fue escrito específicamente para los Romanos, que fueron conocidos como hombres de acción. La palabra “y” ocurre 1,331 veces en el Evangelio de Marcos. La frase [en Español] “al instante” o “de inmediato” también aparece vez tras vez en el Evangelio de Marcos. La palabra “y” siempre lleva a más acción. Nota que los cinco versículos que nos llevan hacia nuestro texto, todos comienzan con “y”. [En Inglés] los tres versículos en nuestro texto comienzan con “y”.
“[Y] Vino a él un leproso” (v. 40).
“Y Jesús, teniendo misericordia” (v. 41).
“Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio” (v. 42).
Los Romanos creían en poder y acción. El Evangelio de Marcos solo tiene 16 capítulos, y están empacados del poder y la acción de nuestro Señor Jesucristo. Jesús y Su obra no se explican con pasajes largos y citas del Antiguo Testamento. Marcos dejó fuera mucho de esto mientras nos muestra el poder y las acciones de Jesús, lo cual atrajo a la audiencia Romana de Marcos.
Nota cuánta acción está empacada en el primer capitulo de Marcos:
El ministerio de Juan el Bautista.
El bautismo de Jesús.
La tentación de Jesús en el desierto.
El ministerio Galileo temprano de Jesús.
El llamado de Pedro y Andrés.
El expulsar de los demonios en Capernaúm.
El sanar de la suegra de Pedro.
La gira de predicación de Jesús en Galilea.
Y el sanar del leproso en nuestro texto.
Jesús se muestra como un hombre de acción y poder. Es por eso que su poder y acción pueden salvarte esta misma mañana.
¡Jesús! El nombre que calma nuestro temor,
Que quita nuestro dolor;
Es música al oido del pecador,
Da vida, salud y paz.
(Traducción libre de “O For a Thousand Tongues”
por Charles Wesley, 1707-1788).
¡Nueve eventos de importancia están empacados en el primer capitulo de Marcos! Dr. McGee dijo: “Probablemente haya más contenido en el primer capitulo de Marcos que en cualquier otro capitulo en la Biblia, excepto Génesis 1” (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, tomo IV, Thomas Nelson, 1983, p. 161).
Ahora eso nos lleva a nuestro texto, y al sanar del hombre con lepra:
“Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio” (Marcos 1:40-42).
Aprendamos tres cosas importantes de este pasaje.
I. Primero, el hombre tenía lepra.
Los capítulos trece y catorce de Levítico describen la terrible enfermedad de la lepra. Describen a muchas enfermedades de la piel, inclusive la lepra moderna (o enfermedad de Hansen’s). Un comentador dijo que este hombre probablemente tenía la verdadera lepra, o la cura no hubiera creado tanta admiración, según se ve en el versículo cuarenta y cinco. El diccionario El Nuevo Diccionario Bíblico de Unger (The New Unger’s Bible Dictionary) dice: “Hay poca duda de que la mayoría de personas en el Nuevo Testamento que se describen como leprosos de hecho tenían la enfermedad de Hansen’s” (traducción literal de The New Unger’s Bible Dictionary, Moody Press, 1988, p. 307).
La forma severa de lepra que este hombre tenía producía parches de piel blanca y adormecimiento. Inflamaciones ocurrían en varias áreas del cuerpo. Y se volvían ulceras, emanando flujo de las heridas. Al progresar la enfermedad sus manos y pies se habrían torcido e inflamado. La enfermedad ya podría haber causado que empezara la gangrena, con partes de su cuerpo pudriéndose. Las lesiones tuberculosas habían probablemente ya subido a su rostro, produciendo una apariencia como de máscara horrible – semejante en algunos aspectos al “hombre elefante” en la Inglaterra Victoriana, que era tan horrible que tuvo que llevar un velo sobre su rostro. Gran parte de la piel del leproso se había vuelto más gruesa y de color rojo. Esto era lepra verdadera, ahora conocida como la enfermedad de Hansen. ¡Es horrible! (Ver Diccionario The New Unger’s Bible Dictionary, Ibíd.).
Dr. Walter L. Wilson dijo que esta enfermedad es un tipo (o imagen) del pecado. Es incurable y profana. En la Biblia el leproso debe ser “limpiado”. Ya que la enfermedad es contagiosa el leproso debe vivir solo. Debe llevar un velo sobre la boca y gritar “¡Inmundo! ¡Inmundo!”. Él debe ser excluido del campamento o de la ciudad.
Todo esto es verdad de una persona inconversa. Él no puede ser un miembro de la iglesia. Él no puede entrar en el Cielo a causa de su enfermedad de pecado. (Vea el diccionario A Dictionary of Bible Types Walter L. Wilson, MD, un diccionario de tipos de la Biblia, Hendrickson Publishers, 1999 reimpresión, p. 257). Levítico 13:45, 46 dice:
“Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada” (Levítico 13:45, 46).
La nota de la Biblia Anotada de Scofield sobre Levítico 13:2 dice: “La lepra simboliza el pecado en las siguientes maneras. (1) la lepra está en la sangre; (2) la lepra se manifiesta en forma pútrida; (3) la lepra no puede curarse por medios humanos” (La Biblia Anotada de Scofield, Publicaciones Españolas, Editorial Biblia Scofield Int. Pg. 134; nota sobre Levítico 13:1).
La lepra es un tipo o retrato de la depravación total del hombre. La depravación está en nuestra sangre, recibida de parte de Adán. Comienza pequeña, con un poquito de rebeldía, y al final se vuelve asquerosa y repulsiva.
“Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios” (Romanos 8:7).
Y la Biblia dice:
“No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:11-12).
John Wesley (1703-1791) no fue un Calvinista, pero de este pasaje dijo, que la gente no convertida es “inútil, impotente, incapaz de beneficiarse a ellos o a otros… [todos los hombres] están bajo la culpa y poder del [pecado]”, notas sobre Romanos 3:12, 9 (traducción literal de John Wesley, M.A., Explanatory Notes Upon the New Testament, tomo II, Baker Book House, reimpresión de 1983, pp. 33, 34; nota sobre Romanos 3:12, 9).
El Dr. Martyn Lloyd-Jones (1899-1981) dijo: “El hombre en pecado…es gobernado y regido y controlado por el pecado” (Martyn Lloyd-Jones, M.D., Assurance, Romans 5, The Banner of Truth Trust, 1971, p. 306).
El Dr. Isaac Watts lo puso así en uno de sus himnos:
Señor, soy sucio, en el pecar fui concebido, Inmundo soy;
Desde Adán cual al caer culpable, a todos corrompió.
Ante Tu rostro me postro hoy pues mi refugio Tu gracia es;
Formas externas no limpiarán, Profunda en mí la lepra es.
(Salmo 51, por Isaac Watts, D.D., 1674-1748).
El pecado ciega la mente en oscuridad. Te hace pensar: “Hay demasiado que dejar. Si me vuelvo Cristiano, tengo que dejar demasiadas cosas”. Así, te quedas en esclavitud al pecado, condenado sin esperanza por todo el tiempo y toda la eternidad. O el pecado hace que pienses: “Estoy en la iglesia todos los Domingos. Estoy bien”. Así permaneces en la lepra del pecado, sin ninguna esperanza. O el pecado te hace pensar: “Tengo que tener cierto sentimiento para comprobar que estoy salvo”. Pero la Biblia nunca dice que somos salvos por un sentimiento. Somos salvos por confiar en Jesucristo. Algunos han venido por meses, y algunos por años, buscando un sentimiento en vez de confiar en Jesús. ¡Qué es eso sino un corazón arruinado por la lepra del pecado! Augustus Toplady dijo en uno de sus himnos:
Espantado en aflicción,
Vuelvo mis ojos hacia adentro,
Mi corazón cargado de pecado,
Es cuna de todo pecado.
¡Multitud de pensamientos malvados,
Vilezas moran en él!
Desconfianza, presunción, engaño,
Orgullo, envidia, miedo.
(“The Heart” por Augustus Toplady, 1740-1778).
De nuevo el Dr. Watts dijo:
“Formas externas no limpiarán,
Profunda en mí la lepra está.”
Decir las palabras de la supuesta “oración del pecador” no te hará ningún bien. Una persona joven nos dijo: “¡Solo dije la oración para poder salir e irme a jugar!” ¡Algo así no va a salvar a nadie! Otros “pasan al frente” al final del servicio a “dedicarse”. Eso tampoco hace ningún bien. Solo son “formas externas” falsas y vanas.
“Formas externas no limpiarán,
Profunda en mí la lepra está.”
Ese era el caso de este pobre leproso en nuestro texto. El hombre tenía lepra. Él sabía que nada que pudiera hacer o decir lo limpiaría.
II. Segundo, el hombre vino a Jesús.
Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme” (Marcos 1:40).
Este pobre leproso sin duda había oído sobre Jesús. John Wesley dijo que probablemente había oído a Jesús predicar. Él dijo: “Quiza este leproso, aunque no se podía mezclar con la gente, había oído a nuestro Señor a distancia” (Ibíd.). ¡El Sr. Wesley sabía eso porque muchos miles vinieron a oírlo a él predicar a lo lejos – y fueron salvos! He aquí parte de una carta al Sr. Wesley en 1745:
Hasta que oí a su hermano [Charles] y a usted, yo no me conocía a mi mismo. Entonces me di cuenta de que yo era un incrédulo, que nadie me podía ayudar sino solo Jesús. Yo clamé a Él y Él me oyó y dijo con poder esas palabras a mi corazón: “Ve en paz, tus pecados te son perdonados” (traducción literal de John Wesley, M.A., The Works of John Wesley, tomo I, Baker Book House, reimpresión de 1979, pagina 527).
Y eso es exactamente lo que Jesús hizo por este pobre leproso. Y Él hará lo mismo por ti cuando te humilles y confíes en Él, como lo hizo el leproso.
III. Tercero, el hombre quedó limpio.
Debo decir unas palabras aquí con respecto a los “curanderos” Pentecostales y Carismáticos. Cuando el mayor énfasis se pone en el sanar físico, el poder del Evangelio es oscurecido, y a menudo se deja fuera por completo. No debemos enfocarnos en el sanar del cuerpo de un hombre. ¡Jesús murió en la Cruz para salvarnos de la lepra del pecado, no para curarnos de dolores de oídos o amigdalitis! Hablando sobre “curanderos” el Dr. A. W. Tozer (1897-1963) dijo:
Ha resultado en mucho exhibicionismo vergonzoso, una tendencia a depender de las experiencias en vez de Jesús y a menudo falta la habilidad de distinguir entre las obras de la carne y el operar del Espíritu (traducción literal de A. W. Tozer, D.D., Keys to the Deeper Life, Zondervan Publishing House, n.d., pp. 41, 42).
Sí, yo creo que Dios puede sanar nuestros cuerpos. ¡Firmemente creo que sí puede! ¿Pero qué si tuviéramos que escoger entre sanar nuestros cuerpos y sanar nuestras almas manchadas? Para mí, la decisión es fácil. Nuestros cuerpos luego morirán. Pero nuestras almas vivirán por la eternidad sin fin. ¡Es fácil ver cuál es más importante!
En esta pequeña historia del leproso curado no vemos solo una cura de lo físico, sino también un curar espiritual. Ciertamente podemos abreviar la enseñanza de Jesús:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, [incluso el sanar físico] y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
No, este hombre sabía que su lepra era una marca de algo más profundo. Él no le pidió a Jesús que lo sanara. Él dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Él no pedía por la “carne que perece” solamente. “La lepra muy por dentro está”. Y es por eso que Jesús tan rápidamente y maravillosamente lo salvó.
“Si quieres, puedes limpiarme” (Marcos 1:40).
“Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio” (Marcos 1:41).
Y al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio (Marcos 1:42).
Eso muestra el poder del Evangelio. Jesús derramó Su Sangre en la Cruz para limpiarte de todo pecado. Jesús resucitó de los muertos para darte vida nueva. ¡Cuando vengas a Jesús en fe simple, como este hombre, Jesús te salvará al “instante”, de inmediato! ¡Para mi, ese es el mensaje más grande de la Biblia! ¡“Si quieres, puedes limpiarme”. “Quiero, sé limpio” – y quedó limpio! ¡Ese es el Evangelio! ¡Esas son las buenas nuevas de salvación! ¡Esa es tu única esperanza! Jesús “Si quieres, puedes limpiarme”. “Quiero, sé limpio”. Ven a Jesús. Confía en Él. Es fácil confiar en Jesús. ¡Él te limpiará en un momento! – ¡Justo como lo hizo con este hombre! ¡No hay necesidad de esperar más! ¡Confía en Jesús y se limpio! ¡Padre, yo oro que alguien confíe en Jesús esta mañana, y sea limpio por Su Sangre! Amén.
Y yo sé, sí lo sé,
que la Sangre de Jesús puede al pecador limpiar,
Y yo sé, sí lo sé,
que Su Sangre puede al pecador limpiar.
(“Yes, I Know!” por Anna W. Waterman, 1920).
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Marcos 1:40-42.
El Solo Cantado Antes del Sermón por Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Yes, I Know!” (por Anna W. Waterman, 1920).
EL BOSQUEJO DE ¡QUIERO – SÉ LIMPIO! por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. 42Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio” (Marcos 1:40-42). (I Pedro 5:13) I. Primero, el hombre tenía lepra, Levítico 13:45, 46; Romanos 8:7; 3:11-12. II. Segundo, el hombre vino a Jesús, Marcos 1:40. III. Tercero, el hombre quedó limpio, Marcos 8:36; 1:40, 41, 42. |