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CLAMANDO POR SALVACIÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” (Marcos 10:47-48). |
Jesús y Sus Discípulos iban a Jerusalén, donde Jesús sería crucificado. En su jornada llegaron a Jerusalén. Había grandes multitudes en el camino. Iban a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. En aquella multitud, junto al camino, estaba sentado un ciego llamado Bartimeo. Cuando oyó que Jesús estaba en el camino comenzó a clamar: “¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” “Hijo de David” era el término que mostraba que Jesús era el Mesías. Mientras la mayoría de la nación de Israel era ciega a la presencia del Mesías, es irónico que este hombre, físicamente ciego, tuviera suficiente vista espiritual para saber que Jesús era el Hijo de David, el Mesías. Jesús dijo: “Muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14). Si estás aquí por la primera vez esta mañana, eres uno que ha sido llamado. Te llamamos por teléfono y te invitamos aquí. Fuiste llamado a oír el Evangelio. Jesús dijo: “Muchos son llamados, y pocos escogidos”. Veremos si eres uno de aquellos que Dios ha escogido si llegas a ser salvo. Muchos son llamados. Pero en esta gran ciudad solamente pocos serán salvos por fe en Jesús. En el camino había grandes multitudes aquel día, pero solo el ciego Bartimeo salvo.
Oh, sí, la cura de sus ojos ciegos fue una señal para nosotros de que el oficio principal de Jesús es sanar ojos espiritualmente ciegos. A este hombre no solo se le sanaron sus ojos ciegos, también fue convertido, porque Jesús dijo: “Tu fe te ha salvado” y “seguía a Jesús en el camino” (Marcos 10:52). John Trapp (1601-1669) dijo que Bartimeo fue curado de ambos su ceguera exterior e interior “de una vez.” William MacDonald dijo: “Su gratitud se expresaba en su fiel discipulado, siguiendo a Jesús en su último viaje a Jerusalén” (traducción deBeliever’s Bible Commentary, Thomas Nelson Publishers, edición de 1990, p. 1349; nota sobre Marcos 10:48-52). Pero esta mañana quiero enfocarme en la oración del ciego Bartimeo.
“Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” (Marcos 10:47-48).
Si eres un pecador perdido esta mañana quiero que pienses sobre cómo Bartimeo fue salvo. Sacaré tres lecciones de eso de nuestro texto.
I. Primero, nota su celo comparado al resto de la multitud.
Sí, había gran multitud de gente junto al camino cuando Jesús pasaba. Pero solo Bartimeo clamaba “Jesús ten misericordia de mi”. Él solamente oyó un sermón muy corto. Él había oído “que era Jesús nazareno” que pasaba. Él no oyó nada más. Él oyó “que Jesús pasaba” (Mateo 20:30). Eso fue todo lo que oyó. No creo que haya entendido doctrina. No creo que sabía por qué Jesús vino al mundo. Él nunca oyó una clara declaración de salvación por gracia. Todo lo que oyó fue que “era Jesús nazareno” que pasaba. Pero ese corto sermón lo llevó a clamar en oración.
Nadie más en la multitud clamó en oración a Jesús. ¡Así que nadie más fue salvo! Algunos de ustedes aquí esta mañana han oído muchos sermones. ¡Algunos han oído más del Evangelio de los Discípulos antes de la resurrección! Pocos hay que se les ha enseñado más del Evangelio que tú. ¡Y permaneces sin ser movido y sin ser salvo como aquellos en la multitud cuando Jesús pasaba aquel día!
¿Cómo puede ser esto? El Dr. A. W. Tozer predicó un sermón famoso sobre Juan 3:27, “No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo”. El Dr. Tozer dijo:
Es posible crecer en una iglesia, aprender el catecismo...Pero después de haber hecho todo eso, podemos no conocer a Dios para nada, porque Dios no es conocido por esas cosas exteriores. Somos ciegos, y no podemos ver, porque las cosas de Dios no las conoce nadie sino el Espíritu de Dios...
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Corintios 2:14).
Ahora oímos que el hombre natural – o sea, el hombre físico, el hombre de la mente, el hombre del intelecto – no puede entender ni recibir las cosas del Espíritu de Dios... La Palabra no dice: “ningún hombre conoce las cosas de Dios sino solo el hombre que estudia la Biblia”. Sí dice que el hombre no percibe las cosas de Dios sino solo por el Espíritu Santo (traducción de A. W. Tozer, D.D., “How Christ is Revealed by the Holy Spirit: Not Through the Intellect!”, The Tozer Pulpit, Christian Publications, 1968, tomo 2, pp. 24, 25, 28).
Una de las jóvenes de nuestra iglesia ha estado aquí solamente unos meses, y ha sido salva por solo varias semanas. Pero ha sido atacada en el salón de clase en la universidad por un malvado maestro de Inglés. Vez tras vez ha sido atacada en ese salón de clase, pese a no haber dicho una sola palabra sobre ser Cristiana. Ella lo oyó de otro estudiante. Algunos de ustedes jamás han sido atacados así. ¿Por qué? Porque no eres convertido. ¡La gente mala, como ese maestro, puede sentir si eres un Cristiano verdadero o no! ¡El Diablo se los dice! ¡Si nunca eres atacado, es probablemente porque nunca has sido salvo! Y ese maestro le lanzó preguntas que ella no podía responder, porque solo ha sido salva un tiempo corto. Pero aunque no sabía la respuesta, no fue movida. Las preguntas no la molestaron para nada. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo le ha dado un conocimiento interior de Cristo que sobrepasa el intelecto. Ella puede decir con Job: “Yo sé que mi redentor vive” (Job 19:25). Nadie te puede quitar el conocimiento interior de Cristo, una vez lo hayas experimentado a Él por el Espíritu Santo.
El ciego Bartimeo tuvo celo de ser sanado y de conocer a Cristo. El resto de la multitud siguió de largo, quedándose no salvos, y fue al Infierno. “Muchos son llamados, y pocos escogidos”.
II. Segundo, nota la oposición que él encontró.
“Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase...” (Marcos 10:47-48).
Muchos en la multitud lo regañaron y le dijeron que callara. “¡Cállate, ciego!” “¡Cállate!” “Deja de orar tan fuerte”. “¡Te has vuelto fanático!” “¡Para de llorar!” “¡Cállate!” Eso fue lo que el hombre pecaminoso decía a gente que estaba bajo la convicción y clamaba por misericordia en el Primer Gran Despertamiento. Mucha gente estuvo bajo tal convicción de pecado que daban voces clamando a Dios por misericordia. Los cleros perdidos y mundanos los reprendían, lo cuales los llamaban “entusiastas” y “fanáticos”. “¡Callen, ustedes Metodistas!” gritaban. Les tiraban huevos podridos, y a menudo les golpeaban por dar voces a Dios, “¡Ten misericordia de mi!” Oye lo que John Wesley dijo sobre aquellos que le dijeron a Bartimeo que callara:
Así serán con todos los que comiencen a clamar al Hijo de David; pero los que sientan su necesidad de él clamen aun más; de otra manera [no hallarán] cura (traducción de John Wesley, M.A., Explanatory Notes Upon the New Testament, Baker Book House, edición de 1983, tomo I; nota sobre Mateo 20:31).
Nota que ellos no eran como los Metodistas muertos de hoy. Ellos clamaban hacia Dios hasta que Él hiciera a Cristo real para ellos y perdonara sus pecados. Oye lo que el comentador Metodista temprano Adam Clarke (1760-1832) dijo sobre aquellos que le dijeron al ciego Bartimeo que callara y dejara de clamar por misericordia. Clarke dijo:
Cuando un alma comienza a clamar a Jesús por luz y salvación, el mundo y el diablo se juntan para ahogar sus clamores, o forzarla a callar. Pero que todos ellos recuerden, Jesús pasa ahora: que sus almas perecerán eternamente, si no son salvas por él, y que talvez no vuelvan a tener una oportunidad tan buena...Cuando el mundo y el diablo comiencen a reprender...es prueba de que la salvación de Dios está cerca; por lo tanto, deja salir tal clamor mucho más...Cuando el deseo de tu corazón se vuelva a él, puede haber poca demora en la salvación (traducción de Adam Clarke, LL.D., The New Testament, Abington, n.d., vol. 5; note sobre Mateo 21:31,32).
Nunca olvides que Satanás trabaja cuando un alma perdida clama por misericordia. En el Evangelio de Lucas leemos que un joven que venía a Jesús:
“Mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió” (Lucas 9:42).
No cabe duda que fue así con el ciego Bartimeo. No cabe duda que fue Satanás quien inspiró a la multitud y “le reprendían para que callase” (Marcos 10:48). Y cuando estés orando, y clamando a Jesús para que tenga misericordia de ti, el Diablo sin duda tratará de derribarte y sacudirte, y decirte que te calles. Pero la Biblia dice: “Resistid al diablo” (Santiago 4:7). Tienes que resistir a Satanás y continuar clamando por misericordia, como lo hizo Bartimeo.
III. Tercero, nota la intensidad y persistencia de su oración.
“Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”
(Marcos 10:48).
Él clamaba mucho más, en su oración por misericordia. Él clamaba mucho más intensamente Spurgeon dijo:
Él no se sentó a susurrar. “Hijo de David ten misericordia de mi”, sino que gritaba, y al aumentar la oposición, sus gritos eran más fuertes, “Hijo de David ten misericordia de mi”. Era insistente y perseverante en su oración, pero fue justificado en su celo...Esta pobre alma no podía contentarse cuando había una oportunidad de cura. Pero la tuya, pecador, es ceguera espiritual, la ceguera que no te deja...ver a tu Salvador, la ceguera que cierra todos los gozos espirituales de tus ojos, y cerrará los gozos del cielo para siempre, y te condenara a vagar sin esperanza en la negrura de las tinieblas para siempre. No importa cuán serias sean tus oraciones, no pueden ser demasiado serias...Cristo sólo tiene el poder de salvarte, si tu oración se volviera tan terriblemente seria como los chillidos de las almas perdidas [en el Infierno] se justificaría, porque el caso tuyo es urgente...Eso sintió el pordiosero, y por lo tanto, el clamor se volvió más fuerte y mucho más fuerte, “Hijo de David ten misericordia de mi” (C. H. Spurgeon, “The Blind Man’s Earnest Cries,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, 1979 reimpresión, vol. XI, pp. 463-464).
Además, Bartimeo clamó porque sabía que era posible que Jesús nunca más pasara por allí de nuevo. Esta fue la única oportunidad que tuvo de ser sano y salvo. ¡Era ahora o nunca! Y lo mismo sucede con algunos de ustedes. El reloj está caminando, y si no encuentras a Cristo ahora, puede que nunca tengas otra oportunidad. La Biblia dice: “Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:7, 8). Ahora es el momento para que clames a Jesús: “Señor, ten misericordia de mí”.
Sí, Cristo murió en la Cruz para pagar por tus pecados. Sí, Él derramó Su Sangre para limpiarte de todo pecado. Sí, Él está vivo en el Cielo, a la diestra de Dios. ¿Pero cómo puedes venir a Cristo? ¿Cómo puedes agarrar a Cristo? ¿Cómo puedes conocerle y ser salvo? ¡No hay manera de un pecador como tú puedas agarrar a Cristo a menos que Dios tenga misericordia de ti! Vas a morir e ir al Infierno sabiendo que Jesús murió por los pecadores y resucitó. Estos hechos de la Biblia no te pueden salvar. ¡Sólo puedes conocer al Salvador y tener tus pecados perdonados, si la misericordia de Dios interviene!
El Sr. Griffith cantó una vieja canción del himnario de Spurgeon hace unos minutos. Que se convierta en una realidad para ti mientras oras.
Contrito y culpable yo,
Temblando lloro a ti Señor;
Es rico y gratis Tu perdón;
¡O Dios! ¡Clemencia ten de mí!
A mí atribulado pecho golpeo,
Con culpa de mis pecados:
Mi ruego es Cristo y Su Sangre;
¡O Dios! ¡Clemencia ten de mí!
Con lágrimas en mis ojos,
No me atrevo ni alzarlos;
Más Tú toda mi penas ves:
¡O Dios! ¡Clemencia ten de mí!
Contrito y culpable yo,
Temblando lloro a ti Señor;
Es rico y gratis Tu perdón;
¡O Dios! ¡Clemencia ten de mí!
(Traducción libre de “Be Merciful to Me”
por Cornelius Elven, 1797-1873; alterado por el Pastor;
con la música de “‘Tis Midnight, and on Olive’s Brow”).
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por Dr. Kreighton L. Chan: Marcos 10:46-52.
El Solo Cantado Antes del Sermón por Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Be Merciful to Me” (por Cornelius Elven, 1797-1873).
EL BOSQUEJO DE CLAMANDO POR SALVACIÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” (Marcos 10:47-48). (Mateo 22:14; Marcos 10:52) I. Primero, nota su celo comparado al resto de la multitud, Mateo 20:30; II. Segundo, nota la oposición que él encontró, Lucas 9:42; Santiago 4:7. III. Tercero, nota la intensidad y persistencia de su oración, Marcos 10:48; |