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EL SILENCIO Y EL CONOCIMIENTOpor el Dr. R. L. Hymers, Jr. |
Un sermón predicado la mañana del Día del Señor, 6 de Febrero de 2005, "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10). |
Algunas personas dicen: "Yo no sé si Dios realmente existe". Otras dicen: "Yo sé que Él no existe". Y aún otras dicen: "Su existencia depende de lo que tú creas". Pero el agnosticismo, el ateismo y el modernismo tienen su respuesta en este texto:
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
El verso seis dice: "Bramaron las naciones". Si alguna vez eso ha sido cierto, lo es más hoy en día. La palabra "bramar" significa "causar un tumulto". Sí, eso es cierto en Irak. Lo vemos todos los días en los periodicos y en la televisión. Sí, los Musulmanes militantes braman y causan tumulto. Pero es igual de cierto aquí. Puedes estar conduciendo en la autopista y algún pagano en su camioneta deportiva conduciendo tras de tí, te pondrá sus luces altas intermitentes, causando un alboroto y maldiciendote al pasarte de largo, como si hubieses cometido el pecado imperdonable al conducir enfrente de él.
Es muy difícil hallar quietud hoy en día. Siempre hay un estéreo retumbando, la TV chillando, alguna sirena aullando, o algun perro ladrando. Parece que nunca te puedes alejar del ruido. Sin embargo nuestro texto dice:
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
El Dr. W. A. Tozer dijo:
Nuestros padres tuvieron mucho que decir tocante a la quietud, y la quietud significaba una ausencia de movimiento o una ausencia de ruido, o ambas. Ellos sintieron que deberían estar quietos al menos cierta parte del día, o ese día sería un desperdicio. Dios puede ser conocido…mejor en el silencio. Así lo creían, y así lo declaran las Sagradas Escrituras. La seguridad interior viene de la quietud. Debemos estar quietos para saber (traducción de A. W. Tozer, God Tells the Man Who Cares, Christian Publications, 1970, p. 16).
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
Esta mañana pensémos más profundamente sobre las implicaciones de ese verso.
I. Primero, es difícil estar quieto.
Entre más mecanizado se vuelva el mundo, lo más difícil se vuelve estar quieto. Entre más máquinas tengamos, más ruido experimentamos. El teléfono de mi oficina ha sonado vez tras vez desde que empecé a escribir este sermón. Lutero, Edwards, Wesley, y Spurgeon nunca tuvieron que lidiar con la campana del teléfono. Era mucho más fácil tener quietud en los días de antaño. Me pregunto si esa es una de las razones por las que no hemos tenido avivamiento que sacuda la nación desde 1859. Antes de la Revolución Industrial casi todas las generaciones tuvieron avivamiento. ¿Podríamos culpar en parte el ruido de las máquinas? Yo creo que sí, porque nuestro texto dice:
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
A pesar de que Tozer no tocó en particular el tema del avivamiento en su ensayo, estoy seguro que hubiera estado de acuerdo conmigo en ello. ¡Tienes que estar quieto para conocer a Dios!
Un sermón no debe estar en quietud. Yo sé que ciertos hombres lidiarían con este tema en tonos bajos, pensando que el texto pide que el predicador esté quieto. ¡Pero no lo hace! Un predicador debe alzar la voz, y no dar una "homilía" callada. El predicador está supuesto a dar información de la Biblia de una manera que capte la atención de la gente. Se le manda que "prediques la palabra…redarguye, reprende, exhorta" (II Timoteo 4:2). Él está supuesto a predicar como Juan Bautista, como Jesús y como el Apóstol Pablo. Él debe hablar como Pedro en el Día de Pentecostés, cuando "alzó la voz" (Hechos 2:14). No, nuestro texto no está hablando de la predicación. Está hablando de conocer. Si quieres conocer al Dios del que te está hablando el predicador, entonces tienes que estarte quieto.
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
La persona que nunca está quieta interiormente, ¡nunca hallará al Dios de quien el predicador habla exteriormente!
Es difícil estar quieto. Tienes que planearlo y hacer tiempo para ello. ¡Te puedes sentar y oir cientos de sermones sin que Dios entre para nada, sin que Dios agarre tu alma! Tienes que planear estar quieto. Tienes que hacer el tiempo para estar quieto - o Dios nunca te podrá hablar interiormente.
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"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
Personalmente, yo estoy en contra de tomar apuntes durante el sermón. ¿Por qué? Porque la gente tiene la tendencia de pensar que entienden algo que oyen si lo escriben. ¡Tontería! Pregúntale a cualquier estudiante universitario. Si tomas apuntes cuidadosamente en el salón de clase de la universidad no significa que entiendes el material. Tienes que ir a casa y pensar sobre lo que escuchaste ese día o aplazarás el examen.
Sin embargo la analogía es imperfecta. Sí tienes que tomar apuntes en el salón de clase, porque tienes que repasar esos apuntes para entender la clase y repetir las respuestas en el examen.
Pero un sermón es de cierto modo diferente. No es solamente información que juntas y memorizas. Es una impresión. Estoy batallando con la palabra correcta. Es lo que mejor se me ocurre - una impresión. Y tú tienes que irte y estarte quieto, y pensar esa impresión, y luego lidiar con ella interiormente, o no te hará ningún bien.
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
II. Segundo, es necesario estar quieto.
El hombre es una criatura de hábito. Lo que aprendemos se hace hábito. Por ejemplo, yo he conducido automoviles por cincuenta y un años. Recuerdo que al principio tuve que pensar con cuidado sobre cada cosa que hacía al conducir. Ahora conduzco "automaticamente". Ya no tengo que decidir conscientemente qué hacer. Conducir se ha hecho un hábito, tan natural como caminar (lo cual es tan difícil al principio - pero después se hace "fácil" por hábito).
Pero el peligro es este - que todos tenemos "hábitos" religiosos. No importa quién seas, tú has desarrollado hábitos de pensamiento acerca de Dios, de la Biblia, y de la religión en general. Nadie se puede escapar de esto pues: "por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores" (Romanos 5:19). Cada ser humano por naturaleza está cegado hacia Dios, habiendo nacido con naturaleza de pecado. Tú tienes ideas acerca de Dios, pero tú no lo conoces a Él. La Biblia lo hace muy claro cuando dice que estás
"Ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en [tí] hay, por la dureza [ceguera] de [tu] corazón" (Efesios 4:18).
Así que tú continúas en la "dureza de [tu] corazón", habitualmente pensando las cosas equivocadas acerca de Dios.
"El mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría"
(I Corintios1:21).
La gente de este mundo no conoce a Dios mediante su propia sabiduría. Los ateos continuarán siendo ateos. Los agnósticos continuarán siendo agnósticos. Los Budistas continuarán siendo Budistas. El Católico continuará siendo Católico. El evangélico decisionista continuará siendo evangélico decisionista. El Bautista inconverso continuará siendo Bautista inconverso. El hombre es una criatura de hábito arraigado. Y no hay nada más fuerte que el hábito religioso arraigado, porque
"El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios" (I Corintios 2:14).
El único modo de salir de este hábito religioso arraigado es que un poder afuera de tí te "sacuda" y saque de tus pensamientos habituales sobre la religión. Tu punto de vista religioso debe ser completamente volteado al revés y puesto boca abajo. No me importa si has asistido a la iglesia veinte años, o si has leído la Biblia de pasta a pasta, si estás inconverso, tus "creencias religiosas" tienen que ser volteadas al revés y ser puestas boca abajo por un poder fuera de tí mismo.
"Os es necesario nacer de nuevo" (Juan 3:7).
Ahora, ¿cómo sucede eso? Bueno, primero, tienes que experimentar algo de nuestro de texto:
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
Las palabras "Estad quietos" son de la palabra Hebrea que significa "cesar, dejar, soltar, estar quieto" (Strong). "Cesa" tus propios pensamientos. "Deja" tus propios pensamientos. "Suelta" tus propios pensamientos.
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
Para tu cotorreo, aún el parloteo en tu cerebro. ¡Césalo - o no podrás conocer a Dios!
Hace varios años mi esposa y yo tuvimos el privilegio de ir al Monte Sinaí, donde Moisés recibió los Diez Mandamientos. Tuvimos que ir a lo lejos del desierto, en la Península de Sinaí. Fuimos en un autobus con una docena de otros turistas Americanos. Ninguno de ellos era Cristiano evangélico. Ellos cotorrearon y fumaron y bebieron todo el camino. Mi esposa y yo nos sentamos callados mientras ellos continuaban hablando. Luego el autobus finalmente llegó a las faldas del Monte Sinaí y pasamos la noche allí. El motorista armó una tienda de campaña para que durmieramos antes de escalar aquel monte la siguiente mañana. Estando en pie la tienda, cenamos. Ya casí caía el sol cuando acabamos. Luego la gente empezó a fumar y a beber y a reirse y a hablar otra vez. Me alejé de ellos caminando hacia la creciente oscuridad. Ya me has oído decir esto antes, pues fue una experiencia muy notable. Me alejé del grupo - y de repente estuve intensamente consciente del silencio. El ruido de la gente fue tragado por el desierto. No lo puedo describir de ningun otro modo. El ruido de los cotorreos embriagados fue literalmente tragado en el profundo silencio de aquel vasto lugar desierto. Y luego ahí estaba Dios. No lo puedo describir de ningun otro modo - y ahí estaba Dios. Corrí a recoger a mi esposa. La tomé de la mano y le dije: "No hables". Caminamos de la mano hacia el silencio, ante la presencia del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Era tan profundo el silencio que podías oir tu propio corazón palpitar. Y en ese silencio podías sentir a Dios.
Yo siento la presencia de Dios ahorita mismo, al escribir este sermón. Él está conmigo aquí en el cuarto. Salí de mi estudio por unas horas, pero ya regresé. Ya pasó la media noche. Ya no esta sonando el teléfono. Todos están en cama. Estoy solo en mi estudio. Un perro ladra a lo lejos. Ya dejó de ladrar. Nuestra casa esta envuelta en silencio. Puedo oir mi pluma escribiendo estas palabras en el papél. Y Dios está aquí. No tan claramente como aquella noche en el Monte Sinaí, pero lo suficiente para que yo sienta Su presencia, para que sepa por seguro que Él está conmigo esta noche, lo sufiente para que haga mías esas palabras:
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
¿Cómo puede caber duda alguna cuando estás quieto y escuchando? ¿Cómo puede haber otro dios o espíritu - cuando estás quieto y escuchando?
"Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová"
(Salmo 27:8).
Yo he sentido la presencia de Dios en la quietud a la orilla del mar. He sentido a Dios en la quietud del desierto de Sinaí. Yo he sentido a Dios en la quietud de mi estudio después de la media noche. Y he sentido la presencia de Dios en dos ocasiones especiales durante verdadero avivamiento, cuando gran quietud cayó sobre aquellas iglesias que, a pesar de estar llenas de gente, estuvieron tan quietas que podías oir a una mujer que sollozaba en un rincón del auditorio, mientras que la gente estaba tan conmovida sin poder decir una sola palabra, sino solamente quedarse en asombro.
Mi mente viaja de nuevo a aquella noche en el desierto, en el norte de Africa, en el Monte Sinaí. Mi esposa y yo estuvimos de pie, en silencio ante la presencia de Dios como por veinte minutos, hasta que cayó el sol y oscureció. Nos regresamos a la tienda. La gente seguía cotorreando. Yo sé que es redundante decir la palabra "cotorreando" - pero es la que mejor describe sus insignificantes pláticas. Nosotros no participamos porque al igual que Moisés, sentimos que pisabamos "tierra santa" (Exodo 3:5). Nos sentíamos como Jacob cuando dijo: "Ciertamente Jehová está en este lugar" (Genesis 28:16). Nos fuimos de la presencia de Dios directamente a la cama - y dormimos profundamente. La gente seguía hablando cuando nos dormimos. Cotorrearon todo el camino escalando aquella montaña el día siguiente. Cuando llegamos a la cima, al mismo lugar donde Moisés recibió los Diez Mandamientos, seguían fumando y cotorreando.
Ahora yo te pregunto, ¿Eres un cotorro, o eres una persona que de vez en cuando deja de hablar, deja de pensar palabras, deja de razonar - y simplemente se deleita en la presencia de Dios? Si nunca has tenido esta experiencia, te compadezco. Con razón tienes tantas dudas y teorías. Tu misma mente no deja de cotorrear lo suficiente para estar quieta, ni lo suficiente para experimentar lo que dice nuestro texto:
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
El Dr. W. A. Tozer dijo:
Repito: Experimentar es plena conciencia. Esta clase de confirmación y testimonio fueron enseñados y atesorados por las grandes almas de las edades. ¡Tener consciencia de la presencia de Dios! ¡Yo desafío a cualquier teólogo o maestro a quirtale eso a la iglesia creyente de Jesucristo! (Traducción de A. W. Tozer, Men Who Met God, Christian Publications, re-impresión de 1986, p. 12).
Pero tú tienes que estar quieto para reconocerlo cuando Él venga.
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
Es por esta razón que cada Cristiano debe tener un tiempo de quietud a solas cada día - alejado del ruido del mundo, alejado del cotorreo de su propio cerebro - un tiempo de quietud, quizá después de la lectura Biblica, cuando has terminado de orar, cuando puedas simplemente estar en la presencia de Dios por unos momentos. Será un tiempo muy bien invertido. En esos momentos de quietud el río de vida fluirá a tu alma. Y tú caminarás a través del avispero del mundo como un hombre transformado, como Jacob cuando dijo:
"Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía"
(Genesis 28:16).
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
No te estoy diciendo que practiques la meditación Budista o que experimentes un trance Hindú. Estoy hablando de la meditación sobre el Dios de las Escrituras. El mundo está lleno de demonios y Satanás mismo a veces se aparece como un ángel de luz. Pero tú no serás engañado por él si estás buscando que el Dios de la Escritura venga a ti. Él no dejará que la persona honesta que indaga sea decepcionada o defraudada por cualquier otro espíritu. Esta promesa es dada palabra-por-palabra dos veces en la Biblia.
"Si tú le buscares, lo hallarás" (I Cronicas 28:9).
"Si le buscareis, será hallado de vosotros" (II Cronicas 15:2).
Cuando Dios da una promesa una vez, sabemos que podemos confiar que Él hará lo que prometio. Pero esta promesa es dada dos veces en la Biblia. Por lo tanto, tenemos doble seguridad de que es cierta. Pero hay una condición conectada a esta promesa. No es para todos, porque no todos llenarán la condición. Y la condición es buscarlo. Dios no se revela a aquellos que rehusan buscarlo.
"Si le buscareis, será hallado de vosotros" (II Cronicas 15:2).
¿Necesito yo aconsejarte evitar la conmoción y el ruido que se halla en tantos supuestos "servicios de alabanza" del día de hoy? La clase de cosa que es tan popular hoy en día en ciertos "grandes" programas de televisión no lleva a la gente a la oración privada o a la adoración silenciosa.
Yo creo en cantar en voz alta y en predicar en alta voz, pero el mensaje de nuestro canto y predicación debe llevar a la gente a buscar interiormente a Dios. Si tú buscas a Dios interiormente te hallarás confrontado por tu propio corazón orgulloso por un lado, y tus pecados por el otro. Hallarás que la naturaleza Adámica en ti y tus pecados en sí te apartarán de Dios. Tratarás de hallar a Dios, pero descubrirás que
"Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro" (Isaías 59:2).
Ojalá que en esta condición, buscando a Dios pero sintiendo que estás separado de Él por el pecado, veas tu necesidad por Jesús.
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (I Timoteo 2:5).
Tu lucha para encontrar paz con Dios terminará cuando tú vengas a Cristo, quién hizo el pago completo por tu pecado en la Cruz. Fue Jesús quien dijo:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28).
Cuando tú vienes a Cristo, tu pecado es perdonado por Su muerte y limpiado por Su Sangre.
"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5:1).
Cuando tengas paz con Dios por medio de Jesús, podrás gozar la presencia de Dios.
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).
La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Salmo 46:1-11.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
"Mi Alma, Estad Quieta" (por Katharina von Schlegel, 1697-1768).
EL BOSQUEJO DE EL SILENCIO Y EL CONOCIMIENTOpor el Dr. R. L. Hymers, Jr. |
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10). I. Es difícil estar quieto, II Timoteo 4:2; Hechos 2:14.
II. Es necesario estar quieto, Romanos 5:19; Efesios 4:18; |
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