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EL OPROBIO DE EL SALVADORpor Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2). |
Este sermón fue adaptado de uno de los puntos de un sermón de tres puntos por Spurgeon, “el Príncipe de los Predicadores”. ¡Qué te bendiga!
Siempre me he preguntado por qué la mayoría de los predicadores modernos no hablan del sufrimiento de Jesús los Domingos antes de la Pascua. Ellos continúan con sus exposiciones y charlas de autoayuda hasta el Domingo de Pascua. Entonces, de repente, de la nada, ¡hablan de Jesús levantándose de la tumba!
¡El Dr. Michael Horton señaló que muchos pastores evangélicos ni siquiera predican sobre la resurrección de Jesús en la Pascua! Él habló de un teólogo liberal que visitó una gran iglesia evangélica. Él pensó que iba a escuchar el Evangelio. En vez, escuchó un sermón sobre “cómo Jesús nos da la fuerza para superar nuestros obstáculos”. Entonces el Dr. Horton habló de un teólogo Metodista liberal que fue a otra iglesia que “creía la Biblia” donde “el sermón era sobre como Jesús venció sus tropiezos y cómo nosotros podemos también vencerlos”. El profesor Metodista se fue diciendo que la experiencia confirmó su idea de que los creyentes de la Biblia al igual que los liberales hablan sobre “psicología popular, política o el moralismo en lugar del evangelio” (traducción de Michael Horton, Ph.D., Christless Christianity: The Alternative Gospel of the American Church, Baker Books, 2008, pp. 29, 30).
Hoy en día hay muy poca predicación sobre el sufrimiento y la muerte de Jesús. La razón principal es que los predicadores piensan que todos los que vienen a la iglesia ya son Cristianos – y por lo tanto no tienen que oír hablar de la pasión de Jesús. Ese es el mismo error en que las iglesias Alemanas cayeron a principios del siglo diecinueve. Lewis O. Brastow dijo que la predicación en Alemania en ese período fue por mal camino al pensar que todos los que atendían sus iglesias eran salvos. Dr. Brastow dijo: “Una congregación bautizada se supone que es una congregación Cristiana y debe ser tratada como tal...esto puede en parte explicar la relativa ineficacia de la predicación de Alemania” (traducción de Representative Modern Preachers, Macmillan, 1904, p. 11). La mayoría de los predicadores Bautistas de hoy asumen que sus miembros ya son Cristianos, así que no hay necesidad de predicar sobre el sufrimiento y la muerte de Jesús. Estoy seguro de que esto ha producido el débil estilo “verso por vero” de predicar en nuestras iglesias.
También creo que la gente salva necesita escuchar del sufrimiento de Jesús. El Apóstol Pedro dijo:
“También Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (I Pedro 2:21).
Muchas personas en nuestras iglesias no están dispuestas a pasar por ningún sufrimiento hoy. Ellos ni siquiera vienen al servicio del Domingo por la noche o a una reunión de oración entre semana. Una de las razones es el hecho de que no se les ha recordado de los grandes sufrimientos de Jesús – que el Apóstol Pedro dijo era “ejemplo, para que sigáis sus pisadas”. Un hombre se quejaba de que él tiene que conducir cuarenta minutos de ida y venida para ir a su iglesia. Le dije que esto le haría bien. Después de todo, Jesús “padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”. Sólo podemos ser discípulos fuertes al pasar sufrimiento por Jesús, como se nos dice en Romanos 5:3-5. Esto nos lleva de nuevo a nuestro texto, que nos habla del sufrimiento y la vergüenza que Jesús sufrió para salvarnos,
“el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
Estoy levantando esas palabras, “menospreciando el oprobio” esta noche. La palabra Griega traducida “despreciar” significa “no considerar” o “no valorar”. Ellicott nos dice: “El significado literal es muy fuerte, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio; la vergüenza de una muerte puesta contra el gozo que estaba ante él” (traducción de Charles John Ellicott, editor, Ellicott’s Commentary on the Whole Bible, vol. VIII, Zondervan Publishing House, n.d., p. 336; nota sobre Hebreos 12:2). Es mi propósito esta noche mostrarte a Jesús sufriendo en oprobio. ¡Qué cosa tan terrible que Jesús haya tenido que pasar por tanto oprobio el día en que Él sufrió para salvarnos! Joseph Hart entendió esto. Él dijo:
Ved cuan paciente está Jesús,
¡Con todo insulto en el local!
Al poderoso ataron,
Al creador escupieron.
(Traducción libre de “His Passion” por Joseph Hart, 1712-1768;
alterada por el pator).
Por nuestro bien, y por nuestra salvación, Jesús fue avergonzado de cuatro maneras.
I. Primero, piensa en las vergonzosas acusaciones contra Jesús.
Él no conoció pecado. Él no había hecho nada malo. Incluso Pilato, el gobernador Romano que lo mando a crucificar, lo dijo. Pilato le dijo a Sus acusadores: “Ningún delito hallo en este hombre” (Lucas 23:4). “Yo no hallo en él ningún delito” (Juan 18:38). Sin embargo Jesús fue acusado de la peor clase de pecado. Él fue condenado por el Sanedrín con el pecado de blasfemia. ¿Podría Él blasfemar contra Dios? El que clamó a Dios mientras sudaba un sudor de sangre: “Padre...no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). No, Jesús nunca blasfemó a Su Padre, Dios. Y es porque estaba muy en contra de Su carácter que Él sintió el vergonzoso aguijón de esta acusación.
Después le acusaron de traición. Dijeron que era un traidor, que estaba en contra del emperador Romano. Dijeron que Él alborotó a la gente y les dijo que era un rey. Por supuesto que era completamente inocente. Cuando las personas trataron de obligarlo a ser su rey, los dejó y se fue al desierto a orar. Le dijo a Pilato: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36). Él nunca hubiera llevado una rebelión contra el gobierno. Sin embargo ellos lo acusaron de eso.
II. Segundo, piensa en la vergonzosa burla que Jesús soportó.
Él también pasó por burla vergonzosa. Los soldados lo desnudaron. Desnudaron Su cuerpo dos veces. Aunque los artistas lo pintan cubierto en la Cruz, Él en realidad estaba completamente desnudo. No tenía nada con que ocultar Su cuerpo desnudo de los ojos que lo miraban y de las bocas burladoras de la malvada multitud. Apostaron por Su manto mientras Él no tenía nada para cubrir la vergüenza de Su desnudez en la Cruz.
También se burlaban de Su naturaleza como el Hijo de Dios. Ellos dijeron: “Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27:40). Le gritaban:
“Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él” (Mateo 27:43-44).
Él no dijo nada mientras se burlaban de Él tan vergonzosamente – porque Él “sufrió la cruz, menospreciando el oprobio” (Hebreos 12:2).
Una vez más, ellos se burlaban y se reían de Él vergonzosamente como el rey de Israel. Él era su rey, pero ellos lo despreciaban, se burlaban, y lo avergonzaban. Él era el Rey de Reyes y Señor de Señores. Él pudo haber llamado a miles de ángeles vengadores para destruirlos a todos. Él pudo haber gritado y la tierra bajo sus pies se hubiera abierto, y se los hubiera tragado “vivos al seol” con Coré, quien habló en contra de Moisés, como ellos hablaron contra Jesús (Números 16:33). Él pudo haber llamado a descender fuego del cielo y quemarlos vivos, como hizo Elías a los soldados del rey Acab (II Reyes 1:9-10). “No abrió su boca” en Su propia defensa (Isaías 53:7).
Incluso se burlaban de Él vergonzosamente que era un profeta. Le taparon los ojos. Luego lo golpearon en la cara con los puños, y dijeron: “Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó” (Mateo 26:68). Ahora nos encantan los profetas. Isaías emociona nuestros corazones con sus claras profecías de Jesús, y sus profundos conocimientos sobre la salvación de nuestras almas. ¡Qué tristes debemos sentirnos al pensar en Jesús el profeta, con los ojos vendados y golpeado, burlado e insultado en el palacio del sumo sacerdote!
Pero Él también sufrió la burla como nuestro sacerdote. Jesús había venido al mundo para ser nuestro sacerdote y para ofrecer un sacrificio. Pero ellos se burlaron de Su sacerdocio también. Toda la salvación estaba en las manos de los sacerdotes. Ahora le decían: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Él fue el gran Sumo Sacerdote. Él era el Cordero Pascual. Él era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¡Qué horrible que Él tuvo que padecer sus burlas sin corazón! Sin embargo, él sufrió la cruz, “menospreciando el oprobio” (Hebreos 12:2).
III. Tercero, piensa en la vergonzosa flagelación y crucifixión que Él sufrió.
Se burlaron de Él aún más al azotarlo. Muchos de los padres de la iglesia temprana dieron una descripción horrible de la flagelación de Jesús. Si lo que dijeron fue basado en hechos no podemos decir. Pero los azotes debieron haber sido horribles, porque el profeta dijo:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
Tuvo que haber sido una horrible azotada en Su espalda – porque el profeta lo llamó “herido” “molido” “castigo” y “llaga”. Y cada vez que el látigo cortaba Su espalda, el torturador se reía con una risa infernal. Cada vez que Su Sangre brotaba de las heridas frescas, y la carne fue arrancada de las costillas, hubo escarnio vergonzoso, burla y risa para hacer Su dolor más terrible. Sin embargo, para nuestro bien y para nuestra salvación, ¡Él menospreció el oprobio!
Y entonces Él vino a la Cruz. Ellos lo clavaron en ella. ¡En su furia satánica continuaron burlándose y riéndose de Sus sufrimientos! Los sumos sacerdotes y los escribas estaban sentados viéndolo retorcerse en la Cruz. Los imagino diciendo: “¡Él nunca volverá a ser rodeado por las multitudes!” “¡Ja, ja, ja, esas manos que tocaron a los leprosos y los sanaron, y que levantaron a los muertos, nunca lo volverán a hacer!” Ellos se burlaron de Él. Y por último, cuando dijo: “Tengo sed”, le dieron vinagre agrio para beber – ¡burlándose de Su boca seca y lengua hinchada!
Ved cuan paciente está Jesús,
¡Con todo insulto en el local!
Al poderoso ataron,
Al creador escupieron.
Espinas rasgaron Su piel,
De todo el cuerpo él sangró;
Su espalda duro golpearon,
Pero se hirió Su corazón.
¡La cruz! ¡La cruz! Cuando escuchamos esas palabras hoy en día no nos da pensamientos de vergüenza. Pero en la época de Jesús la cruz fue vista como el más terrible y espantoso de todos los castigos. Este método horroroso de la crucifixión estaba reservado sólo para los peores criminales, reservado sólo para – un esclavo que asesinó a su amo, un traidor, el peor de los criminales. La cruz hacía la muerte horrible y profundamente dolorosa. La crucifixión era para los villanos – un homicida, un asesino, un insurrecto. Era una manera muy larga, y muy dolorosa de morir. De todos los instrumentos de tortura en el mundo pagano Romano, ninguna era tan cruel como la crucifixión. No somos capaces de entender completamente qué vergonzoso fue morir en una cruz. Pero los Judíos lo sabían y los Romanos lo sabían. Y Jesús sabía qué vergonzoso era ser clavado a una cruz completamente desnudo. Y la crucifixión de Jesús fue todavía peor que las otras. Tuvo que cargar Su propia cruz por las calles. Fue crucificado entre dos ladrones, lo que significaba que era tan malo como un criminal común. Esto hizo Su muerte aún más vergonzosa. Pero Él menospreció el oprobio y soportó la cruz – ¡por nuestra salvación, y como nuestro ejemplo!
IV. Cuarto, acerquemonos más a la cruz de Jesús, y veamos aún más de Su vergüenza.
¡La cruz! ¡La cruz! ¡Tristeza llena nuestros corazones solo al pensar en ella! La madera rustica se coloca sobre el suelo. Jesús fue tirado boca arriba. Cuatro soldados agarran Sus manos y Sus pies y lo clavaron a través de la carne. Él empezó a sangrar. Lo levantaron en el aire. El extremo de la cruz fue puesto en el agujero que cavaron para ello. Sus brazos fueron dislocados. Cada hueso fue dislocado por el golpe violento. Él colgó allí avergonzadamente desnudo, siendo visto por la gran multitud que se reunió. El ardiente sol alumbraba caliente sobre Su cuerpo. La fiebre comenzó a arder en Su cuerpo. Su lengua se secó y se pegó arriba de Su boca. El dolor era tan grande que era casi insoportable.
Peor que todo eso, había perdido lo que le da fuerza a los mártires. Había perdido la presencia de Dios. Ahora el Padre lo estaba haciendo propiciación por nuestros pecados. Ahora el Padre “con todo eso…quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. [Hizo] su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10). ¡Aquí estaba Jesús – abandonado por Dios y abandonado por sus amigos!
Clavado desnudo a la cruz,
Expuesto a todo mundo y ser,
Retrato de sangre y de amor,
Demostración de herido amor.
¡Oíd! Cuando al alzar Su voz,
Los ángeles se afectaron;
Ni un amigo le quedó,
¡Y aún Su Dios le abandonó!
Aquí estaba sólo Jesús. Sus discípulos habían huido de miedo. Dios lo ha castigado y se ha alejado. ¡Jesús se quedó solo para ser pisado en el lagar, y para mojar Su vestidura en Su propia sangre! Por nuestro bien y para nuestra salvación, Él fue golpeado, aplastado, destruido, Su alma se hizo triste hasta la muerte.
En tiempos antiguos los hombres y las mujeres lloraban cuando Jesús fue descrito así. A veces incluso lloraban en voz alta en los servicios. Pero hoy en día sólo podemos leer de esto en los libros de historia. Tu generación, después de haber visto miles y miles de asesinatos en la televisión, no puede derramar una sola lágrima. Tu generación, empapada en la sangre de cincuenta y cinco millones de bebés abortados, ni siquiera puede dar un suspiro de dolor, ¡porque tu generación es carente de afecto natural y sólo puede darte una mirada vacía! Si tu generación fuera normal, sentirías una gran agonía en tu corazón que Jesús pasó por todo esto para salvar tu alma.
Por favor piensa, mi amigo, que Jesús pasó por todo este dolor y toda esta vergüenza por ti, para tu salvación y como tu ejemplo. Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio por ti.
“En que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).
Por favor pónganse de pie y canten la última canción en su cancionero.
La cruz excelsa al contemplar,
Do por mi Jesús murió,
De todo cuanto estimo aquí,
Lo más precioso es Su amor.
Señor no dejes que me jacte yo,
Sino en la muerte de Jesús;
Las cosas que me encantan más,
Las sacrifico por Su amor.
De Su cabeza, manos, pies,
Preciosa sangre corrió allí;
Corona de espinas fue,
La que Jesús llevó por mí.
El mundo entero no será,
Dádiva digna de ofrecer;
Amor tan grande y sin igual,
En cambio exige todo el ser.
(Traducción libre de “When I Survey the Wondrous Cross”
por Dr. Isaac Watts, 1674-1748).
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Mateo 26:59-68.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón
“His Passion” (por Joseph Hart, 1712-1768).
EL BOSQUEJO DE EL OPROBIO DE EL SALVADORpor Dr. R. L. Hymers, Jr. “El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2). (I Pedro 2:21) I. Primero, piensa en las vergonzosas acusaciones contra Jesús, II. Segundo, piensa en la vergonzosa burla que Jesús soportó, III. Tercero, piensa en la vergonzosa flagelación y crucifixión que IV. Cuarto, acerquémonos más a la cruz de Jesús, y veamos aún más |