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UNA PRUEBA INFALIBLE DE LA SALVACIÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (I Juan 3:14). |
Al comenzar a trabajar en un sermón casi siempre empiezo buscando primero el texto correcto, y segundo buscando un himno para el Sr. Griffith, nuestro solista, para que cante antes del sermón. En el caso de este texto me vi obligado a darle a cantar “Bendito El Lazo”. Yo quería utilizar otro himno, pero no pude encontrar otro. En todos los cientos de canciones en los himnarios modernos, ¡no pude encontrar uno que expresara adecuadamente el pensamiento de los Cristianos amándose unos a otros! Terminé mi búsqueda con una profunda tristeza y dolor en mi corazón. Yo pensé: “¿Cómo puede ser que tan poco se ha cantado sobre el amor y el compañerismo Cristiano en nuestras iglesias hoy en día?” Justo cuando estaba pensando en eso, parecía que el Espíritu de Dios trajo a mi mente las palabras proféticas de Jesús,
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).
Cristo dio a esto como una de las señales de “el fin del siglo” (Mateo 24:3). ¿Estamos en ese período de la historia ahora? ¿Estamos viviendo cerca del final de esta edad, justo antes de que caiga el juicio? Todas las señales parecen indicar que estamos en ese período – que la ira de Dios está a punto de caer en esta generación perversa. Los Discípulos le preguntaron: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Entre las señales que Cristo les dio en respuesta a esa pregunta estaba esta:
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.”
Que nadie se equivoque aquí, la palabra traducida como “amor” en Mateo 24:12 y la palabra traducida “amor” en nuestro texto, ambas vienen de la palabra Griega “agape”. George Ricker Berry dijo que se refiere a “el amor de los sentimientos, cálido afecto instintivo” (traducción del Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento). La palabra agape se usa en el Nuevo Testamento para expresar el amor de Dios al hombre, y para expresar el amor de los Cristianos entre sí. Agape habla del amor Cristiano y el compañerismo Cristiano.
Mi antiguo pastor, el Dr. Timothy Lin, era un experto en lenguas Bíblicas, un profesor de seminario, y después el presidente de un seminario en Taiwán. Hablando del agape, el Dr. Lin dijo: “Amarse los unos a los otros y creer en nuestro Señor Jesús tiene la misma importancia. Creer en el Señor es una necesidad absoluta, y amarse unos a otros es también una necesidad absoluta...Que la iglesia de los últimos días piense tres veces sobre esto” (traducción de Timothy Lin, Ph.D., The Secret of Church Growth, First Chinese Baptist Church of Los Angeles, 1992, pp. 28, 29).
¡Lo que el Dr. Lin dijo es absolutamente verdad! La fe salvadora en Cristo, y el amor hacia otros Cristianos verdaderos, son de igual importancia, porque están unidos en nuestro texto:
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (I Juan 3:14).
En este texto hay dos ideas principales. Pasando de la muerte a la vida queda demostrado por el amor a los hermanos, y los que no aman a los hermanos muestran que todavía están habitando en la muerte. A continuación voy a añadir un tercer punto sobre lo que debe suceder para que puedas tener vida. Veamos esto más de cerca.
I. Primero, qué no prueba que tienes vida.
Asistir a la iglesia no prueba que tienes vida. Miles de personas que no tienen vida asisten a la iglesia todos los Domingos. Pasando de la muerte a la vida se refiere a la regeneración, el nuevo nacimiento. El Dr. Gill dijo correctamente que el paso de la muerte a la vida se refiere al nuevo nacimiento, “que es darle vida a los pecadores muertos en el pecado, una resurrección de ellos de esta muerte de pecado [teniendo] gracia y vida implantadas en ellos...y este paso de una a otra no es de ellos mismos, no es su propio acto; ningún hombre puede darse vida a sí mismo, o levantarse a sí mismo de entre los muertos...somos trasladados por Dios el Padre, que libera del poder de las tinieblas, y la muerte, y traslada al reino de su amado Hijo, que es un estado de luz y vida...mientras que él que estaba muerto en el pecado, ahora está vivo; y entre otras cosas puede ser conocido por esto, porque amamos a los hermanos: esto no es la causa del paso de la muerte a la vida, sino el efecto de la misma, y por lo tanto una prueba de ello...y es lo que se manifiesta tan pronto como cualquier cosa en un hombre regenerado; ninguno puede amar a los santos, como hermanos en Cristo, a menos que sea nacido de nuevo...amarlo como a un hijo de Dios...ningún hombre puede hacerlo, a menos que haya recibido la gracia de Dios [en el nuevo nacimiento]” (traducción de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, reimpreso1989, volumen III, p. 640; nota sobre I Juan 3:14).
Así que, repito, uniéndose a una iglesia y asistiendo a una iglesia no prueba que tienes vida, no prueba que has nacido de nuevo. Por esta razón miles de miembros de iglesia en los últimos días no se aman unos a otros, e incluso pelean entre sí. Y muchos de ellos incluso odian a sus pastores. ¡La raíz de estos problemas radica en el hecho de que nunca han nacido de nuevo!
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (I Juan 3:14).
De hecho, aquellos que se odian uno al otro en las iglesias son contados igual que los homicidas a la vista de Dios, porque el Apóstol dijo:
“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él”
(I Juan 3:15).
Entonces, también, saber y creer la Biblia no es prueba de que has nacido de nuevo, que has pasado de la muerte a la vida. El Diablo sabe el “plan de salvación”, y lo sabe bien. Nada es más claro en los relatos sobre los demonios dados en los cuatro Evangelios. Ellos sabían quién era Jesús. Ellos sabían acerca del Juicio Final. ¡Satanás incluso podía citar las Escrituras de memoria! De hecho, los demonios son más sabios que muchos miembros de la iglesia. “También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19). ¿Cuántos miembros de la iglesia “tiemblan”? ¡Por lo tanto, los demonios tienen una intuición más espiritual que los tales llamados Cristianos! Por lo tanto, conocer y creer en la Biblia y el plan de salvación no es ninguna garantía de que eres salvo.
Entonces, también, ser capaz de dar las palabras de un “testimonio” no es prueba de la salvación. Simón el Mago fue lo suficientemente inteligente como para engañar a Felipe el evangelista con su testimonio (Hechos 8:13). Pero el Apóstol Pedro fue más sabio que Felipe. Cuando él vino a Samaria, Pedro dijo a Simón: “Tu corazón no es recto delante de Dios” (Hechos 8:21). Aunque Simon pudo dar las palabras de un testimonio tan convincente que Felipe lo bautizó, aún así tenía un corazón inconverso. Su corazón no salvo lo llevó a querer tener “poder” para manipular y controlar a la gente (Hechos 8:19). Muchos predicadores no salvos son así hoy en día. Ellos no tienen amor agape para su gente. Ellos sólo quieren manipularlos y utilizarlos para su propio beneficio. Ellos pueden dar las palabras de un “testimonio”, como lo hizo Simón el mago, pero no les hará ningún bien en el Juicio. A pesar de que dicen: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre?” – aún así Cristo les dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23). Por lo tanto, vemos que un testimonio de la salvación no es prueba segura de que nadie es salvo.
Además, pensar que eres salvo no es prueba de que has pasado de la muerte a la vida en una verdadera experiencia del nuevo nacimiento. Ve por las calles de esta ciudad y pregúntale a la gente si son salvos, o si van a ir al Cielo cuando mueran. Todos aquellos que no son ateos (que es casi todo el mundo) te dirán que son salvos. Casi todas las personas de raza negra van a decir que son salvas. Toda persona Hispana evangélica clamará salvación. Y será muy raro (¡muy raro en verdad!) ¡Que una persona blanca no piense que es salva! ¿Qué prueba esto? Bueno, demuestra que casi todos ellos están engañados – ¡eso es lo que lo demuestra! La Biblia dice:
“Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (II Timoteo 3:13).
¿Qué hay de ti? ¿También estás engañado? Ninguna de las cosas que he mencionado prueba que tienes vida.
II. Segundo, qué sí prueba que tienes vida.
Cuando te preguntas a ti mismo, “¿Tengo vida?” ¿Cómo respondes? Algunos apuntan a una respuesta de oración, pensando que la respuesta a oración es una prueba que tienen vida. Pero no es así. Yo mismo tuve respuesta a oraciones antes de ser salvo. El hombre que dijo: “Sabemos que Dios no oye a los pecadores” (Juan 9:31) estaba perdido. Él sólo estaba repitiendo lo que los fariseos creían. Él no fue salvo hasta que confío en Cristo y “le adoró” (Juan 9:38). Si Dios nunca escucha las oraciones de un hombre perdido, entonces nadie podría ser salvo al invocar al Señor por misericordia.
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).
Pero hay otras pruebas de vida, y la que es dada en nuestro texto es muy fuerte,
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (I Juan 3:14).
Puedes amar a un Cristiano porque ha hecho algo bueno por ti, aún si no eres salvo. Pero amar a alguien porque es un hijo de Dios y un miembro de Cristo nadie puede hacerlo en un estado de muerte espiritual.
Los jóvenes de la iglesia saben que esto es cierto. Cuando algunos de ellos se convierten y se hacen verdaderos Cristianos, saben por experiencia que los demás, que no son salvos, se alejan de ellos, y los tratan de modo diferente. El que es convertido ya no es confiado por aquellos que están perdidos. Ya no confían en él. Ya no es un amigo cercano a los jóvenes perdidos en la iglesia.
Esto no es nada nuevo. Justo el otro día estaba leyendo acerca de un grupo de jóvenes durante el Segundo Gran Despertamiento, a principios del siglo diecinueve. Los que fueron salvos fueron rechazados por sus antiguos amigos que no fueron tocados por el avivamiento. Y los que pasaban de la muerte a la vida eran vistos un poco extraño por sus antiguos compañeros de la iglesia. Pero si suficientes personas jóvenes se convierten en una congregación, por fin verás que los pocos que no tienen vida en ellos se amontonan en un pequeño grupo, evitando aquellos que son salvos tanto como sea posible.
Cuando un joven que conozco fue salvo, optó por separarse de la gente joven perdida en la iglesia. En vez se dedicó al compañerismo con los hombres mayores que eran convertidos. Esto no lo hizo él porque alguien le dijo que lo hiciera. Lo hizo porque fue iluminado por el Espíritu de Dios. Sabía instintivamente que debe ser así. Los jóvenes así no necesitan que les digan de separarse de aquellos que están perdidos y son mundanos. Ellos se separan de los perdidos, y los perdidos se separarán de ellos, con toda naturalidad. La separación será tan clara como lo fue entre Caín y Abel.
“Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece”
(I Juan 3:11-13).
Es una señal de que has pasado de la muerte a la vida si amas a los mejores Cristianos en la iglesia, no porque ellos pueden hacer algo especial para ti, pero simplemente los amas por su propio bien. Es una señal segura de que eres un verdadero Cristiano cuando amas al pueblo de Dios incluso cuando el mundo los odia – cuando estás dispuesto a estar con ellos y ser reprochado con ellos, cuando son calumniados o perseguidos. Si dices: “Atacas a este Cristiano, ¿verdad? Yo soy uno de la misma familia, así que si vas a difamarlo, me difamas a mí también. Yo estaré a su lado y compartiré el desprecio que le haces a este hijo de Dios.” Si amas a otros Cristianos así, no es necesario que tengas miedo. ¡Es evidente que has pasado de la muerte a la vida!
Durante un quebrantamiento de iglesia estas cosas a menudo se hacen bastante claras. Los que odian a los buenos Cristianos estarán por un lado. Y los que aman a los buenos Cristianos estarán en el otro lado. Es por eso que los antiguos llamaron a tal quebrantamiento de iglesia “avivamiento por la puerta de atrás.” A pesar de que es muy doloroso, los que van por la puerta de atrás a menudo libran la iglesia de miembros de iglesia no convertidos. El quebrantamiento de la iglesia revela el hecho de que la mayoría de ellos nunca fueron salvos, no importa qué profesión de fe hayan hecho. Casi siempre los que lo que se van son los que no son salvos. Como el Apóstol Juan dijo:
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros” (I Juan 2:19).
La mayoría de ellos se fueron porque no habían pasado de la muerte a la vida – ¡por lo tanto no podían amar a los hermanos! ¡No tenían vida dentro de ellos!
III. Tercero, qué debe suceder para que tú pases de la muerte a la vida.
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (I Juan 3:14).
Para pasar de la muerte a la vida es lo contrario de lo que esperamos. No es morir. Es lo contrario de eso – es tener vida, ser hecho vivo de los muertos. El Apóstol Pablo habló de ello cuando dijo:
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1).
¿Cómo sucede “dar vida” de entre los muertos? Los siguientes puntos a menudo se presentan cuando uno tiene vida del Espíritu de Dios.
Primero, el Espíritu de Dios hace que el pecador muerto espiritualmente vea y sienta los pecados que ha cometido. Antes de que fácilmente olvides tus pecados. Cada día tú añadiste más pecados que se registraron en los libros de Dios en tu contra (Apocalipsis 20:12). Pero no los recuerdas. Sin embargo cuando el Espíritu de Dios viene empiezas a recordarlos. Esos pecados olvidados hace mucho estarán en tu mente, y dirás con David:
“Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla” (Salmo 40:12).
Segundo, el Espíritu Santo te hace sentir la grandeza de tu pecado. Antes tus pecados parecían pequeños, pero ahora crecen como una inundación en tu mente. Sientes la ira de Dios como un peso terrible en tu alma. Estás atormentado por el miedo. Ves tu pecado hecho en contra de un Dios santo, hecho en contra del amor de Dios, hecho en contra de Jesús y Su amor.
Tercero, empiezas a sentir corrupción en tu corazón. Los que están bajo convicción a menudo se les hace sentir las terribles obras de corrupción en sus corazones. A menudo las tentaciones y la convicción de pecado se juntan, y atormentan el alma. La convicción de pecado atraviesa el corazón, llevándote a huir de la ira venidera. Así, al mismo tiempo, alguna furiosa lujuria, o envidia u odio hierve en tu corazón, llevándote hacia el Infierno. Entonces sentirás el infierno dentro de ti. En el Infierno habrá una mezcla horrible de un miedo abrumador de la ira de Dios, y también corrupción, hirviendo dentro de ti, llevando el alma más y más hacia las llamas. Esto a menudo es sentido en la tierra por los que están bajo convicción de pecado.
Cuarto, el Espíritu de Dios te convence de tu incapacidad de salvarte a ti mismo. Antes tú pensabas que podías librarte fácilmente de los terribles tormentos que sientes. Tratas de cambiar tu vida, de arrepentirte, de orar. Pero pronto se te mostró que tus intentos de encontrar la paz son esfuerzos para cubrir tus pecados con trapos sucios, que es tu “justicia como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6). Empiezas a sentir que nunca puedes ser limpio. Tu corazón se hunde en una oscuridad desesperada. Eres atormentado día a día con estos sombríos pensamientos.
Quinto, empiezas a temer que nunca serás capaz de venir a Cristo. Escuchas que Cristo es todo adorable, que Él te llama a venir a Él, que nunca rechaza a los que vienen a Él. Pero nada de eso te da consuelo o paz. Tienes miedo de haber pecado demasiado o por mucho tiempo. Tienes miedo de haber pecado más allá del día de gracia, de haber cometido el pecado imperdonable, de ser condenado.
Sexto, por fin estás tan deshecho y asustado que estás dispuesto a hacer cualquier cosa para encontrar la paz. Y luego, como si por un milagro, ya que es un milagro, se te hace ver que Cristo es el Salvador de aquellos que se sienten impotentes e incapaces de entregarse a Él. Entonces te das cuenta que tu caso no es tan desesperado para Jesús. Entonces lo ves a Él y vienes bajo Su perfecto amor, amor sin miedo, amor sin ningún tipo de tormento, el amor de Jesús que echa fuera todo temor. ¡Oh, que puedas mirar a Jesús esta noche! Tus temores se irán, ¡y tus pecados serán limpiados para siempre por Su Sangre preciosa! Entonces dirás: “¡Este es verdaderamente el Evangelio! ¡Esta es una buena nueva para mi alma enferma de pecado!” ¡Que puedas mirar a Jesús ahora, porque Él te salvará al instante cuando lo mires a Él quien te ama! ¡Entonces sabrás lo que significa pasar de la muerte a la vida! Entonces amarás a los hermanos de una manera como nunca antes hiciste; y podrás cantar de corazón:
Bendito el lazo que nos une
En tierno amor;
La Amistad de mente igual,
Semeja al Señor.
(Traducción libre de “Blest Be the Tie that Binds”
por John Fawcett, 1740-1817).
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: I Juan 3:11-14.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Blest Be the Tie that Binds” (por John Fawcett, 1740-1817).
EL BOSQUEJO DE UNA PRUEBA INFALIBLE DE LA SALVACIÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte” (I Juan 3:14). (Mateo 24:12, 3) I. Primero, qué no prueba que tienes vida, I Juan 3:15; II. Segundo, qué sí prueba que tienes vida, Juan 9:31, 38; III. Tercero, qué debe suceder para que tú pases de la muerte a la vida, |