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DIOS ATRAYENDO Y EL HOMBRE ESFORZÁNDOSE por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24). |
El Domingo pasado por la noche prediqué un sermón titulado, “¡Resurrección Ahora!” Fue una exposición de Efesios 2:4-6:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4-6).
Dije que el nuevo nacimiento – también conocido como regeneración – es mencionado en la Biblia como una resurrección espiritual. Los puntos del sermón fueron (1) Primero, estando nosotros muertos; (2) Segundo, nos dio vida; y (3) Tercero, somos resucitados por el poder de Dios para “sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:6). Mostré que “Venir a Cristo sólo es posible por la gracia y el poder de Dios, que atrae nuestras almas a Cristo cuando somos convertidos”. Esa es la única manera que un hijo “de la ira”, “muerto en pecados”, puede venir a Cristo (Efesios 2:3, 5).
Pero terminé el sermón preguntando “¿Qué debes hacer tú, si todavía estás perdido?” Y entonces di la primera parte de nuestro texto, “Esforzaos a entrar”. Alguien, sin duda, pensó, “¿Cómo puedo esforzarme a entrar a Cristo si estoy muerto en pecado?” ¡Por lo menos espero que alguien haya llegado tan lejos, y haya pensado tan profundamente! A menudo los sermones sólo pasan por encima de las cabezas de las personas, y no piensan. ¡Este es de hecho un punto importante! ¿Cómo puede una persona que está “muerta en pecados” hacer lo que Cristo ordenó – “esforzarse a entrar”? ¿Cómo puede una persona espiritualmente muerta hacer eso? ¿Cómo puede “esforzarse a entrar”? El Dr. Lenski habló sobre esa misma pregunta:
Pero, ¿No contradice esto la enseñanza de que el hombre está muerto espiritualmente y no puede luchar y esforzarse? Esta lucha no es [realizada por] las corruptas fuerzas naturales del hombre es – nunca podrían o tratarían de esforzarse para entrar en esa puerta estrecha. Esta lucha es causada por [el poder de Dios, obrando] sobre y en el corazón (traducción de R. C. H. Lenski, D.D., The Interpretation of St. Luke’s Gospel, Augsburg Publishing House, edición de 1961, p. 748; nota sobre Lucas 13:24).
Yo no hablaré largo tiempo esta noche. Pero quiero hacer lo más claro posible los dos lados de venir a Cristo.
I. Primero, Dios nos atrae a Jesús.
Jesús dejó bien en claro que debemos venir a él. Él dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Debemos venir a Jesús para tener descanso en nuestras almas y paz con Dios. Una vez más Jesús dijo:
“El que a mí viene, nunca tendrá hambre” (Juan 6:35).
Debemos venir a Jesús, el pan de vida, porque Él es el único que puede saciar el hambre de tu corazón y darte la vida. Jesús murió en la Cruz para pagar la pena completa por tus pecados, y resucitó de los muertos para darte vida eterna. Una vez más Jesús dijo:
“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
Jesús recibe todos los que vienen a él. Nunca rechaza a nadie que viene a Él.
Sin embargo la gente pregunta, “¿Dónde está Jesús?” Hay muchas respuestas equivocadas a esa pregunta. Pero la Biblia nos dice muchas veces donde está Jesús hoy. No puedes venir a Jesús si no sabes donde Él está. La Biblia nos dice exactamente dónde se encuentra ahora mismo. El Dr. Henry M. Morris dijo que hay “veintiuna referencias Bíblicas de Cristo a la diestra del Padre” (traducción de Henry M. Morris, Ph.D., The Defender’s Study Bible, World Publishing, edición de 1995, p. 655; nota sobre Salmo 110:1). Después de que Cristo resucitó de los muertos Él ascendió de nuevo al Tercer Cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Se nos dice ese hecho en el Salmo 16:11; Salmo 110:1; Hebreos 1:3; Marcos 12:36; Lucas 20:42; Hechos 2:34; Romanos 8:34; Efesios 1:20; Colosenses 3:1; I Pedro 3:22; y en muchos otros pasajes de la Escritura. En Marcos 16:19 se nos dice:
“Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (Marcos 16:19).
Así, se nos dice vez tras vez que Jesús está en el Tercer Cielo (II Corintios 12:2) – en ese lugar que Él llamó “paraíso” (Lucas 23:43).
Pero también se nos dice que debemos venir a Él para tener nuestros pecados perdonados y tener vida eterna. ¿Cómo podemos llegar allí – arriba de la atmosfera, más allá de los planetas y estrellas de esta galaxia? La gente dice: “¿Cómo puedo ir a Jesús hasta allá arriba – en otro mundo?” La respuesta es obvia. ¡No puedes ir allí por ti solo! Dios te debe levantar y te debe “sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:6). No puedes venir a Jesús por ti solo. ¡Dios tiene que atraerte a Él – al paraíso, más allá de las estrellas! Jesús lo dejó claro cuando dijo:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere…” (Juan 6:44).
¡Dios debe traerte a Cristo, que está sentado a Su diestra en la gloria! Ese es el lado divino de la salvación. Dios debe traerte a Jesús para que puedas se limpiado de tus pecados con Su Sangre. ¡Esa es la obra de Dios! ¡Esa es la salvación por el poder de Dios – la salvación por la gracia!
¡Sublime gracia! Que salvó,
¡A un vil ser como yo!
Fui ciego, más hoy miro yo,
Perdido y Él me halló.
(Traducción libre de “Amazing Grace” por John Newton, 1725-1807).
Ese es el primer punto. Pero hay un segundo punto.
II. Segundo, debemos esforzarnos a entrar en Jesús.
Jesús dijo:
“Esforzaos a entrar por la puerta [estrecha] angosta…”
(Lucas 13:24).
Ese es el lado humano. La parte divina es que Dios nos atrae hacia Jesús. ¡El lado humano es que debemos esforzarnos por llegar a Él! Jesús Mismo es la “puerta [estrecha] angosta.” La palabra traducida “esforzaos” significa “luchar” o incluso “forcejar”. Es “agonizomai” en Griego – traducida “esforzarse” en la Biblia Reina Valera. Éstos, entonces, son los dos lados de lo que sucede cuando alguien viene a Jesús y es salvo – Dios nos atrae, pero debemos esforzarnos para entrar. Ambas partes se dan en Filipenses 2:12-13,
“…ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13).
Dios te despierta y te atrae. Pero tú debes “esforzarte para entrar” a Cristo.
Alguien que sabe teología puede decir: “Esa es sinergia”. No, no lo es. Es monergismo. La Iglesia Católica enseña el sinergismo – la idea de que la gracia de Dios coopera con la voluntad del hombre para producir la salvación. El “Decisionismo” ha recogido ese error también, comenzando con C. G. Finney. Es por eso que tanto evangélicos no ven ninguna diferencia significante entre ellos y los Católicos. Pero la idea Protestante y Bautista clásica rechaza el sinergismo. Los Bautistas antiguos y los Protestantes enseñaban el monergismo – la idea de que toda la salvación viene de Dios, y no depende de la voluntad del hombre. Y lo que estoy tratando de sacar a luz en este mensaje es que ambos el atraer de Dios y el esforzarse del hombre vienen de la misma fuente – Dios. Ambos puntos son sólo de Dios. “La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9). Dios nos atrae hacia Jesús. Y Dios obra en nosotros para causar que nos “esforcemos” –
“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
¡El lado divino y el lado humano de la salvación son provocados por la gracia de Dios! ¡Dios nos atrae, y Dios nos despierta a esforzarnos! ¡Todo es de Dios!
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).
Cuando miro hacia atrás más de cincuenta años, me doy cuenta que esto es exactamente lo que me pasó a mí. Cuando tenía quince años empecé a tomar en serio el ser Cristiano. Pensaba que ya era salvo, pero yo sabía que algo faltaba. ¡Así que “re-dediqué” mi vida – casi todos los Domingos por la noche! Después de cada sermón Domingo por la noche fui “al frente”, con muchos otros jóvenes, a “re-dedicar” mi vida a Cristo. Pero eso no parecía ayudar. Todavía me sentía culpable y lejos de Dios. Así que el Domingo de Pascua cuando tenía diecisiete años, me “entregué” a predicar el Evangelio. Todo el mundo vino y me dio la mano para felicitarme por haber dedicado mi vida a ser un ministro. Yo creo que Dios me llamó a predicar en ese momento, pero todavía faltaba algo, a pesar de que tenía licencia para predicar de la Primera Iglesia Sureña Bautista de Huntington Park, California. Empecé a predicar de inmediato, en todas partes que había una oportunidad. Pasaba tratados. Prediqué en las misiones de los barrios pobres, en algunas iglesias, e incluso en las esquinas. Pero algo faltaba. Todavía me sentía pecador y lejos de Dios. Entonces dediqué mi vida a ser misionero. Me uní a la Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles. Enseñé en la Escuela Dominical. Fui a un colegio Bíblico. Me aprendí de memoria 139 versículos de la Escritura. Yo estaba en la iglesia varias noches de la semana, haciendo todo lo que podía por Dios. Pero yo todavía sabía que algo faltaba. Pensé que era salvo por hacer todo eso, pero yo todavía sabía que no estaba bien con Dios. Estaba orando mucho y tratando de agradar a Dios, pero yo todavía no tenía paz. Entonces, el 28 de Septiembre de 1961, alrededor de las 10:30 de la mañana, durante un sermón por el Dr. Charles J. Woodbridge, en el auditorio de Biola College (ahora Universidad) de repente vine a Cristo. Sólo puedo decir que yo estaba en la presencia de Cristo, y vine Él – por primera vez en mi vida. ¡Entonces supe que era salvo! Todo era diferente. No pude salvarme a mi mismo. Pero aquella mañana Cristo me salvó. ¡Eso hizo la diferencia!
Viendo atrás me doy cuenta de lo que pasó. Todo ese trabajo que hice en realidad fue que me esforzaba. Yo estaba esforzándome a “entrar”. Por último, en esa mañana, mi lucha terminó, y Dios me llevó a Cristo. Fui limpiado por la Sangre de Cristo y salvo por Su vida. Entré a Jesucristo “por la puerta angosta”. ¡A partir de ese momento Cristo me ha mantenido – incluso a esta hora – guardado por el poder de Dios, salvo por la Sangre del Señor Jesucristo!
En los peligros y aflicción
Que aquí he tenido yo,
Su gracia siempre me libró
Y al el cielo me guiará.
(Traducción libre de “Amazing Grace” por John Newton, tercera estrofa).
Muchos predicadores famosos tuvieron una experiencia similar a la mía. John Bunyan se esforzó y luchó para entrar a Cristo – y fue convertido de repente. Esa fue también la experiencia de Martín Lutero, George Whitefield, John Wesley y Charles Spurgeon. Fue lo mismo con nuestro diácono, el Dr. Cagan. Él dijo: “Luché por dentro con pensamientos acerca de Cristo durante dos años más...seguí luchando internamente en contra de Jesús...Sin embargo me sentía extrañamente atraído por las reuniones evangelisticas...Durante muchos años lo había rechazado a Él…Pero esa noche supe que había llegado el momento que yo confiara en Él...En ese momento, en apenas unos segundos, vine a Jesús...Yo ‘crucé’ a Jesúcristo en el acontecimiento más importante que puede ocurrir en una vida humana – la conversión. Me volteé y vine directamente e inmediatamente a Jesucristo” (traducción de C. L. Cagan, Ph.D., From Darwin to Design, Whitaker House, 2006, pp. 17, 19).
El Dr. Cagan había estado “esforzándose a entrar” durante mucho tiempo – leyendo la Biblia, asistiendo a la iglesia, orando y luchando. Finalmente, en unos momentos, Dios lo llevó “directa e inmediatamente a Jesucristo”.
Hay algunos de ustedes aquí esta noche que necesitan a Jesús. Sólo Dios puede atraerte a Él. No puedes ir a Jesús por ti solo. “Bueno”, dices, “¿qué puedo hacer?” “Esforzaos a entrar” (Lucas 13:24). Cuando paso los sermones impresos al final de cada servicio, lleva tu copia del sermón a la casa y léelo una y otra vez. “Lucha” para entender los sermones y aplicarlos a ti mismo. Ven a la iglesia a cada servicio y escucha con todo tu corazón y alma a la predicación del Evangelio. Ora para que Dios te despierte y te traiga bajo convicción. Ora para que Dios te atraiga al Salvador. Ven a Jesús. Confía en Él. Aléjate del mundo y sus pecados y locuras, y ven “directamente e inmediatamente” al Hijo de Dios. Él te salvará de la pena de tus pecados. ¡Él te redimirá! ¡Él te dará la vida eterna!
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24).
¡Que ese versículo de la Escritura sea un medio de gracia para despertar tu alma adormecida y te lleve al crucificado, ahora Cristo resucitado! Amén.
(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.
La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: Efesios 2:1-6.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Come Unto Me” (por Charles P. Jones, 1865-1949).
EL BOSQUEJO DE DIOS ATRAYENDO Y EL HOMBRE ESFORZÁNDOSE por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24). (Efesios 2:4-6, 3, 5) I. Primero, Dios nos atrae a Jesús, Mateo 11:28; Juan 6:35, 37; II. Segundo, debemos esforzarnos a entrar en Jesús, Filipenses 2:12-13; |