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EL EVANGELISMO EN LAS PRIMERAS IGLESIAS – por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos” (Marcos 6:7). |
Estos doce hombres habían estado con Jesús sólo unos semanas. Pero de inmediato los envió de dos en dos a predicar (Marcos 6:12). Incluso en el momento en que Jesús los llamó, lo hizo, “para enviarlos a predicar” (Marcos 3:14). Seguramente sabes que estos hombres no eran todavía muy espirituales. Seguramente sabes que Judas no era convertido, de que Tomás todavía no creía el Evangelio, que Pedro más tarde trató de detener a Jesús de ir a la Cruz. ¡Sin embargo, Cristo los envió de inmediato al evangelismo! Lo primero que Jesús le dijo a Pedro y a Andrés fue: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron” (Mateo 4:19-20).
Una vez más, un año más tarde, Cristo llamó a setenta de Sus seguidores “a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir” (Lucas 10:1). Por favor volteen a ese pasaje en Lucas 10. Por favor pónganse de pie mientras leo los versículos del 1 al 3.
“Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (Lucas 10:1-3).
Se pueden sentar.
Era el método de Cristo enviar a la gente al evangelismo de dos en dos. Yo creo que es exactamente lo que debemos hacer hoy en día. También nota que estos eran novatos, bebes Cristianos si mucho, pero Él los mando inmediatamente. ¡Él no pasó años enseñándoles la Biblia! ¡No! Él les dijo:
“Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos”
(Lucas 10:3).
También nota que Cristo les dijo a estos jóvenes sin experiencia por qué orar. Él les dijo exactamente como por qué orar en el versículo dos:
“Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lucas 10:2).
¡Él les dijo a estos setenta jóvenes inexpertos que le seguían que oraran que Dios enviara más y más obreros a la mies! El Dr. John R. Rice lo dijo bien en una de sus conmovedoras canciones:
Al Señor orar debemos,
“Manda siervos a cosechar”.
Pocos son los cosechadores;
Listo el premio a ganar.
¡Heme aquí! ¡Heme aquí! Mándame con Tu Espíritu,
O Señor de la Cosecha.
¡Heme aquí! ¡Heme aquí!
A ganar unas preciosas almas hoy.
(Traducción libre de “Here Am I” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
Al final de Su ministerio terrenal, Cristo les dijo la misma cosa:
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:18-20).
Al final de Marcos Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”
(Marcos 16:15).
Al final de Lucas Cristo dijo:
“...y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).
Hacia el final del evangelio de Juan Cristo dijo:
“Como me envió el Padre, así también yo os envío”
(Juan 20:21).
Y las últimas palabras de Cristo antes de ascender de regreso al Cielo fueron:
“Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Hubo una vez un hombre impío que dividió su iglesia al decir que estos mandamientos solo eran para los Apóstoles, y que ningún Cristiano necesitaba obedecerlos hoy en día. Él se puso el manto del híper-Calvinismo para que la gente lo siguiera y dejara su iglesia. Pero nada salio de eso, porque no puede haber bendición cuando las palabras de Jesús son cambiadas y desobedecidas.
Spurgeon era un Calvinista de cinco puntos, pero no era un híper-Calvinista. Spurgeon dijo:
¡Oh! Me gustaría que la Iglesia escuchara al Salvador dirigiéndole estas palabras a ella ahora; porque las palabras de Cristo son palabras vivas, no solo tuvieron poder ayer, sino hoy en día también. Las ordenes [mandatos] del Salvador son perpetuas en su obligación: no eran ataduras sobre los Apóstoles solamente, sino sobre nosotros también, y sobre todo Cristiano cae este yugo, “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. No estamos exentos hoy en día del servicio de los primeros seguidores del Cordero, nuestras órdenes de marcha son las mismas que las de ellos, y nuestro capitán requiere de nosotros obediencia pronta y perfecta como de la de ellos (traducción de C. H. Spurgeon, The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, 1986 reimpreso, volumen VII, p. 281).
Que cada uno de nosotros diga con el Dr. Rice:
¡Heme aquí! ¡Heme aquí! Mándame con Tu Espíritu,
O Señor de la Cosecha.
¡Heme aquí! ¡Heme aquí!
A ganar unas preciosas almas hoy.
En la Parábola de la Gran Cena Jesús dijo: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (Lucas 14:23). En la parábola de la Fiesta de Bodas Jesús dijo: “Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis” (Mateo 22:9).
La iglesia local que Jesús estableció en Jerusalén tomó Sus mandamientos literalmente. Pocas semanas después de Pentecostés el sumo sacerdote se quejó: “Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina” (Hechos 5:28). Luego en Hechos 5:42 se nos dice: “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”. En Hechos 6:1 leemos: “como creciera el número de los discípulos”. Después, en Hechos 12:24, leemos que “la palabra del Señor crecía y se multiplicaba”. El Dr. John R. Rice dijo:
En Samaria, donde el Diacono Felipe fue a predicar, se nos dice en Hechos 8:6, “Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe...” De nuevo en el versículo 12, “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”. Tal maravillosa ola de poder de Dios y gente siendo salva era normal en las iglesias del Nuevo Testamento.
De hecho, Hechos 9:31 dice: “Entonces las iglesias tenían paz…y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”.
Las iglesias se “acrecentaban”, es decir, los convertidos se multiplicaban y las iglesias crecían. Ese era un patrón normal, consistente de estas iglesias del Nuevo Testamento donde los Cristianos ganaban a todos los que podían y testificaban diariamente (traducción de John R. Rice, D.D., Why Our Churches Do Not Win Souls, Sword of the Lord Publishers, 1966, p. 25).
El Dr. Rice dijo: “A pesar de la persecución, entre los paganos, gente ciega, ellos ganaron multitudes…El asombroso crecimiento de las iglesias del Nuevo Testamento es casi más allá de lo que podemos entender. Warnock, en su Historia de las Misiones Protestantes, [History of Protestant Missions,] dice que al final del primer siglo [sesenta y siete] después de Pentecostés, habían como 200,000 Cristianos. Él dice que a finales del siglo III había [8,000,000] de Cristianos a pesar de la persecución vigorosa y [el] martirio de miles de personas. ¡Ahora eran una quinceava parte del Imperio Romano! [Es decir, uno de cada 15 personas era Cristiano]...a pesar de las persecuciones sangrientas por todo el Imperio Romano. A pesar del martirio de Esteban y Santiago en Jerusalén, y muchos otros perseguidos “hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres” (Hechos 22:4), y el intento de asesinato y la detención de Pablo, miles de personas fueron ganadas entre los Judíos. A pesar de las sangrientas persecuciones de Nerón, que decapitó a Pablo y a otros; la persecución en el tiempo de Adriano y particularmente durante el tiempo de Antonino Pío, Marco Aurelio y Severo Séptimo, el fuego ardiente de la evangelización continuó. Workman dice:
Durante doscientos años, convertirse en un Cristiano significaba una gran renuncia, la unión a una secta despreciada y perseguida, nadar contra la corriente de los prejuicios populares, hacerse objeto de la prohibición del imperio, y la posibilidad en cualquier momento de la cárcel y la muerte en sus formas más espantosas. Durante doscientos años el que sigue a Cristo debe calcular el costo, y estar dispuesto a pagar...con su libertad y la vida. Durante doscientos años, la mera profesión de cristianismo era un crimen” (Rice, ibíd., pp. 27-28).
El Dr. Rice dijo: “En medio de las circunstancias más adversas, el odio violento, la persecución y los Cristianos del Nuevo Testamento a ‘puerta cerrada’ llevaron a cabo su increíble trabajo de ganar almas. ¿Cómo se compara el ganar almas de nuestras iglesias con la enseñanza del Nuevo Testamento y la práctica?” (Rice, ibíd.). “En comparación con las iglesias del Nuevo Testamento y los Cristianos del Nuevo Testamento, las iglesias de hoy en día y el pueblo Cristiano en general, fracasan desastrosa y vergonzosamente” (Rice, ibíd., p. 29).
Una vez más, el Dr. Rice dijo: “Sólo el esfuerzo máximo puede coincidir con el ganar almas del Nuevo Testamento...En nuestra pobre naturaleza carnal hay una tendencia a alejarse de toda obediencia, del entusiasmo al rojo vivo y el celo a una tibia, poco entusiasta manera de hacer los negocios de Dios. Como una antigua canción dice:
Propenso a vagar, Señor, lo siento,
Propenso a dejar el Dios que amo.
Por lo tanto existe la necesidad de una y otra vez en las iglesias tener un avivamiento de compasión para ganar almas, un avivamiento del poder de Dios sobre nosotros. No hay manera que una iglesia gane almas con el patrón del Nuevo Testamento excepto por un esfuerzo supremo” (Rice, ibid., p. 149-150).
Sé que hay quienes dirán que el énfasis del Dr. Rice de que cada persona haga evangelismo no va a “trabajar”. Así que algunos se han volteado al híper-Calvinismo – no al Calvinismo de cinco puntos – pero híper-Calvinismo, la idea de que no necesitas ir por los perdidos; Dios los va a traer por Su gracia soberana sin que los Cristianos hagan el trabajo de evangelización. George Whitefield, William Carey, Spurgeon y otros grandes ganadores de almas eran Calvinistas, pero no eran híper-Calvinistas. Ellos creían que todos debían “[hacer] obra de evangelista” (II Timoteo 4:5). Quisiera que todos los pastores reformados leyeran: Spurgeon v. Hyper-Calvinism, por Rev. Iain H. Murray (Banner of Truth Trust, 1995). Oprima aquí para ordenarlo. ¡Es un libro maravilloso que te inspirará, tocará tu corazón y renovará tu afán de evangelizar a los perdidos!
El Dr. Rice no estaba equivocado al incitar a los Cristianos a poner sus corazones y almas en el trabajo del evangelismo. La debilidad vino porque la mayoría de las iglesias que siguieron no dedicaron tiempo suficiente para lidiar con los perdidos que fueron traídos. Por lo general hacían a la gente decir una “rápida oración” sin tomar tiempo para asegurarse de que ellos se arrepintieron, y experimentaron una verdadera conversión en Cristo Jesús, antes de bautizarlos. El Dr. Cagan y yo hemos escrito un libro sobre el problema del “decisionismo” el cual puedes leer gratis en este sitio de Internet al oprimir aquí por Today’s Apostasy: How Decisionism is Destroying Our Churches.
¡No tires al bebé con el agua de la bañera! Estoy totalmente de acuerdo con las citas que he dado del Dr. John R. Rice. ¡Tenemos que reexaminar el celo del evangelismo de las primeras iglesias, y seguir su ejemplo! ¡Vamos a evangelizar a los perdidos! ¡Y también debemos tener mucho cuidado de asegurarnos de que están verdaderamente convertidos antes de bautizarlos! Por encima de todo, recordemos el mandato de Cristo:
“Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (Lucas 14:23).
Pongámonos de pie y cantemos la gran canción del Dr. Oswald J. Smith – “¡Salid a Evangelizar!”
Para el tiempo lema dad, Que sea excitante, con poder,
Grito de guerra, con ardor Para morir o conquistar.
Palabra que nos dé excitación, Para obedecer al Salvador.
Es la llamada; alzaos hoy, ¡Evangeliza, el lema es!
El evangelio proclamad, En Su nombre, id por doquier;
Se oye por todos los cielos ya, ¡Salid a evangelizar!
A moribunda raza el don del evangelio traed;
Al tenebroso mundo ya, ¡Salid a evangelizar!
(Traducción de “Evangelize! Evangelize!”
por Dr. Oswald J. Smith, 1889-1986;
al son de “And Can It Be?” por Charles Wesley, 1707-1788).
(FIN DEL SERMÓN)
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Or phone him at (818)352-0452.
La Escritura Leída Antes del Sermón por Dr. Kreighton L. Chan: Lucas 9:1-6.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Here Am I” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).