El propósito de este sitio de Internet es proporcionar manuscritos de sermones gratuitos y videos de sermones a pastores y misioneros en todo el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, donde hay pocos, si es que hay, seminarios teológicos o escuelas Bíblicas.
Estos manuscritos de sermones y videos ahora van a casi 1,500,000 computadoras en más de 221 países todos los meses en www.sermonsfortheworld.com. Otros cientos miran los videos en YouTube, pero rápidamente dejan YouTube y vienen a nuestro sitio de Internet. Los manuscritos de sermones se dan en 46 idiomas a casi 120,000 computadoras cada mes. Los manuscritos de sermones no tienen derecho de autor, así que los predicadores pueden usarlos sin nuestro permiso. Por favor, oprime aquí para aprender cómo puedes hacer una donación mensual para ayudarnos en esta gran obra de predicar el Evangelio a todo el mundo.
Cuando le escribas a Dr. Hymers, siempre dile en qué país vives o él no te podrá contestar. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net.
AHUYENTANDO A LOS BUITRES LEJOS DEL SACRIFICIO (SERMÓN #68 SOBRE EL LIBRO DE GÉNESIS) por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles |
Cuando yo era joven fui con mi pastor, el Dr. Timothy Lin, a la Convención Sureña Bautista, que se celebró ese año en San Francisco. Hubo una gran controversia en aquel día sobre un libro de texto liberal Sureño Bautista que atacó el libro del Génesis. El Dr. Lin fue a hablar “del piso” en contra de ese libro, lo cual él hizo. Yo sólo tenía 22 años, pero decidí que algún día escribiría un libro defendiendo Génesis. Ahora me doy cuenta de que este libro algún día se compondrá de estos sermones. Este es el número sesenta y ocho en esa serie. Por favor pónganse de pie y volteen conmigo a Génesis 15:11.
“Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11).
Se pueden sentar.
Abram era un hombre muy viejo, y no tenía hijos. Dios se le apareció en una visión y le dijo que su descendencia sería en número como las estrellas del cielo. “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4:3). “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). Así Abram fue salvo por fe en el Señor, y no por buenas obras. Pero Abram le pidió al Señor que confirmara su fe. El Señor decidió visitarlo y hacer un pacto con él, dándole a él y a su descendencia la tierra de Canaán. Se le dijo a Abram que trajera una becerra, una cabra, un carnero, una tórtola y un palomino y los dividiera por el centro. El “cortó el pacto”, que era una antigua costumbre de cortar los animales por la mitad, para que los dos lados de los individuos que se comprometían en el pacto pudieran caminar entre las partes, acordando que su propia vida debía terminar si no cumplía con su parte de ese pacto (cf. Jeremías 34:18-21). El sacrificio que era un tipo del gran sacrificio de Cristo, quien cumplió todos los sacrificios del Antiguo Testamento.
Abram obedeció a Dios y puso las piezas del sacrificio en el suelo. Luego, esperó a que el Señor se revelara. Pero luego vinieron los buitres. En el desierto de Arizona he visto buitres aparecer tan de repente que parecía cosa de magia. Si un animal muere en la carretera, el cielo se llena casi de inmediato de estas aves, rodeando el cuerpo muerto. No sé cómo vienen tan pronto, pero lo hacen. La ciencia probablemente resolvió el misterio hace mucho tiempo, pero no sé la solución. Jesús dijo: “Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán [los buitres]” (Mateo 24:28).
Este pasaje habla del Pacto Abrahámico. Esta iba a ser la confirmación de la alianza prometida a Abraham en Génesis 12:1-3, donde Dios le prometió que su descendencia heredaría la tierra de Canaán. Pero nuestro propósito esta noche no es estudiar ese pacto, pero a ver esto como una lección que se aplica a nosotros hoy. Para ello nos centraremos en el texto,
“Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11).
En este sermón nos centraremos en el sacrificio de los cuerpos muertos, y las aves de rapiña que descendieron.
I. Primero, el sacrificio de los cuerpos muertos.
Cada sacrificio en el Antiguo Testamento apunta al sacrificio de Cristo en la Cruz. Y esto no es diferente.
“[Abram] respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves” (Génesis 15:8-10).
Cuando Abram preguntó cómo iba a saber que iba a heredar la tierra, Arthur W. Pink dijo: “El Señor responde poniendo a Cristo, en tipo, delante de él”. Entonces Pink dijo: “La típica ilustración es maravillosamente completa...Cada [animal] anunciaba un aspecto distintivo de la perfección y el trabajo de Cristo. La becerra de tres años parece haber apuntado a la frescura de Su vigor, la cabra, dio el aspecto de la ofrenda por el pecado, el carnero es el animal que en las ofrendas Levíticas estaba conectado especialmente con la consagración. Las aves hablaron de Uno del Cielo. ¡Los ‘tres años’, tres veces repetido, sugiere tal vez el momento del sacrificio de nuestro Señor, ofrecido después de ‘tres años’ de servicio! Ten en cuenta que la muerte pasó a todos, porque sin derramamiento de sangre no hay remisión y donde no hay remisión no puede haber herencia” (traducción de Arthur W. Pink, Gleanings in Genesis, Moody Press, 1981 edición, pp 168, 169).
Cualquiera que lee el Antiguo Testamento debe saber lo importante que eran los sacrificios de animales. Y, cuando leemos el Nuevo Testamento, vemos cómo todos estos sacrificios señalan la pasión y muerte de Jesús para salvarnos de nuestros pecados. El Libro de Hebreos dice,
“Si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:13-14).
Los cuerpos muertos de esos animales y aves, puestos delante del Señor por Abram, señalan claramente y definitivamente al sacrificio de Jesús.
Leo los sermones de Spurgeon casi todos los días. Me encanta leer las constantes referencias a los sufrimientos de Jesús. A menudo nos lleva a la oscuridad del Huerto de Getsemaní. Nos habla de la angustia de Jesús mientras los pecados del mundo son colocados sobre Él allí. Le vemos aplastado por nuestros pecados cuando ora, y Su sudor, “como grandes gotas de sangre”, empapan el suelo debajo del cuerpo postrado del Salvador.
Entonces el gran predicador nos lleva al sumo sacerdote, donde Jesús es arrastrado por la ruidosa multitud. Vemos el Salvador golpeado, y los vemos escupirle en el rostro, y que le arrancan partes de Su barba. Entonces Spurgeon nos lleva al pretorio de Pilato, y nos habla de la terrible azotada en la espalda de Jesús, y la cruel corona de espinas empujada hacia abajo sobre Su frente. A continuación, nos guía por la Vía Dolorosa, el Camino de Dolor, mientras el Salvador cae una y otra vez bajo el peso de Su cruz. ¡Al final él nos habla de Jesús, con clavos perforando Sus manos y pies, muriendo en nuestro lugar, para expiar nuestros pecados en el maldito madero!
Pero Spurgeon rara vez se detiene ahí. Él nos lleva entonces a la tumba, donde el cuerpo destrozado de Jesús es colocado, y nos quedamos allí en la oscuridad, frente a la gran roca que sella el sepulcro del Salvador. Entonces el gran predicador nos lleva a través de la penumbra de la mañana, con las mujeres. Estamos de pie asombrados con ellas cuando oímos al ángel decir,
“No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo” (Mateo 28:5-6).
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
La muerte hizo ya lo peor,
A las tinieblas Cristo esparció:
Con santo gozo grítenlo, ¡Aleluya!
Los días pronto pasaron;
Se alza en la resurrección:
A la Cabeza gloria dad, ¡Aleluya!
Del hades las puertas cerró;
Las barras del cielo bajó:
Los himnos cuenten su triunfo, ¡Aleluya!
Con las heridas que te dieron,
Del aguijón de muerte librad,
Para vivir y cantarte, ¡Aleluya!
Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
(Traducción libre de “The Strife Is O’er,”
traducida por Francis Pott, 1832-1909).
“Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3-4).
¡Ese es el Evangelio! ¡Ese es nuestro mensaje! ¡Esa es nuestra canción, y esa es nuestra esperanza! ¡Y eso es lo que el sacrificio de Abraham señaló y tipificó! ¡Amén y amén!
“Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11).
II. Segundo, las aves de rapiña que descendían.
El Hebreo tiene literalmente, “los buitres”. ¿De qué pueden estas aves hambrientas de carroña hablar? ¿Qué es lo que tipifican? No tengo ninguna duda de que ilustran a Satanás y sus espíritus inmundos. Qué poco se habla de demonios en nuestras iglesias hoy en día. En el mismo momento en que nuestra nación está siendo ahogada en el mal, y todos los días oímos hablar de pecados monstruosos que nunca conocimos cuando yo era joven – en esta hora de oscuridad – no escuchamos casi nada de Satanás y sus demonios en nuestros púlpitos. Al darnos sólo sermones felices, muchos predicadores han fracasado en armarnos “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Pero al pasar por alto la demonología, han dejado a nuestra gente como una presa fácil para Satanás que “anda alrededor buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8).
El Señor Jesús habló de “las aves del cielo” que vienen a devorar la preciosa semilla del Evangelio (Lucas 8:5). Y Jesús no nos deja en duda acerca de que quien eran esas aves, pues Él dijo: “Y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven” (Lucas 8:12).
“Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11).
No podemos dudar que estos pájaros inmundos fueron enviados por el Diablo para consumir los sacrificios del pacto. Y, por supuesto, el Diablo viene en cada oportunidad para arrancar el Evangelio de los corazones de los pecadores – ¡y para arrancarlo de nuestras iglesias también!
En el siglo 20 los ataques fueron contra la muerte vicaria de Cristo en la Cruz. Spurgeon predicó en contra de este ataque demoníaco muy bien y con mucha fuerza. En nuestro tiempo el ataque es más sutil. Predicadores dan servicio de boca al sacrificio vicario de Cristo – ¡pero raramente predican sobre el! Incluso en las iglesias fundamentalistas casi nunca escuchamos un sermón entero dedicado al sufrimiento y muerte de Cristo. El Dr. Michael S. Horton señaló que casi nadie predica sermones completos sobre cualquier aspecto de Cristo. Su libro se llama Cristianismo Sin Cristo [Christless Christianity] (Baker, 2008). Quisiera que cada predicador en Estados Unidos lo leyera – y luego se preguntaran: “¿Cuándo fue la última vez que prediqué un sermón centrado totalmente en Cristo?” Creo que muchos de ellos se sorprenderían si honestamente se hicieran esa pregunta.
La mayoría de los sermones de hoy se centran en el hombre, las necesidades del hombre, los sentimientos del hombre, los problemas del hombre, la felicidad del hombre, ¡pero no en Cristo! El Dr. David F. Wells también ha notado esta tendencia. Él dijo: “Mucha de la predicación...evangélica…es realmente orientada hacia uno mismo y no centrada en Dios. Se trata de lo que hacemos, de lo que tenemos, no se trata de lo que Dios ha hecho y de lo que Él nos da en Cristo...no se trata de lo que Dios nos ha dado en la muerte de Cristo en nuestro lugar” (traducción de David F. Wells, Ph.D., The Courage to Be Protestant, Eerdmans, 2008, pp. 182, 183).
¿Crees que él fue demasiado duro? Pregúntate a ti mismo, ¿cuándo fue la última vez que escuchaste un sermón sobre la crucifixión de Cristo, sobre Su resurrección, incluso sobre Su Segunda Venida (¡no nuestro Rapto, pero Su Segunda Venida!)? Incluso en las iglesias que creen la Biblia, la mayoría de los sermones se basan en nuestras necesidades y sentimientos – ¡no en Cristo Mismo!
“Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11).
¡En algún lugar, de alguna manera, alguien tiene que levantarse y ahuyentar los buitres del sacrificio de Cristo! En algún lugar, de alguna manera, alguien tiene que levantarse con el Apóstol Pablo y decir:
“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2).
Alguien dice: “Eso no va a satisfacer nuestras necesidades”. Yo digo, sí va a satisfacer nuestras necesidades – ¡mucho mejor que algunos de la psicología pop de Oprah Winfrey, de Selecciones, o Joel Osteen! El Apóstol dijo:
“Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor. (I Corintios 1:30-31).
“Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (I Corintios 1:22-24).
¡Cristo – el poder de Dios! ¡Cristo – la sabiduría de Dios! ¡Cristo es todo lo que necesito! ¡Y Cristo es todo lo que tú necesitas! Los que conocen al Salvador pueden decir con Pablo:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
¡Que todo aquel que oiga este sermón decida exaltar el nombre de Jesús, y Su gran amor por nosotros en la Cruz! ¡Que cada uno de nosotros entreguemos nuestras vidas al viejo Evangelio, lo creamos, lo prediquemos, y lo presentemos a los que están perdidos! Lo que necesitan no es psicología pop o charlas de autoayuda. ¡Lo que necesitan es el Evangelio empapado de la Sangre de Cristo!
De amor será mi historia diré del Salvador,
De Él allá en Su gloria, de Él y Su amor.
De amor será mi historia, pues sé que cierta es;
Me suple todo anhelo me llena cada vez.
De amor será mi historia; más bella para mi
Que tal deseo y sueño que tenga yo aquí.
De amor será mi historia, hizo mucho por mí;
Es por eso que vengo y te la cuento a ti.
De amor será mi historia, a quien ya la escuchó
Pues está tan atento como el que no la oyó.
Y al estar en gloria, mi nuevo canto será,
La vieja, vieja historia que siempre sonará.
De amor será mi historia, será mi tema en gloria
Diré la vieja historia del amor de Jesús.
(Traducción libre de “I Love to Tell the Story”
por A. Catherine Hankey, 1834-1911).
Misericordia reescribió mi vida,
Misericordia reescribió mi vida,
Estaba perdido en el pecado,
Pero Jesús reescribió mi vida.
(Traducción libre de “Mercy Rewrote My Life”
por Mike Murdock, 1946-, alterada por el Pastor).
¡Yo le alabo! ¡Yo le alabo!
Al cordero muerto para el pecador;
Denle gloria todo el pueblo,
¡Manchas Su sangre puede lavar!
(Traducción libre de “I Will Praise Him” por Margaret J. Harris, 1865-1919).
“Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11).
Ahora escucha con atención, pecador perdido. Cristo Jesús murió en tu lugar, para pagar por tus pecados, en la cruz. Él te tenía en mente cuando Él fue a la Cruz. Él te tenía en mente cuando colgaba allí sangrando y sufriendo, para pagar por tus pecados. Él te tenía en mente cuando clamó: “Consumado es” y murió en tu lugar, para expiar tus pecados. Y Jesús mira hacia abajo y te mira a ti desde el Cielo esta noche. Él está orando por ti. Él te tiene en mente. Él te llama: “Venid a mí...y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). ¿Vendrás a Él? ¿Va a confiar en Él esta noche? El Diablo vendrá a ti y te susurra, “No va a suceder. No serás salvo”. Ahuyenta al Diablo – como Abram ahuyentó los buitres. ¡No le escuches a ese demonio apestoso! Rechaza sus pensamientos. ¡Ahuyéntalo del sacrificio! Ven, y confía tu corazón a Jesús. Él te perdonará. Él te justificará. Él te salvará – ¡ahora! Vamos a cantar esos pequeños coros – “Misericordia Reescribió My Vida” y “Yo Le Alabo”. Si quieres hablar con nosotros acerca de ser salvo, y convertirte en un verdadero Cristiano, por favor pasa a la parte de atrás del auditorio mientras cantamos. El Dr. Cagan te llevará a un lugar tranquilo donde podamos hablar y orar. Ve ahora mientras cantamos.
Misericordia reescribió mi vida,
Misericordia reescribió mi vida,
Estaba perdido en el pecado,
Pero Jesús reescribió mi vida.
¡Yo le alabo! ¡Yo le alabo!
Al cordero muerto para el pecador;
Denle gloria todo el pueblo,
¡Manchas Su sangre puede lavar!
Dr. Chan, por favor guíenos en oración.
(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime
“Sermones en Español”.
You may email Dr. Hymers at rlhymersjr@sbcglobal.net, (Click Here) – or you may
write to him at P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Or phone him at (818)352-0452.
La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Kyu Dong Lee: Génesis 15:1-18.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“A Crown of Thorns” (por Ira F. Stanphill, 1914-1993).
EL BOSQUEJO DE AHUYENTANDO A LOS BUITRES LEJOS DEL SACRIFICIO (SERMÓN #68 SOBRE EL LIBRO DE GÉNESIS) por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba” (Génesis 15:11). (Romanos 4:3; Génesis 15:6; cf. Jeremías 34:18-21; Mateo 24:28) I. Primero, el sacrificio de los cuerpos muertos, Génesis 15:8-10; II. Segundo, las aves de rapiña que descendían, Efesios 6:12; I Pedro 5:8; |