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LA LIMPIEZA DE NAAMÁN por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio” (II Reyes 5:10). |
Naamán era el comandante del ejército del rey de Siria. Era un hombre grande. Era honrado por su rey a causa de las victorias que había ganado en batallas. Él era un soldado valiente. Pero era leproso.
Ahora, la esposa de Naamán tenía una sierva Hebrea que habían llevado cautiva de la tierra de Israel. Ella le dijo a la esposa de Naamán que en Israel había un profeta que podía sanar a Naamán de su lepra. Cuando el rey de Siria lo oyó le envió una carta al rey de Israel diciendo que él le enviaba a Naamán para ser sanado. Esto preocupó mucho al rey de Israel. Él rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí” (II Reyes 5:7). Cuando el profeta Eliseo oyó eso le dijo al rey que le enviara a Naamán a él: “y sabrá que hay profeta en Israel” (II Reyes 5:8).
Entonces Naamán vino con sus caballos y su carruaje a la puerta de la casa de Eliseo. Pero el profeta no salió a hablar con él. En vez le envió un mensajero, a decirle a Naamán: “Vé y lávate siete veces en el [río] Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio” (II Reyes 5:10).
Pero Naamán se fue enojado. Él dijo: “He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra”. Luego Naamán dijo que dos de los ríos en su propio país eran “son mejores que todas las aguas de Israel”. “Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado”.
Entonces los criados de Naamán le dijeron: “Si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” Entonces Naamán fue y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra que el profeta le había dicho. “Y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”.
Y Naamán volvió al profeta Eliseo y dijo: “He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel”.
Muchos grandes sermones han sido predicados sobre este pasaje de la Escritura. ¡Claro que los predicadores estaban correctos al decir que el sanar de la lepra Naamán ilustra el sanar del pecado por la Sangre de Jesús! ¡Si no eres salvo, esta noche yo oro que tú vengas a Jesús y seas limpiado de todo tu pecado por Su Sangre preciosa! Nota por favor que hay tres cosas sobre la limpieza de Naamán que te podrían ayudar a ser limpiado también.
I. Primero, él era leproso.
“Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso”
(II Reyes 5:1).
El Dr. McGee dijo: “En la Escritura la lepra es un tipo del pecado. Una razón es que era incurable por medios humanos…Naamán tuvo muchos puntos finos, pero era un pecador. El trataba de cubrir su lepra, pero no la podía curar. Mucha gente hoy día emblanquece el pecado. Lo que necesitan el lavarlo. Solo Cristo puede hacer eso (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1982, tomo II, p. 311; nota sobre II Reyes 5:1).
La lepra retrata la depravación total del hombre en el pecado. Cuando Adán se rebeló contra Dios, le pasó la lepra del pecado a todo miembro de la raza humana. El Apóstol Pablo:
“El pecado entró en el mundo por un hombre [Adán], y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres…”
(Romanos 5:12).
Es por eso que la Biblia nos dice que toda la gente no salva es “muertos en pecados” (Efesios 2:5). El Rey David dijo:
“He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5).
El Dr. Watts puso esa idea en un himno:
Señor, soy sucio, en el pecar
Fui concebido, inmundo soy;
Desde Adán cual al caer
Culpable, a todos corrompió.
Ante Tu rostro me postro hoy
Pues mi refugio Tu gracia es;
Formas externas no limpiarán,
Profunda en mí la lepra es.
(Dr. Isaac Watts, 1674-1748).
¡Ah, qué retrato da ese himno de tu estado si no estás salvo! ¡Concebido en pecado! ¡Nacido inmundo y sucio! ¡Ninguna forma exterior (decisiones u oraciones) te pueden limpiar! ¡La lepra muy por dentro está! ¡Cómo quisiera que nuestras iglesias cantaran esa canción de Isaac Watts otra vez! ¡Te describe a ti esta noche! “La lepra muy por dentro está! Jeremías lo dijo bien:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso”
(Jeremías 17:9).
George Whitefield, el famoso evangelista del Primer Gran Despertamiento, a menudo dijo que la gente no es convertida sino hasta sentir la depravación total de sus propios corazones pecaminosos. Miles cayeron bajo convicción cuando se dieron cuenta de que él tenía razón – que sus propios corazones estaban contaminados por la lepra del pecado, humanamente incurable. “La lepra muy por dentro está”.
¿Es eso cierto de ti?
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez”
(Marcos 7:21-22).
¿No es eso un retrato de tu corazón, lleno de malos pensamientos? Ahora, ¿Cómo puede ser sanado tu corazón malvado de pecado? ¿Cómo puede ser limpiada la lepra del pecado que yace en el fondo de tu ser? Igual que tú Naamán era un “leproso”. ¿Cómo fue limpiado y sanado él? Eso nos lleva al siguiente punto.
II. Segundo, la manera de su limpieza fue recetada.
“Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio” (II Reyes 5:10).
Vé y lávate siete veces en el Río Jordán. ¡Eso fue todo! ¡Eso era todo lo que él tenía que hacer! Naamán había esperado un método dramático de sanar. Él dijo: “He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios...” (II Reyes 5:11). “Yo decía para mí”. ¡Oh, me temo que estás en la misma condición! “Yo decía para mí”. Tú piensas que sabes lo que necesitas para ser salvo. “Yo decía para mí”. ¡Afuera con tus pensamientos! Desaparécelos de tu mente esta noche, ¡y haz lo que Dios dice! D. L. Moody dijo:
Naamán tenía dos enfermedades – el orgullo y la lepra. La primera necesitaba ser limpiada tanto como la segunda. Naamán tenía que bajarse de su carruaje de orgullo, después, lavarse según le había recetado el profeta (traducción de D. L. Moody, Notes From My Bible, página 58).
Y eso es lo que tú debes hacer esta noche, si esperas ser salvo. Aparta lo que piensas. Aparta tu orgullo y tus propias ideas de cómo ser salvo y “lávate según la manera recetada”. ¡Y la manera recetada es venir a Jesús! Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). ¡Ven a Jesús. Él limpiará tu pecado con Su propia Sangre, y te dará descanso! “La sangre de Jesucristo Su hijo nos limpia de todo pecado”.
III. Tercero, él fue persuadido a obedecer.
“Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, Si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?”
(II Reyes 5:13).
“Lávate y serás limpio”. ¡Eso es lo que te digo que hagas esta noche! ¡Lávate y serás limpio!
Las aguas del Rió Jordán era solamente un tipo, solamente un retrato, de la Sangre de Jesús. He oído a gente decir hoy, cuando están en Israel, que han sido “bautizados” otra vez en el Rió Jordán, pensando que les hará algún bien. ¡Esto a mí me parece tontería! ¡Aun la primera vez que eres bautizado no hace nada para ti! Es solamente un retrato de tu previa muerte y resurrección con Cristo, cuando fuiste salvo. Recuerda que la limpieza de Naamán ocurrió en tiempos del Antiguo Testamento. Hoy, en esta dispensación, somos limpiados por fe en Jesús:
“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre…” (Romans 3:25).
Tú tienes que tener fe en la Sangre de Jesús! La Biblia dice:
“La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”
(I Juan 1:7).
¡Todo pecado! ¡Todo pecado – ya sean pecados de tu corazón, o pecados que hagas – todos los pecados tienen que ser limpiados por la Sangre de Jesús – y solamente por la Sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios! Como lo puso la vieja canción:
¿Qué me puede dar perdón?
Solo de Jesús la sangre;
¿Y un nuevo corazón?
Solo de Jesús la sangre.
¡Precioso es el raudal
Que limpia todo mal!
No hay otro manantial,
Solo de Jesús la sangre.
(Traducción de “Nothing but the Blood” por Robert Lowry, 1826-1899).
Yo sé que hay algunos hoy día que degradan la Sangre del Salvador. ¡Que Dios tenga misericordia de ellos por este pecado! ¡No hay otra manera para que un leproso pecador sea limpiado! “¡No hay otro manantial, solo de Jesús la Sangre!” En el Cielo alzaremos nuestras voces
“Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”
(Apocalipsis 1:5).
“¿Qué me puede dar perdón? ¡Solo de Jesús la sangre!”
Jesús murió en una cruel cruz para pagar la pena completa por tus pecados. Jesús, el Hijo unigénito de Dios, derramó Su Sangre preciosa en aquella cruz para limpiarte de todo pecado. Él está vivo esta noche, en el Cielo, a la diestra del Padre. ¡Ven a Jesús ahora y todos tus pecados serán limpiados, tus pecados serán lavados para siempre por Su propia Sangre! El profeta le dijo a Naamán: “Lávate y serás limpio”. Y yo te digo a ti esta noche, “Lávate y [sé] limpio” en la Sangre de Jesús! Sr. Griffith, venga y cante “¡Yes, I Know! [¡Sí, Yo Sé!]”.
Venid, pecador perdido
La sangre de Jesús te librará;
Porque al peor salvó Él,
Cuando me salvó a mí.
Y yo sé, sí, yo sé,
Que la sangre de Jesús limpia al más vil.
Y yo sé, sí, yo sé,
Que la sangre de Jesús limpia al más vil.
(Traducción de “Yes, I Know!” por Anna W. Waterman, 1920).
(FIN DEL SERMÓN)
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en www.realconversion.com. Oprime
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: II Reyes 5:1-15.
El Solo Cantado por Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Yes, I Know!” (por Anna W. Waterman, 1920).
EL BOSQUEJO DE LA LIMPIEZA DE NAAMÁN por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio” (II Reyes 5:10). (II Reyes 5:7, 8) I. Primero, él era leproso, II Reyes 5:1; Romanos 5:12; Efesios 2:5;
II. Segundo, el modo de su limpieza fue recetado, II Reyes 5:11.
III. Tercero, él fue persuadido a obedecer, II Reyes 5:13; Romanos 3:25;
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