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EL DIOS GRANDE Y TEMIBLE – PARTE I por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Dios…grande y temible” (Nehemías1:5). “Dios grande, digno de ser temido” (Daniel 9:4). |
Gran parte de este sermón es una adaptación de “El Dios Grande y Temible” por el Dr. John R. Rice (La Espada del Señor, 1977, Págs. 7-38). Estos dos textos de la Escritura llaman a Dios, el Dios temible, temido. Nehemías oró: “Jehová, Dios de los cielos…grande y temible”. Una vez más, en Nehemías 4:14, Nehemías dijo: “Acordaos del Señor, grande y temible”. Y en Nehemías 9:32 dijo, “Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, temible...” Dios es llamado “Dios grande y temible” en Deuteronomio 7:21. En Deuteronomio 10:17 Él es llamado “Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible...” Daniel habló de “el Dios grande y temible” (Daniel 9:4). La Biblia utiliza este lenguaje para describir a Dios. En Isaías 59:18 Dios dijo: “para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios”. Esta es la manera en que Dios es frecuentemente descrito en la Biblia, derramando su ira contra el pecado.
Aquellos que hablan de Él sólo como un Dios de amor y misericordia no dan toda la descripción de Dios como se presenta en la Biblia. Él es también un Dios de justicia y venganza. Qué claro se nos advierte en el Nuevo Testamento: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31).
Toda esta enseñanza moderna de la gracia sin ley, de la fe sin arrepentimiento, de la misericordia de Dios sin ira, del Cielo sin Infierno es una perversión de la verdad acerca de Dios. Es una presentación deshonesta del mensaje de Dios. Dios es un Dios terrible, un Dios temible, un Dios de ira contra el pecado, un Dios de venganza, un Dios que debe ser temido, un Dios que debe hacer a los pecadores temblar.
¿Por qué no escuchamos más sermones sobre el Dios grande y temible de la Biblia? Debido a que muchos predicadores tienen miedo de decir la verdad acerca de Dios. Temen que las personas carnales, no convertidas en sus iglesias no quieren oír hablar de un Dios temible. ¿Por qué? “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios” (Romanos 8:7). Las mentes carnales de los hombres no convertidos son naturalmente contra el Dios grande y temible de la Biblia.
Sin embargo es necesario proclamar el juicio de Dios a los pecadores no convertidos. El Dr. Martyn Lloyd-Jones dijo:
El asunto del evangelismo no es sólo para resolver los problemas de la gente...Lo que separa el evangelio de toda otra enseñanza es que es ante todo una proclamación de Dios y nuestra relación con Dios. No nuestros problemas particulares, pero el mismo problema que ha llegado a todos nosotros, que somos pecadores condenados ante un Dios santo y una santa ley. Eso es evangelismo (traducción de Romans, Exposition of Chapter 1, The Gospel of God, The Banner of Truth Trust, 1985, p. 95).
Los pecadores no se sentirán perdidos hasta que sean traídos cara a cara con el Dios grande y temible de la Biblia. Sólo cuando se sientan condenados ante el rostro del Dios grande y temible de la Escritura pueden llegar a ser convencidos de que necesitan a Cristo.
Pero hablar de un Dios temible, terrible y aterrador, un Dios de furia y fuego consumidor, asusta y ofende a mucha gente de la iglesia hoy en día. Pero se equivocan al asustarse.
¡Debemos temer a este Dios temible, terrible! A lo largo de la Biblia el temor del Señor se presenta como una de las más grandes virtudes. Es el fundamento del carácter Cristiano y la santidad. Es necesario para un arrepentimiento genuino y la verdadera conversión.
La Concordancia de Oxford enumera quince pasajes de la Escritura en la que se nos manda a amar al Señor, o donde el amor de Dios es mencionado como una virtud. ¡Pero esa misma concordancia enumera cuarenta y seis pasajes en la Biblia donde el temor del Señor es alabado o listado como una virtud!
Tres versos distintos en la Biblia nos dicen que “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Salmo 111:10; Proverbios 1:7, Proverbios 9:10). Se nos dice que el temor a Jehová prolonga nuestros días (Proverbios 10:27, 19:23, 14:27). Se nos dice que el temor a Jehová es el camino hacia el éxito y la abundancia (Proverbios 15:16). Y a través de la Biblia hombres y mujeres que son piadosos son mencionados como los que temen a Dios. Salomón, el hombre más sabio sobre la tierra, dijo: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13).
Pero la Biblia dice que los pecadores perdidos no temen a Dios. En esa lista terrible de los pecados de la humanidad en Romanos 3:9-18, el clímax final, que muestra la depravación del corazón humano natural, se da en estas palabras: “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:18).
No hace mucho alguien me dijo: “Yo no le tengo miedo a Dios”. Lo dijo como si él fuera alguien especial. ¡No, en absoluto! ¡Ese es el caso de todo pecador perdido! “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. En su gran canción “Sublime Gracia” [“Amazing Grace”], dijo John Newton, “La gracia me enseñó a temer”. Ningún pecador siente el temor de Dios a menos que el Espíritu de Dios le de gracia especial. Es un pecado no temer a Dios. El que no tiene miedo de Dios vive en el pecado. Él no piensa nada de las advertencias de Dios y no piensa profundamente acerca de la ira de Dios y el juicio. Pero Dios es un Dios temible, un Dios terrible, un Dios que debe ser temido.
No es de extrañar que los hijos de Elí no temieran a Dios. “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová” (I Samuel 2:12). Ellos eran “hombres impíos”, es decir, que eran hijos del Diablo. “No tenían conocimiento de Jehová”. No es de extrañarse que no temieran a Dios. Ellos ni siquiera conocían al Dios grande y temible. El Dios temible de la Biblia era desconocido para ellos. Los hijos de Elí no tenían ninguna experiencia personal con Dios. Ellos nunca pensaron seriamente en Dios. No había lugar para Dios en sus pensamientos. “Ellos no tenían conocimiento de Jehová” – ¡y no tenían interés en conocer a Jehová! Ellos eran pecadores, y eran impíos, y no quisieron escuchar la predicación. El predicador dijo: “Si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él?” Pero ellos se rehusaron a ser corregidos por él. “Pero ellos no oyeron…porque Jehová había resuelto hacerlos morir” (I Samuel 2:25). Entonces un profeta vino y les advirtió que “ambos morirán” (I Samuel 2:34). Pero ellos continuaron en su pecado. La amenaza de muerte no tuvo efecto en ellos para nada. Entonces, de nuevo, Dios le reveló al joven Samuel que los hijos de Elí morirían y serían juzgados por sus pecados, “Y habló Samuel a todo Israel” (I Samuel 4:1). Sin embargo, los hijos de Elí tampoco escucharon esa advertencia.
Ahora en un día determinado, Israel entró en batalla contra los Filisteos. Las cosas iban mal, así que la gente fue con los hijos de Elí, y sacaron fuera del Tabernáculo el Arca del Pacto al medio de la batalla. Ellos pensaban que podían “mágicamente” lograr que Dios los bendijera. ¡Pero estaban equivocados – totalmente equivocados! ¡No puedes conseguir que Dios te bendiga si no le temes! “Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees” (I Samuel 4:11). En realidad no fueron los Filisteos los que los mataron en la batalla. Fue realmente Dios quien estaba atrás de todo eso. Realmente fue Dios quien los ejecutó, “porque Jehová había resuelto hacerlos morir” (I Samuel 2:25). Fue realmente el Dios grande y temible que los destruyó y los envió al Infierno, “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:48).
Recuerdo a un malvado profesor que rechazaba la Biblia en el Seminario Bautista Sureño al que asistí. Me gradué con una Maestría. Un año más tarde volví para solicitar entrar al programa de Doctorado en el Ministerio. Este hombre me miró con desprecio, y rechazó mi solicitud porque había tomado una postura firme en defensa de la Biblia. Pero pocos meses después este mismo hombre se puso un arma en la boca y se suicidó. Otro hombre mintió y me atacó en la televisión. Murió de una extraña enfermedad en menos de treinta y seis meses. Un tercer hombre me atacó por tomar una posición firme contra el aborto. Él era joven y fuerte – pero murió en menos de veinticuatro meses. Esto no necesariamente ocurrió a ellos porque me atacaron. ¡Estos terribles juicios vinieron a ellos porque “no conocían” al Dios grande y temible de la Biblia!
Ahora, te pregunto, ¿tienes algún temor de Dios? ¿Piensas en el Dios grande y temible cuando estás solo? Recuerda, es el temor de Dios que necesitas. Eso es que pensar y orar cuando estás solo. Recuerda, es sólo cuando estás solo que cuenta. Jacob estaba solo en la noche, cuando dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo” (Génesis 28:16-17). Era tarde por la noche cuando “Quedó Jacob solo, y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba” (Génesis 32:24). Fue entonces cuando fue convertido, ¡luchando toda la noche con el Cristo pre-encarnado! Abraham estaba solo en la noche cuando Dios descendió y le confirmó el Pacto de Abraham. “Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él” (Génesis 15:12). Horror y una grande oscuridad cayó sobre Abram cuando Dios vino a él esa noche. Esto es lo que grandes Cristianos del pasado a veces han llamado “la noche oscura del alma”. Es lo que Lutero, Bunyan, Wesley y Whitefield experimentaron. Antes de sus conversiones ellos experimentaron al Dios temible y terrible de la Biblia.
¿Alguna vez piensas acerca de este Dios grande y temible cuando estás solo? ¿Alguna vez te sientes culpable cuando estás solo – sabiendo que el Dios de Abraham ha sido testigo de tus pecados, incluso los pecados de tu mente y corazón? Incluso los pecados que nadie más conoce – ¿sino tú y Dios? ¿Alguna vez te ha caído “el horror de una gran oscuridad” por la noche, como le sucedió a Abraham? (Génesis 15:12).
¡Oh, cómo oramos para sientas tal convicción y temor, cuando estés a solas con Dios en la noche! Los hijos de Elí nunca sintieron tal convicción y temor, “porque Jehová había resuelto hacerlos morir”. Cuando Dios viene a ti, y sientes Su asombroso poder y la ira contra el pecado, entonces es posible que seas guiado a huir a Jesús, ¡para la limpieza de pecado en Su preciosa Sangre! ¡Cómo oramos que esa sea tu experiencia!
Samuel Davies (1723-1761) fue un predicador de gran alcance durante el Primer Gran Despertamiento en Nueva Inglaterra. Los avivamientos bajaron varias veces durante su ministerio. En 1758 fue elegido para reemplazar a Jonathan Edwards como presidente de la Universidad de Princeton. Murió tres años más tarde a la edad de treinta y siete años. Samuel Davies conocía al Dios grande y temible de la Biblia. Escucha las palabras de su himno, que el Sr. Griffith cantó antes de este sermón.
Cuán grande es Dios, y terrible,
¡Qué hace la creación temblar!
Él frunce el ceño, tierra y mar ya
En las llamas caerán.
Dónde, oh, dónde los pecadores buscarán
¡Refugio en la gran ruina!
¿Caerán las rocas y serán tiradas?
Ve las rocas disolverse como la nieve.
En vano buscan piedad;
En llamas líquidas están;
Arrebatados por doquier,
¡Perdidos – por la eternidad!
(Traducción libre de “The Wreck of Nature” por Samuel Davies, 1723-1761).
Estamos orando para que tú empieces a sentir la realidad de este Dios grande y temible. Y, cuando lo hagas, oramos que sientas la culpa de tu pecado, ¡y que seas convencido de que sólo la Sangre de Jesús puede limpiarte a la vista del Dios grande y temible!
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: II Tesalonicenses 1:7-9.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“The Wreck of Nature” (por Samuel Davies, 1723-1761).