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EL EVANGELIO ENCUBIERTO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Tarde del Día del Señor, 12 de Noviembre de 2006
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).


A los pastores se les llamaba “Predicadores del Evangelio.” Pero ahora se les llama “Maestros Bíblicos.” No estoy en contra de enseñar la Biblia. Pero creo que el viejo titulo de “Predicadores del Evangelio” estaba bueno. El ministerio de ellos se centraba en le Evangelio ya que eran “Predicadores del Evangelio.” Eso fue lo que el Apóstol dijo en esta sección, que “teniendo nosotros este ministerio” (II Corintios 4:1). Y “este ministerio” es que

“no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor” (II Corintios 4:5).

Pablo hizo el Evangelio la cosa central de su predicación. También los demás Apóstoles. Podemos leer sus sermones y los temas de sus sermones en el Libro de Los Hechos. Ellos predicaban constantemente sobre la crucifixión y la resurrección de Cristo. Ese era el tema constante de sus sermones. Y es por eso que Pablo lo llama “nuestro evangelio” (II Corintios 4:3). La predicación Apostólica se centraba en “nuestro evangelio,” porque Pablo y los demás Apóstoles lo habían recibido y habían sido salvos, y ahora predicaban aquel mismo evangelio dondequiera que fuesen.

Entonces, también Pablo lo llama “evangelio de la gloria de Cristo” en el verso cuatro. Él dice que el evangelio de Cristo es “de la gloria” – o sea, digno de gran honor y gloria. Por eso el Evangelio no debe ser puesto de menos, dejado atrás, ni simplemente “adjunto” al final del sermón. A veces se hace, pero no debe hacerse así. ¡Oh, no! Sermones completos deben ser predicados continuamente sobre “el evangelio de la gloria de Cristo.” Es el mensaje central de la Biblia. Por eso debe ser central en nuestra predicación – como lo fue con Pablo y con los otros Apóstoles y ministros del Libro de Los Hechos.

Piensa en las dos ordenanzas de la iglesia Cristiana – el Bautismo y la Santa Cena. Ambos son tipos, ilustraciones, retratos – del “evangelio de la gloria de Cristo.” En el Bautismo, el recién converso es puesto debajo del agua, un retrato de la muerte y sepultura de Cristo. Luego es alzado fuera del agua, un retrato de la resurrección de Cristo de los muertos. ¡Ese es “el evangelio de la gloria de Cristo”!

La Cena del Señor también retrata aquel glorioso evangelio. El pan partido simboliza el cuerpo de Cristo, quebrantado bajo el látigo de los Romanos, quebrantado en la Cruz. La copa se toma aparte, después del pan, mostrando la Sangre de Cristo como un elemento diferente de Su muerte. La copa y el pan no son lo mismo. Esto demuestra que la muerte de Cristo y la Sangre de Cristo no son exactamente lo mismo, como algunos enseñan hoy. Su cuerpo fue quebrantado para justificarnos. Su Sangre fue derramada para limpiarnos del pecado. Cuando tomamos de la Cena del Señor mostramos “el glorioso evangelio de Cristo.”

Pero el Evangelio mismo también debe ser predicado. La Biblia dice:

“¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?”
      (Romanos 10:14).

Y el Apóstol Pablo dijo:

“Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (I Corintios 1:23).

Esa es la predicación apostólica. Ese es el patrón que debemos seguir.

Pero nuestro texto dice:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

La palabra “encubierto” significa “poner velo” o “esconder,” cubrir con velo. En el tercer capitulo de II Corintios el Apóstol habló de eso.

“Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto” (II Corintios 3:14).

Es como tratar de ver algo con lodo en los lentes. O, mejor dicho, tratando de ver con cataratas en los ojos. Lo único que puede ver es la luz y la oscuridad. Los detalles y la plenitud de lo que se le presentan no se pueden ver.

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

Ahora venimos al texto mismo, y la respuesta a dos preguntas tocante a él.

I. Primero, por qué está encubierto el evangelio.

Los que han sido convertidos te dirán que nunca entendieron el Evangelio hasta que lo recibieron. Te dirán que nunca entendieron la salvación hasta que vinieron a Cristo – y entonces todo les pareció tan simple que se maravillaban de por qué no lo entendieron antes.

El Evangelio no está encubierto porque tenga algo complicado. ¡Es tan simple como dos más dos es cuatro! Cristo murió en la Cruz para pagar por tu pecado. Cristo resucitó de los muertos para darte vida. Cristo ahora está en el Cielo a la diestra de Dios. Ven a Cristo por fe y serás salvo. ¿Qué podría ser más simple? No se necesita ningún tipo de educación para entenderlo. Sin embargo permanece opaco y sin claridad. ¿Por qué es eso? Porque

“en los cuales [Satán] el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos” (II Corintios 4:4).

Matthew Henry dijo:

Ellos están bajo el poder del Diablo, el cual aquí se llama ‘el dios de este siglo,’ y en otro lugar ‘el príncipe de este mundo,’ por el grande interés que tiene en este mundo, por el homenaje que las multitudes del mundo le dan, y el gran poder que...tiene sobre el mundo, y en los corazones de la multitud de sus sujetos, o mejor dicho, esclavos. Y como príncipe de las tinieblas, y quien rige la oscuridad de este mundo, así oscurece el entendimiento del hombre, y aumenta sus prejuicios, y apoya su interés por mantenerlos en la oscuridad, cegando sus mentes con ignorancia, y error, y prejuicios, para que no vean ‘la luz del evangelio de la gloria de Cristo’ (traducción libre de Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, nota sobre II Corintios 4:4).

El Evangelio de Cristo está encubierto por la obra de Satanás en la mente y corazón de la persona perdida.

También el Evangelio está encubierto de aquellos que jamás han sentido culpa de pecado. Se preguntan por qué continuamos predicando que Dios castigó a Su Hijo en nuestro lugar. No entienden por qué predicamos constantemente la expiación vicaria de Cristo – Cristo muriendo en el lugar de los pecadores. Nosotros predicamos que Cristo

“llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24).

Nosotros predicamos que

“Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (I Pedro 3:18).

Pero para ellos esto no tiene sentido porque nunca se han sentido culplables de pecado. Y sin un sentido del pecado:

“La predicación de la cruz es locura a los que se pierden”
      (I Corintios 1:18).

La palabra “locura” allí significa “tontería” o “absurdo.” Como el Dr. J. Gresham Machen lo puso: “Sin tener conciencia de pecado, el evangelio entero parecerá como un cuento inútil [tonto, absurdo]” (traducción libre de J. Gresham Machen, Ph.D., Christianity and Liberalism, Eerdmans, reimpresión de 1983, p. 66). El Dr. John R. Rice también aclaró el mismo punto cuando dijo:

En la mera naturaleza del caso, la gente no se arrepiente de su pecado hasta estar conciente y convicta de sus pecados…si el hombre no siente enfermo, no sentirá la necesidad de llamar un doctor. Un predicador amigo mío dijo: “Tienes que conseguir que la gente esté perdida antes de poder salvarlos.” ¿Por qué querrá el pecador a Cristo si no está conciente de pecado, si no siente la necesidad de un Salvador? (traducción libre de John R. Rice, D.D., Why Preach Against Sin?, Sword of the Lord, 1946, pp. 17-20).

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

Porque nunca han sentido que su pecado es tan malvado como en realidad lo es. Ojalá que Dios abra tus ojos para ver el pecado como Dios lo ve. Entonces verás tu necesidad de Cristo y el Evangelio ya no estará encubierto para ti.

Otros tienen el Evangelio encubierto porque sus voluntades tercas no han sido quebrantadas. Así, ellos dicen en su corazón: “¿Por qué es este el único modo de salvación?” Sus voluntades malvadas no se someten a Dios, y así, “Si nuestro evangelio está encubierto...está encubierto [para ellos]” (II Corintios 4:3).

Entonces, también están aquellos que no entienden el Evangelio porque saben que ha de interferir con sus vidas. Ellos piensan: “Si creyere el Evangelio tendría que cambiar como vivo. Talvez no tendré tanto éxito, o quizá no tendré tantos placeres. Tendría que cambiar cómo vivo, y no quiero eso.” Así que el Evangelio está encubierto para ellos. Estos, entonces, son algunos de los motivos por qué nuestro evangelio está encubierto para los perdidos.

II. Segundo, cual es la condición de aquellos a los que el Evangelio está encubierto.

Nota nuestro texto,

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

Desafortunadamente la palabra “perdido” ya no se oye mucho en la predicación moderna, pero es una buena palabra Bíblica. Jesús habló de

“las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:6).

Él dijo:

“El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mateo 18:11).

De nuevo Él dijo:

“Va tras la que se perdió” (Lucas 15:4).

“He encontrado mi oveja que se había perdido” (Lucas 15:6).

“Se había perdido” (Lucas 15:24).

“Tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido y es hallado” (Lucas 15:32).

¿Cuándo está perdida la persona? Tú puedes pensar que estás perdido si mueres sin Cristo, pero la Biblia enseña que estás perdido ahora mismo. Jesús dijo:

“El que no cree, ya ha sido condenado” (Juan 3:18).

Nuestro texto también comprueba que estás perdido ahora mismo. Dice:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

estás perdido – ¡ahora mismo! R. C. H. Lenski dijo: “La luz y el brillo del evangelio no están alterados ni destruidos, ni encubiertos para los creyentes sino solamente para aquellos que rehúsan creer” (traducción libre de R. C. H. Lenski, The Interpretation of I and II Corinthians, Augsburg Publishing House, 1963, p. 960).

El Dr. J. Vernon McGee dijo:

Esto me recuerda de un grupo de mineros que estuvieron atrapados en West Virginia en una mina, después de una explosión. Finalmente los del rescate consiguieron poner una luz eléctrica en el lugar donde se hallaban los atrapados. Un joven minero miraba hacia la luz y dijo: “¿Por qué no encienden las luces?” Todos los hombres lo vieron, asustados. La explosión lo había cegado. Satanás ciega a muchos...Ellos dicen: “¿Por qué no enciendes la luz? Yo no veo el evangelio para nada.” Esa es la ceguera que viene de Satanás (traducción libre de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson, 1983, tomo V, p. 102).

Cuando Satanás viene a la persona que ya está ciega por naturaleza de su depravación, el Diablo quiere estar completamente seguro de no perderlo como esclavo. Y Satanás cauteriza sus ojos espirituales, como el joven que fue cegado por la explosión, y luego el Diablo le pone una venda sobre los ojos, para asegurarse de que la luz no entre, para asegurarse de que el Evangelio esté encubierto, para que no mire a Jesús por fe, para mantenerlo como su esclavo para siempre, y arrastrarlo al Infierno al final.

Todo predicador del Evangelio debe hablar seriamente y con celo. Pero cuando el sermón se termina, no es la obligación del predicador estar serio y con celo. Cuando el sermón se termina, es tu obligación seria y celosamente volverte a Jesús, y creer “el glorioso evangelio de Cristo, que es la imagen de Dios” (II Corintios 4:4). Si tienes celo, hallarás a Cristo, aun en la oscuridad. Si tienes el celo del ciego Bartimeo, hallarás a Cristo y serás salvo. Pese a estar ciego, Bartimeo gateó hacia Jesús, clamando, “Hijo de David, ten misericordia de mi” (Marcos 10:47). Su celo fue recompensado. Él halló a Cristo. Y tú también lo hallarás si buscas a Cristo con pasión y seriedad, ¡como lo hizo el ciego Bartimeo!

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el by Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón:
II Corintios 3:14-4:6.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Open My Eyes” (by Clara M. Scott, 1841-1897).


EL BOSQUEJO DE

EL EVANGELIO ENCUBIERTO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.


“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (II Corintios 4:3).

(II Corintios 4:1, 5, 4; Romanos 10:14;
I Corintios 1:23; II Corintios 3:14)

I.   Primero, por qué está encubierto el Evangelio, II Corintios 4:4;
I Pedro 2:24; 3:18; I Corintios 1:18.

II.  Segundo, cual es la condición de aquellos a los que el Evangelio
está encubierto, Mateo 10:6; 18:11; Lucas 15:4, 6;
Lucas 15:24, 32; Juan 3:18; II Corintios 4:4; Marcos 10:47.