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EL SALVADOR DESAMPARADO POR DIOS por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). |
Levantándose de la oración en la oscuridad del Huerto de Getsemaní, Jesús se encontró con “una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas” (Juan 18:3). Ataron a Jesús y le llevaron al sumo sacerdote, “adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos” (Mateo 26:57). Ellos acusaron a Jesús de blasfemia. Entonces le escupieron en el rostro, lo golpearon con sus puños, y le abofetearon, y le arrancaron el pelo de la barba (Isaías 50:6).
La próxima mañana los sacerdotes y los ancianos decidieron dar muerte a Jesús. Lo ataron de nuevo y se lo llevaron a Poncio Pilato, el gobernador Romano. Pilato lo interrogó. Entonces el gobernador dijo: “¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! (Mateo 27:22). Pilato se lavó las manos y dijo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo” (Mateo 27:24). Entonces Pilato ordenó que azotaran a Jesús y lo entregó para ser crucificado. Los soldados Romanos pusieron un manto rojo escarlata en el cuerpo sangrado de Jesús. Ellos le pusieron una corona tejida de espinas sobre Su cabeza. Le pusieron una caña en Su mano derecha, “e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!” (Mateo 27:29). Le escupieron, y tomaron la caña y le golpeaban en la cabeza. Y después de haberse burlado de Él le quitaron el manto, le pusieron Sus vestidos, y se lo llevaron para ser crucificado.
No se le coronó con plata ni oro
Diadema de valor no recibió;
Su frente se mancho de Sangre de opresión
El pecador le dio coronación.
Su trono fue la cruenta cruz,
Al corazón reino Jesús;
Su amor en rojo escribió,
Por las espinas Él sangró.
(Traducción libre de “A Crown of Thorns” por Ira F. Stanphill, 1914-1993).
Jesús salió cargando Su cruz. Cayó una y otra vez bajo el peso de ésta. Al fin los soldados obligaron a un hombre llamado Simón de Cirene a llevar la cruz. Cuando llegaron al Gólgota le ofrecieron una copa de vino agrio, el cual Él rechazó. Los soldados clavaron Sus manos y Sus pies a la cruz, lo levantaron en posición vertical, “Y sentados le guardaban allí” (Mateo 27:36).
Pusieron un letrero sobre Su cabeza, clavado en la cruz, que decía: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS. Dos ladrones fueron crucificados con Él, uno a Su derecha y otro a Su izquierda. Y los que pasaban por la cruz lo injuriaban diciendo: “Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27:40). Los sumos sacerdotes también se burlaban diciendo: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mateo 27:42).
En trono de marfil Él no reinó allí,
Sobre la cruz del Calvario murió;
Por el vil pecador con Su vida pagó,
Desde una cruz Él Su reino miró.
Su trono fue la cruenta cruz,
Al corazón reino Jesús;
Su amor en rojo escribió,
Por las espinas Él sangró.
Jesús fue crucificado a las nueve de la mañana. A las doce del mediodía una oscuridad cayó sobre la tierra hasta las 3:00 de la tarde. Y cerca de las 3:00 PM Jesús clamó a gran voz: “Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”(Mateo 27:46). “Su trono fue la cruenta cruz.” ¡Cántala!
A Su trono fue la cruenta cruz,
Al corazón reino Jesús;
Su amor en rojo escribió,
Por las espinas Él sangró.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
(Mateo 27:46).
Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Su clamor en la cruz muestra tres cosas.
I. Primero, el clamor de Jesús en la cruz cumplió una profecía del Antiguo Testamento.
En Salmos 22:1 David dijo:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
(Salmos 22:1).
Jesús deliberadamente cumplió este verso de la Escritura. El Salmo 22 da 15 puntos que se cumplieron cuando Jesús estaba en la cruz. Esto llevó a varios escritores de la iglesia antigua llamar el Salmo 22, “el quinto evangelio”. El Salmo 22:18 dice: “Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes”. Esto es exactamente lo que hicieron los soldados con las ropas de Cristo a los pies de la cruz. Salmo 22:16 dice: “Horadaron mis manos y mis pies”. La palabra Hebrea significa “cavar, perforar o hacer hueco” (John Gill). Zacarías 12:10 dice: “y mirarán a mí, a quien traspasaron”. La palabra Hebrea significa “herida, perforar, atravesado” (Strong). La Biblia de Estudio Scofield dice:
El Salmo 22 ofrece una descripción gráfica de la muerte por crucifixión. Los huesos (de las manos, los brazos, los hombros y la pelvis) descoyuntados (v. 14); el sudor abundante causado por el intenso sufrimiento (v. 14), en daño sufrido por el corazón (v. 14); la pérdida de toda fuerza y la sed extremada (v. 15); las manos y los pies traspasados por los clavos (v. 16); la desnudez parcial y su resultante ofensa a la modestia (v. 17), todos estos son sufrimientos que acompañan la muerte por crucifixión. En el Salmo 22, las circunstancias relacionadas con esta muerte son precisamente aquellas que, en cumplimiento de esta profecía, se observan en la crucifixión de Cristo. El clamor de desesperación en el v. 1 (Mt. 27:46), los periodos de luz y tinieblas en v. 2 (Mt. 27:45)... echar suertes, indicado en v. 18 (Mt. 27:35), todos estos detalles se cumplieron literalmente cuando Cristo murió en la cruz. Al recordar que la muerte por crucifixión no era un método judío de ejecución, sino romano, la prueba de la inspiración divina de las Escrituras se hace irresistible (La Bíblia Anotada por Scofield, pág. 572; nota sobre Salmo 22).
El Dr. Henry M. Morris dijo:
El Salmo 22 es una asombrosa descripción profética de la crucifixión futura del Hijo de Dios. Este salmo fue escrito 1000 años antes de su cumplimiento y describe con lujo de detalles los sufrimientos de Cristo, mucho antes de que el método de la crucifixión fuera conocido... (traducción de Henry M. Morris, Ph.D., The Defender’s Study Bible, World Publishers, edición 1995, pág. 608; nota sobre Salmo 22:1).
El Dr. John R. Rice muestra una profecía tras otra del Antiguo Testamento que se cumplió cuando Jesús fue crucificado. Él dijo: “Es imposible que estos cumplimientos hayan sido accidentales. Así tenemos pruebas contundentes de la inspiración de las Escrituras y de la deidad de Cristo (Lucas 24:25-27). Sólo un necio no creería. Puesto que Dios le dio especial énfasis a la profecía cumplida en nuestro texto...vemos que es el corazón del plan de Dios” (traducción de John R. Rice, D.D., The Bible Garden, Sword of the Lord Publishers, 1982, pág. 31).
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
(Mateo 27:46).
II. Segundo, el clamor de Jesús en la cruz en cierta medida retrata a un pecador en el Infierno.
Tengan en cuenta que no creo que Jesús fue al Infierno, como el Dr. Frederick K. Price erróneamente enseña. No hay ninguna Escritura que dice que Jesús “sufrió por nuestros pecados en el Infierno”, como el Dr. Price ha dicho.
Pero estoy de acuerdo con el Dr. John R. Rice que el clamor de Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado”, “en cierta medida retrata los sufrimientos en el Infierno” (Rice, ibid.). El Dr. Rice dijo:
Creemos que los sufrimientos de Cristo en la cruz en alguna medida retratan los sufrimientos en el Infierno. En la cruz Jesús clamó: “Tengo sed”, así como el hombre rico en el Infierno tuvo sed (Lucas 16:24). ¿No puedes imaginar al hombre rico clamando: “Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?” El Infierno es real. El pecado debe traer tormento, sufrimiento físico real...la separación de Dios. Los pecadores en el infierno seguirán siendo ciegos, seguirán siendo malos, todavía se preguntarán: “¿Por qué?” (I Corintios 2:14). Judas, en su atormentada mente, sabía que había traicionado sangre inocente (Mateo 27:4), pero no quiso apartarse de sus pecados (Rice, ibid., págs. 31, 32).
Así, el clamor de Jesús en la cruz de cierta manera retrata el clamor de pecadores en el Infierno,
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
(Mateo 27:46).
No hay esperanza para ninguno que va al Infierno. Jesús nos dijo lo que le sucede a las personas que no son salvas cuando mueren. Él les dirá:
“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno” (Mateo 25:41).
“Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44).
“Y en el Hades [el Infierno] alzó sus ojos, estando en tormentos” (Lucas 16:23).
Los tormentos que Jesús pasó en la cruz seguirán y seguirán por siempre, a los que se niegan a confiar en Cristo. Ellos serán atormentados sin fin en el “fuego eterno” (Mateo 25:41). Creemos que van a clamar sin fin: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Sí, creemos que los sufrimientos de Cristo en la cruz en cierta manera retratan los sufrimientos de los pecadores perdidos en el Infierno. Es por eso que te rogamos que confíes en Cristo y seas salvo de tus pecados ahora, antes de que sea eternamente tarde.
III. Tercero, el clamor de Jesús en la cruz muestra que Él murió para pagar por el pecado del hombre.
“Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
(Mateo 27:46).
No es tanto Su clamor a gran voz que es difícil de entender. Recuerdo haber leído en alguna parte que Lutero se sentaba en su estudio durante días, sin comer ni moverse, tratando de comprender el clamor del Salvador. Finalmente se dio cuenta de que humanamente no podía entender cómo el Padre y el Hijo se pueden separar. ¿Cómo podría la Primera Persona de la Trinidad abandonar a la Segunda Persona? Finalmente dejó de tratar de entender y salió de su habitación a comer con su esposa e hijos. El gran misterio del clamor del Salvador fue ilustrado por el comentarista puritano John Trapp (1601-1669), quien dijo: “Como hombre, él clama a gran voz ¡Dios mío, Dios mío [‘¿por qué me has desamparado?’], mientras que como Dios, él proporcionó el paraíso al ladrón arrepentido” (traducción de John Trapp, A Commentary on the Old and New Testaments, Transki Publications, 1997 reimpreso, volumen V, pág. 276; nota sobre Mateo 27:46).
El Dr. R. C. H. Lenski (1864-1936) dijo: “Con sus poderes moribundos, clama a Dios y ya no ve en él al Padre, porque un muro de separación se ha levantado entre el Padre y el Hijo, es decir, el pecado del mundo y su maldición ahora se encuentran sobre el Hijo. Jesús tiene sed de Dios, pero Dios se ha retirado. No es el Hijo que ha dejado al Padre, sino el Padre al Hijo. El Hijo clama a Dios, y Dios no le da ninguna respuesta a él…Lo más cercano que podemos esperar para venir hacia penetrar este misterio es pensar en Jesús siendo cubierto con el pecado del mundo y una maldición que, cuando Dios vio a Jesús así, se alejó de él. El Hijo de Dios llevó nuestros pecados y su maldición...Es por eso que Jesús clamó ‘Dios mío’ y no ‘mi Padre’. Pero el posesivo ['mi'] es importante. A pesar de que Dios se apartó de él y lo dejó, él le clamó y se aferra a él como su Dios. Aquí la perfección divina de Jesús aparece. Él es el Cordero sin mancha a pesar de que fue hecho pecado y maldición en la hora de su sacrificio” (traducción de R. C. H. Lenski, Ph.D., The Interpretation of St. Matthew’s Gospel, Augsburg Publishing House, 1964 edición, págs. 1119-1120).
El Dr. Rice dijo: “En una manera maravillosa, entonces, Jesucristo llevó el pecado del mundo y sufrió como pecador” (Rice, ibid., pág. 31).
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”
(I Corintios 15:3).
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”
(I Pedro 2:24).
Jesús murió en nuestro lugar, para pagar el castigo por nuestros pecados, “hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13).
Jesús nos amó tanto que murió en la cruz para salvarnos del pecado y del Infierno. Este amor exige nuestra fe y amor a Él. El Dr. Watts dijo: “Amor tan grande y sin igual, en cambio exige todo el ser”. Voltéate a Jesús y confía en Él. Él te salvará de la pena del pecado.
En trono de marfil Él no reinó allí,
Sobre la cruz del Calvario murió;
Por el vil pecador con Su vida pagó,
Desde una cruz Él Su reino miró.
Su trono fue la cruenta cruz,
Al corazón reino Jesús;
Su amor en rojo escribió,
Por las espinas Él sangró.
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por Dr. Kreighton L. Chan: Marcos 15:24-34.
El Solo Cantado Antes del Sermón por Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“A Crown of Thorns” (por Ira F. Stanphill, 1914-1993).
EL BOSQUEJO DE EL SALVADOR DESAMPARADO POR DIOS por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). (Juan 18:3; Mateo 26:57; Isaías 50:6; Mateo 27:22, 24, 29, 36, 40, 42) I. Primero, el clamor de Jesús en la cruz cumplió una profecía del Antiguo II. Segundo, el clamor de Jesús en la cruz en cierta medida retrata a III. Tercero, el clamor de Jesús en la cruz muestra que Él murió para pagar |