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EL PECADO ORIGINAL – UN SERMON ADAPTADO por Dr. R. L. Hymers, Jr. Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles |
Yo le tengo mucho respeto a John Wesley. El, con George Whitefield, fue uno de los grandes predicadores del siglo XVIII. El y George Whitefield fueron usados por Dios para poner al mundo en llamas con su predicación. El avivamiento que estalló fue tan grande durante el ministerio de estos señores que ahora lo llamamos “El Primer Gran Despertamiento.” No puedo entrar en más detalle de los eventos que sucedieron en este notable tiempo de la historia. Basta con decir que Whitefield y Wesley volcaron el mundo cabeza abajo. Whitefield era Calvinista. Wesley era Arminiano. Pero ambos predicaban la necesidad de la conversión, y miles fueron salvos bajo sus ministerios. Cuando Whitefield murió se descubrió que deseaba que John Wesley predicara el sermón de su funeral, lo cual hizo, dándole gran alabanza al evangelista.
Yo nunca he leído nada más claro con respecto a la depravación total aparte de este sermón. Y esa doctrina necesita ser enfatizada repetidamente en nuestros pulpitos hoy día. Sin embargo, temo que muchos predicadores hoy le cerrarían las puertas a Wesley si temieran que él predicaría este sermón en sus iglesias. Eso fue lo que sucedió en Inglaterra del siglo XVIII. Vez tras vez, Wesley escribe en su diario, “Ya no debo predicar ahí,” ya que pastor tras pastor temía mucho permitir que este mesaje se entregara. Y yo le pregunto a pastores que leen este sermón en la Red, “¿Qué de tu iglesia? ¿Podría predicar este sermón allí?” ¡Debe recordarse que sermones como éste fueron usados por Dios para encender el más grande avivamiento desde la Reformación, o del mismo Pentecostés!
Te daré mi versión de idioma actualizado de “El Pecado Original,” por el Rev. John Wesley, M.A., Oxford:
“Y vio Jehová Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5).
Esta descripción de la humanidad es muy diferente a la opinión elevada de la naturaleza humana que el hombre ha tenido todos los tiempos. Muchos escritores antiguos dan buenas descripciones de la dignidad de la raza humana. Algunos decían que el hombre tiene felicidad y buenas virtudes en sí mismo, o al menos en su poder. Decían que el hombre es capaz de vivir por su propia potestad, y que el hombre es solamente un poquito inferior a Dios Mismo.
Estos filósofos paganos no estaban a solas. Muchos de los que se llaman predicadores Cristianos han hablado muy bien sobre la bondad del hombre, como si la humanidad fuese inocente y perfecta. Sermones como este eran comunes en este siglo [el siglo XVIII], y probablemente no más común en alguna otra parte del mundo que en nuestra Inglaterra. Hay muchos predicadores aquí que han hecho lo mejor que pueden para demostrar lo que llaman “el lado bueno de la naturaleza humana.” Si tienen razón, entonces el hombre todavía es solamente “un poco menor que los angeles,” o, dicho más literalmente, “un poquito menos que Dios.”
¿Es raro que la mayoría de gente reciba estos sermones de buena gana? Porque, ¿quién no es facilmente persuadido a pensar que es bueno? Como resultado, los predicadores y escritores así son admirados, leídos y aplaudidos ampliamente. Tantos han creído su mesaje del “pensamiento positivo” del hombre, y “el pensamiento de posibilidad” como un mensaje “positivo” sobre la humanidad, que hoy se ha vuelto de muy mal gusto decir algo malo respecto a la naturaleza humana [Nota de Dr. Hymers: Las ideas del Sr. Wesley de verdad se le aplican a nuestros tiempos!]. El hombre hoy se ve con pocas debilidades, pero en general se cree que es muy inocente, y sabio, y lleno de bondad [Joel Osteen predica de esta manera en la televisión todos los Domingos. Al igual que muchos predicadores].
Pero mientras tanto, ¿qué debemos hacer con nuestras Biblias? ¡La Biblia nunca está de acuerdo con esto! ¡Estos sermones y libros son completamente irreconciliables con las Escrituras! No son lo que la Biblia enseña sobre el hombre. Las Escrituras dicen, “por la desobediencia de uno [todos los hombres] fueron [constituídos] pecadores,” y que “en Adán todos mueren,” murió espiritualmente, perdió la vida y la imagen de Dios, aquel Adán caído, pecaminoso entonces “engendró a un hijo a su semejanza,” ¡porque no era posible que engendrara un hijo en alguna otra forma! Porque “¿Quién puede sacar algo limpio de algo contaminado?” Como resultado, por naturaleza todos los hombres están “muertos en delitos y pecados,” “sin esperanza y sin Dios en el mundo,” y por lo tanto “hijos de ira,” así que todos pueden decir, “en pecado me concibió mi madre.” Todos nosotros podemos decirc “no hay diferencia,” en que “todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios,” de aquella imagen gloriosa de Dios en la que el hombre originalmente fue creado. Es por eso que cuando “Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno.” Este verso nos dice que no hay uno que realmente busque a Dios.
Eso es lo que nos dice nuestro texto:
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5).
Este es el modo en que Dios ve a la humanidad. Y te mostraré tres cosas: Primero, cómo era la humanidad antes del Diluvio; segundo, preguntaré si son iguales ahora; y tercero, de nuestras observaciones añadiré algunas implicaciones e inferencias.
I. Primero, mostraré cómo era la humanidad antes del Diluvio.
Podemos confiar completamente lo que Dios dijo de la humanidad:
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5).
Dios miró “que la maldad de los hombres era mucha en la tierra.” No era este o aquel hombre. No era solamente unos cuantos. No era ni siquiera la mayoría de gente que era malvada. Era la humanidad en general. Dios vio que la gente era universalmente malvada. ¡Todos eran malvados! ¡Genesis 6:5 incluye a toda la raza humana! Había millones – ¡y todos eran malvados! Solamente Noé, entre toda aquella inmensa multitud de gente, solamente Noé “halló gracia ante los ojos de Jehová” (Genesis 6:8). Solamente Noé y luego su familia, fueron la excepción a esta maldad universal, que un poco tiempo después trajo la destrucción universal. Solamente ellos fueron salvos por gracia. Todos los demás se hallaron culpables y fueron castigados por sus pecados.
Y “vio Dios…que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5). “Todo designio de los pensamientos del corazón...” No es posible hallar palabras de mayor significado. Aquellas palabras incluyen todo afecto, toda pasión, todo apetito, todo motivo, todo pensamiento. Todo acerca de la humanidad “era de continuo solamente el mal.”
Dios vio que toda la humanidad era malvada, en contra de la naturaleza de Dios. ¡Dios miró que toda la humanidad estaba en contra de El!
Pero, ¿no había algún bien mezclado con lo malo? No, ninguno. El texto dice, “era...solamente el mal.” No podemos negar que el Espíritu Santo contendía con el hombre (ref. Genesis 6:3). Por 120 años, mientras el arca se construía, el Espíritu Santo contendía para llamar al hombre a arrepentirse. Pero ellos resistieron todos los buenos pensamientos que el Espíritu de Dios puso en sus corazones. Ellos rechazaron la obra del Espíritu Santo y continuaron en su estado pecaminoso.
Pero, podríamos preguntar, “¿No hubo intermedio en esta maldad? ¿No había veces cuando algo bueno se hallaba en el corazón de alguien?” No, no tenemos razón para creer que hubo alguna vez cuando sus corazones fueron buenos. Porque vio Dios “que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos [de los hombres] era de continuo solamente el mal,” todos los años, todos los días, todas las horas, todos los momentos. El hombre jamás fue bueno. El jamás se apartó de la maldad.
II. Segundo, preguntaré si la gente ahora todavía es igual.
Esto es seguro: las Escrituras no nos dan razón para pensar que la humanidad es diferente ahora. Fue hace más de mil años que Dios le dijo a David: “Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmo 14:3). Y todos los profetas dicen lo mismo, de una generación a la otra. Isaías dijo, “Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga” (Isaías 1:5-6). En el Nuevo Testamento todos los Apóstoles dan la misma opinión de la humanidad. Por ejemplo, el Apóstol Pablo escribe, “Ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:9-10). De ambos Antiguo y Nuevo Testamento aprendemos que el hombre en un estado inconverso está tan perdido y arruinado hoy como lo estuvo en los días antes del Diluvio. “Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos [es] de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5).
Esta opinión baja se comprueba con la experiencia diaria. Es cierto que la gente inconversa no lo ve así. No es sorpresa. ¡Un hombre que nace ciego continua ciego! No se da cuenta de su ceguera porque se ha acostumbrado a ser ciego. Del mismo modo, una persona que no es convertida siempre ha estado espiritualmente ciega, y así está acostumbrada a estar ciega, no ve su necesidad de ser de ninguna otra manera. Pero cuando Dios abre los ojos espirituales de una persona perdida, es convencida de que todo hombre vivo, especialmente él, es totalmente malvado y perdido. Cuando seas despertado, verás que todos, incluso a tú mismo, están llenos de ignorancia, pecado y maldad.
Cuando Dios te abra los ojos verás que has estado “sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). En el Griego original: “Sin Dios en el mundo” literalmente significa “ateos en el mundo.” Por tu propia naturaleza, no tienes conocimiento de Dios, no lo conoces. Es cierto que puedas creer que Dios existe, pero para tí antes de ser convertido la existencia de Dios es solamente una teoría – tal como puedes creer que hay un Jefe del Partido Comunista en la China, aunque nunca le hayas conocido [el Sr. Wesley hablaba del Emperador de la China, el último expuesto en 1911]. Así, de la misma manera, puedes saber que Dios existe, pero no lo conoces personalmente.
No puedes conocer a Dios personalmente sin ser convertido. Como dice la Biblia, “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27).
Leemos de un rey antiguo que quería conocer cual era el lenguaje natural del hombre. Experimentando, ordenó que dos bebés recién nacidos fueran apartados a un lugar y crecieran sin oír una voz humana. ¿Cuál fue el resultado? Bueno, cuando fueron sacados de su apartamiento, no hablaron ningún idioma, solo hacían sonidos, como de animales.
Si dos bebés fueran criados así, sin enseñarles de religión, el resultado sería el mismo. Ellos no tendrían religión alguna. Ellos no tendrían mayor conocimiento de Dios que un animal del bosque. ¡Así es la religión natural, sin la influencia del Espíritu de Dios!
Y sin tener conocimiento de Dios, no podemos tener amor por Dios. No podemos amar a alguien que no conocemos. La mayoría de gente habla de amar a Dios, y quizá piensan que lo aman. Pero el hecho es demasiado claro para negarlo. Nadie ama a Dios naturalmente, más de lo que ama a una roca o a la tierra en que camina. Lo que amamos gozamos. Pero nadie tiene un regocijo natural de Dios. En un estado inconverso ni siquiera puedes entender cómo alguien podría gozar a Dios. No te cae nada bien. Nunca tan siquiera piensas en El. ¡Amar a Dios! Eso está demasiado alto, pasado de tu vista. No puedes alcanzar el lugar de amar a Dios.
También, la gente inconversa no tiene temor de Dios. Admitiré que algunos desarrollan un temor irracional, supersticioso. Pero aun eso se aprende, por conversación o por ejemplo. Por naturaleza “Dios no está en todos nuestros pensamientos.” La gente no convertida no tiene más temor de Dios de lo que tienen amor por Dios. Ellos simplemente no piensan en Dios la mayoría del tiempo. Y cuando piensan en El, El es muy empañado y no es real, y está demasiado lejos para ellos.
Así toda la gente realmente es “atea en el mundo,” sin Dios en el mundo. En un estado inconverso, todos son impíos. Por naturaleza tú eres un idólatra. Tú te adoras a ti mismo en vez de Dios. Es por eso que faltas a la iglesia tanto los Domingos. Tú te adoras y te sirves a ti mismo en vez de Dios – como un idólatra pagano.
Todo orgullo es idolatría. Es pensar más elevadamente de ti que de Dios. Porque de tu orgullo tú dices, “Eso no es lo que yo pienso. Eso no es lo que yo creo.”
Pero el orgullo no es la única forma de idolatría de la que eres culpable. Como Lucifer, tu dices, “Haré lo que quiero.” Tú haces lo que te complace. Si alguien te pregunta por qué hiciste cierta cosa, tú dices, “Porque yo quise hacerlo.” ¡No se te ocurre para nada hacer lo que Dios quiere! Tu voluntad propia es tan malvada como la de Lucifer.
Luego, tú amas este mundo y las cosas que en él hay. Dudo que seas mejor que un cabro. No, ¡yo creo que el cabro es mejor que tú! Las cosas sucias en que tú piensas por hora demuestran que tu imaginación está arruinada. Tu deseo por cosas sucias continua, y crece más cada día. “Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos [es] de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5).
Un tercer síntoma de esta enfermedad fatal es “el orgullo de la vida,” el deseo de ser admirado y “aceptado” por otros seres humanos. Aun muchos predicadores piensan que es bueno buscar la aprobación de la gente. Esto te hace preguntarte si estos hombres laguna vez oyeron de Cristo o de los Apóstoles. Te hace preguntarte si alguna vez oyeron las palabras de Cristo, “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (Juan 5:44). Si eso es cierto, si es imposible creer mientras que buscamos honra unos de los otros, y no buscamos el honor que viene de Dios, ¡entonces piensa en qué terrible condición se halla el resto de la humanidad! Una persona que está más interesada en lo que amistades o familiares perdidos piensan, que en lo que Dios piensa, busca la aprobación de la gente en vez de la de Dios. Cristo dijo, “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” Como todos quieren ser aceptados por otros, en vez de Dios, esto demuestra la terrible condición en que se halla la humanidad.
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5).
III. Tercero, trazaré unas inferencias de lo que se ha dicho.
Primero, vemos la gran diferencia entre la Cristiandad Bíblica y todas las otras religiones. Los filósofos paganos antiguos hablaban de pecados en particular, tal como la codicia, la crueldad, el lujo, o la prodigalidad. Algunos hasta se atrevían a decir “nadie ha nacido sin vicios de una u otra clase.” Pero ninguno de ellos vio la realidad del hecho de que toda la humanidad está depravada, completamente corrupta, y llena de toda clase de maldad. Por lo tanto, la diferencia más grande entre la Cristiandad y todas las otras religiones es la ruina total y corrupción del hombre. La idea de que el hombre tiene una naturaleza malvada innata se halla únicamente en la Cristiandad Bíblica. Solamente la Biblia enseña que “todo designio de los pensamientos del corazón [del hombre] es de continuo solamente el mal.”
Segundo, todos los que niegan el pecado original son hombres perdidos. Todavía son paganos. Te pregunto, ¿crees que la humanidad es malvada por naturaleza? ¿Están los humanos completamente caídos y arruinados? O, regresando al texto, ¿es “todo designio de los pensamientos de su corazón de continuo solamente el mal”? Si estás de acuerdo, estás de acuerdo con la Cristiandad. Si lo niegas, eres un hombre perdido. Si rechazas esta enseñanza tú no eres Cristiano, no importa lo que digas, todavía eres pagano.
En tercer lugar, de la depravación total (el pecado original) podemos aprender de qué se trata la verdadera religión de Jesucristo. Es therapeia psuches, el método de Dios para sanar el alma, que está arruinada por la naturaleza de pecado. En la therapeia psuches, Jesucristo, el gran médico de las almas le aplica la medicina a esta enfermedad mortal, para restaurar la naturaleza humana, totalmente corrupta en todas sus partes. Cristo sana nuestro ateísmo por el conocimiento de El Mismo al darnos la fe, una evidencia divina del Dios verdadero, y de las cosas de Dios. Hablando de esta verdad, se dice, “Cristo me amó y se dio a sí mismo por mí.” Por el arrepentimiento y la humildad de corazón, se sana la enfermedad del orgullo. La voluntad propia es sanada con someterse a Cristo con una sumisión mansa y agradecida a Su voluntad. El remedio soberano para el amor al mundo es un Nuevo amor por Dios. La conversión cambia al hombre por dentro y por fuera para conformarse a Dios, y a la Palabra de Dios. ¿Por qué tuvo que morir Cristo en la Cruz si el hombre no está perdido en depravación y pecad, sin esperanza? Juan 3:16 no tiene sentido si el hombre no está arruinado, sin esperanza. ¿Por qué necesitaríamos la Sangre de Cristo si no estuvieramos sin esperanza, perdidos sin ella?
Si la humanidad no estuviera caída y arruinada, no habría necesidad de la Sangre de Cristo. No habría necesidad de la obra de conversión en el corazón humano, de cambiar y renovar nuestras mentes. Porque una religión externa, sin la obra interior del Espíritu de Dios sería suficiente. Una religión por fuera le es suficiente a aquellos que niegan la depravación de la naturaleza humana. Tendrían la razón si el hombre no estuviera arruinado y lleno de maldad – todo eso se necesita para limpiar la vida exterior. Reformar el modo en que vives es todo lo que necesitas si el punto de ellos es el correcto. De hecho, reformar el modo exterior en que vives es la única cosa que necesitas hacer – si ellos tienen razón y tú no estás totalmente arruinado, y no eres un pecador sin esperanza.
Pero no hemos aprendido esto de la Biblia. Tú sabes que Dios ve lo que está adentro del hombre, y El tiene una opinión muy diferente de ambas la conversión, y nuestro estado arruinado, y cómo recuperarnos de ello. Tú sabes que el gran motivo de la Cristiandad es renovar el corazón en la imagen de Dios en la conversión, reparar y sanar aquella pérdida total de justicia y de santidad verdadera que heredamos de nuestro primer padre. Tú sabes que la supuesta Cristiandad que no renueva el corazón en conversión verdadera fracasa en salvar del Infierno a la persona. Toda religión que se para antes de convertir el alma al estado original de antes de que el hombre cayera en pecado, no es sino una broma y burla de Dios.
Cuidate de todos los maestros y predicadores de mentiras, que te darían una religión por fuera, pero no una conversión verdadera. No le pongas atención a tales predicadores, aunque vengan a ti con palabras de falso consuelo.
En vez de escuchar a los predicadores falsos, sigue creyendo la antigua fe, “que ha sido dada una vez a los santos” (Jude 3), y ahora se te entrega a vuestros corazones por el Espíritu de Dios.
Tú naciste en pecado: por lo tanto “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Tienes que ser nacido de Dios, por Dios, mediante Dios. ¡Solamente Dios puede curar tu naturaleza pecaminosa y darte vida nueva! Por Adán todos murieron. Por Cristo, serás vivificado, a tí “cuando estabais muerto en delitos y pecados” – El te dará vida (Efesios 2:1, en breve). El ya te ha dado suficiente vida para oír este sermón. ¡Ahora “sigue de fe a fe” hasta que toda tu enfermedad mortífera sea sanada por Cristo!
(FIN DEL SERMÓN)
Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime "Sermones en Español."
La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Romanos 3:9-19.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Not What These Hands Have Done” (por Horatius Bonar, 1808-1889).
EL BOSQUEJO DE EL PECADO ORIGINAL – UN SERMON ADAPTADO por Dr. R. L. Hymers, Jr. “Y vio Jehová Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Genesis 6:5). I. Primero, piensa cómo era la humanidad antes del Diluvio, Genesis 6:5, 8, 3. II. Segundo, piensa si acaso la gente es igual ahora, Salmo 14:3; Isaías 1:5-6; Romanos 3:9-10; Efesios 2:12; Mateo 11:27; Juan 5:44. III. Tercero, piensa en las inferencias de lo que se ha dicho, Judas 3, Juan 3:7; Efesios 2:1; I Juan 1:7. |