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CRUCIFICADO CON CRISTO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
Sábado en la Tarde, 23 de Agosto de 2008

“Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).


Me han criticado por citar el famoso dicho de Dietrich Bonhoeffer, “Cuando Cristo llama a un hombre, lo llama a que venga a morir” (traducción libre de Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, Macmillan Publishing Company, reimpreso en 1963, p. 7). Cristianos conservadores me han dicho que Bonhoeffer era teologicamente un liberal. En ciertas cosas sí lo era, pero hubo un punto en el cual Bonhoeffer era más fundamental, más fiel a la Biblia que muchos predicadores conservadores, y este es el punto, “Cuando Cristo llama a un hombre, lo llama a que venga a morir.” Yo creo que él quiso decir exactamente lo mismo que Pablo en Gálatas 2:20,

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

Yo creo que Bonhoeffer entendía ese verso. Oh, sí, yo sé que él estudió en un seminario muy liberal cuando vino de Alemania a Nueva York. Yo sé que él creía ciertas enseñanzas que aprendió ahí. Se me ha dicho de Bonhoeffer en el seminario liberal Bautista del Sur donde asistí. Pero también sé que Bonhoeffer era mejor Cristiano que teólogo. O sea que su corazón era mejor que su cabeza. Esto sale a lucir en aque famoso dicho, “Cuando Cristo llama a un hombre, lo llama a que venga a morir.” Yo creo que a su propio modo él está diciendo lo que el Apóstol Pablo dijo,

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

Lo que el hombre hace es la mejor revelación de su corazón. Y Bonhoeffer vivió ese verso literalmente en su propia vida. Él regresó de Inglaterra y de Nueva York a la Alemania Nazi bajo el control de Hitler. Él había firmado la Confesión de Barmen, que ciertos Pastores y teólogos Alemanes habían escrito en contra de Hitler. Él fue a Alemania a propósito a predicar a Cristo bajo la persecución Nazi. Le costó la vida. Él fue arrestado por la Gestapo Nazi y fue echado en prisión por su predicación. Unos cuantos días antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, los Nazis, por ordenes de Hitler, le ataron una cuerda de piano al cuello y lo colgaron. Él se murió asfixiado, un mártir por Cristo, poco tiempo después los Aliados liberaron a Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. Él tenía treinta y nueve años de edad. Yo admiro a este predicador Alemán porque dió su propia vida como mártir por Cristo, comprobando para mí que su fe era mejor que su teología, y que él verdaderamente creía lo que dijo, “Cuando Cristo llama a un hombre, lo llama a que venga a morir.” Y yo creo que sus palabras reflejan aquella declaración del Apóstol Pablo,

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

¿Qué quiso decir el Apóstol Pablo con esa declaración: “con Cristo estoy juntamente crucificado”? El Lenski dijo:

Nota la fuerza del tiempo perfecto “estoy... crucificado”. Habiendo sido crucificado una vez, Pablo permanece así, el efecto es permanente. Este estado de crucifixión es el estado de muerte al que Pablo entró cuando él murió a la ley. Es la unica avenida de escape. De otro modo la ley nos tendría del cuello y nos destruiría. La fe...sola nos une a Cristo crucificado a ser crucificados “con” él (traducción literal de R. C. H. Lenski, Ph.D., The Interpretation of St. Paul’s Epistle to the Galatians, to the Ephesians and to the Philippians, Augsburg Publishing House, reimpreso en 1961, página 116).

Yo creo que Pablo quiso decir que el Cristiano verdadero debe morir con Cristo, si ha de vivir con Cristo.

1.  Jesús comenzó a morir en el Huerto – bajo el peso del pecado del hombre. Así, tú tienes que pasar por la misma experiencia de Getsemaní antes de que puedas ser crucificado con Él, y hacerte un Cristiano verdadero.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

2.  Jesus pasó por una agonía inmensa en el Huerto de Getsemaní. Así debes tú pasar por la agonía de la convicción y tormento interior por el pecado antes de que puedas ser crucificado con Cristo y hacerte un Cristiano verdadero.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

3.  Jesús fue arrestado en Getsemaní, azotado y mofado por los pricipales sacerdotes – así tú tienes que pasar desprecios y dolor de parte de los incrédulos antes de poder ser crucificado con Cristo y hacerte un Cristiano verdadero.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

4.  Jesús fue flagelado bajo Poncio Pilato. Este azote era parte del pago de tu pecado. Así, tú tienes que ser flagelado con Cristo por el Espíritu de Dios, hasta que tu corazón esté suavizado y tú sientas tu necesidad de Cristo lo suficientemente fuerte para desear a Cristo.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

5.  Jesús fue clavado a la cruz para morir por tus pecados. Así, tú tienes que ser crucificado con Cristo. Tú tienes que morir con Cristo a la atracción del mundo.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

6.  Solamente entonces podrás decir con el Apóstol,

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

Estas son las señas de una conversión verdadera: el sufrimiento de la convicción por el pecado (como Cristo lo hizo por tí, así tienes que experimentarlo al ser convencido de tu pecado). Tú tienes que pasar por agonía de alma, como Cristo lo hizo en el Huerto, antes de que el peso del pecado te oprima hasta el punto de desmayo. Tú tienes que pasar desprecios y burla de amigos anteriores. Como lo hizo Jesús, tú también tienes que perder tus amigos más queridos (todos lo abandonaron). Tienes que ser azotado tan duramente por el Espíritu de Dios que te sientas destrozado por dentro. Como se sintió Jesús cuando lo flagelaron, tú tienes que sentir el azote de tu propia alma por tus pecados interiores y exteriores. Más que eso, tú tienes que ir a la Cruz con Jesús, y ser unido a Él en Su agonía de muerte por tu pecado. En breve – tú tienes que “ser crucificado con Cristo.” Es solamente cuando vienes a Jesús que puedes ser crucificado con Él. Y es solamente cuando has muerto con Él, en la conversión verdadera, que puedes decir,

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

George Bernard Shaw dijo una vez,

En la niñez la gente ha sido vacunada tanto con dosis pequeñas de Cristiandad que es raro que contraigan la verdadera (quoted by Richard Wurmbrand, In God’s Underground, Living Sacrifice Books, 2004 reprint, p. 120).

Si tú has estado en la iglesia por un largo tiempo en un estado perdido, es dudable que llegues a ser convertido, porque has sido “vacunado con dosis pequeñas de Cristiandad.”

Aquellos que sufren por Cristo como mártires han sido verdaderamente crucificados con Cristo. No están “vacunados con dosis pequeñas de Cristiandad.” Ellos han contraído la verdadera. Ellos pueden decir,

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

El Pastor Wurmbrand dijo,

      Me tuvieron en prisión incomunicada en esta celda dos años. No tenía qué leer ni materiales para escribir; solamente tenía mis pensamientos para compañía, y yo no era un hombre que meditaba, sino que un alma que conocía poco la quietud.
       ¿Creía en Dios? La hora se había llegado. Estaba a solas. No tenía que ganar un salario, ni opiniones doradas que considerar. Dios me ofrecía solamente sufrimiento – ¿Seguiría yo amandole?
       Lentamente aprendí que en el árbol del silencio cuelga el fruto de la paz. Comencé a darme cuenta de mi verdadera personalidad, y me aseguré que le perteneciera a Cristo. Hallé que aun aquí mis pensamientos y sentimientos se volvía a Dios, y que yo podría pasar noche tras noche en oración, ejercicios espirituales, y adoración. Ahora yo sabía que no estaba jugando al teatro. YO CREÍA (Wurmbrand, ibid.).

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo” (Gálatas 2:20).

Tú también tienes que atravesar una oscura noche del alma. Tú tienes que sentir tu pecado, sentir el látigo de la ley, sentir los clavos, morir con Cristo, y ser renacido – unido a Cristo en Su muerte y resurrección – ¡lavado limpio de tus pecados por Su Sangre!

(FIN DEL SERMÓN)
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