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LAS VENTAJAS DEL LADRÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:42-43). |
He predicado muchos sermones sobre la conversión del ladrón moribundo. Pero esta noche me enfocaré en una simple idea – las ventajas que tuvo este hombre, quien fue clavado a la cruz al lado de Jesús. Las “ventajas” podrías decir, “¿Qué ventajas? ¡Cómo, él se hallaba en una condición miserable! ¿Cómo puedes decir que tuvo ventaja alguna?”
Aquí hay algunos esta noche que han oído la predicación del Evangelio desde que eran niños. Se te ha enseñado, y advertido, e invitado – y aun no has venido a Cristo. Pero este hombre, que no tuvo ninguna de esas supuestas ventajas, ¡confió en Cristo en un tiempo muy corto! ¡Este ladrón te acusa! ¿Por qué has esperado en la incredulidad tanto tiempo? ¿Qué más te puedo decir? ¿Qué más te podrá decir alguien a ti? Y aun así parece que este ladrón sí tuvo varias ventajas sobre ti, varios beneficios que hicieron el caso suyo tener más esperanza que el tuyo.
I. Primero, él tuvo la ventaja de no ver el mal ejemplo de otros.
Él no había estado con los Discípulos. El no había visto a Judas salir de entre ellos y traicionar a su Señor. El no había visto a otros abandonarlo y huir. El no había oído a Pedro negarlo. Si él hubiera visto estos malos ejemplos podría haber pensado: “¡La idea misma de la conversión es falsa! ¡Porque, mira, hoy ninguno de aquellos que lo siguieron se paran por Él! ¡La idea entera de la conversión es solamente una ilusión!”
No sé por qué, pero para muchos los malos ejemplos parecen ser una excusa. Cuando yo era niño y fui a la iglesia vi muy poca Cristiandad genuina en aquellos a mi alrededor. Solamente reñían y peleaban entre ellos. Yo vi dos divisiones de iglesia antes de ser convertido. Sin embargo, Dios parecía decirme que el pecado de ellos no desacreditaba el Evangelio. ¡Sus malas acciones solamente me hacían pensar que ellos eran pecadores incorregibles! ¡Y con esa idea, por la gracia estuve protegido de Dios de apartarme en desesperación, y pensar que la idea entera de la salvación era una mentira! Por la gracia de Dios se me permitió ver que:
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (I Juan 4:20).
Pero este ladrón no tuvo que pasar por eso. No había Cristianos falsos ahí cuando él colgaba en la cruz a lado de Jesús. Solo estaban los que aborrecían a Jesús abiertamente. Así que él tuvo la bendición de no ser confundido por falsos Cristianos.
II. Segundo, él tuvo la ventaja de estar apartado de los malos consejeros.
Ahí estaba, solo en la cruz. No tenía a nadie que lo aconsejara sino solo a Jesús Mismo. Muy pocos tienen esa bendición en estos días de apostasía. Se te tiene que advertir de que hay muchos Cristianos profesantes:
“que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (II Timoteo 3:5).
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina...y apartarán de la verdad el oído” (II Timoteo 4:3, 4).
El ladrón en la cruz tuvo el beneficio de no recibir malas sugerencias de otros según “Cristianos” así, que nos rodean en los últimos días.
Un joven, que ha venido a nuestra iglesia, tiene un compañero de cuarto que le da mal consejo continuamente. Él le dijo a este joven que desechara la Biblia King James [en Inglés] y consiguiera una traducción “nueva” malhecha. Le dijo que necesitaba ser bautizado para volverse Cristiano. El ladrón no tuvo nadie que lo confundiera así. Él estuvo apartado del mal consejo, apartado de los malos consejeros. Eso fue un beneficio que pocos de aquellos que buscan la salvación tienen hoy día.
Cuando yo era adolescente, antes de ser convertido, mucha gente me daba malos consejos. Oí una idea falsa tras otra acerca de la salvación. Solamente puedo decir que fue la pura gracia de Dios la que me guardó de escucharlas. De algún modo, por la gracia de Dios, pude distinguir la diferencia entre la voz de Jesús y la voz del mundo. Jesús Mismo dijo:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
(Juan 10:27).
Yo le escuchaba a mi pastor, porque en su predicación yo podía oír la voz de Jesús. Yo escuché al Dr. Charles J. Woodbridge, y fui convertido bajo su predicación porque – por la pura gracia de Dios – yo pude oír la voz de Jesús en su predicación.
¡Pero el ladrón tuvo el beneficio de no poder oír a nadie sino solo a Jesús! El ladrón estuvo cerca de Jesús al cargar Su Cruz hacia el lugar de la crucifixión. El ladrón oyó a Jesús hablarle a las mujeres que lloraban al seguirlo. El oyó a Jesús decirles a ellas:
“No lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas”
(Lucas 23:28).
Él así supo que necesitaba ser convencido de pecado. Después de ser clavado a la cruz junto a Jesús, él oyó al Salvador orar:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
(Lucas 23:34).
“Padre, perdónalos!” Así El oró,
Mientras Su sangre, Su vida partió;
Por pecadores orando en dolor –
Nadie ha amado tal como Jesús.
¡Redentor Santo! ¡Señor Bendito!
Casi lo veo clavado en la Cruz;
Sangrando, orando por los pecadores –
¡Agonizando – muriendo por mí!
(Traducción libre de “Blessed Redeemer”
por Avis B. Christiansen, 1895-1985).
¡Oh, el ladrón fue convertido porque escuchó la voz de Jesús! ¡Ojalá que a ti se te dé la gracia para apartarte de tus consejeros falsos, y del mal consejo, y escuches solamente a la voz del Salvador!
III. Tercero, él tuvo la ventaja de no poder hacer ninguna buena obra.
Ya que estaba clavado a una cruz no pudo ser bautizado. Extrañamente, aun hoy, algunos piensan que el bautismo les ayudará a ser salvos. Por la pura gracia de Dios, tal idea nunca entró en mi mente. Fui bautizado inmediatamente al principio cuando fui a la iglesia Bautista, pero de algún modo – por la gracia de Dios – yo sabía que esto no me ayudaría. Yo todavía no era convertido, pero yo sabía que el bautismo era solo una señal exterior, y no tenía nada qué ver con la salvación.
Muchos padres de familia Chinos tienen la idea supersticiosa de que el bautismo te hace Cristiano. Es por eso que ellos dejan que sus hijos vayan a la iglesia, pero no los dejan ser bautizados. Ellos creen que el bautismo es la cosa verdadera que les quitará a sus hijos, ¡y los hará Cristianos! ¡Qué idea tan rara es esa! Y la conversión de este ladrón debe ponerle un final a esa idea – si acaso has tenido dicha idea. El bautismo es una obra externa, sino que
“nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia…” (Tito 3:5).
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
El ladrón nunca fue bautizado, y aun así Jesús le dijo:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Ser bautizado está correcto – ¡después de que eres salvo! Pero el bautismo no te hará ningún bien si todavía estás en un estado inconverso! ¡Millones se han ido al Infierno pese a haber sido bautizados! Marx, y Darwin, y Hitler, y Stalin, y Mao Tse Tung fueron bautizados. Pero sus vidas Satánicas demuestran que ninguno de ellos era salvo. Aunque fueron bautizados, sin duda ahora se están quemando en las llamas del Infierno. Sin embargo este ladrón fue salvo, sin el bautismo, ¡y ahora está con Cristo en el Paraíso! Esto demuestra que él fue salvo por medio de la fe en Jesús, ¡no por el bautismo! Ven a Jesús. Sé lavado, limpiado de tu pecado por Su Sangre. ¡Esa es la única manera de experimentar la salvación verdadera!
IV. Cuarto, él tuvo la ventaja de saber que no podía ser salvo por
aprender más.
La idea de que te haces Cristiano por “aprender más” es un fuerte engaño que Satanás utiliza para detener a los Orientales de ser salvos. Yo les pregunto: “¿Cómo esperas ser salvo?” A menudo responden: “Por aprender más”. ¡Qué engaño! ¡Mira a los sacerdotes y los Fariseos que se burlaban de Jesús, y pedían a gritos que fuera crucificado! ¡Esos hombres se sabían la Biblia de memoria! Y sin embargo rechazaron al Salvador del que habla la Biblia! Ellos
“Siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (II Timoteo 3:7).
Por otro lado, el ladrón tenía la ventaja de saber que su vida había terminado – y que para él ya no había tiempo de “aprender más”. Sabía que tenía que confiar en Cristo en ese momento, o se perdería para siempre. Y así, con el poco conocimiento que tenía, él confió en el Salvador. Y en el momento mismo en que confió en Jesús él fue salvo – pues Jesús le dijo:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Jesús Mismo dejó en claro que cualquiera que viene a Él será salvo. Él dijo:
“Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
En el día de Pentecostés tres mil personas confiaron en Jesús y fueron salvas instantáneamente. El carcelero de Filipos preguntó: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). Él confió en Jesús y fue convertido instantáneamente. Y eso es exactamente lo que le pasó a este ladrón. Tan pronto como él vino bajo la convicción de su pecado él confió en Jesús. ¡Y el momento en que confió en Jesús fue salvo! Es por eso que Jesús le dijo:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Joseph Hart fue criado en un hogar Cristiano. Él escuchó el Evangelio desde la infancia, pero él no quiso venir a Jesús. Por fin se rindió al Salvador. Él fue salvo en ese momento. Después de largos años de lucha y rebelión pudo de escribir,
En el momento el pecador cree
Y confía en su Dios crucificado,
Al instante Su perdón recibe,
La redención completa por Su sangre.
(Traducción libre de “The Moment a Sinner Believes”
por Joseph Hart, 1712-1768).
Sí, el ladrón tenía la ventaja de saber que no podía ser salvo por “aprender más” – ¡y tampoco tú podrás! ¡Tú ya sabes mucho más de lo que él sabía! ¡Ahora es el momento para que dejes de aprender y vengas a Jesús! En el momento que confíes en Él serás convertido.
V. Quinto, él tenía la ventaja de saber que él, él mismo, tenía que
confiar en Jesús.
Después del servicio el Domingo pasado por la noche, le pregunté a una persona, “¿Qué ha hecho Jesucristo por ti?” Él respondió diciendo: “Él murió por nosotros”. Fíjate que él no respondió a mi pregunta. Le dije: “¿Qué ha hecho Él por ti?” Él respondió: “Él murió por nosotros.” Esa respuesta es incorrecta porque la gente no es salva en grupos. “¿Qué ha hecho Jesús por ti?” Su respuesta demuestra que él estaba sólo aprendiendo a repetir palabras – y todavía no tenía convicción de pecado. ¡El ladrón jamás habría tenido esa noción! El ladrón sabía que era un pecador terrible, y se lo dijo al otro ladrón. Estuvo bajo tal convicción de pecado que él confió en Jesús y le dijo:
“Acuérdate de mí” (Lucas 23:42).
Él no dijo, “Acuérdate de nosotros.” ¡No, él sabía que era él quien necesitaba ser recordado! Él necesitaba ser salvo – no otra persona. Por eso dijo: “Señor, acuérdate de mí.” Cuando ves que se trata de “ti” – no “nosotros” que necesita a Jesús – serás salvo – pero no antes.
¡Redentor Santo! ¡Señor Bendito!
Casi lo veo colgado en la Cruz;
Sangrando, orando por los pecadores –
¡Agonizando – muriendo por mí!
“Muriendo por mi”. Cuando veas esa verdad bendita, como el ladrón la vio, entonces confiarás en quien murió para pagar por tus pecados. El Apóstol Pablo dijo:
“Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (I Timoteo 1:15).
“¡Muriendo por mi!” ¡Muriendo para pagar la pena por mi pecado! Pero hay una ventaja más que el ladrón tuvo que algunos de ustedes no tienen.
VI. Sexto, él tuvo la ventaja de saber que no era salvo.
Eso es realmente una gran bendición – una que algunos de ustedes no tienen. Crees a lo mejor ya eres salvo, cuando realmente no lo eres. ¡Qué veneno tan mortal hay en tal falsa seguridad! Los Fariseos del tiempo de Jesús “confiaban en sí mismos como justos” (Lucas 18:9). Los Fariseos decían: “Vemos.” Jesús dijo: “vuestro pecado permanece” (Juan 9:41). Los Fariseos pensaban que eran salvos, pero en realidad estaban perdidos.
La verdadera convicción de pecado no puede ocurrir cuando una persona piensa que ya está ser salva. Debes ser humillado antes de que Cristo te levante. He citado el Libro de Santiago esta mañana,
“Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza” (Santiago 4:9).
Jesús les dijo a las mujeres que se lamentaban:
“No lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas”
(Lucas 23:28).
“¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos” (Lucas 23:40-41).
Él tenía la ventaja de saber con certeza que estaba perdido. No había duda en su mente al respecto. Él sabía que era un pecador perdido, bajo la condenación y la ira de Dios. Iain H. Murray dijo: “Las convicciones no salvan, pero no es ir más allá del Nuevo Testamento decir que la salvación no ocurre sin ellas. Nadie fue convertido sin saber que necesitaba serlo” (traducción de Iain H. Murray, The Old Evangelicalism: Old Truths for a New Awakening, The Banner of Truth Trust, 2005, p. 22).
Cómo oramos que vengas bajo convicción de pecado, como lo hizo el ladrón moribundo. Cómo oramos que Dios te muestre tu pecado, para que lo sientas y lo lamentes, y le digas a Dios,
“Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado”
(Salmo 51:3-4).
Como Iain Murray dijo: “Nadie fue convertido sin saber que necesitaba serlo”. ¡Nadie realmente confía en Jesús si no ha sentido la contaminación y el pecado de su propio corazón y vida!
(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por Dr. Kreighton L. Chan: Lucas 23:39-43.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Blessed Redeemer” (by Avis B. Christiansen, 1895-1985).
EL BOSQUEJO DE LAS VENTAJAS DEL LADRÓN por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:42-43). I. Primero, él tuvo la ventaja de no ver el mal ejemplo de otros, II. Segundo, él tuvo la ventaja de estar aparte de los malos consejeros, III. Tercero, él tuvo la ventaja de no poder hacer ninguna obra buena, IV. Cuarto, él tuvo la ventaja de saber que no podía ser salvo por V. Quinto, él tuvo la ventaja de saber que él, él mismo, tenía que VI. Sexto, él tuvo la ventaja de saber que no era salvo, Lucas 18:9; |