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¿NO ESFUERZO? ¡NO SALVACIÓN! por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24). |
Jesús viajaba hacia Jerusalén por última vez. Él iba allí con un propósito. Él iba allí para morir en la Cruz para la salvación de Su pueblo. Anteriormente multitudes grandes lo habían seguido. Ahora las multitudes eran más pequeñas. Los seguidores dedicados se habían hecho menos. Los sermones de Cristo se ponían más estrictos. Parecía que Él a propósito desanimaba a aquellos que no estaban serios. Por ejemplo, Él dijo: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33); y “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26, 27). Esos mensajes duros causaron que muchos de Sus seguidores se fueran. Y, en adición a esto, estaba la declaración propia de Cristo:
“Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran” (Mateo 7:14, NVI).
Esos sermones duros contradecían la creencia de los Judíos. Creían de que casi todos ellos serían salvos, con la excepción de unos cuantos colectores de impuestos, asesinos y prostitutas. Ellos creían que todos los Judíos practicantes serían salvos.
Ahora, mientras Cristo viajaba con unos cuantos de Sus seguidores, un hombre se le acercó. El hombre le preguntó: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” Yo creo que este hombre dijo eso con un tono de burla. “¿Crees que tu pequeño grupo de discípulos en harapos son los únicos que serán salvos?” Yo creo que era una pregunta de un sabelotodo. “¿Crees tú que solo tu grupito de seguidores será salvo?” Yo creo que era una pregunta en tono de burla porque Cristo no le dio respuesta. En vez Cristo se volvió de él y le habló a la pequeña multitud que estaba allí. A ellos Cristo les dijo:
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).
¡Más palabras duras! Más palabras para desanimar a aquellos que jugaban.
¿Por qué hablaba Cristo tan fuertemente? ¡Es por esto – Su propósito no era llenar un estadio de fútbol con personas perdidas y evangélicos débiles, como lo hace Joel Osteen! ¡Oh, no! ¡Su propósito era entrenar un pequeño grupo de discípulos fuertes que sufrirían y morirían como mártires – y cambiarían el mundo! Para hacer eso, Cristo tenía que estar muy serio. Él no podía contar historias graciosas, o bromas, como lo hacen Osteen y otros. ¡Oh, no! Él tenía que predicar simple, claro y fuerte. Él tenía que predicar como George Whitefield, John Wesley, o Dr. John Sung (1901-1944) – cuyo propósito era hacer discípulos fuertes que pudieran soportar cuarenta años de persecución Comunista bajo Mao Tse Tung en China. Cristo quería que Sus seguidores fueran realmente convertidos – no religiosos pero perdidos. Por lo tanto Él tenía que hablar con palabras fuertes, duras, penetrantes. Él tenía que decirles la verdad clara o ellos no se volverían Cristianos verdaderos. Así que Él les dijo:
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).
Ahora quiero que tomes una pluma y circules dos palabras. Haz un círculo alrededor de la palabra “esforzaos”. Ahora adelanta un poco en el versículo y circula la palabra “procurarán”. Ahora mira hacia acá. La palabra Griega traducida “esforzaos” es de “agonizomai”. Significa “esforzarse”, “batallar”, o literalmente “¡agonizar!” – esa es la palabra en Español que sale de “agonizomai”. “Esforzarse, batallar, pelear, agonizar” – “a entrar por la puerta angosta”. Esa que la única manera verdadera de “entrar en” la salvación en Cristo. La Segunda palabra es “procurarán”. Es traducida de la palabra Griega “zetēo,” que significa “indagar casualmente, aprender”.
Ahora vemos que la gente perdida en nuestra iglesia cae en una de estas dos categorías – ellos o se “esfuerzan” y “batallan” para entrar en Cristo, o solamente “procuran” e “indagan casualmente” y “aprenden” ciertas cosas – ¡pero nunca entran! ¡Y por lo tanto nunca son salvos!
Ahora te pregunto, ¿cuál categoría te describe a ti? ¿Estás esforzándote y batallando para entrar? ¿O solamente estás “aprendiendo casualmente” unas cuantas cosas sobre la salvación? El Dr. Lenski nos dice lo que esforzarse significa – “Tenemos un verbo fuerte ‘esforzaos’, que es tomado de las competencias atléticas antiguas, de las cuales aun tenemos [palabras como] ‘agonizar’ y ‘agonía’…Debemos esforzarnos hasta lo último para entrar al reino por el arrepentimiento verdadero. Esto es lo opuesto de la indiferencia, ser…descuidados, o vivir en una seguridad falsa” (traducción de R. C. H. Lenski, Ph.D., The Interpretation of St. Luke’s Gospel, Augsburg Publishing House, p. 747; nota sobre Lucas 13:24).
Por supuesto el Dr. Lenski dice que el hombre está muerto en pecado, y no podrá soportar esforzarse a menos que “este esfuerzo sea causado por la ley y el evangelio cuando operan sobre y en el corazón, y el poder del Espíritu Santo te mueva a temer, temer que no tienes esperanza, y temer que morirás en tus pecados a menos que batalles y agonices para hallar a Cristo, y “entres por la puerta angosta”.
Déjame decirte otra cosa que he pensado toda la semana. Todo miembro adulto de nuestra iglesia tuvo que esforzarse, tuvo que batallar, tuvo que pasar por la agonía de la conversión. No te estamos pidiendo que hagas algo que nosotros no hemos hecho. Míralos y te sorprenderá cuan fuertes son cuando los comparas con el evangélico promedio de hoy. ¡Mira al Sr. Matsusaka! ¡Míralo! ¡Qué hombre! Espiritualmente es un hombre de acero, y verdadero súper hombre por Cristo! Mira al Sr. Roop. Mira al Sr. Sanders. Mira al Sr. Lewis. Mira al Sr. Cerón. Mira a Paul Hoang. Solo los estoy mencionando al azar. Mira a los hombres en esta plataforma – al Sr. Griffith, Sr. Prudhomme, Sr. Lee, Dr. Chan, Sr. Song, Sr. Mencía. Ahora mira al Sr. Olivacce, Sr. Zabalaga, Sr. Kunz, Sr. Cook, Sr. Duque, Sr. Hernández, Sr. Tsukamoto – esos solo son hombres, y solo unos cuantos hombres. Pero míralos. Cualquier iglesia en la tierra amaría tenerlos. ¡Y cualquiera de los hombres que nombré podría ser diácono en cualquier iglesia! Todos ellos diezman. Todos ellos van a evangelismo cada semana. Todos ellos asisten a todos los servicios. ¡Todos ellos son soldados de la Cruz!
¿Cómo se volvieron así? No fue por tomar notas en un estudio Bíblico, ¡te lo aseguro! Ellos se volvieron así por predicación fuerte, anticuada de ley y evangelio centrada en Cristo, es así como ellos se volvieron de esa manera! ¡Y todos ellos han pasado por el fuego! Es así como se volvieron varones de Dios. Pasaron por el fuego. Se esforzaron y agonizaron y pelearon su camino a Cristo en una conversión verdadera. ¡Ellos sudaron y trabajaron y lloraron y clamaron a Dios!
Hay un joven predicador en la Florida que es amigo mío. Frecuentemente le mando correos electrónicos. El Viernes pasado hablamos por teléfono por casi una hora. Él me dijo: “Tu libro Predicando a una Nación Moribunda [Preaching to a Dying Nation] cambió mi vida”. Entonces él dijo: “Dime, ¿cómo llegaste a ser como eres hoy?” Le dije, “¿Tienes veinte minutos?” Dijo “Sí”. Así que empecé en los años de 1950 y le dije como pasé por el fuego, la angustia, el dolor, el sufrimiento y el esfuerzo. ¡Todos los hombres de esta iglesia han pasado por eso hasta cierto punto! ¡No te conviertes en un soldado de Cristo tomando notas en un cuaderno de color rosa mientras que un dulce predicador te da un estudio de la Biblia! ¡No puede ser! Tienes que pasar por la agonía. Tienes que pelear tu camino a Cristo. Tienes que “esforzaos a entrar por la puerta angosta”. Tienes que hacer lo que dije esta mañana:
“Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna”
(I Timoteo 6:12).
Tienes que “tener [todas las cosas] por basura, para [tu] ganar a Cristo” (Filipenses 3:8). ¡Hazlo! ¡Tener todas las cosas por basura para que ganes a Cristo! ¡Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna! ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo!
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).
¡Yo no di los nombres de ninguna de las mujeres adultas en nuestra iglesia, pero lo pude haber hecho! Yo pude haberte dicho como la señora Salazar pasó por el fuego. Yo pude haber dicho que la señora Hymers, y la señora Roop, y la Sra. Song, y la señora Olivacce, y la señora Mencia – ¡sí! ¡Sobre todo ella! ¡Y la señora Hernández! ¡Sí! ¡Sobre todo ella! ¡Cómo lloraron y sufrieron y esforzaron su camino a Cristo! ¡Y la señora Cagan, y la señora Bebout! ¡Sí, sobre todo ellas! – ¡y muchas otras también! “Soldados Cristianos”. ¡Cántala!
Soldados Cristianos, a pelear marchar,
Yendo por delante la cruz del Señor.
Contra el enemigo nos guía Jesús;
¡Hacia la batalla, con Bandera y luz!
Soldados Cristianos, a pelear marchar,
Yendo por delante la cruz del Señor.
(Traducción libre de “Onward, Christian Soldiers”
por Sabine Baring-Gould, 1834-1924).
“Fe de Nuestros Padres”. ¡Cántala!
Fe de los padres cual vive aun
Que foso, espada y fuego venció;
Como se alegra nuestro corazón
¡Al escuchar su fe triunfó!
¡De nuestros padres santa fe!
¡Fiel te seremos siempre aquí!
(Traducción libre de “Faith of Our Fathers”
por Frederick W. Faber, 1814-1863).
¿Soy un soldado de la cruz, le sigo a Jesús,
Y temeré servirle fiel, o me avergüenzo de Él?
Debo luchar, si he reinar; dadme valor Jesús;
Carga y dolor podré aguantar; al ser guiado en Tu luz.
(Traducción libre de “Am I a Soldier of the Cross?”
por Isaac Watts, D.D., 1674-1748).
O piensa en el maravilloso himno de Reginald Heber. Ayúdame a cantarla, Sr. Griffith.
Mujeres, niños y hombre hoy,
Del trono en derredor,
Levantan al Señor Jesús
Sus voces en loor.
Peligros, luchas y dolor,
Pudieron dominar;
¡O, danos gracia, Eterno Dios,
Su ejemplo a caminar!
(Traduccion libre de “The Son of God Goes Forth to War”
por Reginald Heber, 1783-1826).
“Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna”
(I Timoteo 6:12).
¡Tener todas las cosas por basura para que ganes a Cristo! ¡Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna! ¡Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán! ¡Se como los mártires en China, África, y el mundo Musulman!
Peligros, luchas y dolor,
Pudieron dominar;
¡O, danos gracia, Eterno Dios,
Su ejemplo a caminar!
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).
Nosotros no te estamos pidiendo que pases a través de algo que nosotros no pasamos. Todos tuvimos que dejar amigos perdidos para ganar a Cristo. Para ganar a Cristo, todos tuvimos que ir a través de la confusión al ver hipócritas que se iban de la iglesia. Todos tuvimos que dejas los grandes planes que teníamos para nuestras vidas para ganar a Cristo. Todos tuvimos que esforzarnos, luchar, agonizar, y llorar torrentes de lágrimas para “entrar por la puerta angosta”.
Peligros, luchas y dolor,
Pudieron dominar;
¡O, danos gracia, Eterno Dios,
Su ejemplo a caminar!
¡Debes pelear por la fe, como ellos lo hicieron! ¡Debes pelear por la fe, como nosotros lo hicimos!
“Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna”
(I Timoteo 6:12).
Yo he visto al Dr. Cagan hacerlo. Lo he visto temblar y llorar hasta que sus ojos estaban rojos y yo pensé que iba a caer en una convulsión en el suelo. ¡Peleó la buena batalla! ¡Echó mano de la vida eterna! ¡Fue entonces cuando se convirtió en un hombre de acero y un soldado de la Cruz! ¡No te conviertes en un soldado de la Cruz tomando notas en un pequeño estudio Bíblico en un cuaderno color rosa! ¡No! ¡Tienes que sufrir, tienes que luchar y esforzarse para convertirte en un hombre de acero y un soldado de la Cruz!
La fortaleza Cristiana siempre viene de una conversión real. ¡Y una verdadera conversión comienza cuando un hombre o una mujer son heridos en su conciencia, y sienten el peso terrible de su mente depravada y sucio corazón! Ese gran hombre y piadoso, el Dr. A. W. Tozer, dijo:
Ningún hombre se ha arrepentido verdaderamente hasta que su pecado lo ha herido cerca de la muerte, hasta que la herida lo ha quebrado y derrotado y ha tomado toda la lucha y la confianza en sí mismo, y él se ve a sí mismo como alguien que clavó a su Salvador en el madero…No hay nada como una herida que quite la confianza en nosotros mismos, que nos reduzca a la infancia de nuevo y nos haga pequeños e indefensos a nuestra vista…Todos los grandes cristianos han sido almas heridas (traducción de A.W. Tozer, D.D., “Three Faithful Wounds,” Man: the Dwelling Place of God, Christian Publications, 1966, pp. 102, 101).
Cuando Dios empieza a llevar a un hombre a la conversión, Él primero hiere su conciencia. Entonces él sentirá que tan perversos su corazón es ante los ojos de Dios. Esta herida abre nuestros ojos y sólo entonces sentimos lo desesperadamente egoísta e impíos que realmente somos.
Lo peor que te sientes acerca de ti mismo, y lo más que tu corazón te condena, lo más cerca que te encuentras a una conversión real. Por naturaleza nos justificamos a nosotros mismos. Nos defendemos y nos decimos a nosotros mismos que no somos tan malos como los demás. Pero cuando el Espíritu Santo comienza Su obra de convicción nos sentimos cada vez peor. Cuando el Espíritu Santo obra, comenzamos a odiar nuestro pecado. Queremos ser librados de nuestros pecados. Queremos ser libres de ellos. El Dr. Lloyd-Jones estaba correcto cuando dijo que un hombre o una mujer bajo la convicción se sienten como Pablo cuando herido en la conciencia clamó,
“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24).
Sentirte miserable y despreciable y repugnante y desagradable ante los ojos de Dios es una gran señal de la misericordia de Dios. Porque si no sientes nada de eso nunca dejarás de confiar en ti mismo – y por lo tanto, nunca confiarás en Jesús. ¡Vas a seguir confiando en ti mismo hasta que sea demasiado tarde para que seas salvo, y tu alma caiga en las eternas llamas del Infierno!
¡Oh, cómo oramos para que experimentes esa herida en tu conciencia que te hace sentir: “¡Miserable de mí!” Entonces puedes tener una verdadera conversión, al igual que nuestros antepasados tuvieron en el Segundo Gran Despertamiento cuando:
Hombres y mujeres y jóvenes...fueron puestos bajo una gran angustia del alma y clamaron a Dios por misericordia...Y después de mucha agonía del alma...buscaron y encontraron refugio en Cristo (traducción de Paul E. G. Cook, Fire From Heaven, EP Press, 2009, p. 79).
Recuerda que el Dr. Tozer dijo:
Ningún hombre se ha arrepentido verdaderamente hasta que su pecado lo ha herido cerca de la muerte, hasta que la herida lo ha quebrado y derrotado y ha tomado toda la lucha y la confianza en sí mismo, y él se ve a sí mismo como alguien que clavó a su Salvador en el madero.
Si deseas hablar con nosotros acerca de tu pecado y de Cristo, por favor pasa a la parte de atrás del auditorio ahora. Dr. Chan, por favor venga y ore por ellos para que sientan la terrible carga de su pecado – por la obra del Espíritu Santo. Amén.
(FIN DEL SERMÓN)
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Puedes enviar en correo electronico al Dr. Hymers en Ingles a rlhymersjr@sbcglobal.net – o
puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015, Estados Unidos.
Llamale por
telefono a (818)352-0452.
La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Lucas 13:22-25.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“The Son of God Goes Forth to War” (por Reginald Heber, 1783-1826).