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UNA PRUEBA DE LA SALVACIÓNUn sermón escrito por el Dr. R. L. Hymers, Jr. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (I Juan 3:14). |
Mucha gente dice que los Cristianos deben creer ciertas cosas – pero que no pueden saberlas. Nuestro texto de esta mañana dice que están equivocados. Una vez más, hay muchas personas que dicen que nadie puede decir quién es Cristiano y quién no. Nuestro texto de esta mañana dice que también están equivocados.
Hay ciertas cosas que un Cristiano puede saber con certeza. Podemos saber con certeza muchas de las cosas que creemos. Y podemos saber con seguridad si estamos verdaderamente convertidos – o si todavía estamos perdidos. Este último problema es de lo que el texto habla directamente. Cuando asistía a una universidad secular, los profesores a menudo se burlaban de los Cristianos por creer cosas que no podían saber. ¡Pero esos profesores solo podían decir eso porque ellos no sabían! No podían decir honestamente que nosotros sabemos – porque ellos mismos no eran Cristianos. El hecho de que ellos no supieran ciertas cosas no significa que nosotros no las sepamos. Si un ciego dice que yo no puedo ver porque él no puede ver, él está dando una suposición falsa. Es cierto que no puede ver, ¡pero eso no le da el derecho a decir que yo no puedo ver! Él solo puede hablar por sí mismo. Él puede estar ciego, pero eso no significa que yo estoy ciego. Ya sea que estén de acuerdo con nosotros o no, hay algunas cosas que los Cristianos sabemos que ellos no saben. Hay cosas sobre Dios, y sobre el futuro y sobre la conversión que no solo imaginamos. Conocemos estas cosas y estamos seguros de ellas. Los hemos probado y experimentado. Sabemos que estas cosas son tan seguras como lo es nuestra propia existencia.
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (I Juan 3:14).
I. Primero, sabemos que una vez estuvimos muertos en pecado.
Esto se da en el texto: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida”. Mucha gente piensa que aquellos de nosotros que tenemos padres Cristianos, que crecimos en la iglesia, no necesitamos ser convertidos. Crecimos para convertirnos en angelitos porque fuimos criados en hogares Cristianos. Yo mismo sé que están equivocados. Mis padres son muy buenos Cristianos. Crecí aquí en esta iglesia. Nunca falté a la iglesia el Domingo cuando era niño. Sin embargo, estaba lleno de ira y rebelión. Deliberadamente hice amistad con aquellos que odiaban a Dios. No tenía respeto por mi padre o Dr. Hymers. Me reí de lo que decían. No creí nada de lo que predicaban. Aunque fui criado en esta iglesia por padres Cristianos, no era un “angelito”. Yo era un pequeño diablo. Sé por experiencia propia que el corazón de cada niño nacido en la iglesia es completamente depravado. Mi corazón era “Engañoso… más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). Seguí “el pensamiento de [mi] malvado corazón” (Jeremías 18:12). Odiaba vivir en una casa Cristiana. Pensé que mi padre y mi pastor eran necios por creer en la Biblia.
Como todos los niños no convertidos, estaba completamente muerto espiritualmente. Cuando escuchaba hablar del Infierno, rápido pensaba en otra cosa. Me juntaba con otros jóvenes como yo. No nos importaba que Jesús sufriera. Pensamos que solo era un fanático religioso que fue asesinado porque hizo enojar a la gente. No nos gustaba escuchar el Evangelio ser predicado. Mirábamos al piso o a otra persona durante la predicación. Apenas podíamos esperar para salir de la iglesia para poder hablar sucio y burlarnos de aquellos que eran Cristianos. Queríamos marihuana, no a Jesús. Soñamos con sexo, no con el Cielo. Jesús no nos atraía en absoluto. No creímos en Su existencia. No sentimos ninguna necesidad de Jesús y Su Sangre. Pensábamos que era extraño y raro cuando la gente en la iglesia cantaba acerca de ser “lavados en la Sangre del Cordero”. Si me hubieras dicho que algún día sería un predicador, te habría dicho que estabas loco. Nosotros no orábamos. Cuando otros oraban, pensábamos en otras cosas. Apenas podíamos esperar para salir de la iglesia para poder jugar al baloncesto. El baloncesto era importante. La oración era para las ancianas y los necios. La maldad estaba en mi alma. Mis amigos perdidos estaban espiritualmente tan muertos como yo. Nuestros pensamientos y palabras estaban llenos de obscenidad y blasfemia. Estaba en todo lo que pensamos e hicimos. Sé que estaba muerto porque estaba podrido. Estaba muerto ante Dios y era ofensivo para mi padre y los buenos Cristianos en la iglesia.
Deja que aquellos de ustedes que ahora están convertidos recuerden cómo fue con ustedes. Puedes estar seguro de una cosa – ¡tú sabes que estabas muerto! Pregúntale a Aaron Yancy. Pregúntale a Jack Ngann. Pregúntele a Noah Song. Pregúntale a Lara Chan. Pregúntale a Baiyang Zhang. Pregúntele a Sheila Ngann. Cada uno de ellos te dirá: “Recuerdo cuando estaba muerto en delitos y pecados” (Efesios 2:1).
Rowland Hill era un joven malo que fue convertido – y se hizo un gran predicador. Un día, un anciano se quedó mirando durante un buen rato la cara del predicador, a la expresión extraña de sus ojos. El predicador le dijo: “¿Qué estás mirando?” El anciano dijo: “Estoy mirando las líneas en tu rostro”. El predicador dijo: “¿Qué piensas de ellas?” Dijo el anciano, “Oh, estaba pensando en qué hombre malo te habrías convertido si no hubiera sido por la gracia de Dios”. Algunos de los Cristianos aquí esta mañana deben estar pensando, “Qué gran pecador me habría convertido si la gracia de Dios no me hubiera convertido”.
II. Segundo, sabemos que hemos sido cambiados.
El texto dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida”. “De muerte a vida”. Esperábamos pasar “de vida a muerte”. ¡Pero yo y mis hermanos Cristianos no hemos pasado de vida a muerte! Ha habido un cambio en nosotros que sabemos que es sobrenatural. Tal cambio nunca nos hubiera sucedido a menos que Jesús nos hubiera cambiado. Una de las más grandes pruebas del poder de Jesús consiste en que Jesús nos alejó de las tinieblas a la luz – ¡y del poder de Satanás a Dios! En mi testimonio escrito, dije: “Mi fe descansa en Jesús, porque Él me ha cambiado”. Sé que algunos incrédulos lo leyeron y dijeron: “He oído eso antes. Voy a esperar y ver si Jesús realmente cambió a John Cagan”. Bueno, ahora has esperado nueve años. Ahora me has escuchado orar. Ahora me has escuchado predicar. Ahora has visto cuánto respeto a mi padre y a Dr. Hymers. Ahora has visto cuánto amo a los hermanos y hermanas en nuestra iglesia. No puedes honestamente dudarlo más. Ahora has visto que es verdad. “¡Mi fe descansa en Jesús, porque Él me ha cambiado!” Y porque Él me ha cambiado, ¡yo sé que Él también puede cambiarte! Mira a Noah Song. No hace mucho tiempo, él era simplemente un niño tonto, jugando en la iglesia, esperando por otro juego de baloncesto. No estaba serio para nada. Ahora él es un predicador maravilloso. Lo escuché predicar por todo África hace algunas semanas. Dr. Hymers escuchó a su hermano decir: “¡No puedo creer que mi hermano sea un predicador!” Para ser honesto, ¡tampoco yo! Parece imposible – ¡porque es imposible! ¡Es un milagro de gracia soberana! ¡Es un milagro de Dios!
Tomó un milagro poner las estrellas sin par,
Tomó un milagro darle al mundo un lugar;
Más cuando mi alma salvó,
Y a mí me limpió,
¡Tomó un milagro de gracia y amor!
(Traducción libre de “It Took a Miracle” por John W. Peterson, 1921-2006).
¡Sabemos que hemos cambiando!
III. Tercero, sabemos algo más.
Sabemos que vivimos. “Sabemos que hemos pasado de muerte a vida”. En esa nueva vida no tenemos condenación. La Biblia dice:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
La persona que ha confiado en Jesús nunca puede ser condenada. Todos sus pecados fueron expiados por Jesús cuando murió en nuestro lugar en la Cruz. Todos sus pecados han sido purgados y limpiados por la Sangre que Jesús derramó en la Cruz.
Sé que suena como un montón de palabras para algunos de ustedes. ¡Pero no para mí! Recuerdo haber tenido miedo de irme a dormir – temeroso de morir mientras dormía e ir al Infierno. Traté de no creer en el Infierno. Pero siempre hubo una duda. ¿Y si el Infierno fuera real después de todo? Siempre estuve incómodo. Siempre, en el fondo de mi mente, me preguntaba si sería condenado. Ahora que confié en Jesús y fui lavado en Su Sangre, nunca temo ser condenado por Dios. “He aquí todas [las cosas] son hechas nuevas”. Spurgeon dijo que una vez un nuevo Cristiano le dijo: “Señor, o bien todo el mundo ha cambiado, o bien he sido cambiado. La gente con la que una vez me gustaba estar ahora me da miedo. Las cosas que una vez disfruté ahora me hacen infeliz – y las cosas que una vez me entristecieron ahora me dan una gran alegría”. No solo hablo de Dios ahora. ¡Lo conozco! No solo hablo de Jesús. Yo vivo con él. Ahora he venido a conocer la Sangre de Jesús. Me ha hecho limpio.
Cuando predicaba en una iglesia en África, hace unos días, una joven llamada Ernestine vino a verme después de haber predicado. A través de un intérprete, ella me dijo que todos pensaban que ella era Cristiana. Pero cuando prediqué, se dio cuenta de que no conocía a Jesucristo Mismo. Ella solo estaba tratando de ser salva por ser una buena joven. Me complació llevarla a Jesucristo Mismo. Me alegré de ver lo feliz que estaba después de haber confiado en Jesús y haber sido limpiada de todo pecado por Su Sangre. Oro para que vengas a Jesús como lo hizo Ernestine. ¡Toda condenación y temor desaparecen cuando realmente confías en el Salvador! Entonces puedes decir: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida”.
IV. Cuarto, sabemos que vivimos porque amamos a los hermanos.
Te puedo decir sin ninguna duda que si amas a la gente de Dios porque son la gente de Dios, es una señal de que has pasado de muerte a vida. Puedes decir: “Este es un verdadero Cristiano. ¿Lo amo y me encanta estar con él”? Entonces, esto es evidencia de que no eres del mundo. Si lo fueras, amarías a las personas pecaminosas del mundo. Pero cuando perteneces a Jesús, amas a los que son Su gente. Los amas más de lo que amas a los demás – incluso más de lo que amas a tus padres o hermanos incrédulos en la carne.
Hubo un tiempo en que no amaba a la gente en la iglesia. Traté de consolarme pensando que todos eran hipócritas. Ciertamente no amaba a Dr. Hymers. Odiaba escucharlo predicar. No quería estar cerca de él. Ahora lo amo como el abuelo que nunca tuve. Ahora amo a la señora Hymers. Ahora amo a mi propio padre, que solía pensar que era un fanático. Ahora lo amo y lo respeto como un verdadero hombre de Dios. Ahora amo a todos en nuestra iglesia porque ahora son mis verdaderos hermanos y hermanas en Jesús.
Es una señal segura de conversión cuando amas ir a orar con un pequeño número de hermanos y hermanas en un pequeño grupo de oración. Los amo y quiero que también los ames. Recuerdo lo mal que me sentí cuando estaba perdido. Apenas podía esperar para alejarme de los Cristianos. Ahora que Jesús me salvó, no quiero irme a casa. Quiero quedarme todo lo que pueda con mis hermanos y hermanas en la iglesia. Me gustó ir a África a predicar. Pero todo el tiempo que estuve allí realmente extrañé estar contigo, aquí en la comunión de nuestra querida iglesia.
Si todavía estás perdido, te compadezco. Anhelo que confíes en Jesús como lo hice yo. Deseo que tengas la paz y el gozo que tengo en Jesús. Te ruego esta mañana que confíes en Jesús, que te limpie tus pecados en Su preciosa Sangre. Se parte de la familia de Dios. Porque “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” ¿Te voltearás de tu pecado y confiarás Jesús esta mañana? Él te cambiará. Te salvará. Él te dará vida nueva al confiar en Él y en la Sangre que derramó por ti en la Cruz.
Tomó un milagro poner las estrellas sin par,
Tomó un milagro darle al mundo un lugar;
Más cuando mi alma salvó,
Y a mí me limpió,
¡Tomó un milagro de gracia y amor!
Jesús está listo para hacer ese milagro en tu vida en este momento si te alejas de tus pecados y dudas y confías en el Salvador con todo tu corazón. Que Dios te atraiga a Jesús para una vida nueva y más feliz esta misma mañana. A Jesús ven. A Jesús ven. Y confía en Él. Él te salva. Él te salva. ¡Él te salvará!
Si deseas que oremos por ti, por favor ven y siéntate en las primeras dos filas mientras los demás suben para ir a comer. Amén.
CUANDO LE ESCRIBAS A DR. HYMERS DEBES DECIRLE DE QUE PAÍS LE ESTÁS ESCRIBIENDO O ÉL NO PODRÁ CONTESTAR TU CORREO. Si estos sermones te bendicen por favor envía un correo electrónico a Dr. Hymers y díselo pero siempre incluye de qué país estás escribiendo. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net (oprime aquí). Puedes escribirle a Dr. Hymers en cualquier idioma, pero escribe en Inglés si es posible. Si deseas escribirle a Dr. Hymers por correo postal, su dirección es P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Puedes llamarle por teléfono al (818) 352-0452.
(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“It Took a Miracle” (por John W. Peterson, 1921-2006).
EL BOSQUEJO DE UNA PRUEBA DE LA SALVACIÓN Un sermón escrito por el Dr. R. L. Hymers, Jr. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (I Juan 3:14). I. Primero, sabemos que una vez estuvimos muertos en pecado, II. Segundo, sabemos que hemos sido cambiados. III. Tercero, sabemos algo más, Romanos 8:1. IV. Cuarto, sabemos que vivimos porque amamos a los hermanos. |