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¡ÉL ESCUCHÓ LOS SERMONES PERO NUNCA FUE SALVO! por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Marcos 6:20). |
Herodes Antipas fue uno de los hijos de Herodes el Grande, quien era el gobernador cuando Jesús nació. Herodes Antipas fue llamado “Herodes el Tetrarca”, porque él se hizo gobernante de una cuarta parte de Galilea. También fue llamado “El Rey Herodes” por los Galileos. Se casó con Herodías, quien había sido la mujer de su hermano Felipe. Juan el Bautista estaba indignado de que un gobernante en Israel cometiera un pecado tan escandaloso. Él reprendió a Herodes severamente por esto. Herodes metió a Juan en la cárcel porque Herodías quiso que así fuera. Ella odiaba a Juan el Bautista por hablar en contra de su matrimonio con Herodes. Al llamarlo una “zorra” (Lucas 13:32) Jesús mostró Su desaprobación del personaje astuto y engañoso de Herodes. Herodes Antipas era también muy supersticioso, temeroso y de doble ánimo. “Herodías le acechaba [Juan el Bautista], y deseaba matarle, y no podía” (Marcos 6:19).
“Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Marcos 6:20).
En este texto vemos que Herodes respetaba a Juan el Bautista, con mucho gusto le oyó predicar, hizo muchas cosas que Juan le dijo que hiciera, y aun así pereció eternamente.
Hace unas semanas estuve hablando sobre Félix, el gobernador Romano a quien el Apóstol Pablo predicó en Hechos 24. Félix se espantó cuando Pablo habló, pero no se arrepintió y confió en Cristo. Muchas veces hizo venir a Pablo, “y hablaba con él” (Hechos 24:26). Pero él nunca fue convertido. Yo dije que no podía pensar en otro hombre en el Nuevo Testamento que había escuchado muchos sermones sin ser salvo. Después de que hablé el Sr. Griffith me recordó a Herodes el Tetrarca, de quien se habla en nuestro texto,
“Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Marcos 6:20).
Aquí, entonces, hay un hombre que ilustra a los que vienen a la iglesia y escuchan los sermones de buena gana, que cambian algunas cosas en sus vidas, pero no se arrepienten y confían en Cristo. Si tú has estado viniendo a la iglesia, pero no has sido convertido, piensa en varias cosas en la vida de Herodes y compáralas contigo.
I. Primero, Herodes admiraba a Juan.
“Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo...” (Marcos 6:20).
Matthew Henry dijo: “Es posible que un hombre tenga una gran reverencia por…buenos ministros...y sin embargo ser un hombre malo” [él mismo].
Tú puedes respetar al predicador. Tú puedes decir que él es “un varón justo y santo” – y sin embargo no ser salvo. Recuerdo a un hombre que llegó a la Iglesia Bautista China cuando yo estaba allí. El dijo que el pastor, el Dr. Lin, era un gran hombre, como de hecho lo era. Este hombre pensaba que el Dr. Lin era un maestro de la Biblia tan sabio y santo que quería transferir de otra iglesia Bautista a su familia entera para que todos pudieran escuchar al Dr. Lin los Domingos. Se sentaba en la iglesia el Domingo con gran atención mientras el Dr. Lin hablaba. Él citaba al Dr. Lin casi cada vez que hablabas con él. Pero después de un par de años comenzó a leer los escritos de un místico Alemán llamado Jacob Boehme (1575-1624). Boehme era muy peculiar, un escritor no tradicional, con muchas interpretaciones alegóricas y extrañas de la Escritura. Este hombre comenzó a citar a Boehme al Dr. Lin, y se ponía de pie para leer partes de los escritos de Boehme en la reunión de oración. Estaba tan entusiasmado con lo místico que él tuvo una discusión con el Dr. Lin y se fue de la iglesia. Pensándolo bien, dudo que ese hombre era convertido en realidad. Él había respetado y venerado al Dr. Lin. Pero al final, como Herodes Antipas, rechazó al pastor, como Herodes finalmente rechazó a Juan el Bautista.
En algún momento la persona tiene que ir más allá de mirar al predicador y ver a Cristo Mismo. El predicador instruye a la gente hasta que se arrepientan y conozcan la verdad en Cristo Jesús (II Timoteo 2:25). Herodes nunca fue más allá de venerar y admirar a Juan el Bautista. Él nunca vino a Jesús, y nunca fue salvo. Spurgeon dijo:
Aunque amaba a Juan, [Herodes] nunca miró al Maestro de Juan. Juan nunca quiso que nadie fuera su discípulo, pero él clamó: “He aquí el Cordero de Dios”. Herodes era, de alguna manera, un seguidor de Juan, pero nunca un seguidor de Jesús. Es fácil para ti escuchar al predicador y amarlo y admirarlo, sin embargo el Maestro del predicador puede ser del todo desconocido para ti. Les ruego, queridos amigos, que este no sea el caso con alguno de ustedes...Es a Cristo donde debes ir: el final de todo nuestro ministerio es Cristo Jesús. Queremos que vayas a él directamente, a pedirle a él perdón, la redención, un cambio de corazón, una nueva vida, porque en vano será si escuchas al más fiel de los predicadores, y no has escuchado al Maestro del predicador y obedeces el evangelio. Serás Herodes, y nada más, a menos que la gracia te lleve a Jesucristo (traducción de C. H. Spurgeon, “John and Herod,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Volume XXVI, Pilgrim Publications, 1972, p. 404).
II. Segundo, Herodes hizo muchas cosas cuando él escuchó a Juan predicar.
“Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, [hizo muchas cosas]…” (Marcos 6:20).
Herodes hizo muchas de las cosas que escuchó a Juan predicar. Pero él no se deshizo de Herodías. Ella era su propia sobrina, y había estado casada con su propio hermano. Ella era la madre de los niños de su propio hermano. Y sin embargo Herodes echó fuera su primera esposa, quien había sido fiel a él durante muchos años, y tomó en su lugar a Herodías, esta mala mujer, impía. Herodes estaba cometiendo incesto con ella. La influencia de esta mujer fue su maldición y ruina.
Muchos hombres y mujeres han sido arruinados por mantener una estrecha relación con una persona inconversa. La Biblia dice:
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos”
(II Corintios 6:14).
La Biblia dice:
“Salid de en medio de ellos, y apartaos” (II Corintios 6:17).
La Biblia dice:
“Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Hemos visto jóvenes tan fuertemente controlados por la influencia de un amigo perdido que ellos no dejan a esa persona y vienen a Cristo. Spurgeon dijo: “Siempre es peligroso estar bajo la influencia de una persona no convertida, por muy moral que sea…que Dios te ayude a salir de eso [o] serás Herodes, y nada más” (ibid., p. 406).
Herodes “hizo muchas cosas” que él oyó a Juan el Bautista predicar – pero no se alejó de esta mujer abominable. Juan el Bautista le había advertido: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Marcos 6:18). Si él se hubiera arrepentido y la hubiera alejado, y hubiera confiado en Jesús, Herodes hubiera sido salvo. “Pero”, alguien puede decir: “eso era algo muy difícil para él hacer”. Sí, lo sé, siempre parece “difícil” renunciar a un amigo perdido, o un pecado amado. Pero aferrarse a tal pecado es siempre más difícil al final. Porque al final Herodías engañó a Herodes para que asesinara al predicador que él una vez había respetado. Herodes envió a un guarda a decapitar a Juan el Bautista, ¡y él le trajo su cabeza en un plato a esa mujer vil y despreciable que él quería más que a Cristo!
Spurgeon dijo, “Así ha ocurrido con muchos oyentes esperanzados, se han convertido en calumniadores y perseguidores de los predicadores de los que alguna vez temblaron, y como han podido les han quitado la cabeza. Después de un tiempo a los hombres no les gusta ser reprendidos, y proceden en su aversión hasta que se burlan de las cosas que una vez reverenciaron...¡Cuidado! Les ruego, ¡cuidado! Porque el camino del pecado es cuesta abajo. Una persona puede ser evangélica...y sin embargo, si se coloca bajo ciertas condiciones, puede convertirse en un enemigo y perseguidor de la verdad que una vez reconocía” (ibid., p. 407).
Como ustedes saben, algunos de los que odian esta iglesia, y nos atacan, una vez fueron nuestros amigos, quienes oraron con nosotros y dijeron que nos amaban. La raíz de su odio radica en el hecho de que ellos amaban el pecado, y odiaban ser reprendidos por ello. Jesús dijo:
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19).
III. Tercero, la conciencia de Herodes no lo dejaba descansar.
La porción de la Escritura que el Dr. Chan leyó antes de este sermón empezó con estas palabras:
“Oyó el rey Herodes la fama de Jesús…y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes” (Marcos 6:14).
Matthew Henry dijo: “Él temía a Juan mientras él vivía, y ahora, cuando pensaba que se había [desecho] de él, le teme diez veces más cuando está muerto. Es lo mismo ser perseguido por fantasmas y furias, que tener el horror de una conciencia acusadora.”
Al final, nada de la astucia y política de Herodes pudo salvarlo. El Rey Aretas, el Rey Nabateo cuya hija había sido la primera esposa de Herodes, antes de que él la dejara por Herodías, envió sus tropas contra Herodes para vengar a su hija. Esto condujo a la caída de Herodes Antipas. Él fue llamado finalmente ante el Emperador Romano Calígula. El Emperador tomó toda su riqueza y lo desterró a una parte oscura de Francia. Posteriormente fue desterrado a España, donde murió en la pobreza. Así terminó su vida terrenal: “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos” (Lucas 16:23).
Herodes oyó predicar a Juan el Bautista “y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” – pero nunca se arrepintió, y él nunca confió en Jesús. Juan le predicó Jesús a él, pero él nunca confió en el Salvador.
Hay algunos de ustedes aquí esta tarde que vienen a escuchar la predicación en nuestra iglesia. Tú vienes, pero no te arrepientes, y no confías en Jesús. Te lo advierto, tu final no será mejor que el de Herodes Antipas. Haces muchas cosas. Puedes vestirte para la iglesia. Puedes tener una Biblia de Estudio Scofield. Puedes cantar los himnos, incluso puedes ir al evangelismo. Sí, tú puedes hacer muchas cosas, como hizo Herodes. Pero, ¿qué hay de Jesús?
Herodes vio a Jesús una vez, muy brevemente, justo antes de que el Salvador fuera crucificado. Pero, “Herodes con sus soldados…le menospreció…y volvió a enviarle a Pilato” el gobernador Romano (Lucas 23:11). ¡En ese momento el corazón de Herodes estaba tan endurecido por el pecado que se burló del Hijo de Dios en Su cara! Eso es lo que te va a pasar a ti también, si continuas escuchando los sermones pero te rehúsas a confiar en Jesús. Aunque murió en la Cruz para pagar por nuestro pecado, y resucitó para nuestra justificación, un día serás entregado a un corazón endurecido, y el fuego eterno del Infierno, como fue Herodes Antipas. ¡Él escuchó los sermones, pero nunca fue salvo! ¡Oh, que este no sea tu triste final! Amén.
(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime
“Sermones en Español”.
You may email Dr. Hymers at rlhymersjr@sbcglobal.net, (Click Here) – or you may
write to him at P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Or phone him at (818)352-0452.
La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: Marcos 6:14-20.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Almost Persuaded” (por Philip P. Bliss, 1838-1876).
EL BOSQUEJO DE ¡ÉL ESCUCHÓ LOS SERMONES PERO NUNCA FUE SALVO! por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Marcos 6:20). (Lucas 13:32; Marcos 6:19; Hechos 24:26) I. Primero, Herodes admiraba a Juan, Marcos 6:20a; cf. II Timoteo 2:25; II. Segundo, Herodes hizo muchas cosas cuando él escuchó a Juan predicar, III. Tercero, la conciencia de Herodes no lo dejaba descansar, Marcos 6:14; |