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Cuando le escribas a Dr. Hymers, siempre dile en qué país vives o él no te podrá contestar. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net.

Hay un cuento que te dices a ti mismo. Es una idea que sostienes a pesar de tu habilidad de conocer la verdad de las mentiras. Tú crees en un cuento de hadas. Tú crees de alguna manera que tu vida va ser feliz. En los días soleados de tu vida temprana, tú creías que las cosas en tu vida se resolverían de la mejor manera. Aun cuando envejeces, y empiezas a ver las cosas de manera diferente y cosas suceden en tu vida que desafían esta idea que tu creías – tú no te das cuenta que la vida no está llena de felicidad. Continúas creyendo que los mejores días de tu vida todavía están en el futuro. A pesar de lo que crees, tus decisiones son un poco más que un esfuerzo de evitar el dolor incluso en sus formas más inofensivas. Te sientes solitario. Te sientes deprimido. Sin embargo, tratas de ignorar lo que está realmente mal con tu vida. Sientes un extraño dolor entrar en tu vida cuando no hay nadie alrededor. Tus días se hicieron más agotadores pero todavía consigues sobrevivir a través de ellos. Pasas a través de los días de tu vida, pero realmente no puedes explicar por qué lo haces. Tu mundo pierde su brillo y se vuelve más oscuro ahora. Tú tienes disgusto de tu propia experiencia de vivir. Aun, tú no ves tu vida, por lo que realmente es, sin Dios. Si lo hubieras visto, tú hubieras odiado tu vida, y lo que tú más desearías sobre todo en este mundo sería que tu vida cambiara. La Biblia describe tal momento:

“Aborrecí por tanto la vida,…por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 2:17).

I. Primero, tú has estado sin Dios.

Tu vida no ha ido repentinamente mal todavía. Tú planeas y predices tu vida para mejorarla constantemente. Tú estás esperando a una mejor experiencia de tu vida, pero tú no puedes decir porqué tú vives tu vida en absoluto. Tú existes, sin realmente vivir. Tú no tienes dirección. Tú no tienes significado. Tú estás sin Dios. Sigues en tu vida sin Dios, pero no sientes cuál es la consecuencia de esa realidad. Tú te envejeces, con más experiencia, más sabio, pero no ves el mundo tan horrible como en realidad es, en vez lo abrazas. Tu propia hipocresía mancha incluso el más alto de tus ideales. No te das cuenta de lo poco que el mundo te importa a ti o de lo poco que te importa el mundo. Tú agarras la cálida cobija del engaño feliz para protegerte de la fría sombra de la realidad que existe a tu alrededor. Tú estás viviendo una mentira. Tú estás tan distraído en tu vida que no puedes explicarte tú mismo. ¿Alguna vez te detienes y notas quién eres realmente? ¿Te examinas a ti mismo? Si lo haces, puedes contar con una cierta tristeza que pronto seguirá. La Biblia dice,

“Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor” (Eclesiastés 1:18).

Tu vida es vacía. ¿Sientes que tu vida es vacía? ¿Sientes que todo esta mal? ¿Sientes que estas en tantos problemas y nadie te pueden ayudar? La experiencia es como sentir que te han atrapado en una condición irreversible. Como si hubieras estado caminando, y de repente te volviste por el camino equivocado, y ahora estás perdido. Tú debes experimentar este sentimiento. No debes deshacerte de eso. Debes experimentar lo que es saber que estás sin esperanza. Tú debes estar empapado en la desesperación. Debes estar empapado de tristeza. Tú debes exponerte a la verdad. Debes saber que no tienes esperanza. Tú debes saber que tú estás vacío. Debes darte cuenta de que estás sin Dios en este mundo, porque es la verdad.

“Que en aquel tiempo estabais sin Cristo…sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12).

Tú estás viviendo la vida sin Dios, y sin Dios, no hay esperanza. Algunos de los más grandes pensadores de todos los tiempos han vagado alrededor de este pozo de desesperanza hasta que finalmente se cayeron ahí. Ellos descubrieron que sus vidas no tenían significado. ¿Para qué fue todo eso? No parecía haber nada por lo que valiera la pena vivir, y así la muerte se convirtió en una respuesta. Los jóvenes se suicidaron. Las mujeres jóvenes se volvieron a las drogas. El mundo entero se perdió en el Internet.

Pero tú no te has sentido de esta manera. No te has sentido así, no porque haya algo diferente en ti, sino porque tú no has puesto atención. Tú tienes que estar constantemente preocupado. Tienes que desviarte del abismo. Prefieres creer en las falsedades mientras te dan consuelo. Tú alivias la herida abierta en tu vida con el ungüento de distracciones. La gente siempre ha tratado de llenar ese hueco en sus corazones con algo. Tú has tratado de llenar ese hueco en tu corazón, ¿no? Tú has tratado de llenarlo con placer. La Biblia describe tales intentos:

“Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad” (Eclesiastés 2:1).

Tú puedes entumecer el dolor con el placer, por un tiempo. Sólo tendrás éxito en huir de la verdad. Después de toda esa diversión, tú todavía estarás vacío. Después de tus risas y sonrisas, seguirás sin esperanza. Tú has tratado de llenar el vacío en tu vida. Tú has tratado de encontrar significado en este mundo. Tú has tratado de encontrar algún alivio para calmar tu alma de problemas. Tú trataste mejorar las cosas. Pero aunque parecían mejores, nunca mejoraron. Tú no puedes encontrar satisfacción real. Tú no puedes encontrar la paz. La Biblia dice,

“Todas las cosas andan en trabajo más que el hombre pueda decir: ni los ojos viendo se hartan de ver, ni los oídos se hinchen de oír” (Eclesiastés 1:8).

Sigues tu vida en el vacío sin darte cuenta de la verdad. Tú estás tan borracho en las mentiras que te dices a ti mismo que difícilmente puedes caminar tu vida en línea recta. Tú estás tan endrogado en la diversión que no puedes ver por qué tú necesitas cambiar en absoluto. Te has engañado a ti mismo. Te has engañado creyendo que hay algo por ahí afuera. Tú has sido engañado en la creencia de que existe algo por lo que vale la pena de vivir. Pero tú estás equivocado. La Biblia dice,

“Porque todos [los humanos en] sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias: aun de noche su corazón no reposa” (Eclesiastés 2:23).

El pensamiento, seguido hasta la conclusión lógica, llegó finalmente a la respuesta: no hay sentido en la vida. Eso es fue una verdad dura, la mayoría trata de rechazarla, pero los más honestos y perspicaces de los pensadores sabían la verdad. La verdad es que la vida no tiene significado, que hay un “hueco” en la realidad y que todos los intentos de llenar ese “hueco” son vacíos.

Tú debes descubrir: que la vida es desesperada, sin sentido, fría, vacía y terrible. Pero no quieres. Es por eso haces las cosas que haces. Estás tratando de escapar. Tú no quieres sentirte así. Tú estás buscando el alivio. Tú estás tratando de encontrar algo para ayudar a pasar el tiempo. Estás probando el internet, o amigos, o amor, o escuela, o trabajo, o algo más, pero estás buscando ese sueño, esa mentira, esa esperanza que no se puede encontrar, porque la vida no tiene sentido, cuando es sin Dios. Tu vida no tiene esperanza y tú tienes que sentirlo. Tu vida es sin sentido y debes temerlo. Tu vida es fría y no puedes calentarla. Tu vida es llena de vacío sin fin. Tu vida es así porque está sin Dios. ¿Es esto aceptable para ti? ¿Es esta la forma en que quieres vivir y morir? El filósofo francés Blaise Pascal dijo que hay un "vacío en forma de Dios" en nuestros corazones. Hay algo que falta en tu vida, y lo que falta es la presencia, el compañerismo y la esperanza de Dios.

II. Segundo, tú debes tener a Dios.

Este es el gran tema de la historia. El hombre estaba destinado a estar con Dios. El hombre estaba destinado a tener el descanso y el gozo de Dios. Ese sueño, esa esperanza, ese tipo de vida celestial estaba destinado a ser nuestra vida. El hombre es la creación más grande de Dios. Fuimos creados a su imagen, con la capacidad de amor, pensamiento y felicidad que glorificarían a Dios para siempre, hasta que esto fue arruinado. La vida era exactamente como debía ser, hasta que el pecado fue introducido a la vida por Adán. Hemos heredado la pérdida de la presencia de Dios cuando Adán cayó en pecado. Debido al pecado, Dios se separó del hombre. Por causa del pecado, quedamos sin Dios. La Biblia dice,

“Más vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír” (Isaías 59:2).

Dios es un Dios Justo y Santo. Cuando el hombre cayó en pecado, Dios no podía ignorarlo. Dios tenía que responder al pecado. El pecado tenía que ser castigado. Uno de los castigos o resultados del pecado era que el hombre ahora tenía que vivir la vida sin Dios. El castigo por el pecado es muerte, y la vida, sin Dios, se acaba en unos cuantos momentos estremecidos de agonía. Todos han pecado. La Biblia dice,

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Tú has pecado. Has heredado una naturaleza pecaminosa de la caída del hombre. Pero tú también has añadido tus pecados propios a esta ofensa. Tú has pecado en tus acciones. Has hecho cosas que sabes que están mal. Tú has tratado de encubrirlos, pero Dios ve todo lo que haces. Tú has pecado en tus pensamientos. Tú has pensado cosas de las que nunca querrías que nadie supiera. Tú piensas que nadie sabe lo que puedes pensar, pero Dios lo sabe. Tú has pecado en tus deseos. Tu entera naturaleza es egoísta. Tu corazón está sucio. Y aunque tus amigos y tu familia no pueden ver tu corazón, Dios puede ver tu corazón. La Biblia dice,

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios; Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno” (Romanos 3:10-12).

Tú eres una ofensa viviente a la santidad de Dios. Pero aún en tu ofensa a Dios, tú todavía eras tan amados por Dios que Dios envió a su propio Hijo amado al mundo para morir en tu lugar. La Biblia dice,

“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Jesucristo vino a este mundo en una misión de rescate. La humanidad fue arruinada en la Caída. Toda la humanidad fue corrompida por el pecado. Tu vida había sido maldecida desde tiempos pasados para ser vivida en terrible vacío. Pero Jesús vino a salvarte. Jesús vino a morir por tus pecados en la Cruz para satisfacer el castigo por tu pecado. La Biblia dice,

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:23-25).

Jesús es la única manera de estar unidos con Dios. Jesús tuvo que absorber tus pecados en la Cruz para que tú puedas ser vestido en su justicia y ser presentado a un Dios Santo. Tú nunca podrías tener a Dios sin Jesús. Tú serías para siempre pecador, y para siempre sin Dios, y para siempre condenado a vivir este mundo en el vacío y la nada. Pero puedes tener a Jesús por fe, si confías en Él. Sólo hay una manera de calmar tu inquieto corazón. Debes tener a Dios. Pero no puedes tener a Dios sin Jesús. Jesús dijo,

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Jesús es el Camino. Jesús es la respuesta. Jesús es el camino para que tus pecados sean perdonados. Jesús es la manera de tener paz en la vida. Nuestro pastor, el Dr. Hymers, pasó por una experiencia agonizante en su vida temprana. No podía dejar de comprender cómo la vida era fría y vacía a una edad temprana. Fue torturado por este hecho. A su alrededor, personas que también se dieron cuenta de eso, cayeron en la embriaguez, las drogas o el suicidio. Él se sentía condenado también. Él sabía que tenía que encontrar una respuesta, o esperar que su vida fuera destinada a la destrucción. Pero él también empezó a saber que no habían respuestas en este mundo. Dios le mostró que sin Dios no había esperanza en el mundo. Por lo tanto, él hizo Dios su prioridad. Hizo todo lo que pudo para complacer a Dios. Pero nunca pudo encontrar descanso, hasta que encontró a Jesús.

“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13).

El Dr. Hymers sería el primero en decirte que Jesús literalmente le salvó la vida. El Dr. Hymers ha tenido una vida muy difícil. Su hijo Robert Leslie dijo: “La vida de mi padre demuestra la existencia de Dios, porque es un milagro.” Su vida había sido tan difícil, que cuando estaba escribiendo su autobiografía, se desanimó profundamente. Él miró su vida, y observo lo que sólo los años de experiencia podrían enseñar: que la vida es dura, y luego mueres, y nadie escapa. Él se entristeció. Pero el doctor Hymers miró su vida y vio lo que había hecho la diferencia. Él vio que todo era desesperado, sin sentido, frío y vacío, pero entonces ahí estaba Jesús. Él vio que a través de Jesús, su vida se había convertido en un milagro. Se sentó y vio su vida, y vio lo que Jesús siempre había hecho por él, y él decidió escribir otro capítulo. Por causa de Jesús, él no había sido derrotado. Debido a Jesús, tenía una historia maravillosa que contar.

“En aquel tiempo estabais sin Cristo,…sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13).

Eso es lo que tú debes tener. Tú debes tener una intervención divina en tu vida. Tu vida debe ser algo más que solo distracción sobre distracción. Tu vida debe ser más que una mentira que tú te dices para endrogarte en un sueño hasta que te mueras. Tu vida debe ser vivida de tal manera que glorifique a Dios. Tú debes tener sentido, esperanza y propósito. Tu vida debe tener a Dios, o de lo contrario nunca vivirás en absoluto. Por tanto, tus pecados deben ser perdonados. Tú debes tener redención por la Sangre. Tú debes tener a Jesús. Tú debes ser lavado en la Sangre que Jesús derramó por ti en la Cruz. Debes ser salvo. Puedes ser salvo, si confías en Jesús. Si confías en Jesús por la fe, serás salvo, y entonces se podrá decir de ti:

“En aquel tiempo estabais sin Cristo,…sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13).

Dr. Hymers, por favor, venga y cierre este servicio.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Noah Song: Romanos 3:10-18.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamín Griffith Antes del Sermón:
“It Took a Miracle” (por John W. Peterson, 1921-2006).