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¡LOS ÁNGELES ESTÁN CON NOSOTROS!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 8 de Enero, 2012

“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones” (Apocalipsis 5:11).


Nunca he oído a ningún pastor predicar un sermón entero sobre ángeles. Sin embargo los ángeles son prominentes en toda la Biblia. Nuestro texto de apertura en Apocalipsis 5:11 nos dice que hay un número incontable de ángeles, “millones de millones” (Apocalipsis 5:11).

Los ángeles aparecen por toda la Biblia. Cuando Abraham envió a su siervo a buscar una esposa para su hijo Isaac, le dijo al siervo que Dios enviaría a un ángel por delante, para ayudarlo (Génesis 24:7). Cuando Jacob viajaba lo encontraron “los ángeles de Dios”. El Dr. John Gill (1697-1771) dijo que los ángeles se separaron en dos grupos para protegerlo. Un grupo de ángeles estaba en frente de él, y el otro grupo de ángeles iba detrás de él, para guardarlo (Génesis 32:1-2). Cuando Lot y su familia estuvieron en peligro de ser destruidos en Sodoma, los ángeles los sacaron de la ciudad condenada (Génesis 19:15-17). Cuando Daniel fue echado al foso de los leones, Dios envió un ángel cerrar “la boca de los leones” (Daniel 6:22). Cuando los Apóstoles fueron echados en prisión por predicar el Evangelio, “un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel” los libró (Hechos 5:19-20). Cuando el Apóstol Pedro fue echado en prisión por predicar el Evangelio, un ángel vino y abrió la puerta de la prisión y lo soltó (Hechos 12:7-10).

Los ángeles preservaron la vida del Cristo recién nacido al aparecerle a José y decirle que huyera a Egipto con el Niño (Mateo 2:13-14). Después de que el Diablo tentara a Cristo en el desierto, “vinieron ángeles y le servían” (Mateo 4:11). Un ángel fortaleció a Cristo cuando era triturado por nuestros pecados, sudando sudor sangriento, en el Huerto de Getsemaní (Lucas 22:43-44). Un ángel quitó la piedra de la tumba de Cristo; y dijo a las mujeres que llegaron allí que Él había resucitado de los muertos (Mateo 28:2, 5-6). Miles de ángeles acompañaron a Cristo cuando Él ascendió de vuelta al Cielo (Salmo 68:17-18; Efesios 4:8). Y los santos ángeles bajarán con Cristo en Su Segunda Venida (Lucas 9:26; II Tesalonicenses 1:7). Vea Dr. John Gill, A Body of Doctrinal Divinity, The Baptist Standard Bearer, n.d., tomo I, pp. 262-268.

Además, la obra de los ángeles para el pueblo de Dios se revela claramente en la Biblia. Ellos protegen y libran a la gente de Dios. El Salmo 91:11-12 dice: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra”. Daniel 3:28 dice que Dios “envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él”. Hebreos 1:14 dice que Dios envía ángeles “para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación”. Vea Dr. Henry C. Thiessen, Introductory Lectures in Systematic Theology, Eerdmans Publishing Company, edición de 1971, p. 205.

Ya que la obra de los ángeles se revela tan claramente (y tan a menudo) en la Biblia, ¿por qué no oímos más sermones enteros sobre ángeles hoy día? Yo nunca he oído a ningún pastor predicar un sermón entero sobre ángeles. ¿Y tú? ¿Por qué es ese el caso hoy? Creo que hay varias razones. Primero, muchos pastores nunca han sido convertidos. De seguro esa es la verdadera razón. Segundo, muchos que los que sí son convertidos no han sido llamados por Dios. Mi pastor de mucho tiempo de la Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles, dijo: “La desolación en la iglesia de los últimos días no es por falta de pastores, sino por la abundancia de pastores que sirven sin el [llamado] de Dios y sin ser enviados por Dios. Ya que no son enviados por Dios, ¿cómo esperan que Dios sea responsable por ellos y les provea con Su mensaje?” (traducción de Timothy Lin, Ph.D., The Secret of Church Growth, First Chinese Baptist Church, 1992, pp. 21-22).

Los pastores que no son convertidos, y los que no han sido llamados por Dios, no verán ninguna razón para “anunciaros todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27). Yo creo que esa es la segunda razón por la que oímos tan poco sobre ángeles, o demonios, en nuestros púlpitos hoy día. ¡De hecho, oímos muy pocos sermones sobre Jesucristo Mismo! Casi todos los sermones hoy se centran en el hombre y son de motivación – no centrados en Dios ni espirituales.

Hace muchos años prediqué un sermón sobre los ángeles en una iglesia en el norte de California. Simplemente dí varios puntos sobre ángeles del libro del Dr. Thiessen de Teología Sistemática (ibid.). Terminé apelando fuertemente a los perdidos a volverse a Cristo. Pero día siguiente el pastor me atacó frente a varios de sus ancianos, diciéndome que mi sermón era “de culto” y que podía llevar a la “adoración de ángeles” (Colosenses 2:18). Claro que eso era tontería. ¡Cuando cierto tipo de persona profana y salvaje es confrontada con su pecado en un sermón, ellos a menudo lo llama “cultista”! yo me fui de esa iglesia. Como dos años después el famoso evangelista Billy Graham publicó un libro titulado [Los Ángeles: Los Agentes Secretos de Dios] Angels: God’s Secret Agents (Doubleday and Company, 1975). El libro de Billy Graham tenía mucho de lo que yo prediqué en el sermón que aquel pastor había llamado “de culto”. Yo le envié una copia del libro de Graham con una nota que decía: “¿Este libro es cultista?” Nunca me respondió. No mucho después ese pastor fue despedido de su iglesia por tener sexo con mujeres en su congregación. ¡Los que reaccionan a mi estilo masculino y fuerte de predicar hallarán defectos no importa lo que yo diga!

Aunque no estoy de acuerdo con Billy Graham en varios temas, veo que hay poco que desacordar con su libro sobre los ángeles. En ese libro Billy Graham dijo que por medio de “la Biblia Dios nos ha dicho mucho. Por esa razón, los teólogos a través de las edades han estado de acuerdo en la importancia de la ‘angelología’ (la declaración ordenada de la verdad Bíblica sobre los ángeles). Ellos lo consideraban digno de ser tratado en cualquier libro de teología sistemática” (ibid., p. 18).

El gran Reformador Martín Lutero dijo: “Un ángel es una criatura espiritual sin cuerpo creado por Dios para el servicio del Cristianismo y la iglesia” (traducción de Graham, ibid., p. x). Juan Calvino en el tomo I de Institutes of the Christian Religion, dijo: “Los ángeles son dispensadores y administradores de la [generosidad] divina hacia nosotros. Ellos guardan nuestra seguridad, nos defienden, dirigen nuestras sendas, y ejercen [cuidado] constante para que no nos suceda lo malo” (Graham, ibid.). El gran Spurgeon, “príncipe de predicadores”, dijo: “‘a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos’…Nos enseña que cada uno de los santos está protegido personalmente. Dios toma un interés personal en cada viajero en el camino correcto, y manda a sus ángeles a que los guarden” (traducción de C. H. Spurgeon, “Angelic Protection in Appointed Ways,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpresión de 1978, tomo 52, p. 20).

Pero estas grandes promesas de protección angélica solo se aplican a los elegidos. Si tú no estás entre ellos no tienes protección – ni de Dios ni de Sus ángeles. Te quedas sin seguridad en el viento rugiente. Solo hay un modo de ser salvo. Tienes que arrepentirte y venir a Cristo por fe. Aun con la protección de los ángeles, aquellos que son convertidos son salvos “con dificultad” (I Pedro 4:18). “¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” (I Pedro, ibid.). ¡Cuando los golpes feroces del juicio vengan, tú que no eres salvo serás arrastrado a las llamas eternas! Te lo ruego ahora, vuélvete a Cristo. ¡Ven a Él y se lavado de tu pecado! La Sangre de Cristo puede lavar todo tu pecado de los libros del juicio de Dios. ¡Ven a Jesús y se salvo de la culpa y pena de tu pecado! Entonces los ángeles de Dios serán tus ángeles, para protegerte “en todos tus caminos” – ¡pero no antes! ¡No antes! ¡No antes! ¡No esperes! Ven a Cristo ahora, mientras estás joven.

Martín Lutero era reformador a la edad de solo 29 años, y comenzó la Reformación a los 33 años. ¡Ven a Cristo ahora, mientras estás joven, y serás protegido por los ángeles de Dios como lo fue Martín Lutero! Fue Lutero quien dijo:

Es seguro que los ángeles están con nosotros, y nunca nadie debe dudarlo...están con nosotros en esta vida, proveyendo para y guiando nuestros asuntos...Por eso debemos saber que nuestros mejores y más fieles amigos son invisibles. Son los ángeles buenos, que con su fidelidad y benevolencia y por sus muchos servicios de amistad sobrepasan a nuestros amigos visibles...si algo bueno sucede, es enteramente por los ángeles buenos (traducción de What Luther Says, Concordia Publishing House, 1994 edición, p. 23; comentario sobre Génesis 24:5-7).

La mayoría de los Cristianos verdaderos han tenido tiempos en sus vidas cuando sintieron la presencia de ángeles guardianes. Hace unos días un pastor fundamental Bautista, amigo mío, me contó su experiencia con ángeles. Me dijo: “Yo creo que me hubiera matado si un ángel no me hubiera protegido”.

Yo recuerdo dos veces cuando creo que ángeles me salvaron de accidentes horribles en las autopistas aquí en Los Ángeles. La primera fue cuando conducía a una reunión de oración en la Primera Iglesia Bautista China. Llovía poco. Yo escuchaba música en el radio. Al juntarse las dos autopistas la persona en el carro frente al mío frenó con fuerzas. Yo hice lo mismo. Mi carro comenzó a dar vueltas en círculos. Había columnas a cada lado de la rampa donde estaba yo. Podía ver las dos columnas pasar al dar vueltas tres veces. Yo sabía que iba a morir. Pero de repente el carro paró. Estaba viendo hacia el sentido contrario. La lluvia caía sobre el parabrisas. La radio aun tocaba. La apagué. Sentado un minuto, en el silencio, me pareció oír las alas de un ángel. Luego volteé el carro y fui a la reunión de oración. Pero al llegar no podía orar. Me temblaban las manos. Sentía que iba a desmayar. Pero los versos de la Escritura estaban en mi mente:

“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra” (Salmo 91:11-12).

Una segunda experiencia de autopistas sobresale en mi mente. Era ya noche un Sábado. El Sr. Gene Wilkerson y yo estabamos en la Primera Iglesia China Bautista. Él escribía el boletín mientras yo limpiaba la iglesia, como jefe de los ujieres, y preparaba mi sermón para la iglesia pequeña la siguiente mañana. Luego doblamos el boletín y llevé el Sr. Wilkerson a su apartamento en Pasadena, al norte de Los Ángeles. Yo tenía un carro viejo y el medidor de gasolina no servía. Pensaba tener suficiente gasolina para llegar a casa, pero me equivoqué. Al volver hacia Los Ángeles me quedé sin gasolina en la autopista sur de Pasadena, al norte del estadio Dodger (de beisbol). La autopista de Pasadena es la más vieja de Los Ángeles. Como la más vieja fue diseñada para velocidades menores que las autopistas más nuevas. La autopista de Pasadena es famosa por sus curvas, y sus rampas cortas de entrada y salida. Fue diseñada para entradas y salidas de velocidades bajas. Los márgenes son pequeños o no hay. Es muy angosta y en su mayoría no hay lugar para apartarse a un lado en alguna emergencia. Yo estaba rumbo al sur. No había lugar para sacar el carro del carril. Mi carro tembló y se detuvo en ese carril, con una curva tras de mí. El próximo carro que viniera en la curva chocaría con la parte trasera del mío. Me dio pánico al salirme del carro, sin saber qué hacer. Pero tan pronto salí del carro oí un pito pitar. Un hombrecito salió de un escarabajo VW al otro lado de la baranda al lado de la autopista. Él puso un bote de gasolina en un gancho en la punta de lo que parecía ser un palo de pesca. Luego lo sacó y lo extendió como un telescopio, sobre la baranda. Él dijo: “deprisa, pon la gasolina”. Yo agarré el bote, puse la gasolina en el carro, y puse el bote de regreso en el gancho para que él lo subiera. Yo busqué en mi bolsillo para darle dinero. Él me dijo: “No te preocupes. Date prisa, súbete a tu carro. No te preocupes. Yo hago esto todas las noches”. Me subí deprisa a mi carro y me fui. Luego pensé, “Yo hago esto todas las noches”. Se me paró el pelo de punta al pensar en un verso de la Biblia que dice: “algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hebreos 13:2). ¡Yo no lo hospedé, pero él sí seguramente me salvó!

“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra” (Salmo 91:11-12).

Podría dar varias historias así, pero debo terminar el sermón ahora.

Mi esposa te puede decir que oro por ti cada noche, cuando sales al evangelismo en los campos estudiantiles y calles de Los Ángeles. Estas calles de la ciudad son peligrosas. Yo siempre oro: “Dios, por favor protege a todos los que van a evangelismo esta noche”. Hemos enviado gente al evangelismo a las calles oscuras por más de 35 años. ¡Milagrosamente, nadie ha sido dañado jamás!

“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos” (Salmo 91:11).

¡Los ángeles están con nosotros! ¡Sal al evangelismo! ¡Ve a los centros comerciales! ¡Ve a los campos universitarios! ¡Ve a las calles! ¡Los ángeles están con nosotros! ¡Nada nos puede detener! Entonces ve, y obedece a Cristo, quien dijo:

“Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (Lucas 14:23).

¡Sal a evangelizar a los perdidos! ¡Ningún demonio te puede parar! ¡Satanás mismo no te puede parar! ¡Ningún ser humano enojado te puede parar! ¡Nada te puede parar! ¡Los ángeles están con nosotros! ¡Ve y trae a los perdidos! ¡Nada te puede detener! ¡Los ángeles están con nosotros!

Canta de pie la última canción en tu hoja de canciones: “¡Salid a Evangelizar!” por Dr. Oswald J. Smith.

Para el tiempo lema dad, que sea excitante, con poder,
Grito de guerra, con ardor para morir o conquistar.
Palabra que nos de excitación, para obedecer al Salvador.
Es la llamada; alzaos hoy, ¡Evangeliza, el lema es!

El evangelio proclamad, en su nombre id por doquier;
Se oye por todos los cielos ya, ¡Salid a Evangelizar!
A moribunda raza el don del Evangelio traed;
Al tenebroso mundo ya, ¡Salid a Evangelizar!
   (Traducción de “Evangelize! Evangelize!”
      Letra del Dr. Oswald J. Smith, 1889-1986; alterada por Dr. Hymers;
        cantada al son de “And Can It Be?” de Charles Wesley, 1707-1788).

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan, Antes del Sermón: Lucas 2:8-16.
El Solo Cantado por Sr. Benjamin Kincaid Griffith, Antes del Sermón:
      “Holy, Holy, Is What the Angels Sing” (por Johnson Oatman, Jr., 1856-1922).