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OCUPATE DE TU SALVACIÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13). |
Al leer varios comentarios sobre estos versículos encontré muy poca ayuda en cómo explicar su significado a la gente común como tú y yo. Muchos ven aquí una paradoja, una contradicción aparente. Pero yo no veo contradicción. Algunos comentaristas piensan que el versículo doce nos dice que la salvación depende de sus propias obras. Pero, entonces, el versículo trece nos dice que es la obra de Dios. Dicen que ambos no pueden ser verdad a menos que hagamos que la palabra “salvación” signifique “santificación”. Así que, dicen, estos versículos no se pueden aplicar a los inconversos. Ellos sólo se pueden aplicar a aquellos que ya son salvos. Hacen que los versículos digan, “Ocupaos en vuestra santificación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. El problema con eso es esto – la palabra Griega aquí significa “salvación”. Una palabra diferente se utiliza para “santificación”.
Otro problema con este punto de vista es que hace que nuestra salvación inicial dependa de la gracia de Dios, pero nuestro crecimiento en la santificación depende de las obras. Pero eso significaría que eres salvo por gracia, y entonces estás solo, ¡sin la gracia de Dios para mantenerte salvo! ¡Pero la Biblia enseña que somos salvos por gracia de principio a fin! La Biblia dice:
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
¡Romanos 8:28-30 ha sido llamado “la Cadena de Oro”, ya que muestra claramente que la gracia de Dios es lo que nos salva y nos mantiene salvos! ¡La salvación y la santificación dependen solo de la gracia de Dios! Spurgeon escribió un libro titulado Todo por Gracia [All of Grace].
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:28-30).
¿Entonces por qué dice el Apóstol: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”? El Dr. Lenski iluminó esto cuando dijo: “La paradoja aparente es inexistente. Si Dios es el que obra en nosotros tanto el querer como el hacer, entonces nosotros…nunca debemos ir a Dios cuya gracia continua nos mueve a la voluntad, y también a convertir la voluntad en hechos” (traducción de R. C. H. Lenski, The Interpretation of St. Paul’s Epistles to the Galatians, to the Ephesians, and to the Philippians, Augsburg Publishing House, 1937, p. 799; nota sobre Filipenses 2:12).
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13).
Spurgeon dio sabios consejos sobre estas palabras cuando dijo: “Creo que oigo a alguien decir: ‘Bueno, ¿pero no crees en la predestinación? ¿Qué tenemos que ver con nuestra propia salvación? ¿No está todo arreglado?’ Necio, porque apenas te puedo dar respuesta hasta que te haya dicho lo que eres; ¿no estaba ya arreglado que te mojaras o no al venir a este lugar? ¿Por qué entonces has traído tu paraguas? ¿Acaso no está ya arreglado si vas a comer hoy o vas a pasar hambre? ¿Por qué entonces vas a ir a casa a cenar? ¿No está ya arreglado si vas a vivir mañana o no; entonces, tú, cortarás tu garganta? No, no razonas así...tontamente por el destino en referencia a cualquier cosa excepto ‘tu salvación’ y sabes que no es razonamiento sino sólo hablar. Aquí está toda la respuesta que te voy a dar, y todo lo que te mereces” (traducción de C. H. Spurgeon, The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, 1971 reprint, volume XVII, p. 429).
Abraham Lincoln tuvo este problema, él pensaba que no era uno de los elegidos. Pero Lincoln no era ningún tonto. Él no solo estaba hablando, y haciendo una excusa. Él realmente creyó esto, en el fondo de su corazón. Tomó un piadoso y sabio pastor Calvinista, el Dr. Phineas Gurley, para mostrarle la insensatez de tal creencia. El Dr. Gurley ayudó a Lincoln a confiar en Jesús. Lincoln estaba programado para dar su testimonio de salvación el Domingo de Pascua y ser bautizado. Gracias a Dios que fue salvó – porque John Wilkes Booth le disparó y lo mató el Viernes Santo – ¡dos días antes de dar su testimonio y ser bautizado! (Por cierto, es casi seguro que Lincoln escribió su testimonio de salvación, pero no puedo encontrarlo. Si alguien que lee este sermón lo encuentra, le agradecería mucho si me lo enviara por correo electrónico).
¿No hubiera sido una vergüenza horrible si nuestro querido Presidente hubiera muerto perdido – porque pensaba que no era uno de los elegidos? Pero nadie más que he conocido tuvo esta opinión en serio. Todas las personas que he conocido sólo usan la predestinación como una excusa por no confiar en Jesús. Ellos obviamente creen que son muy inteligentes – que nadie lo pensó antes. Sin embargo Spurgeon utilizó un lenguaje muy fuerte para reprenderlos. Spurgeon dijo: “Necio, porque apenas te puedo dar respuesta hasta que te haya dicho lo que eres…Tu razonamiento es solo hablar”. Nuestro texto hace eso muy claro:
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13).
Si eres capaz de consolarte a ti mismo con esta falsa explicación de predestinación, ¡entonces no eres uno de los elegidos! ¡Una persona que está predestinada no podría consolarse al usarlo como una excusa! Si puedes usar la predestinación como una excusa, entonces es suficientemente claro que no eres uno de los elegidos. Una persona que es predestinada se vería obligada a ocuparse en su salvación con temor y temblor. Pero si Dios no está obrando en ti, entonces puedes seguir usando esto como una excusa – porque, por tu falta de celo, demuestras que no eres uno de los elegidos de Dios. Eres como los yernos de Lot, quien, cuando el anciano les dijo que huyeran de la ira venidera, “pareció como que se burlaba” (Génesis 19:14). Perecerás en tu absurda indiferencia, como lo hicieron en el día del juicio, en el fuego de la ira de Dios, cuando “llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos” (Lucas 17:29), “sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 7).
“Bueno”, dices, “no soy tan malo como otras personas que conozco. Conozco a alguien que dice que es salvo que no es tan bueno como yo”. ¿Pero cuándo te hablamos a ti de los niveles del pecado – o niveles de santidad? No recuerdo haberte dicho eso, ¿verdad? Entonces, ¿de dónde viene? No tienes que ser un gigante espiritual para ver de qué esto es de Satanás.
Dios no está interesado en saber si eres “mejor” o “peor” que otra persona, “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado...que todos están bajo pecado” (Romanos 3:9). Ya que eres un pecador, vas a encontrarte en “el fuego que no puede ser apagado” (Marcos 9:43). Esa será tu infeliz morada para siempre, a menos que
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13).
Otra persona puede pensar: “Mira todas las cosas buenas que hago. Nunca falto a la iglesia. Trabajo en la iglesia. Doy dinero a la iglesia. Voy al evangelismo. Voy a la reunión de oración. ¿Qué me falta?”
Mi querido amigo ¡te hace falta Jesús! Sin Jesús, todas tus obras de justicia son como “trapos de inmundicia” según las Escrituras (Isaías 64:6). Sin el perdón y la salvación en Jesús, en el Día del Juicio, Él te dirá:
“Nunca os conocí; apartaos de mí” (Mateo 7:23).
“¡Pero, Señor, yo iba a la iglesia varias veces por semana!” “Nunca os conocí; apartaos de mí”. “¡Pero, Señor, yo diezme mi dinero fielmente!” “Nunca os conocí; apartaos de mí”. “¡Pero, Señor, yo traje personas a la iglesia para que escucharan el Evangelio!” “Nunca os conocí; apartaos de mí”. “¡Pero, Señor, yo ayunaba y oraba!” “Nunca os conocí; apartaos de mí”. “Pero, Señor, todo esto lo he guardado desde mi juventud: ¿qué más me falta?” “Nunca os conocí; apartaos de mí”.
¡Esto debe mostrarte que nada va a cambiar tu destino eterno si Jesús no te conoce! “Nunca os conocí; apartaos de mí” ¡será Su respuesta en ese día terrible!
Entonces, dirás, pero ¿qué debo hacer? Sólo hay una cosa que te ayudará,
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13).
Pero ¿qué significa eso – “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”? Cuando Dios haya quitado tus falsas esperanzas de salvarte a ti mismo, entonces vas a confiar en Jesús y ser salvo por Él. La Biblia dice: “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo” (Hebreos 4:11). ¿Te parece extraño? No creo que lo sea. La “obra” y el “trabajo” son la obra y el trabajo de admitirte a ti mismo que estás perdido sin Jesús. Tu naturaleza pecaminosa, y el Diablo, continúan diciéndote que hagas algo para salvarte. Debes trabajar y obrar para pasar todo eso y descansar sólo en Jesús. Dios va a guiar a alguien que en verdad es elegido durante ese tiempo, como lo hizo con Peregrino en el Progreso del Peregrino de Bunyan. Spurgeon dijo:
Si estás de pie sobre Jesús, estás sobre una roca; pero si tú confías en los méritos de Jesús en parte, y en tus propios méritos en parte, entonces tú tienes un pie en una roca y el otro en arenas movedizas; y da igual si tienes ambos pies en las arenas movedizas, porque el resultado será el mismo.
Jesús solo, Jesús solo,
Puede al pecador salvar.
Tú no eres salvo a menos que Jesús esté por completo en tu alma...
Cuán vívidamente me viene a la memoria...¡el momento cuando creí en Jesús! Fue el acto más sencillo que mi mente jamás haya realizado, y sin embargo el más maravilloso, porque el Espíritu Santo lo formó en mí. El simple hecho de haber dejado de depender de mí mismo, y [abandonar] la confianza en todo, excepto Jesús, y solo descansar, mi confianza completa en él...Mi pecado me fue en ese momento perdonado, y fui salvo, y así puede ser contigo, mi amigo, incluso contigo si confías en el Señor Jesús. “Tu salvación” estará asegurada por ese simple acto de fe [en Jesús]...¡Dios quiera que ninguna alma salga de este lugar no salva! (ibid., p. 431).
¡Amén, y amén!
Venid pecadores viles, que en quebranto os encontráis;
Jesús quiere ya salvaros, compasivo y fuerte es.
¡Jesús puede, Jesús puede, y Él quiere, no dudéis!
¡Jesús puede, Jesús puede, y Él quiere, no dudéis!
(Traducción libre de “Come, Ye Sinners” por Joseph Hart, 1712-1768).
¡Ven a Jesús! ¡Confía en Él! “Jesús quiere ya salvaros, compasivo y fuerte es”.
(FIN DEL SERMÓN)
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