Print Sermon

El propósito de este sitio de Internet es proporcionar manuscritos de sermones gratuitos y videos de sermones a pastores y misioneros en todo el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, donde hay pocos, si es que hay, seminarios teológicos o escuelas Bíblicas.

Estos manuscritos de sermones y videos ahora van a casi 1,500,000 computadoras en más de 221 países todos los meses en www.sermonsfortheworld.com. Otros cientos miran los videos en YouTube, pero rápidamente dejan YouTube y vienen a nuestro sitio de Internet. Los manuscritos de sermones se dan en 46 idiomas a casi 120,000 computadoras cada mes. Los manuscritos de sermones no tienen derecho de autor, así que los predicadores pueden usarlos sin nuestro permiso. Por favor, oprime aquí para aprender cómo puedes hacer una donación mensual para ayudarnos en esta gran obra de predicar el Evangelio a todo el mundo.

Cuando le escribas a Dr. Hymers, siempre dile en qué país vives o él no te podrá contestar. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net.




¿DELANTALES DE HOJAS O TÚNICAS DE PIEL?

(SERMÓN #24 DEL LIBRO DE GENESIS)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Tarde del Sábado, 6 de Octubre de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Genesis 3:7).


Satanás tentó a nuestros primeros padres a pecar por comer el fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal. Al haber comido y desobedecido a Dios, Satanás probó otro método, dice Lutero, “destruirlos por la desesperación.”

“Fueron abiertos los ojos de ambos.” Esto se refiere al despertar al pecado. En el despertamiento, el pecador ve su pecado y lo detesta. Cae bajo convicción de pecado, como Adán y Eva. Pero cuando una persona ve su pecado, es despertada al horror de su pecado, es arrastrada por el Diablo, que le dice que no hay esperanza. El Diablo quiere entonces, como dijo Lutero, “destruirlos por la desesperación.” Eso fue lo que le pasó a Judas. Cuando vio la maldad de haber traicionado a Cristo, no se arrepentió en un sentido que salva. El no cambió de pensar en arrepentimiento Bíblico, que en Griego es “metanoia.” La Biblia dice que se arrepintió, pero se usó otra palabra Griega, “metamelomai.” Significa “remordimiento.” Pero el remordimiento no es arrepentimiento verdadero. El arrepentimiento verdadero cambia el pensar de la persona y lo encamina en una dirección diferente.

Adán y Eva tuvieron el mismo “remordimiento” que tuvo Judas. Se sintieron mal por su pecado, pero su pensar no fue cambiado a ir en dirección diferente. La tristeza de nuestros primeros padres (y de Judas) era la clase de tristeza equivocada. En la Biblia se llama “la tristeza del mundo.”

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (II Corintios 7:10).

Cuando la convicción le llega al pecador, al principio a menudo será “la tristeza del mundo que produce muerte.” En vez de sentir tristeza por ofender a Dios por su pecado, el pecador medio despierto a menudo simplemente sentirá “la tristeza del mundo que produce muerte.” Sentirá angustia de alma, pero será una tristeza egocéntrica. De hecho siente lástima por sí mismo, no “tristeza que es según Dios,” de que ha ofendido a Dios por romper Sus leyes y se ha rebelado contra Dios en su corazón.

Adán y Eva sintieron esta primera clase de tristeza – la tristeza por uno mismo – que “produce muerte.” Muchos con los que hablamos en el cuarto de consejo sienten esa tristeza egocéntrica. Pueden llorar y declarar su agonía por el pecado. Pero su supuesto “arrepentimiento” no es nada más que tristeza por ellos mismos, tristeza de que se hallan en una situación tan terrible. Pero no sienten tristeza por ofender a Dios. Solamente sienten lástima por sí mismos. En el cuarto de consejo hemos aprendido a distinguir la diferencia entre la lástima por sí mismo y “la tristeza que es según Dios” por ofender a Dios.

Cuando alguien es despertado a su condición pecaminosa, a menudo se aparta a tener lástima por sí mismo. Esto no le hará bien alguno, porque “la tristeza del mundo produce muerte.”

Satanás trajo la lástima propia a las mentes de nuestros primeros padres cuando los ojos de ellos fueron abiertos y fueron medio despertados. El Diablo trajo lástima por sí mismos a las mentes de ellos, como dijo Lutero, “para destruirlos.” Porque la lástima por uno mismo hace exactamente eso. No te lleva a Cristo. Te lleva a la destrucción como con Judas, que tuvo tristeza, sin embargo salió y se colgó, el Hijo de Perdición, el Hijo del Infierno. “La tristeza del mundo produce muerte.” En vez de sentir lástima por ti mismo, debes sentir tristeza de que has ofendido a Dios y has roto Sus leyes, como si no significaran nada.

Adán y Eva fueron despertados a su condición pecaminosa, pero no sintieron dolor por desobedecer a Dios. La convicción de pecado de ellos era vacía. Debo decirte que te puedes sentir muy triste, sentir gran dolor, y aun no ser despertado a ver que has deshonrado a Dios, y le has despreciado Su amor como si no valiera nada. Cuando un pecador está en este estado superficial de despertamiento Dios no puede ayudarlo.

Iain H. Murray dijo,

Bajo la convicción los individuos comunmente [tratan de cambiar] su conducta...El arrepentimiento que Dios exige no es un cambio parcial, ni un sentimiento de tristeza temporal, sino un completo cambio de vida (traducción literal de Iain H. Murray, The Old Evangelicalism: Old Truths for a New Awakening, The Banner of Truth Trust, 2005, pp. 9-10).

Ese cambio de vida “completo” viene cuando el pecador al fin ve que no es capaz de tal cambio completo por sí solo. Para resumir un viejo himno,


Ninguna obra mía

Me puede limpiar,

La lepra está muy adentro.


Mientras más trates de cambiarte, más imposible se hará. El pecado revive y (ojalá) tú mueres, como lo puso el Apóstol en Romanos 7:8-9, el texto que predicaré mañana en la noche, en un sermón titulado, “La Conversión Crisis y la Ley de Dios.”

Ahora Adán y Eva estaban en esa crisis. Los ojos de ellos habían sido abiertos. Ellos sabían que eran pecadores. Pero como dijo Iain H. Murray, “Bajo la convicción los individuos comunmente [tratan de cambiar] su conducta” (ibid., p. 9). Adán y Eva pronto se dieron cuenta de que un cambio de conducta no los ayudaría para nada.

“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Genesis 3:7).

Ellos trataron de cubrir los efectos de su pecado con sus propias obras. Las túnicas que hicieron eran un tipo, un retrato de una persona perdida tratando de esconder sus pecados al hacer algo por sí misma.

Pero no funcionó porque la Biblia dice tan claramente,

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”
      (Tito 3:5).

Los delantales de hojas de higuera representan el primer atentado del hombre de cubrir su pecado sin la Sangre del Cristo pre-encarnado. Cualquier bien que hagas, cualquier decision que tomes, no importa cuan fuerte trates de ser Cristiano – todas estas obras humanas son solamente “hojas de higuera” – religión humana basada en un punto de vista de la salvación falso sin Sangre – la pre-encarnada Sangre de Cristo, “el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8).

Dios tuvo que arrancar la seguridad falsa que ellos sintieron al esconderse tras la hojas de higuera sin sangre, que retratan la religión del hombre sin la Sangre expiadora de Cristo.

La próxima vez veremos cómo Dios arrancó sus esperanzas falsas de salvarse a sí mismos, cómo Dios los llevó a ver que no hay salvación en las “ojas de higuera” de buenas obras, cómo ellos eran culpables y no podían esconderse de Dios en su pecado.

Cuando al fin todas sus excusas se acabaron, y fueron convictos por completo, entonces Dios Mismo los limpió de su pecado y los vistió en una piel sangrienta. Por favor voltea a Genesis 3:21. Por favor lealo de pie y en voz alta.

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Genesis 3:21).

Se pueden sentar.

Éstas túnicas representaban a Cristo, vistiendolos con Su propia justicia. El Dr. Timothy Lin, experto en el Antiguo Testamento, a menudo señala que la palabra Hebrea es singular, no pieles, sino piel. Las túnicas que Dios hizo para cubrirlos eran de un animal – tipificando el hecho de que solo hay un Cristo que puede cubrir pecados. Además, se tenía que derramar la sangre del animal del cual se tomaba la piel. Esto muestra el poder de la muerte de Cristo al expiar por el pecado, demuestra el poder de la Sangre de Cristo para limpiar del pecado, y nos muestra que Cristo Mismo cubre al pecador con Su propia justicia.


Vestido de Su justicia solamente,

Sin mancha ante el trono estar.

   (Traducción de “The Solid Rock” por Edward Mote, 1797-1874).


Cuando te canses de la carga de tu pecado, cuando acabes de jugar tratando de salvarte a ti mismo con reformarte y ser “bueno,” tratando de cubrir tu pecado con “hojas de higuera,” cuando te des cuenta de que nada de lo que hagas, o esperas hacer en el futuro puede limpiarte y cubrir tus pecados, entonces entenderás la famosa canción del Evangelio que escribió Elvina M. Hall,


Porque no tengo nada bueno

   Con qué ganar tu gracia –

Lavaré, blanquearé mis vestiduras

   En la Sangre del Cordero.

(Traducción libre de “Jesus Paid It All” por Elvina M. Hall, 1820-1899).


Pero hay cosa más que ver en Genesis 3:21. Por favor leelo otra vez, de pie y en voz alta.

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Genesis 3:21).

Se pueden sentar. Se tenía que derramar Sangre para que ellos fueran vestidos en la piel de animal. Ahora voltea a Levitico 17:11. Lee por favor la última clausula en voz alta, comenzando con las palabras, “la misma sangre...”

“Porque...la misma sangre hará expiación de la persona” (Levitico 17:11).

Subraya la palabra “expiación.” En el margen al costado de ella escribe “cubrir.” Eso es lo que la palabra Hebrea “kaphar” significa. Significa “cubrir.” Así que podríamos traducir Levitico 17:11,

“Porque…la misma sangre hará cubrira a la persona.”

La Sangre de Cristo, desde la eternidad pasada, cubre los pecados de aquellos que confían en Él. Los pecados de ellos son cubiertos, así que Dios no los puede ver. En el Ultimo Juicio, cuando “los libros” sean abiertos, y Dios vea las cuentas de ellos, Él no verá ningún pecado escrito allí, ¡porque sus pecados han sido cubiertos por la Sangre de Cristo!

Un amigo dijo una vez que “cubrir” era un concepto del Antiguo Testamento, que no se halla en el Nuevo Testamento. Él quizá fue influido por un punto de vista de Dispensación más fuerte del que me enseñaron a mí. Pero pensé varias semanas en lo que él había dicho. Luego un día busqué en Cruden’s Concordance la palabra “cubierto.” ¡Y por supuesto, sí estaba en el Nuevo Testamento! Voltea por favor a Romanos 4:7. Deja fuera la primera palabra y comienza con “Bienaventurados.” Por favor leelo en voz alta.

“Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,Y cuyos pecados son cubiertos” (Romanos 4:7).

Sí, yo sé que es cita de Salmo 32:1. Pero también sé que cuando el Espíritu Santo cita en el Griego del Nuevo Testamento un verso del Hebreo del Antiguo Testamento, las palabras Griegas fueron seleccionadas por el Espíritu Santo para traer a luz lo sutil del Hebreo – porque “Toda la Escritura es inspirada por Dios,” – en ambos, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento (II Timoteo 3:16). Así, vemos que el Espíritu Santo dijo, en el Nuevo Testamento Griego que el hombre “cuyos pecados son cubiertos” es bienaventurado. La palabra Griega traducida “cubiertos” es “epikaluptō” y significa “cubrir o esconder” (Strong).

Allí lo tienes, ambos en el Antiguo y Nuevo Testamentos. La sangre cubre tu pecado (Levitico 17:11). “Bienaventurados aquellos…cuyos pecados son cubiertos” (Romanos 4:7). Y ese “cubrir” es tipificado en las túnicas de piel con las que Dios vistió a Adán y Eva.

Para ser salvo del Juicio de Dios, tú tienes que ser cubierto con la justicia de Cristo. Tus pecados tienen que ser cubiertos con la Sangre de Cristo, para que Dios no los vea. Cantemos de pie el coro del himno número 5 en tu hoja de canciones, “Me Escondo en Tí.” Ésta canción se trata de esconderse de la ira de Dios al unirse con Cristo y ser cubierto con Su Sangre y justicia.


Me escondo en Ti, me escondo en Tí

Bendita “Roca de los Siglos”

Yo me escondo en Ti.

   (Traducción libre de “Hiding in Thee” por William O. Cushing, 1823-1902).

(FIN DEL SERMÓN)
Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español.”