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EL CORAZÓN DEL EVANGELIO por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (II Corintios 5:21). |
El sacrificio de Cristo en la Cruz, en lugar de los pecadores, es mero corazón del Evangelio. Aquellos que predican esta verdad predican el Evangelio – no importa qué otros errores cometan. Pero aquellos que no predican el sacrificio de sustitución de Cristo en la Cruz dejan fuera el mensaje central del Nuevo Testamento. No importa qué otras verdades proclamen no predican el Evangelio. En los 1880 Spurgeon predicaba sermones como truenos sobre la doctrina de la sustitución de Cristo, porque estaba siendo negada por el liberalismo creciente de la Unión Bautista en Bretaña. Hoy el problema es un tanto diferente. Algunos predicadores en la TV enseñan que Cristo expió por nuestros pecados en el Infierno. ¡Ese es un error terrible! ¡No se halla en la Biblia! Pero en la mayoría de iglesias evangélicas, no es tanto que la doctrina sea negada como que la doctrina sea descuidada – tristemente y extrañamente descuidada. La muerte de sustitución de Jesús en la Cruz casi nunca se proclama en los pulpitos evangélicos modernos. De hecho, casi no se hace ningún tipo de mención de la muerte de Cristo en la mayoría de iglesias evangélicas hoy. Puede haber unas pocas palabras, pero los pastores raramente dan sermones completos sobre esta doctrina crucial. Creo que esa es una de las razones por las salidas en masa que están teniendo las iglesias evangélicas, con su gente yendose al Catolicismo Romano y a la Ortodoxia Oriental, donde todo servicio está edificado en la muerte de Cristo. Pese a no ser aplicada de modo que salva, la crucifixión es muy prominente en sus misas. Pero en las iglesias evangélicas se asume que la gente ya sabe la doctrina importantisima del sacrificio de sustitución de Cristo. Y así, casi ni se menciona para nada.
Yo supe de una iglesia Bautista donde el énfasis principal era entrenar a los Cristianos. Una de las mujeres que estuvo en esa iglesia por más de un cuarto de siglo vino aquí a nuestra iglesia. Yo le pregunté cómo esperaba ser salva. Ella dijo, “Por confesar mis pecados y tomar la Cena del Señor”. La única hora que el pastor de ella mencionaba la doctrina de la expiación era después de que la gente confesaba sus pecados en oración antes del servicio mensual de la Santa Cena del Señor. Como resultado, esta dama, Bautista de mucho tiempo, no entendía la sustitución de Cristo más que algún Católico Romano perdido. El pastor de la iglesia de ella pasó más de veinticinco años enseñándole a la congregación a vivir la vida Cristiana – y todo el tiempo esa mujer estuvo perdida ¡y yendo al Infierno! Igual muchos otros en esa iglesia.
Me temo que hay varios errores acerca de la expiación en las mentes de la mayoría de Bautistas y evangélicos hoy – por el descuido general de este tema importantisimo en nuestros pulpitos. El pastor promedio piensa, “Bueno, ¡yo no necesito predicar de eso! ¡Ese tema es demasiado simple! ¡Tengo que enseñarles algo que los ayudará a vivir la vida Cristiana!” Así, los pastores gastan la mayoría de su ministerio “echándo perlas delante los cerdos”. Ya que la gente a la que le “enseñan” jamás se han vuelto Cristianos verdaderos, mucho de su ministerio es malgastado. La expiación debería ser central – pero penas se menciona en la mayoría de iglesias evangélicas, en esta hora de apostacía.
Sabemos esto por escuchar a la gente en el cuarto de consejería. La mayoría de veces son los pastores los que hablan y nunca hacen preguntas, ni escuchan las respuestas. ¡Por lo tanto esos pastores no tienen idea de lo que su gente piensa! Es por eso que no se dan cuenta de que el tema de la sustitución de Cristo – lejos de ser “demasiado simple” – ¡casi no es conocido por su gente! Hoy día sería un golpe en la mayoría de iglesias evangélicas oír un sermón fuerte acerca de la sustitución. Pondría a hablar la boca de la gente por un mes si oyeran un sermón de candente sobre nuestro texto:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(II Corintios 5:21).
Yo sé esto por experiencia, después de predicar más de 54 años.
¡Con razón la mayoría de evangélicos jamás han sido convertidos! ¡Con razón nuestras iglesias se están cerrando! ¡Con razón las herejías de “la iglesia que emerge” ¡están poniendo de menos el futuro de nuestra existencia! ¡Con razón la gente predice ahora la caída del movimiento del evangelicalismo! Yo digo con Spurgeon:
La doctrina de Cristo crucificado siempre está conmigo. Igual que el sentinel [guardia] Romano en Pompeya se paró [por] en su puesto aun cuando la ciudad era destruída, así yo me paro [por] la verdad de la expiación aunque la iglesia sea enterrada bajo pozos hirvientes del lodo de la herejía. Todo lo demás puede esperar, pero esta verdad debe de proclamarse con una voz de trueno. Otros pueden predicar lo que quieran, pero éste pulpito, siempre resonará con la sustitución de Cristo. “Dios guarde que yo me gloríe en otra cosa aparte de la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (traducción de C. H. Spurgeon, “The Blood Shed For Many,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpreso en 1974, tomo XXXIII, pagina 374).
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(II Corintios 5:21).
El Dr. Ryrie dijo:
He aquí el corazón del evangelio: el Salvador sin pecado ha tomado nuestros pecados para que nosotros podamos tener la justicia de Dios (traducción de Charles C. Ryrie, Ph.D., The Ryrie Study Bible, Moody Press, 1978, p. 1759; nota de II Corintios 5:21).
Esta es la doctrina central del Evangelio – el corazón del Evangelio – Cristo como el sustituto del pecador. Esta es la doctrina más grande y más importante de todas, ya que los hombres están perdidos en pecado, y Dios ha tomado el pecado de ellos y los ha puesto en Su Hijo unigénito, haciéndolo a Él una ofrenda de pecado por nosotros, de modo que aquel que viene a Cristo es hecho justo y justicia ante la vista de Dios. Esta es la doctrina de la sustitución de Cristo en el lugar del hombre culpable. ¿Se ha hecho Cristo tu sustituto? Si no, no tienes esperanza de escapar las llamas del Infierno.
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(II Corintios 5:21).
I. Primero, ¿quién era ésta persona que fue hecha pecado por nosotros?
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado...”
(II Corintios 5:21).
Era Cristo, “que no conoció pecado”. En toda Su vida en la tierra Jesús no conoció pecado. El era el único hombre sin pecado que jamás vivió. Cuando El dijo, “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” no pudieron contestarle (Juan 8:46). Aun el gobernador Romano, Poncio Pilato, reconoció esto. Cuando ellos le dijeron, “¡Sea crucificado!” Pilato les dijo, “Pues ¿qué mal ha hecho?” (Mateo 27:23). Ellos no podían hallar pecado en El, entonces tuvieron que citarlo erroneamente, y torcer lo que El dijo, o no podían haber hallado culpa en El. El Apóstol Pedro dijo sobre Jesús:
“El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca”
(I Pedro 2:22).
El Apóstol Juan dijo:
“…y no hay pecado en él” (I Juan 3:5).
Estas son las palabras de Pedro y de Juan, Sus dos discípulos más cercanos, hombres que lo conocían más intimamente que los demás. Pedro dijo, “El cual no hizo pecado” (I Pedro 2:22). Juan dijo, “no hay pecado en él” (I Juan 3:5). ¿Quién habría sabido esto mejor que ellos? ¡Jesús era el Cordero de Dios, sin defecto y sin mancha de pecado!
Cristo fue capaz de tomar el lugar de los pecadores en la Cruz porque El no tenía pecado propio. Aun el ladrón que estaba crucificado junto a Cristo dijo, “éste ningún mal hizo” (Lucas 23:41).
II. Segundo, ,¿qué hizo Dios con El que no conoció pecado?
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado…”
(II Corintios 5:21).
El significado obvio es que el pecado fue quitado del pecador culpable y fue puesto sobre el Cristo inocente. La Escritura dice:
“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”
(Isaias 53:6).
“Llevará las iniquidades de ellos” (Isaias 53:11).
Ese es lenguaje simple. Pero si algo se pudiera simplificar más, está aquí – “Por nosotros lo hizo pecado”.
Dios puso todo el peso del pecado humano sobre Jesús antes de que Jesús fuera a la Cruz. Nuestro pecado fue puesto sobre Él en el Huerto de Getsemaní, y Él cargó con nuestros pecados en Su cuerpo sobre la Cruz. Spurgeon dijo:
El pecado oprimió a nuestro gran Sustituto [Jesús] terriblemente. El sintió el peso de ello en el Huerto de Getsemaní, donde “sudó grandes goats de sangre que caían a la tierra”. La presión completa de [nuestro pecado] vino sobre él cuando él fue clavado al madero maldito [la cruz]. Allí en las horas de tinieblas sabemos que él cargó con la vergüenza por nuestra causa… “Entonces escupieron en su rostro”. Fue una burla cruel… Sabemos que él cargó dolores inumerables de cuerpo y de mente: él tuvo sed, él clamó en gran agonía de abandono, él sangró, él murió. Sabemos que derramó su alma hasta la muerte…Pero tras esto, y más allá de todo esto, un abismo de sufrimiento sin medida… “Tus sufrimientos desconocidos”… sufrimientos que no se pueden conocer. Él… padeció con ello una cantidad de angustia que no somos capaces de concebir. No diré más: es sabio poner velo sobre lo que no se puede explicar. Este texto hace ambos, pone velo y descubre su dolor, al decir “[El] lo hizo pecado”…El Señor hizo al perfectamente inocente pecado por nosotros: eso significa más humillación, tinieblas, agonía, y muerte de lo que tú puedas concebir… La cruz es [en] muchos aspectos una revelación más completa de la ira de Dios contra el pecado humano que aun [el Infierno], y el humo de tormento que sube por los siglos de los siglos. Quien hubiera sabido que el odio de Dios por el pecado tendría que ver al Unigénito [Jesús] sangrando en cuerpo y sangrando en alma hasta la muerte… es más que “sujetándole a padecimiento”, es más que “Dios lo ha abandonado”, es más que “el castigo de nuestra paz fue sobre él”. Es la descripción más sugestiva de todas – “por nosotros lo hizo pecado”. Oh, la profundidad del terror, y sin embargo, ¡la grandeza de amor! (traducción de C. H. Spurgeon, “The Heart of the Gospel,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpreso 1974, tomo XXXII, paginas 390-391).
III. Tercero, ¿qué te puede suceder a ti como resultado de lo que Jesús hizo en la Cruz?
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(II Corintios 5:21).
Toda persona que viene a Jesús, y descansa en Él, es hecha justa ante la vista de Dios, por medio del sacrificio de sustitución de Cristo. Nosotros somos hechos justos por medio de la fe en Jesucristo – y de ningún otro modo.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
Justificados, contados justos por fe en Jesús,
“…a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:26).
¡Ven directo a Jesús y Él limpiará tu pecado con Su Sangre preciosa, y te vestirá en Su justicia perfecta!
Vestido en Su justicia y nada sola,
Sin mancha para estar ante el trono.
(Traducción de “The Solid Rock” por Edward Mote, 1797-1874).
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(II Corintios 5:21).
Un predicador amigo mío dijo: “Jesús fue hecho lo que Él no era (pecado), para que nosotros pudieramos ser hechos lo que no somos (justos).”
Un pastor Bautista le explicó esto a un Mormón. Entonces el pastor dijo, “¿Entiendes esto?” El hombre le dijo, “Yo lo entiendo, pero no lo creo”. Amigo mío, tú tienes que creerlo, pero tienes que ir aun un paso más adelante – ¡tú tienes que realmente venir a Jesús y descansar en Él! Entonces tú serás
“…hecho justicia de Dios en él” (II Corintios 5:21).
Tú tienes que estar “en él” – ¡en Jesucristo Mismo! ¡Ven a Él, descansa en Él! ¡Se hecho justicia de Dios en él!
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
(II Corintios 5:21).
Me dice el Salvador, “No tienes fuerza en tí,
Hay que velar y orar, todo encontrarás en mí”.
Lo pagó Jesús, se lo debo yo.
Del pecar la mancha en mí Su Sangre me lavó.
Señor, encuentro ya que solo tu poder
La lepra sanará, y ablandará mi ser.
Lo pagó Jesús, se lo debo yo.
Del pecar la mancha en mí Su Sangre me lavó.
Nada bueno hay en mí que gane Su favor –
Mi manto lavaré en la Sangre del Señor.
Lo pagó Jesús, se lo debo yo.
Del pecar la mancha en mí Su Sangre me lavó.
Y ante el trono ahí, completo en él seré;
“Jesús murió por mí”, aun lo repetiré.
Lo pagó Jesús, se lo debo yo.
Del pecar la mancha en mí Su Sangre me lavó.
(Traducción de “Jesus Paid It All” por Elvina M. Hall, 1820-1889).
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Isaías 53:4-6.
El Solo cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Jesus Died For Sinners” (por John R. Rice, 1895-1980).
EL BOSQUEJO DE EL CORAZÓN DEL EVANGELIO por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (II Corintios 5:21). I. Primero, ¿quién fue esta persona que fue hecha pecado por nosotros?
II. Segundo, ¿qué hizo Dios con Él que no conoció pecado? Isaías 53:6, 11. III. Tercero, ¿qué te puede suceder a ti como resultado de lo que Jesús hizo en
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